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sábado, 9 de marzo de 2024

LA REDISEÑADA CATEDRAL DE PARÍS, UN SÍMBOLO DE LA REVOLUCIÓN

Traducción del artículo de Rita A. Stewart para TRADITION IN ACTION.
   
Desde su culminación en el siglo XIII, la catedral de Nuestra Señora de París se ha erigido como un testamento de la gloriosa Edad Media. Construida para encarnar los aspectos solemnes, jerárquicos y sacros de la Iglesia Católica, esta monumental catedral ha ayudado a combatir la herejía [1] y tal vez incluso a retardar la Revolución.
   
Por ende, cuando mucho del edificio fue destruido por un incendio en 2019, fue causa de dolor y consternación, no solo en Francia sino alrededor del mundo. Su icónico campanario y tejado, envuelto en fieras llamas e hinchado humo, parecían simbolizar nuestros días calamitosos.
    
Espectadores observan con dolor cómo arde la catedral de Nuestra Señora
   
Ahora que se han presentado los planes para la rediseñada catedral, este significado ha tomado un significado añadido y trágico. Si Nuestra Señora hubiese sido reconstruidas según los planes, habría sido transformada en un icono de la Revolución. No señalará más a Dios y la Virgen, sino todo lo contrario, reflejando nuestra sociedad miserabilista, secular y ecuménica.
   
En un primer examen de los planes para la rediseñada catedral, algunos parecían aliviados. A diferencia de las propuestas más atroces presentadas en 2019 (tal como el plan de una piscina y un invernadero en el techo), esta versión deja la estructura del edificio prácticamente sin cambios. Sin embargo, su espíritu ha cambiado y el nuevo diseño interior se ha vuelto casi irreconocible.
  
Se rechazaron propuestas para una piscina en el tejado y, debajo, nuevas y extrañas agujas, pero el interior se cambió por completo.
  
Las columnas de piedra, otrora majestuosas y solemnes, ahora parecen frías. Asimismo, los techos altos, en lugar de inspirar la contemplación de la grandeza de Dios, hacen que la iglesia parezca hueca. También llama la atención la ausencia de crucifijos y estatuas de santos.
  
Mientras que la magnífica Nuestra Señora de antaño reflejaba doctrinas católicas perennes, el interior rediseñado de la catedral se basará en los principios del Vaticano II. El diseñador Guillame Bardet, famoso por su estilo “minimalista”, parece adherir a la visión progresista de una “Iglesia pobre y pecadora”.

El desconcertante diseño del nuevo interior de Nuestra Señora de París.
   
Bardet señala en una entrevista que su intención es «quitar todo lo que no es necesario, y llegar a lo esencial, y por eso lo esencial es que sea pobre». En la misma entrevista, el rector de la catedral admite que esta idea se basa en el documento conciliar Sacrosánctum Concíliumque afirma: «Los ritos deben resplandecer con noble sencillez; deben ser breves, claros, evitando las repeticiones inútiles».
   
El diseño de Bardet también está influenciado por el ecumenismo del Vaticano II. Afirma con audacia que «con este trabajo me dirijo primero a los católicos, pero también busco hablar a los demás. Para dejar claro que estamos hablando aquí de religión y, más ampliamente, de espiritualidad».
   
Todo esto recuerda la declaración de Lumen géntium de que el “plan de salvación” incluye a judíos y musulmanes, así como la noción de que la Iglesia de Cristo simplemente “subsiste” en la Iglesia Católica. Partiendo de esta línea de pensamiento, Bardet parece estar insinuando que las verdades religiosas son más amplias de lo que la Iglesia puede abarcar y debemos abrirnos a las ideas de otras religiones.
    
Con este marco en mente, resulta más fácil entender el interior rediseñado. Estos principios del Vaticano II están presentes en su ambiente general, así como en las piezas individuales diseñadas por Bardet. Son feos y comunes, y no parecen claramente católicos. Con unas ligeras modificaciones –o ninguna– encajarían en un templo protestante, musulmán, judío o masónico.
    
Primero, están el púlpito y la cátedra. Tradicionalmente, estos objetos estaban ornamentados y fabricados con materiales nobles para simbolizar la autoridad de la Iglesia a través de sus representantes visibles. Por el contrario, los diseños de Bardet están hechos con madera sencilla y sin decoración, y ambos tienen una nota de austeridad más que de grandeza. Imponen fuertemente la impresión de igualdad entre los laicos y el clero, reforzando la idea protestante de que un “ministro” sirve como poco más que un líder de adoración.
   
El púlpito minimalista comparado con el gótico tradicional. Abajo, las feas sillas modernas.
  
El siguiente es el baptisterio, que parece tan miserable como los dos primeros objetos. Bardet afirma que pretende dar la impresión de “circularidad ritual”, una frase que suena más New Age que católica. Se parece al antiguo símbolo del “punto dentro de un círculo”, utilizado por los masones para representar el viaje de un individuo hacia las “virtudes” masónicas. ¿Podría ser esto un intento de despojar al bautismo de su significado sacramental?
   
El bautisterio que imita el símbolo masónico del “punto dentro de un círculo”.
 
La cuarta pieza, el altar, es particularmente angustiosa. Como el altar es el lugar donde Nuestro Señor desciende del Cielo, debe ser la parte más rica y hermosa de la iglesia. En cambio, éste es austero, con una forma curva e inquietante.
   
El altar desnudo y sencillo es inquietante.
  
Bardet escribe que «la evocación de la Última Cena impone naturalmente la horizontalidad, el altar del compartir”. En otras palabras, deliberadamente está restando importancia a la doctrina de la Iglesia sobre la Presencia Real, dando la impresión de que la Sagrada Eucaristía es simplemente una comida. Por esta razón, el altar parece una mesa (o algo peor), sin sacralidad alguna.
    
El último objeto de Bardet, el tabernáculo, es igualmente inadecuado para Nuestro Señor. Desnudo y marcado sólo con una delgada cruz, uno difícilmente esperaría que contuviera al Rey de Reyes, Jesucristo. Bardet se defiende diciendo: «Elegí la sencillez volviendo a la etimología de la palabra tabernáculo, “la tienda”».
    
El tabernáculo: una caja triangular sin sentido de palacio para la Presencia Real (que igual, en el Novus Ordo no hay).
   
Esto no sólo oscurece la realidad de la Presencia Real, sino que también nos recuerda el Antiguo Pacto, en el que el Lugar Santísimo estaba contenido en una tienda, el Tabernáculo de Moisés. La obra de Bardet podría verse como un gesto ecuménico, una forma de pretender que la Sagrada Eucaristía no tiene más importancia que lo que había antes en el Antiguo Testamento.
    
El interior rediseñado de la Catedral de Notre Dame está lejos de ser la única iglesia que ha sido secuestrada por progresistas. Aún así, dada su gran importancia en la cristiandad, esta “remodelación” marcará una nueva etapa en la Revolución. Mostrará que la crisis de la Iglesia ha llegado a su núcleo, con el objetivo de erradicar los últimos vestigios del espíritu católico.
    
El relicario que sostiene la Corona de Espinas parece una diana en un campo de tiro.
  
Esto debería recordarnos, como contrarrevolucionarios, nuestra grave obligación de defender a Cristo y a Su Santa Madre y execrar en voz alta profanaciones como ésta. A medida que se acercan los castigos, rechacemos retirarnos de la batalla.
  
NOTA
[1] La catedral fue diseñada para oponerse a la herejía cátara. Los cátaros negaron la divinidad de Cristo, por lo que la fachada de la catedral se divide en tres partes para representar a la Santísima Trinidad. https://www.youtube.com/watch?v=i5nODJ3Sum4

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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)