Novena
escrita por el Padre Gabino Chávez, y con licencia del Obispado de León
(México), dada el 18 de Septiembre de 1877. Puede rezarse en cualquier
momento del año, pero especialmente en preparación a la fiesta, que es
el 13 de Agosto (en México, el 4 de Julio).
En el Nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
℣. Señor, abrirás mis labios.
℟. Y mi boca anunciará tu alabanza.
℣. Dios mío, entiende en mi ayuda.
℟. Apresúrate, Señor, a socorrerme.
℣. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
℟. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
Dulcísimo
Redentor mío, que descendiendo del Cielo a la tierra por nosotros los
hombres y por nuestra salvación, quisisteis tomar carne en el seno de
una Virgen Purísima, y hacerla de este modo el conducto misericordioso
de la redención, la Madre de la divina gracia y la medianera de amor y
de misericordia para con Vos, que sois el Mediador necesario y de
justicia: ya que desde el árbol de la Cruz la constituísteis también
Madre nuestra y quisisteis que a todos los hombres, aunque indignos y
pecadores, nos adoptase por hijos, y como a hijos nos tratase y nos
amase y defendiese, dignáos ahora aceptar su intercesión maternal y
concedernos la gracia de una perfecta remisión de nuestras culpas. Es
cierto, Señor y Padre benignísimo, que nuestros pecados, enormes por su
gravedad y por su número incontables, de tal modo llenan nuestra vida y
con tan horrible continuación se suceden, y tan ingratamente se repiten,
que no parece sino que queremos trabar con Vos una lucha horrorosa,
pretendiendo sofocar vuestra bondad y provocar con nuestras culpas
vuestra justicia: pero, Señor, si los hijos son culpables, la Madre es
santa e inocentísima, si los hijos os irritan y excitan vuestro enojo,
la Madre en vuestro descanso, vuestra delicia y el objeto de vuestras
complacencias, como Vos lo sois de las de vuestro Padre celestial; si
los hijos han hecho todo lo que debiera atraerles la condenación y la
ruina, la Madre ha hecho y sufrido cuanto basta para contrapesar todos
los pecados; si los hijos son cada día más ingratos, culpables y
pecadores, la Madre es Reina de misericordia y Madre de la santa
esperanza y REFUGIO DE PECADORES. Valgan sus méritos para alcanzarnos
vuestra gracia, valgan sus dolores para suplir nuestra falta de
penitencia, valgan sus ruegos tan tiernos y reiterados para conseguir el
perdón. ¿Qué podréis negarnos, Señor, cuando nos valemos de vuestra
Madre para que abogue por nosotros? Nada, ciertamente; antes por sus
súplicas cambiaréis el agua de nuestra frialdad en el generoso vino de
vuestro amor, llenaréis nuestros corazones de la alegría del perdón y
del fervor de una vida nueva, y haréis que acabándola con una santa
muerte, vayamos a gozar de una feliz eternidad. Amén.
ORACION A NUESTRA SEÑORA PARA TODOS LOS DÍAS
¡Virgen
Santísima y amada Madre nuestra! ¡Cuántas son las obligaciones que con
Vos tenemos, cuántos los beneficios que os debemos por los bienes que
nos habéis alcanzado, y por los males de que, sin saberlo muchas veces,
nos habéis libertado! No hay, Señora, nodriza más cuidadosa, que con
tanto esmero atienda al infante que nutre en su seno, como Vos veláis de
día y de noche por nosotros; no hay madre más tierna y cariñosa, que
con tanto afán y desvelo asista a su niño enfermo, como Vos nos asistís,
y nos cuidáis, y vigiláis nuestros pasos, y sembráis de bienes el
camino de nuestra vida. ¿Cómo, pues, dulcísima Madre, somos tan ingratos
que os destrozamos las entrañas ofendiendo al fruto bendito de vuestro
vientre, Jesucristo? ¿Cómo podemos portarnos con nuestra Madre celestial
de una manera que, si la empleásemos con nuestra madre terrena, nos
atraería el horror de los hombres y la execración del mundo? ¡Ah!
¡Bendita sea vuestra misericordia que tanto nos sufre! ¡Bendita vuestra
piedad que tanto tiempo nos espera, y bendita vuestra intercesión que
detiene el brazo de la eterna justicia levantado ya para herirnos! Nos
complace, ¡oh María!, la invocación de vuestro nombre tan dulce, porque
es luz y consuelo; nos alienta llamaros Reina y Madre, y Auxilio de los
cristianos y Salud de los enfermos; nos alivia nuestras penas el
recordar que sois Consoladora de los afligidos: pero sobre todo, nos
encanta, nos anima y nos conmueve profundamente el llamaros REFUGIO DE
PECADORES. Porque como hemos pecado tanto, Virgen Santísima; como toda
nuestra vida es una cadena de faltas y de culpas; como la conciencia nos
remuerde y la justicia infinita nos espanta, y la muerte nos insta, y
los rigores del Juicio y los ardores del Infierno nos amenazan,
temblando como Adán después de su pecado, que en vano buscaba un refugio
contra la ira de Dios, entre la espesura de los arboles, buscamos
también nosotros angustiados un refugio más seguro. Y por esto, al
aclamaros REFUGIO DE PECADORES, nuestros temores calman, y el ánimo se
levanta, y renace la esperanza en nuestro pecho, y buscamos el seno de
María nuestra Madre para escondernos de un Dios irritado, como se acoge
el niño temblando de su padre ofendido, al regazo de su madre que lo
defiende. ¡Bendita seáis, pues, María! ¡Bendita vuestra piedad y
clemencia! ¡Bendito vuestro amor y misericordia! ¡Bendita una y mil
veces la hora en que Jesucristo os hizo nuestra Madre, y os dio tan
benignas entrañas para con estos hijos desgraciados! ¡REFUGIO DE
PECADORES! Todos lo somos; ¡acogednos en vuestro seno inmaculado!
¡Libertadnos de las iras del Señor! Amén.
Se rezarán cinco Ave Marías con Gloria, en la forma que sigue:
Temiendo
más que a todos los males al pecado, y espantados de la facilidad que
tenemos de caer en él, llenos de confianza nos acogemos a Vos. REFUGIO
DE PECADORES, Rogad por nosotros. Ave María y Gloria.
Temblando
ante las iras del justo Juez, a quien por tantos años no hemos cesado
de provocar con nuestras iniquidades, y deseosos de aprovechar el tiempo
de vida que aún nos resta, llenos de esperanza os aclamamos a Vos.
REFUGIO DE PECADORES, Rogad por nosotros. Ave María y Gloria.
Espantados
del poder y de las astucias del demonio, de quien hemos sido víctimas
tantas veces, y prevenidos de que al acercarse nuestra muerte arde en
grande ira, sabiendo que le queda poco tiempo para tentarnos,
desconfiando enteramente de nosotros mismos, a Vos aclamamos con veras
de nuestra alma. REFUGIO DE PECADORES, Rogad por nosotros. Ave María y Gloria.
Mirando
cómo el mundo redobla cada día sus seducciones, y nos entretiene en
vanidades, y nos sumerge en un olvido espantoso de Dios y de nuestra
alma, huimos de él con todas nuestras fuerzas, y nos acogemos a Vos, ¡oh
María! REFUGIO DE PECADORES, Rogad por nosotros. Ave María y Gloria.
Combatidos
fuertemente por la carne, que nos incita a la liviandad, y a la gula, y
a la más indolente pereza, haciéndonos repugnante la penitencia,
costoso el sacrificio y apetecibles los deleites terrenos, queremos huir
de nosotros mismos como del más temible enemigo, y nos arrojamos en los
brazos de Vos, Madre Inmaculada, que no nos desecharéis, pues os
llamáis con verdad REFUGIO DE PECADORES, Rogad por nosotros. Ave María y Gloria.
DÍA PRIMERO - 4 DE AGOSTO
ORACIÓN
Mandaba
Dios en la Ley antigua que se designasen cinco ciudades de refugio,
para que acogiéndose a ellas los reos, aunque fuesen muy culpables,
escapasen de la muerte por sus delitos merecida. También en la Ley
nueva, tenemos las cinco Llagas de nuestro amantísimo Salvador, a donde
guarecernos cuando la justicia divina nos persigue para aplicarnos los
merecidos castigos. Mas como Jesucristo, siendo Dios, es también el
ofendido, y abusamos tan locamente de su misericordia, a veces nosotros
mismos nos cerramos esas puertas de consuelo con nuestras repetidas
culpas, y nos vemos muy próximos a perecer. Mas entonces nos quedáis vos
todavía, ¡oh Madre piadosísima! Entonces Vos, ciudad bendita de Dios,
nos franqueáis abiertas vuestras puertas y nos acogéis en vuestro
recinto y nos abrigáis bajo los muros de vuestra misericordia, y nos
defendéis desde la torre de vuestro poderoso patrocinio. ¡Cuántas veces
nos hemos escapado así de los justísimos enojos del Señor!
¡Cuántas
veces, firmado ya el decreto de nuestra eterna ruina, sentenciada ya
nuestra causa desesperada en el divino consistorio, Vos habéis
intercedido, habéis rogado, os habéis arrodillado ante el Señor como
Ester ante Asuero compadecida de su pueblo, y habéis alcanzado de la
paciencia divina nuevas esperas y gracias de arrepentimiento, y de
perdón y conversión! Sin Vos, Señora y Reina nuestra, el Cielo no
contara gran número de sus moradores, ni al Infierno se escaparan tantas
víctimas que ya miraba como segura presa de sus negros horrores; pero
sois la ciudad de refugio, y los delincuentes que aun temen el castigo,
corren en tropel para guarecerse en Vos y escapar de las divinas
venganzas, y encontrar el perdón y la paz, cuando sólo merecían la
maldición y exterminio. Sea yo, Madre mía, uno de esos afortunados, que
acogiéndome al seno de vuestra misericordia, consiga aún una tregua para
pagar las deudas contraídas con la justicia del Señor. Yo os prometo,
Señora, no abusar de esta nueva gracia, sino antes bien, aprovechándome
de ella, contar por todo el mundo, que la que es Madre de Dios y de los
hombres, es también seguro, saludable y cierto REFUGIO DE PECADORES.
Amén. Hacer la petición.
GOZOS A NUESTRA SEÑORA, REFUGIO DE LOS PECADORES
Para obtener tus favores
Suspirando en este día,
A ti llamamos, María,
Refugio de pecadores.
Tan ingratos hemos sido
Con nuestro Padre amoroso,
Que no hay castigo espantoso
Que no hayamos merecido:
Y esto llena de temores
Nuestra vida, Madre mía,
A ti llamamos, María,
Refugio de pecadores.
Si el Señor benigno espera,
O castiga los pecados,
Su bondad nos hace osados,
Y su ira nos exaspera;
¿Mitigará sus rigores
Por tus ruegos todavía?
A ti llamamos, María,
Refugio de pecadores.
Mil veces Dios enojado
Ha firmado mi sentencia,
Y a tus ruegos, su clemencia
Otras mil la ha revocado:
De estos tus grandes favores
Uno espero en este día.
A ti llamamos, María,
Refugio de pecadores.
Cuando el cáliz está lleno,
Con una gota rebosa:
¡Quizá mi culpa alevosa
Hinchó ya de Dios el seno!
Serena tantos terrores,
Causa de nuestra alegría:
A ti llamamos, María,
Refugio de pecadores.
Todo me asusta y me abate;
El demonio mi enemigo,
La carne que está conmigo
Y el mundo que me combate;
Mi alma entre tantos horrores
Solo en tí, ¡oh Madre!, confía.
A ti llamamos, María,
Refugio de pecadores.
Una indecible tristeza
Luego de mí se apodera,
Y quebranta mi alma entera
Con insufrible agudeza:
¡Que alumbren tus resplandores
Esta mi noche sombría!
A ti llamamos, María,
Refugio de pecadores.
Si veo acabarse mi vida
E irse acercando la muerte,
En este trance tan fuerte
Miro mi suerte perdida,
En las ansias y temblores
De la postrera agonía:
A ti llamamos, María,
Refugio de pecadores.
Madre: cuando al Cielo entremos
Merced a tu valimiento,
Con grande gozo y contento
Tus glorias ensalzaremos;
Mas para ser comprensores
Sé aquí nuestra luz y guía.
A ti llamamos, María,
Refugio de pecadores.
Pues los divinos rigores
Provocamos a porfía:
A ti llamamos, María,
Refugio de pecadores.
ORACIÓN
Omnipotente
y misericordioso Dios, que colocaste a la Bienaventurada Virgen María
como refugio y auxilio de los pecadores: concedenos que, siendo
protegidos por Ella, consigamos los felices efectos de tu misericordia,
para ser absueltos de todas nuestras culpas. Por J. C. N. S. Amén.
En el Nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
DÍA SEGUNDO - 5 DE AGOSTO
En el Nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
Las jaculatorias iniciales, el Acto de Contrición, la Oración a Nuestra Señora y las cinco Avemarías se rezarán todos los días.
ORACIÓN
¡Cuán
triste es la vida de un hijo, cuando ya sin madre sufre sus penas, se
ve rodeado de enfermedades y abrumado de aflicciones y de trabajos! La
mano que le cura, cuando no es de su madre, le parece siempre dura,
amarga la medicina que se le presenta, áspera la voz que le consuela, y
frío el corazón que le compadece. Por eso el Señor nuestro Dios, que es
tan bueno, no ha querido que en la vida del espíritu estemos sin una
madre; y determinando darnos alguna que nos conociera y nos amara, no
quiso menos, sino darnos por nuestra a la purísima, amorosísima y
piadosísima María su misma Madre. ¡Bendito sea eternamente el Señor por
una fineza tan estupenda y misericordiosa! Que no nos tome más estrecha
cuenta algún día del desprecio de esta dádiva soberana. Sí, amada Madre,
Reina de dulzura, alegría de nuestras almas: Vos sois la que endulzáis
las amarguras de nuestro destierro; Vos la que curáis con mano más
blanda que las de todas las madres, las repugnantes llagas de nuestro
espíritu, mil veces más asquerosas que las del cuerpo; Vos la que
enjugáis todas las lágrimas y mitigáis todas las penas, y templáis todas
las tristezas de vuestros hijos, aunque pecadores; bajo vuestro amparo
hallamos siempre buena acogida, y nunca despreciáis las súplicas que os
hacemos en nuestras necesidades. Acogednos también hoy benignamente, ¡oh
Señora!, libertadnos de los numerosos peligros que nos rodean, y ya que
el mundo nos persigue, y la carne nos seduce, y el demonio nos combate,
dejadnos huir hacia Vos y envolvernos en vuestro manto virginal, y
entonar allí seguros el cántico de victoria, pregonando por todo el
mundo que sois el Refugio cierto y Abogada eficaz de los pecadores.
Amén. Hacer la petición.
Los Gozos y la Oración se rezarán todos los días
DÍA TERCERO - 6 DE AGOSTO
En el Nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
Las jaculatorias iniciales, el Acto de Contrición, la Oración a Nuestra Señora y las cinco Avemarías se rezarán todos los días.
ORACIÓN
No
sólo sois, amada Madre mía, REFUGIO DE LOS PECADORES, sirviéndonos de
asilo y de defensa contra las justas iras del Padre celestial, y
escondiéndonos en vuestro regazo cuando los dardos de su justicia nos
buscan para herirnos, sino que también sois nuestro refugio, cuando
nuestro terrible enemigo el demonio nos acomete con todo su furor y su
saña, y deseando nuestra ruina no hay medio de que no se valga, ni
camino que no emprenda, ni recurso que no emplee para precipitarnos en
el pecado, y después en la impenitencia. Unas veces como león rugiente
nos ataca furioso, gastando todas sus fuerzas; otras, como astuta
serpiente se esconde entre las hojas de lo lícito, y da mil vueltas y
revueltas antes de arrojarnos su veneno; y aun otras, como pequeña
hormiga, que con poco se contenta, logra por el descuido de las cosas
pequeñas, arrastrarnos a horribles precipicios. ¿A quién, pues, podremos
acudir para tomar fuerzas contra su fuerza, cautelas contra su astucia,
y refugio contra sus persecuciones? ¿A quién, si no a Vos, que sois la
torre de David, provista de todas armas para el combate y terrible como
un ejército ordenado para vencerle, y refugio seguro donde guarecernos
para ponernos al abrigo de sus saetas ardientes? Sí, María: a Vos sola
os teme el Infierno, más que a todos los Ángeles y Santos juntos:
vuestro nombre dulcísimo basta a ponerle en fuga, y vuestra Pureza sin
mancha jamás se invoca, sin que se mire vencido. A Vos, pues, acudimos
nosotros, REFUGIO DE PECADORES, para librarnos de las mordeduras de la
infernal serpiente, pues encerrados dentro de Vos, que sois un jardín
delicioso en que nunca tuvo entrada, nada tendremos que temer de sus
astucias ni de su fuerza, antes respirando el aroma precioso de vuestros
ejemplos, y gustando los suavísimos frutos de vuestras virtudes, nos
será ya fácil pasar del paraíso de vuestro amor y devoción al eterno
paraíso de la gloria. Amén.
Hacer la petición.
Los Gozos y la Oración se rezarán todos los días
DÍA CUARTO - 7 DE AGOSTO
En el Nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
Las jaculatorias iniciales, el Acto de Contrición, la Oración a Nuestra Señora y las cinco Avemarías se rezarán todos los días.
ORACIÓN
Dulcísima
María, amada Madre nuestra, ¡cuán árduos son los caminos del Señor para
los que vivimos eñ medio del mundo! ¡Cuán difícil la exacta observancia
de las leyes del Evangelio, y aun casi imposible la exacta custodia de
todos sus consejos! ¡Con razón en todo tiempo las almas que desean
santificarse, suspiran por la soledad y el retiro, y apetecen como el
real profeta David tener alas de paloma, para volar y descansar, huyendo
del tumulto, y alejándose de las ciudades para morar en los desiertos!
Pero nosotros, Señora, obligados a respirar el aire infecto del mundo, y
a vivir como el Santo Job entre avestruces y dragones, vemos combatida
nuestra fe con tantas máximas que reinan opuestas al Evangelio, la
esperanza arrancada de los bienes eternos, para ponerla en los bienes
falsos de la tierra, y la caridad helada con la vanidad de las
conversaciones, lo bajo de los deseos, y lo material de las obras, la
justicia destruida por la murmuración, hecha carnal y separada de la
sencillez la prudencia, desconocida la templanza, y convertida en
cobardía y respeto humano la fortaleza. Cuando reflexionamos, oh dulce
Madre, en estos graves peligros, la sangre se hiela en las venas, el
Cielo se nos escapa, y la más negra desconfianza toca nuestras puertas.
Pero felizmente os tenemos por Madre, y entre vuestros títulos más
dulces y consoladores tenéis el de REFUGIO DE PECADORES. Esto sólo basta
para alentarnos, y nuestro corazón asustado, comenzando a
tranquilizarse, nos dice: "Si el mundo nos persigue, y nos hiere con su
maligna lengua, y censura nuestras acciones, y burla nuestro celo, María
es nuestro refugio; el hijo perseguido se acogerá a los brazos de su
Madre poderosa: si las delicias de los sentidos nos hechizan, y las
reuniones nos atraen, y las conversaciones nos disipan, nos acogeremos a
María, pues es nuestro refugio: el hijo fastidiado del trato de los
extraños, acude a conversar con su querida Madre: sí somos el blanco de
la calumnia, del encono y del odio, iremos a María, y hallaremos seguro
refugio, que el amor tierno de una madre, compensa de todos los odios, y
de todas las injusticias". Sí, Virgen prudentísima, acogednos en
vuestro seno, libertadnos de todas las seducciones, precavednos de todos
los peligros, amparadnos en todas las penas que el mundo derrame sobre
nosotros, y haced la maravilla de que viviendo en medio de él, guardemos
viva nuestra fe, levantada al Cielo nuestra esperanza, y nuestro amor
fijado en las cosas invisibles, para que cuando seamos llamados a
cuentas, no seamos condenados con este mundo, sino contados en el número
de los escogidos. Amén.
Hacer la petición.
Los Gozos y la Oración se rezarán todos los días
DÍA QUINTO - 8 DE AGOSTO
En el Nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
Las jaculatorias iniciales, el Acto de Contrición, la Oración a Nuestra Señora y las cinco Avemarías se rezarán todos los días.
ORACIÓN
Entre
todos nuestros enemigos, quizá no hay otro tan temible y peligroso como
la carne; compañera inseparable de nuestra alma, y unida íntimamente
con ella, ayuda poderosamente a los enemigos exteriores, que a no contar
con esta aliada perversa, no harían en nosotros tanto estrago. Y ya
acompañada con ellos, o ya sola, tan fuertemente nos ataca, y tan
suavemente se introduce, y tan mañosamente se insinúa, que muchas veces
no venimos a conocer el daño, sino cuando su remedio es casi imposible.
La carne nos hace perezosos en el negocio de la salvación, nos vuelve
odiosa la oración, repugnante la penitencia, insufrible el recogimiento,
dificultoso el ayuno, apetecibles las comodidades y atractivos los
deleites. La carne nos hace prolongar el sueño con demasía, perder la
asistencia al santo Sacrificio, abandonar o cortar la oración,
fastidiarnos de las prácticas piadosas y abandonar a Dios con ingrata
inconstancia. La carne nos hace codiciosas las riquezas por procurar con
ellas nuestro regalo, exponemos a mil peligros en que el pudor perece o
se lastima, y caer en destemplanzas que nos arruinan. Y ¿cómo huir de
este enemigo tan traidor y tan doméstico, tan perverso y tan conjunto
con nosotros? ¡Ah, Virgen misericordiosísima! Vos sois también nuestro
refugio contra las insolencias de la carne, contra el furor de nuestras
pasiones y contra las flaquezas de nuestro pobre corazón: como Madre del
hermoso Amor, arrebatáis nuestro corazón de los torpes amores de la
tierra; como Madre del conocimiento nos abrís los ojos para que veamos
el precipicio a que nos arrojan nuestras malas inclinaciones, y como
Madre del temor santo, nos enseñáis a considerar los juicios del Señor, y
enclaváis el dardo del temor de Dios en nuestras almas, que nos liberta
de las inmundicias de los sentidos. Sed pues, Señora, nuestro refugio;
acogednos en vuestro seno maternal; castificad nuestro cuerpo; purificad
nuestros corazones; espiritualizad nuestro ser, inspiradnos un grande
amor a la penitencia; comunicadnos el espíritu de la oración, y de este
modo, vencedores por Vos, de los terribles asaltos de nuestros enemigos,
proclamaremos que en Vos está toda esperanza de vida y de virtud, y en
Vos la gracia y el camino de toda verdad, y que, quien quiera hallar la
verdad y obtener la gracia de practicar las virtudes, acuda a Vos, que
dando en abundancia, lleváis a vuestros hijos a la patria de la vida
verdadera. Amén. Hacer la petición.
Los Gozos y la Oración se rezarán todos los días
DÍA SEXTO - 9 DE AGOSTO
En el Nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
Las jaculatorias iniciales, el Acto de Contrición, la Oración a Nuestra Señora y las cinco Avemarías se rezarán todos los días.
ORACIÓN
¡Cuán
amarga y azarosa es nuestra vida! ¡Cuán rodeados estamos de peligro!
¡Cuán combatidos por diversos enemigos! ¡Cuán cercados de multiplicadas
clases de trabajos! Unas veces la escasez y la pobreza nos angustian,
pareciéndonos inútiles todos los medios y cerrados todos los caminos por
donde pudiera venir algún remedio. Otras veces la salud debilitada,
dificultando nuestras ocupaciones, nos llena de negro humor y de
pusilanimidad y de melancolía. Ya las personas que nos rodean, con sus
genios encontrados, o sus extrañas ideas, nos hacen pesada la
permanencia en nuestro hogar, o ya los extraños con su mala fe y sus
engaños y sus astucias, ponen a grande prueba nuestra paciencia. Ora son
las cosas exteriores las que nos molestan y perturban, ora son nuestras
mismas pasiones, que abultan cuanto sufrimos, y casi nos lo hacen
intolerable. Y de este modo, nuestra vida, conforme dice el Espíritu
Santo, es una guerra continuada, una persecución tenaz y porfiada, un
combate sin tregua y sin descanso. Más bien pudiera llamarse muerte
continuada que vida verdadera, como advierten los santos. Quisiéramos
librarnos de ella, quisiéramos salir de tan triste cautiverio, y
clamamos a veces con el Apóstol: "¿Quién nos librará de este cuerpo de
muerte?" Pero luego recordamos, ¡oh María!, que Vos sois nuestra vida, y
acogiéndonos a vuestro seno, respiramos tranquilos: recordamos que sois
el AUXILIO DE LOS CRISTIANOS, y cesamos de temer y de temblar,
viéndonos de Vos protegidos: reflexionamos que sois CONSOLADORA DE LOS
AFLIGIDOS y arrojamos en Vos nuestro cuidados y temores. Pero en esto
una duda nos asalta, un horrible temor nos desalienta. ¿Se dignará la
Madre de Dios auxiliar y consolar a los que son enemigos de Dios por sus
pecados, a los que han declarado a su Criador guerra incesante, y han
hecho de todos sus dones otras tantas armas para rebelársele y herirle? Y
entonces un título dulcísimo se presenta a nuestra mente, un nombre de
inefable esperanza asoma a nuestros labios, y os llamamos REFUGIO DE
PECADORES. Estamos ya tranquilos, nuestro temor se desvanece; aunque
pecadores nos acoge, aunque pecadores nos auxilia, nos defiende, nos
consuela y nos ama. ¡Qué dicha! ¡Qué gozoso consuelo! Alégrense las
almas, palpiten enajenados los corazones, regocíjese el Cielo y el
Abismo estremézcase: María es REFUGIO DE PECADORES; nadie es excluido de
su ternura, nadie está privado de su misericordia. Yo también me alegro
y me congratulo, y me lleno de aliento, ¡Madre mía! ¡Si sois REFUGIO DE
PECADORES, yo bien puedo salvarme; puedo enmendarme, santificarme,
inflamarme en el amor de Jesucristo! Puedo salir de la tibieza, puedo
formar y llevar a cabo los más grandes propósitos; puedo derramar el
celeste aroma del buen ejemplo entre mis hermanos. Pues haced, Virgen
Santa, que así lo haga; que aborreciendo mis pecados, y abrazando una
vida fervorosa y penitente, merezca por la perseverancia ir a besar
algún día vuestras sagradas plantas en el Cielo. Amén. Hacer la petición.
Los Gozos y la Oración se rezarán todos los días
DÍA SÉPTIMO - 10 DE AGOSTO
En el Nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
Las jaculatorias iniciales, el Acto de Contrición, la Oración a Nuestra Señora y las cinco Avemarías se rezarán todos los días.
ORACIÓN
¡Cuán
triste, cuán amarga y desconsoladora nos parece muchas veces nuestra
vida! Un vacío horroroso nos molesta, los más inocentes entretenimientos
nos disgustan, el trato con nuestros semejantes nos exaspera, y al
encontrarnos solos con nosotros mismos, temblamos de los funestos
pensamientos que nos acosan: una nube sombría de tristeza nos cobija, y
la vida que es el mayor beneficio de nuestro Criador, parece que nos
abruma y nos fastidia. Unas veces es el temperamento y la naturaleza, lo
que nos produce esa amargura, otras, es la expectativa de una gran pena
que no sabemos cómo llevar; algunas, es el demonio, espíritu de
tinieblas y de desesperación, que nos combate de ese modo, y muchas, el
desasosiego de una conciencia no purificada, y el sobresalto de un
corazón que no acaba de entregarse enteramente a Dios, centro de su
descanso. Pero sea cual fuere la causa de nuestra tristeza, ella nos
angustia, nos consume, aprieta el corazón y amarga nuestra vida.
Felizmente tenemos en Vos un preciosísimo remedio, Madre mía, porque Vos
sois la estrella que apacible resplandece desde el Cielo, para aplacar
las borrascas de nuestra alma; Vos sois la causa de nuestra alegría, que
desterráis toda tristeza y sosegáis toda inquietud, y endulzáis toda
amargura; si la melancolía nos invade, Vos sois nuestra salud; si el
demonio nos aprieta, Vos sois la Mujer anunciada para quebrantar su
cabeza; si las penas nos cercan, sois el más dulce consuelo, y si los
pecados nos asustan y la conciencia nos alarma, y el corazón se
angustia, Vos sois REFUGIO DE PECADORES, Vos nos alcanzais la vuelta al
seno de nuestro Padre ofendido, negociáis nuestra reconciliación y
ajustáis las paces, devolviéndonos así con la gracia perdida, la alegría
de nuestro Salvador que es fuente de la nuestra: Ayudadnos, pues, ¡oh
Señora! Hacednos detestar los pecados y llorarlos con contrición
verdadera, y enmendarlos con firme propósito. Haced que sirvamos al
Señor con alegría, que entremos a su presencia llenos de regocijo, y que
sepamos como Vos, alegrarnos en Dios nuestro Salvador, que tantas cosas
grandes ha hecho por nosotros, y que entre ellas, nos ha dado una Madre
tan pura, tan santa, tan graciosa, tan benigna y tan tierna. ¡Ojalá y
nuestros ojos os miren algún día, Virgen Santísima y nuestros labios
besen respetuosamente vuestras plantas, y nuestra lengua os alabe, y
nuestro corazón os ame y glorifique con los Ángeles! Amén. Hacer la petición.
Los Gozos y la Oración se rezarán todos los días
DÍA OCTAVO - 11 DE AGOSTO
En el Nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
Las jaculatorias iniciales, el Acto de Contrición, la Oración a Nuestra Señora y las cinco Avemarías se rezarán todos los días.
ORACIÓN
Nada
hay que tanto debiera preocuparnos como la muerte; nada que tanto
llamara nuestra atención, nada que tanto ocupara nuestros instantes, y
atrajera nuestros cuidados y solicitudes, puesto que del momento único
de la muerte, dependen nuestros futuros destinos y nuestra perpetua
dicha o nuestra eterna desgracia. Y no obstante, la muerte nos asusta;
desterramos su recuerdo como un negro fantasma, y en todo pensamos,
menos en disponernos para aguardarla. Cuando ella venga implacable,
espantosa, con su séquito de dolores y de penas, de desfallecimientos,
de angustias, de males y de inútiles remedios, ¡cuál será nuestra
confusión y nuestro espanto! Incapaces de pelear con un enemigo a quien
no vemos mas que una vez; inexpertos en un combate que nunca hemos
trabado; sobrecogidos de espantosos remordimientos por lo pasado, que
entonces se levantará abrumador y terrible para exasperarnos;
debilitados con los progresos de una enfermedad que incesantemente nos
devora, y temblando ante los misteriosos arcanos del juicio del Señor
que nos insta, ¿cuál será la tristeza de nuestra situación, y la miseria
de nuestros últimos instantes? ¡Oh Virgen poderosa, cuánto necesitamos
allí de vuestro favor y ayuda! ¡Cuánto habemos menester entonces de toda
vuestra fuerza para defendernos, de todo vuestro amor para asistirnos,
de toda vuestra ternura y compasión para auxiliarnos! Dignaos acudir
solícita en nuestra última hora, como os lo pedimos hoy con toda
instancia, conjurando vuestro corazón de Madre para lograrlo. Sí,
Señora, Vos que sois REFUGIO DE PECADORES, entonces más que nunca debeis
desempeñar este dulce título, acogiéndonos en vuestro santo seno; ya
que el demonio nos perseguirá más furioso que nunca, y el mundo
insensato por atender a la salud del cuerpo nos retardará los auxilios
del alma, y los deudos, con cruel compasión nos ocultarán nuestro
estado, y la carne enflaquecida no nos producirá sino terrores y
tristezas, y desesperación y agonía, y la justicia de Dios viendo llegar
su hora, aprontará sus temibles balanzas, y el alma gemirá en una
angustia suprema. No olvidéis allí a vuestro hijo, ¡oh Madre admirable!
Bajad pronto a socorrerme, desbaratad los nublados de la conciencia,
aquietad los temores, sosegad las angustias, arrojad muy lejos a los
demonios, inspiradme sentimientos grandes de contrición, afectos tiernos
de amor, actos fervorosos de fe y de confianza, poned en mi corazón y
en mis labios como dos fuertes escudos los hombres de mi Salvador y el
vuestro; y de este modo, al exhalar mi último aliento, mi alma recibida
en vuestras manos maternales, será presentada a vuestro divino Hijo, que
se digne salvarla, aunque sea purificándola con el fuego expiatorio, y
hacerla reinar con Él en la gloria. Amén. Hacer la petición.
Los Gozos y la Oración se rezarán todos los días
DÍA NOVENO - 12 DE AGOSTO
En el Nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
Las jaculatorias iniciales, el Acto de Contrición, la Oración a Nuestra Señora y las cinco Avemarías se rezarán todos los días.
ORACIÓN
Oh
Madre mía dulcísima, amparo de mi vida, consuelo de mis penas, refugio
en mis tribulaciones y en todos mis pesares, abogada poderosa en el
tribunal del Señor y omnipotente en vuestras súplicas que todo lo
consiguen: recibid, Señora, las más humildes acciones de gracias, por
todos los favores que me habéis dispensado, colmándome de bienes y
librándome de males innumerables; haced que, como hijo tierno y
reconocido, no cese jamás de publicar vuestras alabanzas, ni de
practicar vuestros cultos, ni de crecer en vuestro amor y devoción todos
los días de mi vida. Pero sobre todo, ¡oh Virgen Santa!, ya que el fin
principal con que he emprendido las piadosas prácticas de estos nueve
días, es el de alcanzar por Vos, del Señor, la gracia de una verdadera
contrición de mis pecados, y de su perfecta remisión, dejad que os lo
pida de nuevo con las más vivas instancias. Sí, Madre mía: REFUGIO DE
PECADORES os llamais, REFUGIO DE PECADORES sois, y este título os obliga
a acogerme bondadosa, y a no desechar las súplicas que os presento.
Mucho he ofendido a mi Dios y Señor, Reina mía; mi vida entera se ha
manchado con gravísimas ofensas, y quizá me encuentre cercano a los
umbrales de la eternidad, sin dejar por eso de añadir nuevas culpas a
las pasadas, y prolongar mis ingratitudes con mis años, y atesorar
tesoros de ira y de venganza contra mí. No sé qué horrible flaqueza, u
osada malicia, me hace no poder desprenderme enteramente de las
pasiones, y ellas me hacen caer a menudo en unas faltas, que solo las
deploro para volverlas a cometer de nuevo, repitiéndolas siempre y no
enmendándolas jamás. Ayudadme, Socorro mío; Refugio mío, acogedme dentro
de Vos; Abogada mía, protegedme de las iras del Cielo; Madre mía y de
mi vida, ayudadme a mí contra mí mismo; hacedme llorar como lloran
tantas almas, los pecados de mi juventud y los de mi vida entera;
enseñadme a preparar esa última jornada de mi vida que tanto se aproxima
y que nos conducirá a la presencia de Jesucristo Juez. Sed mi Refugio,
especialmente en esa hora suprema, en la que todo el Infierno, conjurado
para perderme, me librará los más terribles asaltos. Y pues una madre
amorosa nunca falta a la cabecera de su hijo moribundo, siendo Vos la
mas buena y amorosa de todas las madres, no me abandonéis un instante en
aquellos solemnes momentos de donde pende la eterna suerte. Y por si
mis labios debilitados y mi voz extinguida, no pudieren en esa hora
llamaros, desde ahora os llamo para entonces: Madre mía, Señora mía,
Refugio mío, y de todos los pecadores, asistidme, defendedme. Vos que
sois la Madre de la gracia, y la dulce Madre de la clemencia, protegedme
contra las asechanzas del enemigo, y recibidme en la hora de la muerte
para entregar mi alma limpia a las manos de Jesús vuestro Hijo. Amén. Hacer la petición.
Los Gozos y la Oración se rezarán todos los días