Hoy
Bergoglio hizo publicar la Carta Apostólica “Sacræ Scriptúræ Afféctus”,
en ocasión del 1600º aniversario del tránsito del Doctor Máximo San
Jerónimo. Como no podía ser de otra manera, lo “conmemora” haciendo
alusión a las Sagradas Escrituras, la obsesión sui géneris de los
modernistas (porque insisten machaconamente al “Pueblo de Dios” que la
lean, pero tuercen su sentido y rechazan la interpretación auténtica que
le ha dado la Iglesia por más de 2000 años –¿qué esperáis, si el
modernismo es la versión “catolicada” del protestantismo–).
No vamos a fastidiaros trayendo el texto completo, si no que vamos a hacer análisis sobre algunos elementos puntuales:
La
carta encabeza con una referencia a la Oración que el Misal
Montini-Bugniniano le dedica a San Jerónimo (de hecho, el título de la
Carta sale de la Oración):
«Deus, qui beáto Hierónymo presbýtero suávem et vivum Scriptúræ Sacræ afféctum tribuísti, da, ut pópulus tuus verbo tuo ubérius alátur, et in eo fontem vitæ invéniat (Oh, Dios, que concediste al presbítero san Jerónimo un amor suave y vivo a la Sagrada Escritura, haz que tu pueblo se alimente de tu palabra con mayor abundancia y encuentre en ella la fuente de la vida)»
Y
hace un recuento de la vida de San Jerónimo, donde no faltan las
sensiblerías y el empirismo. Acto seguido, presenta siete puntos:
- «La clave sapiencial de su retrato»: Bergoglio dice que la vida de San Jerónimo está conjugada en dos aspectos, que han sido tema de representación artística: el asceta (plasmado por Leonardo da Vinci) y el teólogo (representado por Alberto Durero). Aspectos sintetizados en el lienzo de Caravaghio en la Galería Borghese de Roma.
- «Amor por la Sagrada Escritura»: Hecha una alusión “al vuelo” de la crítica literaria que hacen los biblistas modernos, Bergoglio se explaya en la importancia del Antiguo Testamento, más allá del simple repertorio de profecías que se cumplen en la persona y ministerio de Jesús:«El Antiguo Testamento no debe considerarse como un vasto repertorio de citas que demuestran el cumplimiento de las profecías en la persona de Jesús de Nazaret. En cambio, más radicalmente, sólo a la luz de las “figuras” veterotestamentarias es posible comprender plenamente el significado del acontecimiento de Cristo, cumplido en su muerte y resurrección».Claro, si Bergoglio dijo más arriba que San Jerónimo «se confió a un hermano judío, convertido al cristianismo, que lo introdujo en el conocimiento de la nueva lengua hebrea y de los sonidos, que definió “palabras fricativas y aspiradas”»; y en otra ocasión que «en cada cristiano hay un judío».
- «El estudio de la Sagrada Escritura»: Bergoglio, por un lado, vuelve al tema de la obediencia de la fe: obediencia a Dios en cuanto autor de la Sagrada Escritura, y a los intérpretes de la misma (eso sí, obediencia que «no es una mera recepción pasiva de lo que es conocido; al contrario, requiere el compromiso activo de la investigación personal»). Por la otra, se lamenta que la Sagrada Escritura sea desconocida y minusvalorada por las facultades de teología, y desconocida por el grueso de los fieles (justificándose en esto el “Domingo de la Palabra de Dios” creado el año anterior, para –según él– enriquecer de sentido y orientar jerárquicamente hacia Cristo la “religiosidad popular” –nombre despectivo que usan los modernistas para referirse a la devoción–).
- «La Vulgata»: Se hace un resumen del proceso de la traducción de la Biblia al latín vulgar por San Jerónimo (huelga decir que la labor que le encomendara el Papa San Dámaso fue hacer una revisión desde los originales griego y hebreo a la Vetus Latína –que era la versión latina traducida del griego, y cuyo eco aún sobrevive en la liturgia: el Gloria in excélsis y el Pater noster en el Rito Romano tradicional siguen la Vetus Latína–), cómo tras pasar ciertas oposiciones (San Agustín le reprochó apartarse de la Septuaginta en su labor de traducción; y la Vetus Latína –que llegó hasta Irlanda vía España– coexistió con la Vulgáta hasta el siglo XII), llegó a ser aceptada como auténtica por el Concilio de Trento –aunque para los Salmos en la Misa y el Breviario se acogió el Psaltérium Gallicánum y la temprana Versión Romana del salmo 94: “Venite, exsultémus Dómino”, no así la jeronimiana versión juxta Hebráicum– (para luego ser remplazada por la wojtyliana Nova Vulgáta, haciendo escala por el nunca suficientemente deplorado Salterio de Bea).
- «La traducción como inculturación»: Bergoglio presenta la Vulgáta de la que habló en el título anterior como una “inculturación”, y la labor de traducir en general como un “acto de hospitalidad” necesario para la “cultura del encuentro”. En esta óptica es que destaca que la labor misionera ha contribuido al estudio de los idiomas.
- «Jerónimo y la cátedra de Pedro»: Se resalta la lealtad de San Jerónimo al Papa San Dámaso en una época en la que afloraban muchas herejías, contra las cuales combatió nuestro santo (de ahí que el Martirologio Romano tradicional expresa que «multa hærésum monstra gládio suæ doctrínæ confódit», «con la espada de su doctrina atravesó a muchos monstruos de herejía»). Aquí, sin embargo, este aparte ha de verse no como un reclamo de unidad a la Cátedra de San Pedro, sino como un dardo que desesperado lanza Bergoglio contra sus críticos viendo que su “autoridad” ha sido puesta en entredicho ¡POR SUS PROPIAS ACCIONES Y PALABRAS!
- «Amar lo que Jerónimo amó»: Resaltando el testimonio que sus contemporáneos daban de San Jerónimo como estudioso infatigable, Bergoglio apela, particularmente a los jóvenes, a que «vayan en busca de su herencia. El cristianismo los convierte en herederos de un patrimonio cultural insuperable del que deben tomar posesión. Apasiónense de esta historia, que es de ustedes» (aun a sabiendas que estudiando el patrimonio de la Iglesia hallarán que el modernismo imperante es ajeno a él, pero sobre esto no nos hacemos ilusiones); concluyendo con la presentación de la Virgen Santísima como “modelo de lectura orante de la Escritura”.
Si miramos las referencias citadas (61 en total), vemos que:
- 27 son modernistas, destacando la edición modernista del Denzinger por Antonio Schönmetzer SJ en 1963, Giovanni Battista Montini Alghisi (además del Misal Montini-Bugniniano citado arriba, la Constitución conciliar Dei Verbum), Karol Józef Wojtyła Katzorowski (Constitución apostólica Scripturárum thesáurus y Carta a los artistas del 4 de Abril de 1999), Joseph Ratzinger Tauber/Peintner (Audiencias Generales del 7 y 14 de Noviembre de 2007, el Sínodo de 2008 y la Exhortación apostólica Verbum Dómini), y Jorge Mario Bergoglio Sívori (la Exhortación apostólica Evangélii Gáudium, la Homilía santamartera del 10 de Diciembre de 2015, el Motu Próprio Apéruit Illis y el mensaje ante la Pontificia Academia de Ciencias del 4 de Diciembre de 2019).
- 1 protestante (Paul Ricœur Favre, Sur la traduction, Bayard, París 2004),
- 1 judío (George Steiner Franzos, After Babel. Aspects of language and translation, Oxford University Press, Nueva York 1975), y
- 1 agnóstico (Ludwig Wittgenstein Kalmus, Tractatus logico-philosophicus, 5.6)
JORGE RONDÓN SANTOS
30 de Septiembre de 2020 (Año Santo Josefino).
Fiesta
de San Jerónimo, Presbítero, Confesor y Doctor de la Iglesia; de San
Honorio de Canterbury, Arzobispo y Confesor; de San Antonino de
Plasencia, Mártir de la Fe; de San Gregorio I “El Iluminador”, Obispo y
Apóstol de Armenia; de los Santos Mártires Víctor y Urso de Solothurn;
de Santa Eusebia de Marsella, Virgen; Santa Sofía Romana, Viuda; de San
Amadeo de Nusco, Obispo y Confesor; de San Simón de Crépy, Monje; y del
Beato Conrado de Urach O. Cist., Abad y Obispo de Porto‐Santa Rufina.
Tránsito de Santa Teresita del Niño Jesús y de la Santa Faz OCD, y de
San Francisco de Borja SJ.