SAN PEDRO CHANEL, PROTOMÁRTIR DE OCEANÍA

  

Pedro Chanel nacio en La Potière, aldea del pueblo de Cuet, cerca de Belley (Francia) el 12 de julio de 1803, quinto hijo de los ocho que tuvo el matrimonio de Francisco Chanel y María Ana Sibellas. Pedro Chanel fue bautizado cuatro días después de su nacimiento, en la fiesta de Nuestra Señora del Carmen. Unos años más tarde, cuando le confirmaron, le pusieron el nombre de Luis María, indicando así la devoción que profesaba a San Luis Gonzaga y a la Virgen María.

  

Siendo Chanel muy joven, con tan sólo 6 ó 7 años, tenía a su cargo el cuidado del modesto rebaño de su familia. La situación económica de ésta fue siempre muy precaria, y la escuela más cercana estaba a 6 km de distancia, en la aldea de San Desiderio de Aussiat. Todo cuanto Chanel aprendía en el periodo de invierno rápidamente lo olvidaba, dado que el resto del año debía cuidar del rebaño de su familia y no atendía a la escuela. Después de algunos estudios en Crâs en Reyssouze, su piedad e inteligencia atrajeron la atención de un sacerdote local, el padre Juan Trompier, que patrocinó su educación eclesiástica. A esto le siguió en 1819 la formación en el seminario menor de Meximieux, en el de Belley en 1823, y luego en 1824, en el seminario mayor de Brou. Tras sus estudios en el seminario se ordenó como sacerdote el 15 de Julio de 1827. Entre sus primeras asignaciones estuvo una parroquia desmantelada en Crozet, que él revitalizó en tres años, reconstruyendo la iglesia en ruinas.

En 1831 se unió a la nueva Sociedad de María (Maristas) que estaba formando en ese momento Juan Claudio Colin en Francia; esta congregación católica se concentró en la educación y en el trabajo misionero. Con los maristas, Pedro Chanel ejerció como profesor en el seminario de Belley, en el que permaneció durante cinco años. En 1833 acompañó al Padre Colin a Roma para buscar la aprobación de la naciente Sociedad. El 24 de Diciembre de 1836, los maristas recibieron por último la aprobación formal por parte del papa Gregorio XVI, que pidió que enviaran misioneros a la Polinesia, al territorio del Pacífico Sur occidental. Chanel, que profesa como marista el 24 de Septiembre de 1836, fue promovido como superior de un grupo de misioneros maristas que salieron el 24 de Diciembre de ese año del puerto de Le Havre. Estuvieron acompañados por el obispo Jean Baptiste Pompallier (que se convertiría en el primer obispo de Auckland, Nueva Zelanda en 1848). Pompallier había sido nombrado por el papa Gregorio XVI para ocupar el Vicariato apostólico de Oceanía Occidental, con sede en Nueva Zelanda desde 1838. Estos misioneros viajaron primero a las Islas Canarias (8 de Enero de 1837), donde Claudio María Javier Bret, amigo de Pedro Chanel, contrajo un virus parecido a la gripe que le provocó la muerte en el mar el 20 de Marzo. Luego llegaron el 28 de Junio a la ciudad chilena de Valparaíso (sede del Vicariato apostólico de Oceanía Oriental, a cargo de religiosos de la congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y de María –padres de Picpus–) y llegaron a las Islas Gambier el 13 de Septiembre, y a Tahití, el día 21, para radicarse en lo que sería la sede central de su misión de Tonga, la isla de ʻUvea (Wallis).

 

A bordo del barco Raiatea, el padre Pedro Chanel, junto con un converso francés, Marie-Nizier Delorme, fue a la isla cercana de Futuna, habitada por ocasionales caníbales, a unos 260 km al sureste de Wallis.

Llegados el 8 de Noviembre, el grupo de misioneros fue muy bien recibido por Niuliki, el rey de Alo, el principal reino de la isla. Una vez los misioneros aprendieron la lengua local, pudieron entonces predicar directamente a la gente, pero la intranquilidad del rey fue en aumento, pues creía que el cristianismo le quitaría sus prerrogativas como sumo sacerdote y rey.

El hijo del rey de Alo, llamado Meitala, intentó convertirse al cristianismo y ser bautizado (lo que finalmente hizo, tomando el nombre de Felipe). El rey, al enterarse de esto, envió a un guerrero llamado Musumusu, su yerno, a «hacer lo que fuera necesario» para resolver el problema. En la familia de Musumusu se encontraban algunos nuevos conversos al cristianismo. Musumusu fue primero contra su cuñado Meitala, y los dos lucharon. Musumusu, lesionado en la pelea, fue a la residencia de Pedro Chanel fingiendo tener necesidad de atención médica. Mientras Chanel le atendía, un grupo de partidarios de Musumusu saquearon su casa y en la confusión, Musumusu cogió un hacha y golpeó con ella la cabeza de Chanel, fracturándole el cráneo. Pedro Chanel murió ese día, el 28 de abril de 1841. Niuliki y Musumusu lo sepultaron al día siguiente.

Cuando el vicario apostólico Pompallier supo de la muerte del Padre Pedro Chanel seis meses después (gracias al Hermano Marie-Nizier Delorme, que escapó de la isla), arregló el traslado del cadáver en la goleta de la Misión Sancta María, escoltada por la corbeta francesa L’Allier, al mando del contraalmirante Joseph Fidèle Eugène conde de Bouzet. Los dos navíos llegaron a la isla de Wallis el 30 de diciembre de 1841, después de un viaje de 32 días. En Futuna, los restos del mártir, identificados por las heridas que causaron su muerte, fueron trasladados primero a Auckland (Nueva Zelanda), después a Sídney (Australia) y después a Europa. El 1 de junio de 1850 los restos del P. Pedro Chanel llegaron a la Casa Madre de la Sociedad de María en Lyon, para gran alegría de sus miembros, en especial la del P. Colin, fundador de los maristas.

   

Finalmente, la mayoría de los isleños se convirtieron al catolicismo. El propio Musumusu se convirtió tomando el nombre de Mauricio y, mientras agonizaba, expresó el deseo de que fuera enterrado fuera de la iglesia de Poi para que aquellos que vinieran a venerar a Chanel caminaran sobre su tumba para llegar a ella.

   

Chanel fue declarado mártir y beato el 17 de noviembre de 1889 por el papa León XII, y canonizado el 12 de junio de 1954 por el papa Pío XII. Fue declarado patrono de Oceanía.

ORACIÓN

Oh Dios, que adornaste a tu bienaventurado Mártir Pedro Luis María, con admirable mansedumbre, ardiente caridad e invicta constancia en la predicación del Evangelio, concédenos te suplicamos, que nosotros, siguiendo sus huellas, podamos conservar hasta la muerte la Fe que profesamos. Por J. C. N. S. Amén.