El
otrora rector entre 1973 y 2008 del santuario de Nuestra Señora del
Rosario en Fátima (Portugal), el anticatólico monseñor Luciano Gomes
Paulo Guerra, de 90 años de edad, criticó públicamente el 22 de
Diciembre a su sucesor el presbítero Carlos Manuel Pedrosa Cabecinhas,
de 52 años de edad, en el semanario “Jornal de Leiria”.
Luciano Guerra vs. Carlos Cabecinhas
Las
críticas de Guerra se basan en que según él, durante su rectorado «la
prioridad eran los peregrinos en general, los cuales pueden considerarse
pobres, la clasificación humana que más conviene a los hijos de Dios»,
pero que en la actual administración del santuario «prevalecen los
intelectuales y el arte. En plano secundario está la gran masa de
peregrinos, gente sencilla, pobre y humilde, gente que, en realidad, la
Virgen invita para que venga a Fátima».
Para
el centenario de las apariciones en 2017, Guerra reconoce que «Hubo una
espléndida celebración. Hubo mucha música y otras manifestaciones
artísticas. Todavía hoy se hacen maravillosas exposiciones, pero a mi
juicio demasiado caras y, por eso mismo, de resultado pastoral menos
evidente. El peregrino que viene a Fátima sólo necesita un ambiente de
oración».
A
Guerra le molesta que presuntamente a los presbíteros se les paguen
sueldos de gerentes: «un sacerdote es un sacerdote. No puede, de ninguna
manera, compararse con un gerente de una empresa, aunque los laicos que
el sacerdote dirige reciban un salario superior». Denunció que «hubo
trabajadores que fueron prácticamente expulsados, a varios otros (…) la
institución tuvo que pagar altas indemnizaciones; otros se fueron y se
callaron, por temor a represalias. Casi de repente, se contrataron más
de 130 nuevos funcionarios, en una casa que tenía 210. Hubo una cantidad
de personas que fueron empujadas a irse».
Luciano
Guerra nació el 31 de Agosto de 1932, hijo de Maria do Rosário Gomes
Louro y Joaquim Paulo Guerra. Ordenado sacerdote el 21 de Septiembre de
1957 con el Rito Romano tradicional para la diócesis de Leiría, y
nombrado Capellán de Su Santidad por Juan Pablo II Wojtyła en 1983,
canónigo de la Catedral de Leiría en 1988, y condecorado con la Medalla
de Oro de la Ciudad de Fátima en 2008 por el concejo de la ciudad. Él es
responsable del Centro Pastoral “Pablo VI” y de la horrible e infernal
“iglesia de la Santísima Trinidad”, que luce como una bodega. Los
mosaicos que recubren el lugar (diseñado por el arquitecto greco-indio
Alexandros Tombazis) fueron fabricados por el hoy infame presbítero
Marko Iván Rupnik Kaučič SJ.
En
respuesta, el actual rector Carlos Cabecinhas manifestó en un
comunicado que en los Estatutos (aprobados bajo el mismo Guerra), la
misión fundamental del Santuario de Fátima es «acoger a los peregrinos,
difundir el mensaje de Fátima y velar por el cuidado de los más
frágiles», pero que «esa misión fundamental no excluye, sino que exige
una gestión profesional, adaptada a las exigencias de hoy, siempre
comprometidos con el bien común y la dimensión social».
Cabecinhas,
que fue “instalado” presbítero en 1995 con el inválido rito
montini-bugniniano y nombrado rector en 2011 después que Virgílio do
Nascimento Antunes fuera nombrado obispón de Coímbra, replicó que de las
declaraciones de Guerra al Jornal de Leiría se evidencia
«una
gran contradicción entre la audacia del entonces Rector, Monseñor
Luciano Guerra, que durante 35 años nunca dejó cristalizar el Santuario
en su acción pastoral y procuró mantenerlo siempre en evolución, pero
que ahora manifiesta una oposición total a todos los desarrollos vistos
desde 2008.
Lo
mismo puede decirse de la supuesta ‘intelectualización’ de la pastoral
del Santuario, pues Monseñor Luciano Guerra fue un hombre de cultura,
que invitó a algunos de los más renombrados artistas nacionales e
incluso internacionales para interpretar el mensaje y materializarlo en
obras de arte e inició los congresos internacionales que reunieron en
Cova da Iria a la mayoría de los teólogos y pensadores contemporáneos.
El Santuario no olvida y valora este precioso aporte suyo».
El
comunicado dice que actualmente «es necesaria [en el Santuario] una
gestión profesional, adaptada a las exigencias de hoy, siempre
comprometida con el bien común y con la dimensión social»; y que después
del 2008 el Santuario tuvo que enfrentarse a la crisis económica, la plandemia
y la guerra de Ucrania, pero que «nunca ha incumplido ninguna
obligación, desde el principio con sus empleados», y que «no ha
despedido ni forzado la salida de ningún empleado, sólo ha adaptado su
plantilla a las necesidades pastorales derivadas de un nuevo contexto,
que obligó a una reducción muy significativa de la actividad del
Santuario en 2020, que se prolongó hasta 2021 y que, afortunadamente,
recién comenzó a retomarse este año 2022». Que los «despidos» aducidos
por Guerra fueron 57 en 2020, a saber: 16 terminaciones de contrato por
mutuo acuerdo, 20 cesaciones de contrato a término fijo (nueve de los
cuales fueron contratos de estudiantes), 17 rescisiones a iniciativa del
trabajador, y cuatro pensiones de vejez.
Cabecinhas
dijo que «la actual rectoría del Santuario de Fátima respeta el pasado y
la obra» de Guerra, materializada sobre todo por la construcción de
«grandes espacios celebrativos, que hoy toca administrar y conservar con
el mismo empeño con que fueron construidos», y le recordó que en la
época de su construcción también enfrentó críticas y que entonces, como
hoy, «consumen grandes recursos ornamentales».