Ayer a las inusuales 19:59h (hora local) salió el siguiente comunicado del Boletín de Prensa de la non sancta Sede:
«Hoy, jueves 24 de septiembre, el Santo Padre ha aceptado la renuncia al cargo de Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos y los derechos relacionados con el Cardenalato, presentada por Su Eminencia el Cardenal Giovanni Angelo Becciu».
Como sucede 
con estos casos, las razones vienen de fuera de la Muralla Leonina que 
rodea al Vaticano: el hijo de Antonio María Becciu y Antonina Curzu (ambos fallecidos) –como subsecretario de Estado entre 2011 y 
2018– ha estado implicado junto al arzobispo Édgar Peña Parra, los 
monseñores Mauro Carlino (jefe de la Oficina de Información y Documentación, y exsecretario personal de Becciu) y Alberto Perlasca, el desconocido arquitecto Luciano Capaldo, el director de la Autoridad de Información Financiera Tommaso Di Ruzza y la funcionaria Caterina Sansone, en un escándalo de corrupción financiera, consistente en una intentada inversión de 250 millones de dólares en una plataforma de explotación petrolera de
 Falcon Oil Holding S.A. (propiedad de António Mosquito MBakassy, amigo 
de Becciu de sus días como nuncio en Angola entre 2001 y 2009) y de un 
“complejo sistema de compañías” para encubrir la compra en 2015 por
 Domenico Calcagno (director de la Administración Patrimonial de la Sede
 Apostólica) de 180 apartamentos y 57.000ft² (5.295,4733m²) de locales 
comerciales sitos entre los números 176-206 de la Kensington High Street
 en el distrito londinense de Mayfair por valor de 100 millones de euros
 (negocio hecho sin la aprobación del entonces Prefecto para la Economía
 el cardenal australiano George Pell –que luego fue despedido por una falsa acusación de abuso sexual de la cual salió absuelto, pero en realidad por estar en guerra con el Secretario de Estado Pietro Parolin–
 que después resultó una pérdida). Negocios financiados por cuentas 
secretas en bancos como Banca della Svizzera Italiana, Julius Bär y 
Credit Suisse (y no mediante el Instituto para las Obras de Religión 
–Banco Vaticano–, lo cual significó una guerra entre esta entidad y la Secretaría de Estado),
 aparte de la compra del 45% (122.831ft²/11.411,3733m²) de un edificio 
en el número 60 de la Sloane Avenue de Chelsea por 200 millones de euros
 (al final la operación fue por 300) con dineros del Óbolo de San Pedro;
 fuera de la inusual petición al director del IOR Gian Franco Mammi de 
150 millones por “motivos institucionales”. Razones por las cuales, en 
un claro promoveátur ut amoveátur, Bergoglio lo nombró prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos.
Sumado
 a ello, la Guardia di Finanza (la policía de finanzas y del fisco 
italiano) ha estado investigando al cardenal por presunto peculado por 
desviar €100.000 del Óbolo de San Pedro a la empresa cooperativa Spes de
 su hermano Antonino, que trabaja en la Cáritas diocesana de Ozieri de 
Cerdeña; y también por presunto favorecimiento indebido a la compañía de
 alimentos y bebidas Angel’s Ltda. (de su hermano Mario, que había 
prometido donar el 5% de las ventas de la cerveza Birra Pollicina a la 
Fundación Cáritas Roma, pero que no vio un sólo euro) y a la carpintería
 de su hermano Francesco en su natal Pattada (que se benefició de 
contratos de fabricación de mobiliarios de iglesias en Angola y Cuba 
–aparentemente obtenidos con influencia del purpurado y pagados por el 
Óbolo–). Todo ello saldrá este domingo 27 en la edición dominical del 
diario L’Espresso en su investigación Fuori i mercanti dal tempio (Fuera los mercaderes del templo).
Con
 Georg Gänswein (Prefecto de la Casa Pontificia) y Ángelo Comastri Scossa (arcipreste de la Basílica de San Pedro y Vicario General para la Ciudad
 del Vaticano) suspendidos de sus puestos y alejados de sus oficinas, 
Becciu (72, hasta hacía poco considerado entre los “papables”) pasa a 
ser el quinto cardenal que renuncia a sus derechos en menos de cien 
años, luego de Louis Billot SJ (13 de Septiembre de 1927, por oponerse a
 la condena –a instancias del cardenal Pierre-Paulin Andrieu, arzobispo 
de Burdeos– de Charles Maurras y el movimiento orléanista “Action 
Française” por Pío XI –el papa Ratti, irascible a cuál más y buscando 
cercanías a la anticatólica III República Francesa, condenó en ellos el 
ver al catolicismo como simple factor de cohesión social y estabilidad 
por su importancia histórica, condena levantada por Pío XII en Julio de 
1939 a petición de sor Inés de Jesús OCD, hermana de Santa Teresita del 
Niño Jesús, y las carmelitas de Lisieux– y su Secretario de Estado el 
cardenal Pietro Gasparri Sili. Billot salió del despacho papal dejando 
en el escritorio birreta, capelo y anillo), Hans Hermann Wilhelm Groër 
OSB (14 de Abril de 1998, a instancias de Karol Wojtyła, tras revelarse 
más de 2000 denuncias de abuso y acoso sexual), Keith Michael Patrick 
O’Brien Moriarity (20 de Marzo 2015, tras acusaciones de acoso sexual y 
abuso de poder entre 1980 y 2003) y Theodore Edgard McCarrick McLauglin 
(31 de Julio de 2018, tras revelarse varias acusaciones de abuso sexual).
La
 renuncia de Becciu se dio luego de una audiencia muy acalorada con 
Francisco Bergoglio a las 18:02, en la que éste le expresó que ya no le 
tenía confianza y dio de puñetazos contra el escritorio. Entrevistado 
por un diario local, Becciu declinó dar declaraciones (aunque se 
defendió diciendo que el Vaticano “siempre ha invertido en ladrillo” en 
Roma, París, Suiza y Londres –metiendo en el ajo a Pío XII respecto a 
inversiones en la City–), y sus hermanos delegaron en sus abogados cualquier opinión. Pell, víctima de la guerra civil vaticana o Vaticlash,
 expresó al respecto: «El Santo Padre fue elegido para limpiar las 
finanzas vaticanas. Juega un partido largo y es de agradecer y felicitar
 por los recientes acontecimientos. Espero que la limpieza de los 
establos continúe tanto en el Vaticano como en [el estado de] Victoria».



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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)