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domingo, 16 de enero de 2022

MES DE ENERO DEDICADO AL SANTÍSIMO NOMBRE DE JESÚS (DÍA DECIMOSEXTO)

Ejercicio dispuesto a partir de los Pensamientos o Reflexiones Cristianas para todos los días del año, por el Padre Francisco Nepveu SJ, tomo I, Barcelona, imprenta de doña Teresa Pou vda. de Piferrer, año 1755. Las oraciones provienen del Manual Dominico publicado en Dublín por Browne & Nolan Publishers en 1913.
   
MES DEDICADO AL SANTÍSIMO NOMBRE DE JESÚS
    
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
   
«Dios le ensalzó sobre todas las cosas, y le dio nombre superior a todo nombre, a fin de que al nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en el infierno». (Filipenses II, 10-11).
   
¡Oh Dulce Jesús!, concededme una viva devoción a vuestro Sagrado Nombre; enseñadme Vos a entender su significado y a realizar su eficacia; a gustar de su dulzura y a confiar en su poder; enseñadme a invocarlo dignamente en todas mis dificultades y aflicciones. Que este sea el último sonido de mis labios moribundos mientras voy a encontrarme con Vos en el Juicio. ¡Oh amadísimo Señor, sed para mí entonces un misericordioso Salvador y no un Juez furioso!
   
DÍA DECIMOSEXTO
MEDITACIÓN: DE LA REINCIDENCIA.
PRIMER PUNTO.
Las frecuentes reincidencias hacen sospechoso el arrepentimiento. Tú te glorias de las confesiones diciendo «Si tengo facilidad en caer, también en levantarme»; pero el Confesor prudente, por esa misma razon duda de tus confesiones, porque ¿qué importa que te levantes, si inmediatamente reincides? ¿Cuál de los dos va más fundado en su juicio, tú o él? Aunque la voluntad sea inconstante, no pasa ordinariamente en un instante de un extremo al otro, y más cuando son tan opuestos, como lo es, un verdadero odio al pecado, que has de tener, para ser verdadero penitente, o una afición al pecado, que es como se halla cuando está en pecado mortal, y prefiere la criatura al Criador. Nuestros corazones no pasan tan aprisa de un grande odio a una grande amistad. No se ha roto enteramente con un enemigo con quien se reconcilia tan presto y tan fácilmente. ¿Por ventura se puede llamar perfectamente curado hoy, al que mañana padece la misma calentura?
   
SEGUNDO PUNTO. Las frecuentes reincidencias hacen sospechoso tu propósito y arrepentimiento, porque dan motivo a sospechar de la sinceridad de tu voluntad; porque ¿cómo se puede creer esta verdadera y eficaz, cuando nunca se ve el efecto, aunque sea ella, de quien depende? En esto se puede decir de la voluntad del hombre lo que de la voluntad de Dios, que querer es obrar; y es ridiculez decir: «Yo quise, pero no lo he hecho», porque si hubieras querido lo hubieras ejecutado, pues no pendía de otra cosa; y el no haberlo hecho es prueba de no haberlo querido hacer. El socorro de la gracia no te falta; pues ¿qué duda tiene que si reincides en el pecado, es porque quieres? No obstante has prometido lo contrario a Dios cien veces. Estaba en tu poder el cumplirle la palabra, has tenido la gracia para cumplírsela: ¿pues cómo se puede creer que tus palabras eran de buena fe y tus propósitos sinceros, si nunca los has efectuado?
   
TERCER PUNTO. Las frecuentes reincidencias hacen sospechoso el arrepentimiento y el propósito, porque dan motivo de dudar si se recibe la gracia sacramental. El efecto infalible de la confesión bien hecha es la gracia sacramental, y de esta es efecto inspirarnos y darnos fuerza para resistir al pecado y a las tentaciones que nos llevan a él, y una grande prevención y recelo para precaver las ocasiones de pecar: pues si no se experimenta esta fuerza, sino la debilidad lastimosa  con que reincides, si no se ve esta precaución para guardarse de las ocasiones, sino la misma facilidad de ir a ellas, ¿no hay una gran razón de juzgar que no está la causa adonde no se ve su efecto? ¿No se infiere que no hay fuego adonde no se siente calor? Pues de la misma manera se puede descubrir que no está la gracia sacramental en donde no se ve la enmienda.
  
FRUTO. Sírvete de estas tres reglas para examinar tus confesiones pasadas, y si dudas de alguna, toma la resolución que fuera necesaria para emendarla.
  
«Dísplicet enim ei infidélis, et stulta promíssio» [Un hombre que no cumple sus promesas, desagrada sumamente a Dios y le mira como insensato] (Eclesiastés V, 3).
  
«Ridículum est dícere: Vólui, et non feci» [Ridiculez es decir: Quise apartarme del pecado, y no lo hice] (San Bernardo).
  
ORACIÓN A JESÚS PARA TODOS LOS DÍAS
Oh compasivísimo Jesús, lleno de piedad y misericordia, que no despreciáis los suspiros del malvado; ¡ay!, toda mi vida ha perecido y pasado sin fruto, ni he hecho nada bueno ante vuestra presencia. A Vos, pues, me dirijo, implorando vuestra clemencia. Hablad por mí, satifaced por mí. Lavad toda la inmundicia de mis pecaminosos ojos con las puras lágrimas de vuestros gloriosísimos ojos. Por la dulce compasión de vuestros benditos ojos, removed la iniquidad de mis pecaminosos oídos. Por la pura intención de vuestros santísimos pensamientos, y por el ferviente amor de vuestro traspasado Corazón, lavad toda la culpa de mis malos pensamientos y de mi malvado corazón. Por el conmovedor poder de las palabras de vuestra benditísima boca, borrad todas las ofensas de mi boca corrompida. Por la perfección de vuestras acciones y la crucifixión de vuestras manos, lavad todas las ofensas de mis manos impías. Por el doloroso cansancio de vuestros benditos pies, y por la cruel perforación con los clavos, lavad todas las inmundicias de mis pies pecaminosos. Por la majestuosa inocencia de vuestra vida, y por vuestra incontaminada santidad, lavad todas la asquerosidad de mi vida corrupta. Finalmente, lavad, borrad y extinguid todos los pecados de mi corazón y de mi alma en las abundantes corrientes de vuestra preciosísima Sangre, para que así, por vuestros santísimos méritos, pueda ser debidamente limpio, y en adelante guarde sin mancha todos vuestros mandamientos. Amén.
  
Di en reparación por las blasfemias proferidas contra los Santos Nombres de JESÚS y MARÍA:
¡Bendito sea Dios!
¡Bendito sea su Santísimo Nombre!
¡Bendito sea Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre!
¡Bendito sea el Nombre de Jesús!
¡Bendito sea su sacratísimo Corazón!
¡Bendita sea su preciosísima Sangre!
¡Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar!
¡Bendito sea el Espíritu Santo Paráclito!
¡Bendita sea la excelsa Madre de Dios, María Santísima!
¡Bendita sea su santa e inmaculada Concepción!
¡Bendita sea su gloriosa Asunción!
¡Bendito sea el nombre de María, Virgen y Madre!
¡Bendito sea su Inmaculado Corazón!
¡Bendito sea San José, su castísimo Esposo!
¡Bendito sea Dios en sus Ángeles y Santos! Amén.
   
JACULATORIAS:
  • ¡JESÚS mío, misericordia! (100 días de Indulgencia cada vez).
  • JESÚS, DIOS mío, Te amo sobre todas las cosas (50 días de Indulgencia).
  • JESÚS, Hijo de David, ten misericordia de mí (100 días de Indulgencia, una vez al día).
Padre nuestro, Ave María y Gloria.
    
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)