Francisco Bergoglio lanzó ayer 31 de Agosto su intención de oración para el mes de Septiembre, que desde 2015 imitando a su contraparte fanariota Bartolomé I Archondonis dedica al “Cuidado de la Creación”.
Para coincidir con el período de un mes denominado “Tiempo de la Creación”, que va del 1 de septiembre (con su Jornada Mundia de Oración por el Cuidado de la Creación) al 4 de octubre, su “Vídeo del Papa” de este mes tiene como tema “Por el clamor de la Tierra”.
Bergoglio escribe como introducción del vídeo:
«Oremos para que cada uno de nosotros escuche con el corazón el clamor de la Tierra y de las víctimas de las catástrofes ambientales y de la crisis climática, comprometiéndonos personalmente a cuidar el mundo que habitamos».
Y en su discurso, dice:
«Recemos por el clamor de la Tierra.Si tomamos la temperatura al planeta nos dirá que la Tierra tiene fiebre. Y se encuentra mal, como cualquier enfermo.Pero nosotros, ¿escuchamos este dolor?¿Escuchamos el dolor de los millones de víctimas de las catástrofes ambientales?Los que más sufren las consecuencias de estos desastres son los pobres, los que se ven forzados a dejar su casa por inundaciones, olas de calor o sequías.Hacer frente a las crisis ambientales causadas por el hombre, como el cambio climático, la contaminación o la pérdida de la biodiversidad, pide respuestas no solo ecológicas, sino también sociales, económicas y políticas.Tenemos que comprometernos en la lucha contra la pobreza y la protección de la naturaleza, cambiando nuestros hábitos personales y los de nuestra comunidad.Oremos para que cada uno de nosotros escuche con el corazón el clamor de la Tierra y el clamor de las víctimas de las catástrofes ambientales y del cambio climático, comprometiéndonos personalmente a cuidar el mundo que habitamos».
Solo los paganos personalizan los elementos y fenómenos naturales y astronómicos, y en Sabiduría XIII, 1-9 se le describe como el primer estadio de la idolatría:
«Vanidad, y no más, son ciertamente todos los hombres en quienes no se halla la ciencia de Dios; y que por los bienes visibles no llegaron a entender al Ser Supremo, ni considerando las obras reconocieron al artífice de ellas; sino que se figuraron ser el fuego, o el viento, o el aire ligero, o las constelaciones de los astros, o la gran mole de las aguas, o el sol y la luna los dioses gobernadores del mundo. Que si encantados de la belleza de estas cosas las imaginaron dioses, debieran conocer cuánto más hermoso es el dueño de ellas; pues el que creó todas estas cosas es el autor de la hermosura. O si se maravillaron de la virtud e influencia de estas criaturas, entender debían por ellas que aquel que las creó las sobrepuja en poder. Pues la grandeza y hermosura de estas criaturas se puede a las claras venir en conocimiento de su Creador. Mas ellos son menos reprensibles; porque si caen en el error puede decirse que es buscando a Dios, y esforzándose por encontrarlo. Por cuanto lo buscan discurriendo sobre sus obras, de las cuales quedan como encantados por la belleza que ven en ellas. Aunque tampoco a éstos se les debe perdonar, porque si pudieron llegar por su sabiduría a formar idea o a penetrar las cosas del mundo, ¿cómo no echaron de ver más fácilmente al Señor del mundo?» (Sabiduría XIII, 1-9/ versión de Mons. Félix Torres Amat).
Contrario al llamado alarmista de Bergoglio (sustentado por estadísticas del Foro Económico Mundial y sus pseudoencíclicas “Laudato si’” y “Laudáte Deum”), hay científicos como el premio Nobel John Clauser (director de la Coalición CO2) que señalan que no hay crisis climática antropogénica sino cambios producidos por la misma naturaleza, y hacen ver que él «está recibiendo terribles consejos de algunos eclesiásticos exaltados que tienen serias deficiencias en conocimientos científicos», como su prefecto del Dicasterio para la promoción del Desarrollo Humano Integral Michael F. Czerny Hayek SJ, que dijo a Vatican News:
«La creación gime. Su sufrimiento es causado por el hombre, originalmente custodio y ahora dominador, que ‘arrogantemente pone a la Tierra en una condición deshonrosa, es decir, privada de la gracia de Dios’. Sin embargo, en su Mensaje para la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, elSanto Padrenos invita, como cristianos, a esperar y actuar con la Creación, lo que podríamos traducir como vivir en la Fe. Se trata de escuchar al Espíritu Santo, que es amor, no sólo hacia el prójimo, sino también hacia la Creación, que es obra de Dios y, por tanto, está interconectada con el hombre. Sólo liberando a la Tierra de la condición de esclavitud a la que la hemos sometido, seremos también nosotros libres, anticipando la alegría de la salvación en Cristo».
Señor Czerny, si «La creación gime» y con dolores de parto (en griego συστενάζω, sustenazo) es porque está aguardando ser liberada en la Parusía de la maldición, corrupción y vanidad a que fue sometida por causa del pecado (Génesis III, 17) y su autor el diablo, para participar, restauradas en Cristo todas las cosas («INSTAURÁRE ÓMNIA IN CHRISTO», Efesios I, 10), de la manifestación en gloria de los hijos de Dios (cf. Romanos VIII, 19-23), de acuerdo a lo comentado por Mons. Juan José Straubinger sobre el verso 21:
«Hasta la creación inanimada, que a raíz del pecado de los primeros padres fue sometida a la maldición (Gn. 3, 17), ha de tomar parte en la felicidad del hombre. De la transformación de las cosas creadas nos hablan tanto los vates del Antiguo Testamento como los del Nuevo. Véase Is. 65, 17 y nota; 2 Pe. 3, 13; Ap. 21, 1 ss.; Ef. 1, 10; Col. 1, 16 ss. Los Santos Padres hacen notar que el Hijo de Dios precisamente se hizo hombre porque en la naturaleza humana podía abrazar simultáneamente la sustancia material y espiritual de la creación. Es la promesa maravillosa de Ef. 1, 10».
O sea, el único que liberará a la creación de su esclavitud (que es causada por el pecado) ES JESUCRISTO EL SEÑOR CON SU SEGUNDO ADVENIMIENTO AL FIN DE LOS TIEMPOS, no la Agenda 2030 ni los “Objetivos de Desarrollo Sostenible” o cualesquiera caprichos y sueños guajiros de un puñado de oligarcas genocidas que solo les interesa el verde del dinero y a los cuales el jesuitón Bergoglio (y su lamebotas ídem Czerny) y el agente fanariota Archondonis les ofrecen incienso.
Después de muchos años de retórica alarmista climática por parte del Pseudopontífice (y quizá precursor del Falso Profeta), en 2022 el Vaticano se unió oficialmente a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) y al pro-abortista Acuerdo Climático de París.
Bergoglio en vez de estar delirando con “fiebres de la Tierra” y demás batallitas, debe más bien examinar su propia alma y usar el muy poco tiempo que le queda de vida para arrepentirse de sus pecados (aunque alguien tan envejecido en ellos como es su caso es poco probable y casi írrito que haga penitencia), porque 88 años son 88 años, y en cualquier momento le tocará morirse y su alma ir a parar al Infierno por toda la eternidad, donde el gusano (el remordimiento) nunca muere y el fuego nunca se apaga.