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miércoles, 19 de enero de 2022

EL ECUMENISTA FULTON SHEEN

Traducción del artículo publicado por Patrick Odou para TRADITION IN ACTION.
  
Aunque el arzobispo Fulton J. Sheen murió en 1979, siete años antes de la primera Conferencia Interreligiosa en Asís, yo creo que es seguro decir que él habría estado como en su casa en ese encuentro panreligioso, cuyo 25.º aniversario fue celebrado en 2011 por Benedicto XVI.
  
Después de leer la autobiografía de Sheen Treasure in Clay [1], se me hizo claro que fue un fuerte proponente del ecumenismo progresista. Como los progresistas del presente, Sheen veía “verdad” y “bondad” en todas las religiones, como él escribió: “La combinación de viaje, el estudio de las religiones mundiales y el encuentro personal con diferentes nacionalidades y pueblos me han hecho ver que la plenitud de la verdad es como un círculo completo de 360 grados. Toda religión en el mundo tiene un segmento de esa verdad” (pág. 148).
   
Sus ideas ecuménicas fueron más allá que él fue un simpatizante implícito de la teoría del “cristiano anónimo” defendidas por el P. Karl Rahner. De hecho, Sheen pretendía que “Cristo está oculto en todas las religiones, aunque todavía Su rostro está velado como lo fue para Moisés, quien le pidió verlo”.
  
Entonces, él explícitamente llega a la misma conclusión de Rahner cuando dijo: “Yo siempre he contendido en hablar a los misioneros que no estamos tanto para llevar a Cristo a los pueblos sino a extraer a Cristo de ellos” (pág. 148).
   
La herejía de la salvación universal estaba también latente en su mente, como él afirmó: “El buen hindú, el buen budista, el buen confuciano, el buen musulman son todos salvados por Cristo y no por el budismo, o el islamismo o el confucianismo, sino por sus sacramentos, sus oraciones, su ascetismo, su moralidad y su buena vida” (pág. 148).
  
Sheen: «Todas las religiones conducen a la salvación».
    
Él estaba tan convencido que todos podían ser salvos en su propia religión que nunca usó sus shows para convertir gente. Incluso aunque gastó cientos de horas en televisión, este Príncipe de la Iglesia, cuya misión debía ser llevar almas a Nuestro Señor y en Su rebaño, declaró sin remordimiento que en su show de televisión “nunca hubo un intento de lo que puede ser llamado proselitismo” (pág. 73).
  
No es superfluo recordar que Sheen era director nacional de la Sociedad para la Propagación de la Fe. Uno se pregunta qué tipo de propagación de la Fe era la suya, que ni una sola vez intentó convertir a otros…
   
«Nunca traté de convertir a nadie».
    
UN APOYADOR DEL PROTESTANTISMO 
Sheen recomendó que los sacerdotes leyeran comentarios de la Biblia por protestantes a fin de asimilar su erudición y espiritualidad. Él pretendía que sus comentarios eran fuentes inigualables, superiores a cualquiera que él conocía, incluyendo todos los católicos. Dirigiéndose a los sacerdotes, él sugirió:
“La primera materia de todas para estudiar es la Escritura, y esto demanda no solo la lectura de esta, sino el estudio de los comentarios. Para propósitos prácticos y para el sacerdote ocupado, no he encontrado comentario que iguale el Daily Study Bible (Estudio diario de la Biblia) de William Barclay [de la Iglesia Protestante de Escocia], que apareció en alrededor de 15 volúmenes pequeños. Los comentarios protestantes, he descubierto, son particularmente interesantes porque los protestantes han gastado más tiempo en la Escritura que la mayoría de nosotros. En general, encuentro la Exposición del Evangelio de San Juan en tres volúmenes de Arthur W. Pinks [un protestante incondicionalmente calvinista y puritano] ser una de las mejores desde un punto de vista espiritual” (Pág. 79).
Sheen incluso predicó retiros para ministros protestantes y los instruyó para practicar un tipo de “Hora Santa”. No una verdadera Hora Santa donde los fieles oran ante el Santísimo Sacramento, sino una “Hora Santa” rezada ante la “Escritura” protestante. Sheen relata orgullosamente el origen de eso:
“Lo más remarcable de todo fue el efecto que la predicación de la Hora Santa tuvo en los ministros acatólicos. Yo prediqué tres retiros a ministros protestantes -en dos ocasiones a más de trescientos en Carolina del Sur y en la Florida, y en otra ocasión a un grupo más pequeño en la Universidad de Princeton. Les pedí hacer una Hora Santa continua de oración a fin de combatir las fuerzas del mal en el mundo, porque esto es lo que Nuestro Señor pidió en la noche de Su Agonía.
  
Yo les dije: ‘Vosotros no estáis bendecidos con la misma Divina Presencia en vuestras iglesias que yo creo poseemos. Pero tenéis otra presencia que nosotros tenemos también, y esa es la Escritura. En el Concilio Vaticano [II] tuvimos una solemne procesión de las Escrituras en el Concilio cada mañana como una forma de la Presencia de Dios. Vosotros podéis hacer la Hora Santa ante las Escrituras’. Muchos vinieron más tarde para preguntar sobre la Eucaristía, algunos incluso pidieron unirse conmigo en una Hora Santa ante la Eucaristía” (pág. 196).
Al sugerir que los ministros protestantes hagan esta solemne veneración de la Escritura, Sheen estaba alentándolos en su error. En lugar de tratar de convertirlos, Sheen los confirmó en su herejía, la cual considera la lectura de la Biblia algo comparable a la adoración que tributamos a Nuestro Señor que está verdaderamente presente en la Eucaristía.
  
Sheen alentó a los protestantes para que permanecieran protestantes.
     
Cuando él declaró que las oraciones protestantes eran eficaces en “combatir las fuerzas del mal en el mundo”, también estaba falsificando la verdad, porque la Iglesia Católica y sus santos siempre han enseñado que el protestantismo en sí mismo es una gran “fuerza del mal en el mundo”.
  
También es importante señalar que Sheen ignoró el hecho que lo que los protestantes llaman Escritura o Biblia es algo muy diferente de la Escritura o Biblia de los Católicos. La denominada Biblia protestante fue creada en los años 1500’s durante la Revuelta Protestante. Es una adulteración de la Escritura verdadera. Ella cambió una cantidad considerable de partes y removió completamente otras [2]. No es la Escritura de Nuestro Señor sino los escritos de revolucionarios que se rebelaron contra Nuestro Señor en el siglo XVI. Fulton Sheen ciertamente sabía esto y aun así alentó a estos protestantes a orar ante esa falsa “Biblia”.
  
Sheen alentó y ayudó a la propagación del protestantismo, y estaba orgulloso de ello. Él escribió sobre un incidente donde él asistió a la diseminación de la herejía:
“Lo más remarcable de todo fue una llamada telefónica que recibí temprano una mañana en Los Ángeles. El que llamó se anunció como el reverendo Jack McAllister. Él estaba muy insistente en que lo vea. Yo le dije que estaba esperando un vuelo para Nueva York al medio día y que me encantaría verlo en el aeropuerto antes de partir.
  
Un caballero cristiano muy distinguido apareció, el Sr. Jack McAllister, quien me dijo que estaba comprometido en una obra de evangelización mundial, enviando cintas del Evangelio a todas partes del orbe, y también enviando por correo millones de copias de sermones y escrituras a todas partes del globo: ‘Hay una cosa que parece estar faltando en mi evangelismo mundial, y es una práctica espiritual que lo haga exitoso. ¿Qué me recomendaría?’. Le conté cuánto dependía de una Hora Santa diaria ante la Eucaristía, y luego le sugerí que puesto que él no estaba bendecido con la Eucaristía, él podía pedirle a toda su gente que pasasen una hora continua con las Escrituras, en oración y reparación por los pecados del mundo.
    
Un año después, recibí un panfleto de él titulado: ‘Jack McAllister escribe a los vigilantes por una hora’. Un párrafo del panfleto decía: ‘Por favor… si estáis honestamente preocupados sobre hacer conocido a Cristo literalmente a toda criatura, dadle a Dios una hora diaria cada día. Necesitáis de la fuerza divina de la oración para prepararos a trabajar en las áreas totalmente sin evangelizar del mundo. ¿Las amáis lo suficiente para orar? ¿“Pagaréis el precio” de la batalla espiritual por una hora diaria? Cristo preguntó: “¿Qué, no pudisteis velar una hora conmigo?”’.
   
A fines de ese mismo año, me escribió eiciendo que 700 ministros habían guardado una hora al día.
   
Mientras estoy escribiendo este libro (casi seis años desde nuestro encuentro en el aeropuerto), él me envió este mensaje: ‘Ahors hemos movilizado y entrenado a más de 100,000 Guardias de una hora. Estamos preparándonos para entrenar un ejército de élite para orar por cuatro, seis y ocho horas diarias –“orad pues”– la única solución a los problemas relacionados con el Evangelismo mundial’” (págs. 196-197).
Podemos ver que el arzobispo Sheen consideró que el “Evangelismo Mundial” de este protestante estaba en igualdad con la verdadera Labor misionera de la Iglesia Una, Santa, Católica, Apostólica y Romana. Él alentó a estos pobres herejes perdidos en el fango del protestantismo a practicar un tipo de pseudo-sacramento (una “Hora Santa”) ante un falso símbolo de Cristo (la “Biblia” protestante).

Como se ilustra en estos textos, vemos que el héroe de tantos conservadores estadounidenses era en realidad un ardiente ecumenista y un promotor del progresismo.
    
NOTAS
[1] Treasure in Clay, The Autobiography of Fulton J. Sheen (Tesoro en vasijas de barro, La autobiografía de Fulton J. Sheen), San Francisco: Ignatius Press. Reimpresa en 1993; publcada originalmente por la Sociedad para la Propagación de la Fe, Nueva York: Doubleday & Company, 1980.
[2] El Antiguo Testamento protestante omite siete libros enteros como son: Tobías, Judit, Sabiduría, Eclesiástico, Baruc, y el Primer y Segundo libro de los Macabeos, y partes de Ester (10, 14 a 16, 14) y Daniel (3, 24-90; 13; 14). El Nuevo Testamento protestante cambia pasajes en varios libros, por ejemplo 1 Corintios 11:27, 1 Corintios 7, 9, y Gálatas 5,17.

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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)