En el artículo
Los Siete Salmos Penitenciales, alguien nos comentó:
"Quisiera saber como encontrar los siete salmos penitenciales y las
letanías de los santos con sus oraciones traducidas al español en la
web. Pese que he buscado no logro dar con la traducción. Saludos".
Nos
pareció ante esta petición que, si bien cuando publicamos algunas
devociones lo hacemos en Latín (dado que, en primera instancia, es el
idioma de la Iglesia Católica de siempre; y en
segunda, NUESTRA ESPIRITUALIDAD NO ES APTA PARA DEUTEROVATICANOS),
también es cierto que muchos de nuestros lectores son hispanoparlantes, y
por ello, mal haríamos en no darles a conocer (en tanto la posibilidad y
la licitud nos permitan) esas devociones en su idioma, exponiéndolos de
este modo a devociones falsas y engaños. Ítem lo anterior, como diría
San Pablo, "Orar con el corazón, pero también con el entendimiento".
A
raíz de esta reflexión, presentamos los Siete Salmos Penitenciales en
Español (empleando la traducción de la Biblia realizada por Mons. Félix
Torres Amat), que como se expusiera en su momento, son "los
salmos 6, 31, 37, 50, 101, 129 y 142. Todos estos salmos fueron
escritos por el Rey David expresando la contrición que sentía por los
pecados cometidos y suplicando a Dios el perdón de sus culpas".
A
esos salmos, el Ritual Romano les añade laudablemente las Letanías de los
Santos, con lo cual, al mismo tiempo que expiamos, hacemos impetración a
Dios por intercesión de la Santísima Virgen, los Ángeles y los Santos
del Cielo, para que imitando su ejemplo e implorando su mediación, obtengamos su protección durante nuestra vida mortal y nos presenten benignos ante Cristo Rey en el Cielo.
(La traducción proviene del Eucologio Romano)
LOS SIETE SALMOS PENITENCIALES
Antífona: No renueves, oh Señor, la memoria de nuestros delitos, ni los de nuestros padres; ni tomes venganza de nuestros pecados.
Salmo 6
Señor, no me reprendas en medio de tu saña, ni me castigues en la fuerza de tu enojo.
Ten, Señor, misericordia de mí, que estoy sin fuerzas; sáname, oh Señor, porque hasta mis huesos se han estremecido.
Y está mi alma sumamente perturbada: pero tú, Señor, ¿hasta cuándo harás durar mi tribulación?
Vuélvete a mí, Señor, y libra mi alma: sálvame por tu misericordia.
Porque muriendo, ya no hay quien se acuerde de ti; y en el infierno ¿quién te tributará alabanzas?
Me
he consumido a fuerza de tanto gemir: todas las noches baño mi lecho
con mis lágrimas: inundo con ellas el lugar de mi descanso acordándome de mis pecados.
Por causa de la indignación se han oscurecido mis ojos: he envejecido y quedado endeble en medio de todos mis enemigos.
Apartaos lejos de mí todos los que obráis la iniquidad: porque ha oído el Señor benignamente la voz de mi llanto.
Ha otorgado el Señor mi súplica: ha aceptado mi oración.
Avergüéncense,
y queden llenos de la mayor turbación todos mis enemigos: retírense, y
váyanse al momento cubiertos de ignominia.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espirítu Santo.
R. Como era en el princípio, y ahora, y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 31
Felices aquellos a quienes se han perdonado sus iniquidades, y se han borrado sus pecados.
Dichoso el hombre a quien el Señor no arguye de pecado; y cuya alma se halla exenta de dolo.
Por haber yo callado, y dejado de confesar mi pecado, se consumieron mis huesos, dando alaridos todo el día.
Porque de día y de noche me hiciste sentir tu pesada mano. Revolcábame en mi miseria, mientras tenía clavada la espina.
Te
manifesté mi delito, y dejé de ocultar mi injusticia. Confesaré, dije
yo, contra mí mismo al Señor la injusticia mía; y tú perdonaste la
malicia de mi pecado.
En vista de esto, orará a ti todo hombre
santo, en el tiempo oportuno. Y ciertamente que en la inundación de
copiosas aguas no llegarán estas a su persona.
Tú eres mi asilo en la tribulación que me tiene cercado: tú, oh alegría mía, líbrame de los que me tienen rodeado.
Yo te daré, dijiste, inteligencia, y te enseñaré el camino que debes seguir; tendré fijos sobre ti mis ojos.
Guardaos
de ser semejantes al caballo y al mulo, los cuales no tienen
entendimiento. Sujeta, oh Señor, con cabestro y freno las quijadas de
los que se retiran de ti o rehúsan obedecerte.
Muchos dolores le esperan al pecador: mas al que tiene puesta en el Señor su esperanza, la misericordia le servirá de muralla.
Alegraos, oh justos, y regocijaos en el Señor, y gloriaos en él vosotros todos los de recto corazón.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espirítu Santo.
R. Como era en el princípio, y ahora, y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 38
Oh Señor, no me reprendas en medio de tu saña; ni en medio de tu cólera me castigues:
Porque se me han enclavado tus saetas, y has cargado sobre mí tu mano.
No hay parte sana en todo mi cuerpo, a causa de tu indignación: se me estremecen los huesos cuando considero mis pecados.
Porque mis maldades sobrepujan por encima de mi cabeza; y como una carga pesada me tienen agobiado.
Se enconaron, y corrompiéronse mis llagas, a causa de mi necedad.
Estoy hecho una miseria, y encorvado hasta el suelo: ando todo el día cubierto de tristeza.
Porque mis entrañas están llenas de ilusiones, o ardores vehementes, y no hay en mi cuerpo parte sana.
Afligido estoy y abatido en extremo: la fuerza de los gemidos de mi corazón me hace prorrumpir en alaridos.
Oh Señor, bien ves todos mis deseos, y no se te ocultan mis gemidos.
Mi corazón está conturbado: he perdido mis fuerzas; y hasta la misma luz de mis ojos me ha faltado ya, casi he cegado a fuerza de tanto llorar.
Mis amigos y mis deudos arrimáronse y apostáronse contra mí; y mis allegados se pararon a lo lejos.
Entretanto
aquellos que procuraban mi muerte, hacían todos sus esfuerzos; y los
que anhelaban el dañarme, hablaban mil sandeces; y estaban todo el día
maquinando engaños.
Pero yo, como si fuera sordo, no los escuchaba: y estaba como mudo, sin abrir la boca.
Y me hice como quien nada oye, ni tiene palabras con que replicar.
Porque en ti tengo puesta, Señor, mi esperanza: tú me oirás, oh Señor Dios mío.
Pues yo dije: No triunfen de mí mis enemigos; los cuales cuando ven vacilantes mis pies, se vanaglorian contra mí.
Verdad es que yo estoy resignado para el castigo; y siempre tengo presente mi dolor.
Yo mismo confesaré mi iniquidad, y andaré siempre pensativo por causa de mi pecado.
Entretanto mis enemigos viven, y se han hecho más fuertes que yo; y se han multiplicado los que me aborrecen injustamente.
Los que vuelven mal por bien, murmuraban de mí, porque seguía la virtud.
¡Ah! No me desampares, Señor Dios mío; no te apartes de mí:
Acude prontamente a socorrerme, oh Señor Dios, salvador mío.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espirítu Santo.
R. Como era en el princípio, y ahora, y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 50
Ten piedad de mí, oh Dios, según la grandeza de tu misericordia: y según la muchedumbre de tus piedades, borra mi iniquidad.
Lávame todavía más de mi iniquidad, y límpiame de mi pecado;
Porque yo reconozco mi maldad, y delante de mí tengo siempre mi pecado:
Contra
ti solo he pecado; y he cometido la maldad delante de tus ojos, a fin
de que perdonándome, aparezcas justo en cuanto hables, y quedes
victorioso en los juicios que de ti se formen.
Mira pues que fui concebido en iniquidad, y que mi madre me concibió en pecado.
Y mira que tú amas la verdad: tú me revelaste los secretos y recónditos misterios de tu sabiduría.
Me rociarás, Señor, con el hisopo, y seré purificado: me lavarás, y quedaré más blanco que la nieve.
Infundirás en mi oído palabras de gozo, y de alegría; con lo que, viéndome perdonado, se recrearán mis huesos quebrantados o mis ya abatidas fuerzas.
Aparta tu rostro de mis pecados, y borra todas mis iniquidades.
Crea en mí, oh Dios, un corazón puro, y renueva en mis entrañas el espíritu de rectitud.
No me arrojes de tu presencia, y no retires de mí tu santo espíritu.
Restitúyeme la alegría de tu Salvador; y fortaléceme con un espíritu de príncipe.
Yo enseñaré tus caminos a los malos, y se convertirán a ti los impíos.
Líbrame de la sangre, oh Dios, Dios salvador mío, y ensalzará mi lengua tu justicia.
¡Oh Señor!, tú abrirás mis labios; y publicará mi boca tus alabanzas.
Que si tú quisieras sacrificios, ciertamente te los ofreciera: mas tú no te complaces con solos holocaustos o actos de religión meramente exteriores.
El espíritu compungido es el sacrificio más grato para Dios: no despreciarás, oh Dios mío, el corazón contrito y humillado.
Señor, por tu buena voluntad seas benigno para con Sion, a fin de que estén firmes los muros de Jerusalén.
Entonces
aceptarás el sacrificio de justicia, las ofrendas, y los holocaustos:
entonces serán colocados sobre tu altar becerros para el sacrificio.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espirítu Santo.
R. Como era en el princípio, y ahora, y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 101
Escucha, oh Señor, benignamente mis ruegos; y lleguen hasta ti mis clamores.
No
apartes de mí tu rostro: en cualquier ocasión en que me halle
atribulado, dígnate de oírme. Acude luego a mí, siempre que te
invocare;
Porque como humo han desaparecido mis días, y áridos están mis huesos como leña seca.
Estoy marchito como el heno, árido está mi corazón; pues hasta de comer mi pan me he olvidado.
De puro gritar y gemir me he quedado con sola la piel pegada a los huesos.
Me he vuelto semejante al pelícano, que habita en la soledad: parézcome al búho en su triste albergue.
Paso insomnes las noches, y vivo cual pájaro que se está solitario sobre los tejados.
Me zahieren todo el día mis enemigos, y aquellos que me alababan, se han conjurado contra mí.
Porque el alimento que tomo, va mezclado con la ceniza; y mis lágrimas se mezclan con mi bebida,
A vista de tu ira e indignación; pues me levantaste en alto para estrellarme.
Como sombra han pasado mis días, y heme secado como el heno.
Pero tú, Señor, permaneces para siempre, y tu memoria pasará de generación en generación.
Tú te levantarás, y tendrás lástima de Sion; porque tiempo es de apiadarte de ella, llegó ya el plazo.
Y porque hasta sus mismas ruinas son amadas de tus siervos, y miran estos con afición aun al polvo de aquella tierra.
Entonces, oh Señor, las naciones temerán tu santo Nombre, y todos los reyes de la tierra respetarán tu gloria.
Porque el Señor reedificará a Sion, en donde se dejará ver con toda majestad.
Él atendió a la oración de los humildes, y no despreció sus plegarias.
Escríbanse estas cosas para la generación venidera; y el pueblo que será creado, glorificará al Señor;
Porque desde su excelso Santuario inclinó los ojos hacia nosotros. Se puso el Señor desde el cielo a mirar la tierra,
Para escuchar los gemidos de los que estaban entre cadenas, para libertar a los sentenciados o destinados a muerte,
A fin de que prediquen en Sion el nombre del Señor, y sus alabanzas en Jerusalén:
Entonces que los pueblos y reyes se reunirán para servir juntos al Señor.
Dijo el justo en medio de su florida edad: Manifiéstame, oh Señor, el corto número de mis días.
No me llames a la mitad de mi vida: eternos son tus años.
Oh Señor, tú eres el que al principio creaste la tierra: los cielos obra son de tus manos.
Estos
perecerán; pero tú eres inmutable. Vendrán a gastarse como un vestido. Y
los mudarás como quien muda una capa, y mudados quedarán.
Mas tú eres siempre el mismo; y tus años no tendrán fin.
Los hijos de tus siervos habitarán tranquilos en Jerusalén, y su descendencia quedará arraigada por los siglos de los siglos.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espirítu Santo.
R. Como era en el princípio, y ahora, y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 129
Desde lo más profundo clamé a ti, oh Señor.
Oye, Señor, benignamente mi voz. Estén atentos tus oídos á la voz de mis plegarias.
Si te pones a examinar, Señor, nuestras maldades, y ¿quién podrá subsistir, oh Señor, en tu presencia?
Mas
en ti se halla como de asiento la clemencia: y en vista de tu Ley he
confiado en ti, oh Señor. En la promesa del Señor se ha apoyado mi alma:
En el Señor ha puesto su esperanza.
Desde el amanecer basta la noche espere Israel en el Señor.
Porque en el Señor está la misericordia, y en su mano tiene una redención abundantísima.
Y él es el que redimirá a Israel de todas sus iniquidades.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espirítu Santo.
R. Como era en el princípio, y ahora, y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 142
Oh Señor, escucha benigno mi oración; presta oídos a mi súplica, según la verdad de tus promesas: óyeme por tu misericordia.
Mas no quieras entrar en juicio con tu siervo; porque ningún viviente puede aparecer justo en tu
Presencia, no quedará justificado ante tus ojos ninguno de los mortales.
Ya ves cómo el enemigo ha perseguido mi alma: abatida tiene hasta el suelo la vida mía.
Me ha confinado en lugares tenebrosos, como á los que murieron hace ya un siglo:
Mi espíritu padece terribles angustias; está mi corazón en continua zozobra.
Mas me acordé luego de los días antiguos: púseme a meditar todas tus obras; ponderaba los efectos maravillosos de tu poder.
Levanté mis manos hacia ti: como tierra falta de agua, así está por ti suspirando el alma mía.
Óyeme
luego, oh Señor: mi espíritu ha desfallecido. No retires de mí tu
rostro; para que no haya de contarme ya entre los muertos.
Hazme
sentir cuanto antes tu misericordia, pues en ti he puesto mi esperanza.
Muéstrame el camino que debo seguir, ya que hacia ti he levantado mi
corazón.
Líbrame, oh Señor, de mis enemigos, a ti me acojo.
Enséñame
a cumplir tu voluntad, pues tú eres mi Dios. Entonces tu espíritu, que
es infinitamente bueno, me conducirá a la tierra de la rectitud y
santidad.
Por amor de tu nombre, oh Señor, me darás la vida, según la justicia de tus promesas. A mi alma la sacarás de la tribulación;
Y por tu misericordia disiparás a mis enemigos. Y perderás a todos los que afligen el alma mía, puesto que siervo tuyo soy.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espirítu Santo.
R. Como era en el princípio, y ahora, y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona: No refresques, oh Señor, la memoria de nuestros delitos, ni los de nuestros padres; ni tomes venganza de nuestros pecados.
LETANÍA DE LOS SANTOS
V. Señor, ten piedad de nosotros.
R. Señor, ten piedad de nosotros.
V. Cristo, ten piedad de nosotros.
R. Cristo, ten piedad de nosotros.
V. Señor, ten piedad de nosotros.
R. Señor, ten piedad de nosotros.
V. Cristo, óyenos.
R. Cristo, óyenos.
V. Cristo, escúchanos.
R. Cristo, escúchanos.
V. Dios, Padre Celestial.
R. Ten piedad de nosotros.
V. Dios Hijo, Redentor del mundo.
R. Ten piedad de nosotros.
V. Dios Espíritu Santo.
R. Ten piedad de nosotros.
V. Santa Trinidad, que sois un sólo Dios.
R. Ten piedad de nosotros.
V. Santa María.
R. Ruega por nosotros.
V. Santa Madre de Dios.
R. Ruega por nosotros.
V. Santa Virgen de vírgenes.
R. Ruega por nosotros.
V. San Miguel.
R. Ruega por nosotros.
V. San Gabriel.
R. Ruega por nosotros.
V. San Rafael.
R. Ruega por nosotros.
V. Todos los santos Ángeles y Arcángeles.
R. Rogad por nosotros.
V. Todos los santos coros de los espíritus bienaventurados.
R. Rogad por nosotros.
V. San Juan Bautista.
R. Ruega por nosotros.
V. San José.
R. Ruega por nosotros.
V. Todos los santos Patriarcas y Profetas.
R. Rogad por nosotros.
V. San Pedro.
R. Ruega por nosotros.
V. San Pablo.
R. Ruega por nosotros.
V. San Andrés.
R. Ruega por nosotros.
V. San Santiago [el Mayor].
R. Ruega por nosotros.
V. San Juan.
R. Ruega por nosotros.
V. Santo Tomás.
R. Ruega por nosotros.
V. San Santiago [el Menor].
R. Ruega por nosotros.
V. San Felipe.
R. Ruega por nosotros.
V. San Bartolomé.
R. Ruega por nosotros.
V. San Mateo.
R. Ruega por nosotros.
V. San Simón.
R. Ruega por nosotros.
V. San Judas Tadeo.
R. Ruega por nosotros.
V. San Matías.
R. Ruega por nosotros.
V. San Bernabé.
R. Ruega por nosotros.
V. San Lucas.
R. Ruega por nosotros.
V. San Marcos.
R. Ruega por nosotros.
V. Todos los santos Apóstoles y Evangelistas.
R. Rogad por nosotros.
V. Todos los santos Discípulos del Señor.
R. Rogad por nosotros.
V. Todos los santos Inocentes.
R. Rogad por nosotros.
V. San Esteban.
R. Ruega por nosotros.
V. San Lorenzo.
R. Ruega por nosotros.
V. San Vicente.
R. Ruega por nosotros.
V. Santos Fabián y Sebastián.
R. Rogad por nosotros.
V. Santos Juan y Pablo.
R. Rogad por nosotros.
V. Santos Cosme y Damián.
R. Rogad por nosotros.
V. Santos Gervasio y Protasio.
R. Rogad por nosotros.
V. Todos los santos Mártires.
R. Rogad por nosotros.
V. San Silvestre.
R. Ruega por nosotros.
V. San Gregorio.
R. Ruega por nosotros.
V. San Ambrosio.
R. Ruega por nosotros.
V. San Agustín.
R. Ruega por nosotros.
V. San Jerónimo.
R. Ruega por nosotros.
V. San Martín.
R. Ruega por nosotros.
V. San Nicolás.
R. Ruega por nosotros.
V. Todos los santos Pontífices y Confesores.
R. Rogad por nosotros.
V. Todos los santos Doctores.
R. Rogad por nosotros.
V. San Antonio Abad.
R. Ruega por nosotros.
V. San Benito.
R. Ruega por nosotros.
V. San Bernardo.
R. Ruega por nosotros.
V. Santo Domingo.
R. Ruega por nosotros.
V. San Francisco.
R. Ruega por nosotros.
V. Todos los santos Sacerdotes y Levitas.
R. Rogad por nosotros.
V. Todos los santos Monjes y Eremitas.
R. Rogad por nosotros.
V. Santa María Magdaléna.
R. Ruega por nosotros.
V. Santa Ágata.
R. Ruega por nosotros.
V. Santa Lucía.
R. Ruega por nosotros.
V. Santa Inés.
R. Ruega por nosotros.
V. Santa Cecilia.
R. Ruega por nosotros.
V. Santa Catalina de Alejandría.
R. Ruega por nosotros.
V. Santa Anastasia.
R. Ruega por nosotros.
V. Todas las santas Vírgenes y Viudas.
R. Rogad por nosotros.
V. Todos los Santos y Santas de Dios.
R. Interceded por nosotros.
V. Sénos propicio.
R. Perdónanos, Señor.
V. Sénos propicio.
R. Escúchanos, Señor.
V. De todo mal.
R. Líbranos, Señor.
V. De todo pecado.
R. Líbranos, Señor.
V. De tu ira.
R. Líbranos, Señor.
V. De súbita e imprevista murte.
R. Líbranos, Señor.
V. De las acechanzas del diablo.
R. Líbranos, Señor.
V. De toda ira, odio y mala voluntad.
R. Líbranos, Señor.
V. Del espíritu de fornicación.
R. Líbranos, Señor.
V. De relámpagos y tempestades.
R. Líbranos, Señor.
V. Del flagelo de los terremotos.
R. Líbranos, Señor.
V. De la peste, el hambre y de la guerra.
R. Líbranos, Señor.
V. De la muerte eterna.
R. Líbranos, Señor.
V. Por el misterio de tu santa Encarnación.
R. Líbranos, Señor.
V. Por tu Advenimiento.
R. Líbranos, Señor.
V. Por tu Natividad.
R. Líbranos, Señor.
V. Por tu Bautismo y tu santo Ayuno.
R. Líbranos, Señor.
V. Por tu Cruz y Pasión.
R. Líbranos, Señor.
V. Por tu Muerte y Sepultura.
R. Líbranos, Señor.
V. Por tu santa Resurrección.
R. Líbranos, Señor.
V. Por tu admirable Ascensión.
R. Líbranos, Señor.
V. Por el descendimiento del Espíritu Santo Paráclito.
R. Líbranos, Señor.
V. En el día del Juicio.
R. Líbranos, Señor.
V. Nosotros, pecadores.
R. Te rogamos, óyenos.
V. Para que nos perdones.
R. Te rogamos, óyenos.
V. Para que concedas tu indulgencia.
R. Te rogamos, óyenos.
V. Para que te dignes conducirnos a la verdadera penitencia.
R. Te rogamos, óyenos.
V. Para que te dignes regir y conservar a tu Santa Iglesia.
R. Te rogamos, óyenos.
V. Para que te dignes conservar en la santa Religión a todos los órdenes eclesiásticos.
(1)
R. Te rogamos, óyenos.
V. Para que te dignes humillar a los enemigos de la Santa Iglesia.
R. Te rogamos, óyenos.
V. Para que te dignes conceder la paz y la verdadera concordia entre los reyes y los príncipes cristianos.
R. Te rogamos, óyenos.
V. Para que te dignes conceder la paz y la unidad a todo el pueblo cristiano.
R. Te rogamos, óyenos.
V. Para que te dignes
llamar a la unidad de la Iglesia a los que están en el error, y
conducir a todos los infieles hacia la luz del Evangelio.
R. Te rogamos, óyenos.
V. Para que te dignes confortarnos y conservarnos en tu santo servicio.
R. Te rogamos, óyenos.
V. Para que te dignes elevar nuestro espíritu hacia los deseos celestiales.
R. Te rogamos, óyenos.
V. Para que te dignes conceder a nuestros bienhechores la recompensa de los bienes eternos.
R. Te rogamos, óyenos.
V. Para que te dignes librar de la muerte eterna nuestras almas, y las de nuestros hermanos, parientes y bienhechores.
R. Te rogamos, óyenos.
V. Para que te dignes darnos y conservar los frutos de la tierra.
R. Te rogamos, óyenos.
V. Para que te dignes conceder el descanso eterno a todos los Fieles difuntos.
R. Te rogamos, óyenos.
V. Para que te dignes escucharnos.
R. Te rogamos, óyenos.
V. Hijo de Dios.
R. Te rogamos, óyenos.
V. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo.
R. Perdónanos, Señor.
V. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo.
R. Escúchanos, Señor.
V. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo.
R. Ten piedad de nosotros, Señor.
V. Cristo, óyenos.
R. Cristo, óyenos.
V. Cristo, escúchanos.
R. Cristo, escúchanos.
V. Señor, ten piedad de nosotros.
R. Señor, ten piedad de nosotros.
V. Cristo, ten piedad de nosotros.
R. Cristo, ten piedad de nosotros.
V. Señor, ten piedad de nosotros.
R. Señor, ten piedad de nosotros.
Padre nuestro, que estás en los Cielos, santificado sea el tu Nombre.
Venga a nos el tu Reino. Hágase tu Voluntad, así en la tierra como en el
Cielo. El pan nuestro de cada día dánosle hoy, y perdónanos nuestras
deudas, así como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no
nos dejes caer en la tentación, mas
líbranos del mal. Amén.
Salmo 69
Oh Dios, atiende a mi socorro: acude, Señor,
luego a ayudarme.
Corridos y avergonzados queden los que me
persiguen de muerte.
Arrédrense, y confúndanse los que se
complacen en mis males. Sean puestos en vergonzosa fuga aquellos que me
dicen insultándome:
Bueno, bueno.
Regocíjense, y alégrense en tí todos los que
te buscan, y digan sin cesar los que aman á su
Salvador: Engrandecido sea el Señor.
Yo por mí soy un menesteroso y pobre: ayúdame, oh Dios. Amparo mío y mi libertador eres tú: oh Señor, no te tardes.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espirítu Santo.
R. Como era en el princípio, y ahora, y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
V. Salva a tus siervos.
R. Que esperan en ti, Dios mío.
V. Sé para nosotros, oh Señor, una torre de fortaleza.
R. Ante los enemigos.
V. Que nuestros enemigos no prevalezcan sobre nosotros.
R. Y que el hijo de la iniquidad no tenga poder para dañarnos.
V. No nos trates, Señor, como lo merecemos por los pecados que hemos cometido.
R. Ni nos castigues con arreglo a nuestras iniquidades.
V. Oremos por nuestro Pontífice N.
R. El Señor lo conserve, lo llene de vida, lo haga feliz en la tierra y no lo entregue en manos de sus enemigos. (1)
V. Oremos por nuestros bienhechores.
R. Dígnate Señor, por el honor de tu Nombre, remunerar con la vida eterna a todos nuestros bienhechores. Amén.
V. Oremos por los Fieles difuntos.
R. Dales, Señor, el descanso eterno, y brille para ellos la luz perpetua.
V. Descansen en paz.
R. Amen.
V. Por nuestros hermanos ausentes.
R. Salva a tus siervos, Dios mío, que esperan en ti.
V. Envíales tu auxilio, Señor, desde tu Santuario.
R. Y protégelos desde Sión.
V. Señor, escucha mi oración.
R. Y llegue a ti mi clamor.
V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
Oremos.
ORACIÓN
Oración penitencial.
Oh
Dios, de quien es propio usar siempre de misericordia y de perdón;
recibid nuestra súplica, para que a nosotros, y a todos vuestros siervos
que se hallan aprisionados con la cadena de sus delitos, los liberte
vuestra misericordia, usando con ellos y con nosotros de piedad.
Absolución de penitentes.
Os
suplicamos, Señor, deis oídos a nuestras humildes súplicas, y que
perdonéis los pecados de los que confiesan vuestro Nombre, para que
igualmente nos concedáis con benignidad el perdón y la paz.
Por remisión de pecados.
Manifestadnos,
Señor, con clemencia vuestra inefable misericordia: para que borréis
todos nuestros pecados, y nos libertéis de las penas que por ellos
merecemos.
De San Gregorio Magno para el Jueves después de Ceniza.
Oh Dios, a quien ofende la culpa, y
aplaca la penitencia; atended favorablemente a las súplicas de vuestro
pueblo, y apartad de nosotros el azote de vuestra ira, que tan merecido
tenemos por nuestros pecados.
Por el Papa. (omítese en Sede Vacante)
Dios omnipotente y eterno, tened piedad de vuestro siervo, nuestro Pontífice N.,
y según vuestra clemencia, dirigidle por el camino de la salud eterna;
para que, asistido de vuestra gracia, ame todo lo que sea de vuestro
agrado, y con toda perfección lo practique.
Por la Paz.
Oh Dios, que
inspiráis los deseos santos, los consejos rectos y las obras justas;
conceded a vuestros siervos aquella paz que no puede darles el mundo;
para que, ocupados nuestros corazones en el cumplimiento de vuestros
Mandamientos, y ahuyentado el temor de los enemigos, sean nuestros
tiempos tranquilos por vuestra protección.
Para pedir continencia y castidad.
Arrasad, Señor, con el
fuego del Espíritu Santo, nuestras entrañas y nuestro corazón; para que
con un cuerpo casto os sirvamos, y con un corazón puro os agrademos.
Por los fieles difuntos.
Oh
Dios, Creador y Redentor de todos los hombres, conceded a las almas de
vuestros servidores y servidoras, la remisión de todos sus pecados, a
fin de que obtengan por nuestras humildísimas oraciones el perdón que
ellas siempre han deseado.
Ofrecimiento de oraciones y obras durante el día.
Os
suplicamos, Señor, que con santas inspiraciones prevengáis nuestras
acciones, y con vuestros auxilios las continuéis; para que todas
nuestras oraciones y operaciones reciban siempre de Vos su principio, y
se encaminen a Vos como su fin.
Por los vivos y difuntos.
Omnipotente y sempiterno
Dios, que sois el Señor supremo de vivos y muertos, y que usáis de
misericordia con todos los que por su fe y por sus obras conocéis que
han de ser vuestros escogidos: humildemente os suplicamos, que por la
intercesión de todos los Santos concedáis con piedad el perdon de todos
sus pecados a todos aquellos por quienes hemos determinado pediros; ya
vivan en este mundo vestidos todavía de nuestra carne, o ya desnudos de
ella, hayan pasado al siglo futuro. Por nuestro Señor Jesucristo tu
Hijo, que con Vos vive y reina en la unidad del Espíritu Santo, y es
Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Óiganos benignamente el omnipotente y misericordioso Señor.
R. Amén.
V. Y que las almas de los Fieles difuntos descansen en paz, por la misericordia de Dios.
R. Amén.
(1) La invocación Para que te dignes conservar en la santa Religión a la Casa Apostólica y a todos los órdenes eclesiásticos es remplazada por Para que te dignes conservar en la santa Religión a todos los órdenes eclesiásticos, por razón de hallarse vacante la Sede Apostólica. Por esa misma razón, debe omtirse también el verso por el Papa y la oración correspondiente.