Jamás lo olvidemos: el Liberalismo
es esencialmente una herejía, y no sólo una incoherencia o una
incongruencia. ¿Quién lo dice? Lo dicen como veremos: el Padre Sardá y
Salvany, el Padre Ramière, Mons. Ezequiel Moreno (Gran Obispo de Pasto,
Colombia, 1895-1906), Monseñor Lefebvre, el P. Castellani y el P.
Meinvielle, entre otros.
Aquí tenemos los textos:
1. El Padre Félix Sardá y Salvany:
“¿Qué
es el Liberalismo? En el orden de las ideas es un conjunto de ideas
falsas; en el orden de los hechos es un conjunto de hechos criminales,
consecuencia práctica de aquellas ideas. En el orden de las ideas el
Liberalismo es un conjunto de lo que se llaman principios liberales, con
las consecuencias lógicas que de ellos se derivan. Principios liberales
son: la absoluta soberanía del individuo con entera independencia de
Dios y de su autoridad; soberanía de la sociedad con absoluta
independencia de lo que nazca de ella misma, soberanía nacional, es
decir, el derecho del pueblo para legislar y gobernar con absoluta
independencia de todo criterio que no sea el de su propia voluntad,
expresada por el sufragio primero y por la mayoría parlamentaria
después; libertad de pensamiento sin limitación alguna en política, en
moral o en Religión; libertad de imprenta, así mismo absoluta o
insuficientemente limitada; libertad de asociación con iguales anchuras.
Estos son los llamados principios liberales en su más crudo
radicalismo”. (El Liberalismo es Pecado, ed. Ramón Casals, Barcelona, 1960, p.3).
“El
Liberalismo es pecado, ya se le considere en el orden de las doctrinas,
ya en el orden de los hechos. En el orden de las doctrinas es pecado
grave contra la fe, porque el conjunto de las doctrinas suyas es
herejía, aunque no lo sea tal vez en alguna que otra de sus afirmaciones
o negaciones aisladas. En el orden de los hechos es pecado contra los
diversos Mandamientos de la Ley de Dios y de su Iglesia, porque de todos
es infracción. Más claro. En el orden de las doctrinas el Liberalismo
es la herejía universal y radical, porque las comprende toda; el en
orden de los hechos es la infracción radical y universal, porque todas
las autoriza y sanciona”. (Ibídem p. 4-5).
“En el
orden de las doctrinas el Liberalismo es herejía. Herejía es toda
doctrina que niega con negación formal y pertinaz un dogma de la fe
cristiana. El Liberalismo doctrina los niega primero todos en general y
después cada uno en particular. Los niega todos en general, cuando
afirma o supone la independencia absoluta de la razón individual en el
individuo y de la razón social o criterio público en la sociedad.
Decimos afirma o supone, porque a veces en las consecuencias secundarias
no se afirma el principio liberal, pero se le da por supuesto y
admitido. Niega la jurisdicción absoluta de Cristo Dios sobre los
individuos y las sociedades, y en consecuencia la jurisdicción delegada
que sobre todos y cada uno de los fieles, de cualquier condición y
dignidad que sean, recibió de Dios la Cabeza visible de la Iglesia.
Niega la necesidad de la divina revelación, y la obligación que tiene el
hombre de admitirla, si quiere alcanzar su último fin. Niega el motivo
formal de la fe, esto es, la autoridad de Dios que revela, admitiendo de
la doctrina revelada sólo aquellas verdades que alcanza su corto
entendimiento. Niega el magisterio infalible dela Iglesia y del Papa, y
en consecuencia todas las doctrinas por ellos definidas y enseñadas. Y
después de esta negación general y en globo, niega cada uno de los
dogmas, parcialmente o en concreto, a medida que, según las
circunstancias, los encuentre opuestos a su criterio racionalista”.
(Ibídem, p.5).
“Por donde cabe decir que el
Liberalismo, en el orden de las ideas, es el error absoluto, y en el
orden de los hechos, es el absoluto desorden. Y por ambos conceptos es
pecado, ex genere suo, gravísimo; es pecado mortal”. (Ibídem, p.6).
“De
todas las consecuencias y antinomias que se encuentran en las
gradaciones medias del Liberalismo, la más repugnante de todas y la más
odiosa es la que pretende nada menos que la unión del Liberalismo con el
Catolicismo, para formar lo que se conoce en la historia de los
modernos desvaríos con el nombre de Liberalismo católico o Catolicismo
liberal. (…) Nació este funesto error de un deseo exagerado de poner
conciliación y paz entre doctrinas que forzosamente y por su propia
esencia son inconciliables enemigas. El Liberalismo es el dogma de la
independencia absoluta de la razón individual y social; el Catolicismo
es el dogma de la sujeción absoluta de la razón individual y social a la
ley de Dios”. (Ibídem, p.11).
“Si bien se
considera, la íntima esencia del Liberalismo llamado católico, por otro
nombre, llamado comúnmente Catolicismo liberal, consiste probablemente,
tan solo en un falso concepto del acto de fe”. (Ibídem, p.12).
“Por
lo demás se llaman católicos, porque creen firmemente que el
Catolicismo es la única verdadera revelación del Hijo de Dios; pero se
llaman católicos liberales, o católicos libres, porque juzgan que esta
creencia suya no les debe ser impuesta a ellos ni a nadie por otro
motivo superior que el de su libre apreciación”. (Ibídem, p.13).
“Síguese
de ahí que juzgan su inteligencia libre de creer o de no creer, y
juzgan asimismo libre la de todos los demás. En la incredulidad, pues,
no ven un vicio o enfermedad, o ceguera voluntaria del entendimiento, y
más aún del corazón, sino un acto lícito de la jurisdicción interna de
cada uno, tan dueño en eso de creer, como en la de no admitir creencia
alguna. Por lo cual es muy ajustado a este principio el horror a toda
presión moral o física que venga por fuera a castigar o a prevenir la
herejía, y de ahí su horror a las legislaciones civiles francamente
católicas. De ahí el respeto sumo con que entienden deben ser tratadas
siempre las convicciones ajenas, aún las más opuestas a la verdad
revelada; pues para ellas son tan sagradas cuando son erróneas, como
cuando son verdaderas, ya que todas nacen de un mismo sagrado principio
de libertad intelectual. Con lo cual se erige en dogma lo que se llama
tolerancia, y se dicta para la polémica católica, contra los herejes, un
nuevo código de leyes que nunca conocieron en la antigüedad los grandes
polemistas del Catolicismo”. (Ibídem, p. 13-14).
“Por
eso, es Catolicismo liberal, o mejor, Catolicismo falso, gran parte del
Catolicismo que se usa hoy entre ciertas personas. No es Catolicismo es
mero Naturalismo, es racionalismo puro; es paganismo con lenguaje y
forma católica, si se nos permite la expresión”. (Ibídem, p. 15).
“Hasta
la piedad llega la maléfica acción de este principio naturalista, y la
convierte en verdadero pietismo, es decir, en la falsificación de la
piedad verdadera, Así lo vemos en tantas personas que no buscan en las
prácticas devotas, más que la emoción, lo cual es puro sensualismo del
alma y nada más”. (Ibídem, p. 14-15).
“Sí; el
Liberalismo en todos sus grados y aspectos ha sido formalmente
condenado. Así que, además de las razones de malicia intrínseca que le
hacen malo y criminal, tiene para todo fiel católico, la suprema y
definitiva declaración de la Iglesia, que como a tal le ha juzgado y
anatematizado”. (Ibídem, p. 19).
“El Liberalismo es,
como hemos dicho, herejía práctica, tanto como herejía doctrinal, y
aquel principal carácter suyo explica muchísimos de los fenómenos que
ofrece el maldito error en su actual desarrollo en la edad moderna”.
(Ibídem, p. 124).
2. El Padre Enrique Ramière.
“La doctrina Liberal es, pues, en realidad la negación de la soberanía social de Jesucristo”. (La Soberanía Social de Jesucristo, ed. Subirana, Barcelona, 1884, p. 19).
“Mas
el liberalismo no es tan sólo contrario a la religión de Jesucristo por
su origen y por sus consecuencias casi inevitables; lo es también por
su esencia. Además de proporcionar a los enemigos de la Iglesia armas
para destruirla, la ataca por sí mismo en sus más fundamentales dogmas.
Basta, en efecto, examinar esta doctrina en su principio, para
comprender que niega los derechos soberanos de Jesucristo, declarando
las sociedades temporales independientes de su imperio. Según este
principio, la sociedad civil es puramente terrena y no tiene en manera
alguna que ocuparse, ni directa ni indirectamente, en los derechos de la
verdad ni de los intereses eternos, su único y supremo fin es la
felicidad temporal de sus miembros, y la razón su única guía”. (Ibídem,
p.17-18).
3. Monseñor Ezequiel Moreno Díaz.
“Que
el liberalismo es pecado, no es dudoso, es cierto; que es un error
contra la Fe tampoco es dudoso, sino cierto; que está condenado por la
Iglesia, consta de un modo evidente por el Syllabus y por multitud de
documentos pontificios. Sobre este punto, pues, no cabe ya libertad de
pensar, sino que hay que pensar como piensa y enseña la Iglesia, so pena
de faltar a la Fe, y hacerse reo de pecado y de condenación eterna”. (Un Capítulo de las Relaciones entre el Estado y la Iglesia en Colombia, Carlos Valderrama, ed. Caro y Cuervo, Bogotá, 1986, p. 443).
“El
liberalismo está condenado por nuestra Santa Madre la Iglesia en todas
sus formas y grados, y todo el que se precie de buen católico debe
también condenarlo de la misma manera, y rechazar hasta el nombre de
liberal” (Ibídem, p. 405).
Y por esto, el
benemérito Obispo de Pasto mandó a que se pusiera durante sus exequias,
sobre el catafalco, el epitafio “El Liberalismo es pecado”.
4. Monseñor Nicolás Casas y Conde, de la orden de Agustinos Recoletos, Obispo de Adrianápolis y Vicario de Casanare (Colombia).
“Consiste
propia y verdaderamente en negar a Dios su dominio sobre el hombre, o
en no querer sufrirlo, puesto que en esa mala disposición del ánimo a
rechazar el dominio o soberanía de Dios, sea por negarlo, sea por no
querer sufrirlo, se condensa y se completa el vicio capital del
liberalismo, es decir, su mayor y más principal malicia.”(Enseñanzas de la Iglesia sobre El Liberalismo, Madrid, 1902, p. 27).
“Rebelión,
pues, y rebelión manifiesta del hombre contra el dominio, soberanía o
autoridad de Dios, es pura y simplemente en su esencia, el liberalismo,
como nos lo dice el Papa”. (Ibídem, p. 28).
5. Monseñor Marcel Lefebvre.
“Pese
al riesgo de repetir lo dicho, vuelvo sobre el tema de la realeza
social de Nuestro Señor Jesucristo, ese dogma de fe católica, que nadie
puede poner en duda sin ser hereje, si, ¡perfectamente hereje!” (Le Destronaron, ed. Fundación San Pío X, Buenos Aires, 1987, p. 101).
“Al
respecto, el sostener, como lo hace Vaticano II, una orientación
naturalmente recta de todos los hombres hacia Dios, es un irrealismo
total y una pura herejía naturalista. ¡Dios nos libre de los errores
naturalistas y subjetivistas! Son la marca inequívoca del liberalismo
que inspira la libertad religiosa del Vaticano II, ellos no pueden
llegar sino al caos social y a la Babel de las religiones”. (Ibídem,
p.199).
6. El Padre Julio Meinvielle.
“El
error ‘naturalista’ que también se llama ‘racionalismo’ o ‘filosofismo’
es la herejía peculiar y distintiva del mundo moderno. Proclama la
suficiencia de la humana naturaleza para alcanzar su felicidad. En el
fondo constituye la esencia misma de todas las herejías. (...) La
independencia o emancipación de la razón, de ahí la terrible herejía del
racionalismo o naturalismo que engendra luego los errores sociales del
laicismo, liberalismo, socialismo y comunismo”. (De Lamennais a Maritain, ed. Theoria, Buenos Aires, 1967, p. 111 - 112 - 113).
“El
célebre Cardenal Pie, que fue a mediados del siglo XIX el gran luchador
de los Derechos divinos de la Iglesia contra la herejía del naturalismo
y del liberalismo y que había de ser una de las mayores lumbreras del
Concilio Vaticano, siendo Vicario General de Chartres en 1848, expone
los principios justos sobre este punto.” (Ibídem, p. 128 - 129).
7. El Padre Leonardo Castellani.
“El
liberalismo es una peligrosa herejía moderna que proclama la libertad y
toma su nombre de ella. La libertad es un gran bien que, como todos los
grandes bienes, sólo Dios puede dar; y el liberalismo lo busca fuera de
Dios; y de ese modo sólo llega a falsificaciones de la libertad.” (Cristo ¿Vuelve o no Vuelve?, ed. Dictio, Buenos Aires, 1976, p. 163).
“El
comunismo no es un partido; el comunismo es una herejía. Es una de las
tres ranas expelidas por la boca del diablo en los últimos tiempos, que
no son otros que los nuestros. Las otras dos ranas -herejías palabreras
que repiten siempre la misma canturria y se han convertido en guías de
los reyes, es decir, en poderes políticos- son el catolicismo liberal y
el modernismo”. (Ibídem p. 204).
“El mundo moderno
se ha olvidado bastante de que CRISTO ES REY, cosa que ha recibido de su
Padre; por lo cual se instituyó poco ha la festividad de Cristo Rey,
contra la herejía del liberalismo”. (El Apokalypsis, ed. Paulinas, Buenos Aires, 1963, p. 52).
“...
y las tres ranas son tres herejías: nominatim, el liberalismo, el
comunismo y el modernismo o naturalismo religioso”. (Ibídem. p. 97).
Entonces queda claro así, que el Liberalismo es una gran herejía y es, además, la gran herejía con dimensión apocalíptica.
P. Basilio Méramo
Bogotá, 22 de Julio de 2015