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domingo, 11 de agosto de 2024

MES DE SANTO DOMINGO DE GUZMÁN – DÍA UNDÉCIMO

Traducción de la devoción dispuesta por el padre Antoine Ricard S.Th.D., Canónigo honorario de Marsella y Carcasona, y publicada en París por la Librería de los Hermanos Perisse en 1878.
   
MES DE SANTO DOMINGO, O EL MES DE AGOSTO CONSAGRADO A LA MEDITACIÓN DE LA VIDA Y LAS VIRTUDES DE SANTO DOMINGO
   
   
Por la señal ✠ de la santa Cruz; de nuestros ✠ enemigos líbranos, Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
   
11 DE AGOSTO – DÍA UNDÉCIMO DEL MES DE SAN DOMINGO: ENCUENTRO DE DOS SANTOS
   
PRELUDIO
Imaginemos a Domingo en éxtasis, con los ojos elevados hacia una visión que lo absorbe y parece deleitarlo en el tercer cielo.
            
PENSAMIENTOS
Es una fraternidad maravillosa que unió las dos grandes órdenes, levantadas por Dios, en el siglo XIII, para reformar la Iglesia y regenerar el mundo. Esta dulce unión tiene su origen en un acontecimiento milagroso en la vida de nuestro santo patriarca.

Una noche, mientras estaba orando, una visión se desarrolló ante sus ojos encantados. Sobre su cabeza vio aparecer la imagen de Jesucristo como suspendida en el aire. El rostro del Salvador estaba lleno de ira. En su mano sostenía tres flechas que parecía dispuesto a lanzar al mundo para castigarlo por su extrema perversidad. Pero María, reina del Santísimo Rosario, arrodillada ante su hijo, le presentó dos hombres, cuyo celo era convertir a los pecadores y apaciguar la ira divina. Dominique se reconoció en uno de estos hombres: el otro le era desconocido. Ahora bien, al día siguiente, habiendo entrado en una iglesia para orar, vio a este extraño, que le habían mostrado, bajo el humilde hábito de un mendigo, y reconociéndolo como su compañero y su hermano, corre hacia él, lo abraza, lo baña con sus lágrimas y le dice: «Tú eres mi compañero; Estarás conmigo: apoyémonos unos a otros, y nada prevalecerá contra nosotros». Tal fue, según los historiadores más serios, el origen de la amistad que unió a Francisco de Asís y Domingo de Guzmán, amistad que duró tanto como sus vidas. A partir de entonces tuvieron un solo corazón y una sola alma, aunque sus órdenes permanecieron separadas y cada uno trabajó por su cuenta en la gran tarea que la Providencia le había asignado. Un vínculo de caridad une todavía a las dos familias religiosas. «Creados juntos al servicio de la Santa Iglesia», dice el Beato Humberto, «sentía que Dios los había destinado desde toda la eternidad a la misma obra de salvar las almas.
           
PRÁCTICA: Cuidado con el exclusivismo, al que nos inclinamos con demasiada naturalidad, también en la religión, y honrar, a ejemplo de los santos, a todas las familias religiosas que trabajan, con la aprobación de la Iglesia, por la salvación del prójimo, mediante la oración o a través de la acción.

INVOCACIÓN: Seráfico San Francisco, Apostólico Santo Domingo, ¡rogad por nosotros!

CARACTERÍSTICA HISTÓRICA: La amistad de los Frailes Predicadores y los Frailes Menores.
«El abrazo de Domingo y Francisco se ha transmitido de generación en generación en las personas de su posteridad. Una franca amistad que une hoy día aún a ambas Órdenes de Predicadores y Menores. Se han encontrado en iguales oficios en todos los puntos del globo; han edificado sus conventos en los mismos lugares; han ido a mendigar a las mismas puertas; su sangre, derramada por Jesucristo, se ha mezclado mil veces en el mismo sacrificio y la misma gloria; han cubierto con su librea los hombros de príncipes y princesas, han poblado el Cielo con sus santos; sus virtudes, su poder, su fama, sus necesidades, se han aproximado sin cesar en todos los sitios, y nunca una sombra de celos ha empañado el cristal sin mácula de su amistad, seis veces secular. Se han esparcido juntos por el mundo, de la misma manera que se extienden y entrelazan las ramas gozosas de dos troncos parecidos en edad y fuerza; han adquirido y compartido el afecto de los pueblos, como dos hermanos gemelos reposan sobre el seno de su única madre; se han dirigido a Dios por los mismos caminos, como dos perfumes preciosos ascienden libremente hasta el mismo punto del cielo. Todos los años, cuando llega en Roma la fiesta de Santo Domingo, salen las carrozas del convento de Santa María de la Minerva, en donde reside el General de los dominicos, y van a buscar al convento de “Ara-Cœli” al General de los franciscanos. Este llega acompañado por gran número de sus hermanos. Los dominicos y franciscanos, reunidos en dos hileras se dirigen al altar mayor de la Minerva, y después de haberse saludado recíprocamente, los primeros van al coro; los últimos quedan en el altar para celebrar el oficio del amigo de su Padre. Sentados luego a la misma mesa, parten juntos el pan, que no les ha faltado nunca desde hace siglos; y una vez terminada la comida juntos, el cantos de los franciscanos y el de los dominicos entonan, en medio del refectorio, esta antífona: “El seráfico Francisco y apostólico Domingo nos han enseñado vuestra ley, ¡oh Señor!”. El cambio de estas ceremonias tiene lugar en el convento de “Ara-Cœli” cuando llega la fiesta de San Francisco; y lo mismo sucede en todo el mundo, allí en donde hay un convento de dominicos y un convento de franciscanos cercano uno al otro y que permitan a sus habitantes exteriorizar un signo visible del piadoso y hereditario amor que les une»» (Vida de Santo Domingo, por el padre Lacordaire).
          
LETANÍA DE NUESTRO PADRE SANTO DOMINGO
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
   
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
   
Dios Padre celestial, ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad, un solo Dios, ten piedad de nosotros.
   
Santa María, ruega por nosotros.
Santa Madre de Dios, ruega por nosotros.
Santa Virgen de las Vírgenes, ruega por nosotros.
   
Magno Padre Santo Domingo, ruega por nosotros.
Lumen de la Iglesia, ruega por nosotros.
Luz del mundo, ruega por nosotros.
Antorcha del siglo, ruega por nosotros.
Predicador de la gracia, ruega por nosotros.
Rosa de paciencia, ruega por nosotros.
Sedientísimo por la salvación de las almas, ruega por nosotros.
Deseosísimo del martirio, ruega por nosotros.
Gran director de las almas, ruega por nosotros.
Varón evangélico, ruega por nosotros.
Doctor de la verdad, ruega por nosotros.
Marfil de castidad, ruega por nosotros.
Varón de corazón verdaderamente apostólico, ruega por nosotros.
Pobre en bienes temporales, ruega por nosotros.
Rico en la pureza de vida, ruega por nosotros.
Tú que cual antorcha ardías de celo por los pecadores, ruega por nosotros.
Trompeta del Evangelio, ruega por nosotros.
Heraldo del Cielo, ruega por nosotros.
Modelo de abstinencia, ruega por nosotros.
Sal de la tierra, ruega por nosotros.
Resplandeciente como el sol en el templo de Dios, ruega por nosotros.
Tú que te apoyaste en la gracia de Cristo, ruega por nosotros.
Revestido de estola real, ruega por nosotros.
Flor de flores elevada en el jardín de la Iglesia, ruega por nosotros.
Tú que regaste la tierra con tu piadosa sangre, ruega por nosotros.
Trigo recogido en los silos del Cielo, ruega por nosotros.
Resplandeciente en el coro de los Vírgenes, ruega por nosotros.
Jefe y padre de la Orden de Predicadores, ruega por nosotros.
Para que en la hora de la muerte seamos recogidos contigo en el Cielo, ruega por nosotros.
   
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros, Señor.
    
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
   
℣. Señor, escucha mi oración.
℟. Y llegue mi clamor hacia Ti.
   
ORACIÓN
Te suplicamos, Dios Omnipotente, nos concedas a cuantos padecemos bajo el peso de nuestros pecados, alcanzar el patrocinio de tu confesor nuestro bienaventurado Padre Santo Domingo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
  
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠ , y del Espíritu Santo. Amén. 

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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)

Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)