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NO QUEREMOS QUE SE ACABE LA RELIGIÓN

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ORGULLOSAMENTE HISPANOHABLANTES

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sábado, 8 de enero de 2022

MES DE ENERO DEDICADO AL SANTÍSIMO NOMBRE DE JESÚS (DÍA OCTAVO)

Ejercicio dispuesto a partir de los Pensamientos o Reflexiones Cristianas para todos los días del año, por el Padre Francisco Nepveu SJ, tomo I, Barcelona, imprenta de doña Teresa Pou vda. de Piferrer, año 1755. Las oraciones provienen del Manual Dominico publicado en Dublín por Browne & Nolan Publishers en 1913.
   
MES DEDICADO AL SANTÍSIMO NOMBRE DE JESÚS
    
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
   
«Dios le ensalzó sobre todas las cosas, y le dio nombre superior a todo nombre, a fin de que al nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en el infierno». (Filipenses II, 10-11).
   
¡Oh Dulce Jesús!, concededme una viva devoción a vuestro Sagrado Nombre; enseñadme Vos a entender su significado y a realizar su eficacia; a gustar de su dulzura y a confiar en su poder; enseñadme a invocarlo dignamente en todas mis dificultades y aflicciones. Que este sea el último sonido de mis labios moribundos mientras voy a encontrarme con Vos en el Juicio. ¡Oh amadísimo Señor, sed para mí entonces un misericordioso Salvador y no un Juez furioso!
   
DÍA OCTAVO
MEDITACIÓN: DEL JUICIO PARTICULAR.
PRIMER PUNTO.
La causa que hace a la muerte tan horrorosa es el Juicio particular que la sigue, y a este le hace tan digno de temerse el examen que le precede. Examinaránse los pecados que hemos cometido, el bien, que no hemos hecho, y aun el mismo bien que hubiéremos hecho, por si no lo hubiéramos hecho bien. El alma separada del cuerpo es presentada al mismo tiempo en el Tribunal del Juez para ser examinada: pero ¡qué Juez! ¡Qué examen! Este le hara ver sus pecados, no por los mentirosos cristales de los sentidos o de sus pasiones, sino al Sol de la verdad misma. El alma los juzgará como Dios los juzga: ¡qué mudanza! El alma verá sus culpas no obscurecidas por su ignorancia, ni disfrazadas por su pasión, ni disculpadas por vanos pretextos, ni justificadas por una falsa conciencia; sino tales cuales son en sí mismas. Cierto que las verás no confusa y superficialmente, sino con distinción y particularidad, y con el conocimiento de todas sus circunstancias: pero ¿qué serán estas circunstancias? Los grandes beneficios que has recibido de Dios, y de que has usado mal; la multitud de luces y gracias con que has sido prevenido y has menospreciado la santidad de Religioso o Cristiano en que Dios te había puesto, y tú has profanado; los modos seguros y fáciles que has tenido para salvarte y has omitido, la paciencia que Dios ha tenido viéndote pecar, y de que has abusado. ¡Ah!, que todas estas circunstancias abultarán excesivamente los pecados, y atormentarán terriblemente al pecador.
   
SEGUNDO PUNTO. Allí serán examinados los hombres no solamente del mal que han hecho, sino también del bien que han dejado de hacer. Muchos serán condenados en el Tribunal de Dios, no tanto por las culpas que han cometido, como por las buenas obras que omitieron, pero dirá alguno: Si no han cometido culpa, ¿por qué condenarlos? Pero si no han hecho nada de lo que tenían obligacion de hacer, ¿por qué se les les dará la Gloria? Entre estas dos cosas no hay medio: donde no hay mérito, no puede haber galardón, fuera de que es un gran mal no hacer nada de bueno por un Dios que ha hecho y sufrido tanto por nosotros. Es un gran mal no hacer algo por un Señor que nos manda que trabajemos. Un criado que recibieses, y se estuviese todo el día ocioso sin servirte, ¿no le reñirías como culpado? ¿Te darías por satisfecho de él, no habiendo querido hacer nada cuando le concertaste para servirte? Pues por la misma razón, Dios te condenará en el día del juicio, y no puedes menos de confesar que con justicia.
   
TERCER PUNTO. No solamente serán juzgados los hombres del bien que han omitido, sino aun del bien que han hecho, porque no le han hecho bien. No es bastante hacer buenas obras si estas no se hacen bien. Para que una accion sea buena, es menester que no le falte nada, ni en su principio, ni en su fin, ni en su objeto, ni en sus circunstancias. ¡Qué pocas acciones hay donde todo esto se halle! ¡Cuántas obras nos parecen buenas y de peso, que cuando se examinarán al fin del Santuario se hallarán cortas! Una sola circunstancia, un respeto humano, una mira de interés o vanagloria, echa cualquiera acción a perder; y a veces de una cosa que podía ser mérito, se hace motivo de condenación: Yo juzgaré las justicias mismas (Salmo LXXIV), dice el Señor; y Jerusalén misma, esto es, las almas más justas, no se escaparán de mi examen (Sofonías IV). Hay caminos, dice el Espíritu Santo que parecen derechos a los hombres, y verdaderamente los llevan al Infierno (Proverbios IV). Job temblaba de sus acciones, las más santas, porque Dios había de ser Juez, temiendo que Dios hallase materia para condenarle en las mismas cosas que él había de alegar para su justificacion (Job IX). ¿Cómo, pues, si un tan gran Santo temblaba, nosotros tan grandes pecadores vivimos con tanta tranquilidad?
  
FRUTO. Prevén la severidad del examen de este juicio, examinándote con más cuidado del que tienes, y juzgando tus acciones con mayor rigor.
 
«Justítias judicábo» [Juzgaré las acciones que parecen más justas] (Salmo LXXIV, 3).
  
«Væ étiam laudábili vitæ hóminum, si remóta misericórdia discútias eam!» [¡Desgraciada del alma misma que parece más justa, si Vos, Dios mío, la juzgáis con rigor!] (San Agustín).
  
ORACIÓN A JESÚS PARA TODOS LOS DÍAS
Oh compasivísimo Jesús, lleno de piedad y misericordia, que no despreciáis los suspiros del malvado; ¡ay!, toda mi vida ha perecido y pasado sin fruto, ni he hecho nada bueno ante vuestra presencia. A Vos, pues, me dirijo, implorando vuestra clemencia. Hablad por mí, satifaced por mí. Lavad toda la inmundicia de mis pecaminosos ojos con las puras lágrimas de vuestros gloriosísimos ojos. Por la dulce compasión de vuestros benditos ojos, removed la iniquidad de mis pecaminosos oídos. Por la pura intención de vuestros santísimos pensamientos, y por el ferviente amor de vuestro traspasado Corazón, lavad toda la culpa de mis malos pensamientos y de mi malvado corazón. Por el conmovedor poder de las palabras de vuestra benditísima boca, borrad todas las ofensas de mi boca corrompida. Por la perfección de vuestras acciones y la crucifixión de vuestras manos, lavad todas las ofensas de mis manos impías. Por el doloroso cansancio de vuestros benditos pies, y por la cruel perforación con los clavos, lavad todas las inmundicias de mis pies pecaminosos. Por la majestuosa inocencia de vuestra vida, y por vuestra incontaminada santidad, lavad todas la asquerosidad de mi vida corrupta. Finalmente, lavad, borrad y extinguid todos los pecados de mi corazón y de mi alma en las abundantes corrientes de vuestra preciosísima Sangre, para que así, por vuestros santísimos méritos, pueda ser debidamente limpio, y en adelante guarde sin mancha todos vuestros mandamientos. Amén.
  
Di en reparación por las blasfemias proferidas contra los Santos Nombres de JESÚS y MARÍA:
¡Bendito sea Dios!
¡Bendito sea su Santísimo Nombre!
¡Bendito sea Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre!
¡Bendito sea el Nombre de Jesús!
¡Bendito sea su sacratísimo Corazón!
¡Bendita sea su preciosísima Sangre!
¡Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar!
¡Bendito sea el Espíritu Santo Paráclito!
¡Bendita sea la excelsa Madre de Dios, María Santísima!
¡Bendita sea su santa e inmaculada Concepción!
¡Bendita sea su gloriosa Asunción!
¡Bendito sea el nombre de María, Virgen y Madre!
¡Bendito sea su Inmaculado Corazón!
¡Bendito sea San José, su castísimo Esposo!
¡Bendito sea Dios en sus Ángeles y Santos! Amén.
   
JACULATORIAS:
  • ¡JESÚS mío, misericordia! (100 días de Indulgencia cada vez).
  • JESÚS, DIOS mío, Te amo sobre todas las cosas (50 días de Indulgencia).
  • JESÚS, Hijo de David, ten misericordia de mí (100 días de Indulgencia, una vez al día).
Padre nuestro, Ave María y Gloria.
    
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)

Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)