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Novena compuesta por Mons. Miguel Ángel Builes, Obispo de Santa Rosa de Osos (Colombia). Con aprobación eclesiástica.
NOVENA EN HONOR DE NUESTRA SEÑORA DE LAS MISERICORDIAS
De rodillas ante su Santuario o ante cualquier imagen de María Santísima, se comienza diciendo:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, Amén.
Bendita sea la Santísima y Augustísima Trinidad, Padre, Hijo, y Espíritu Santo, y la Misericordiosísima Virgen María, Madre de Dios y Madre Nuestra. Amén.
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Oh Reina de las Misericordias, Inmaculada Virgen María, Madre de Dios y Madre mía, heme aquí postrado a vuestros pies santísimos. Vengo lleno de confianza a implorar vuestra gran misericordia para el remedio de mis muchas y grandes necesidades de alma y cuerpo. Acordaos, benditísima Señora, del Hijo Santísimo que llevasteis por nueve meses en vuestras pursimas entrañas, recostásteis en las pajas del pesebre, alimentásteis con vuestra leche virginal y reclinásteis en vuestro virginal regazo. Acordáos de las tiernas caricias que durante su infancia le prodigásteis y del poder que como madre tuvisteis sobre su Corazón divino. Acordáos de vuestros dolores y angustias durante su santísima pasión y de vuestros sufrimientos infinitos al pie de la cruz. Acordáos de que nos fuisteis dada por Madre por vuestro Hijo moribundo. Acordáos de vuestros dolores indecibles, cuando le tuvisteis ya muerto en vuestros brazos maternales. Acordáos de las lágrimas que vertísteis al dejarlo bajo la losa del sepulcro y regresar sola sin vuestro Jesús, envuelta en la nube triste de vuestra amarga soledad. Acordáos de vuestra infinita alegría al verle la primera el día de la resurrección, triunfante y glorioso y de la felicidad de que disfrutáis ahora en el Cielo como Reina sentada a su derecha. Acordáos, en fn, Señora, de que sois Madre y Madre de misericordia, escuchad benigna mis súplicas y concededme, os lo suplico, la gracia que vengo a implorar rendido a vuestras plantas benditas, oh Señora, oh Reina, oh Madre de las Misericordias. Amén.
DIA PRIMERO
CONSIDERACION "Dios te Salve Reina
En la oracin de la salve que se recita en el hogar y en el templo, en la escuela y en el taller y que entonan con devocin el nio y el anciano, el pobre y el potentado, saludamos a Mara como Reina: Salve Regina, Dios te salve Reina. Yo tambin vengo a saludarte Madre ma con el corazn lleno de amor y a ti y con la ms dulce esperanza de ser escuchado en mi necesidad. Dios te salve. Mara es la Reina de la creacin porque el Rey de los siglos y creador del mundo la tuvo presente cuando con sus manos prepotentes sacaba de la nada el universo. Con ella lo iba creando todo, dicen los Libros Santos. Mara estuvo en el pensamiento de Dios desde la eternidad y con El rein y domin desde entonces." Apareci, dice San Juan, una mujer vestida del sol, con la luna bajo sus plantas y coronada con una diadema de doce estrellas. "Ella es Reina del Cielo y de la Tierra, de los ngeles y de los Hombres; y como Reina est sentada en su trono real a la diestra de su Hijo Santsimo y coronada por el Padre Celestial con una corona de oro pursimo recamada de piedras preciosas, signo de su podero sobre el corazn de Dios, quin la ha constituido Tesorera del Cielo y soberana de la intercesin por lo cual es llamada la Omnipotencia Suplicante.
ORACIÓN: Virgen gloriossima, Reina de nuestros pensamientos, Reina de nuestros corazones y Reina de nuestras almas. Nosotros te aclamamos por Emperatriz nuestra y te juramos desde hoy eterna fidelidad. Tu sabes que la magnificencia de los reyes consiste en socorrer a los miserables y en premiar las virtudes de sus vasallos. Vasallos tuyos somos, Mara, y si no tenemos virtudes que premiar s tenemos miserias qu remediar. Muestra pues con nosotros tu real magnificencia. Remedia nuestros males espirituales y temporales: aleja de nosotros la miseria de la culpa: reina sobre nosotros. Madre ma, y gobirnanos con tu mano poderosa. Ya sabes que nuestra lucha sobre la tierra es una lucha interminable, lucha que hemos de sostener constantemente contra los enemigos del alma. Mira, Seora, que nuestro adversario ruge alrededor de nosotros, buscando el momento oportuno de vencernos y devorarnos. Mira que nuestro enemigo nos rodea por todas partes combatindonos con furor. Reina soberana de los cielos, saca triunfante a los que peleamos bajo tu bandera. Rompe de nuevo la cabeza del dragn antiguo y aplasta otra vez la orgullosa cerviz de la serpiente maldita que te disputa el dominio de las almas y el seoro sobre los corazones. Mira que el enemigo del hombre quiere destruir tu imperio sobre la tierra, tiene asolada la Iglesia de Dios. Mira que estamos a punto de sucumbir bajo las fuerzas del tentador y que si t no nos dejas, es segura nuestra derrota. No nos dejes, pues Reina de nuestras almas, t que has dado muerte y confundido a todas las herejas de nuestro siglo. Reina inmortal del universo, Infndenos aliento con tu mirada y danos victoria contra los enemigos. Da a conocer al mundo que t eres la Reina de los que aqu peleamos tus batallas. Tu bendicin continua nos fortalezca en este destierro, para que luchando aqu con valor y sirvindole con fidelidad, un da merezcamos la palma del triunfo y la corona de la victoria, reinando contigo eternamente en la mansin celestial. Amén. PETICION
GOZOS
A tus plantas, dulce Madre,
Ves un hijo que te implora.
Compadece mis miserias
Con tu gran misericordia.
A ti vengo, Madre mía
Abrumado de congojas,
Implorando tu clemencia
Y tu gran misericordia;
No te olvides que ere Madre,
Abogada y protectora.
Compadece mis miserias
Con tu gran misericordia.
Tú das vida al que sucumbe
Del pecado entre las ondas;
Da tus gracias compasiva
A un hijo que te invoca,
Aquí vengo suplicante,
No me dejes, gran Señora.
Compadece mis miserias
Con tu gran misericordia.
Tienes luces de esperanza
En tus ojos, dulce aurora,
Y es tu goce difundirlas
En las almas pecadoras:
Madre mía, brillen pronto
De mi pecho entre las sombras.
Compadece mis miserias
Con tu gran misericordia.
La dulzura de tu rostro
A tus hijos enamora.
Basta verte, Madre Santa,
Para amarte el alma toda.
Mi existencia es toda tuya,
Te la entrego sin demora.
Compadece mis miserias
Con tu gran misericordia.
De tu pecho los latidos
Gritos son que claman y oran;
De tu Cristo la clemencia
Por nosotros siempre logran;
Sigue, Madre, suplicando
Por tus hijos que te invocan.
Compadece mis miserias
Con tu gran misericordia.
Tú remedias los pesares
Del que sufre, del que llora.
Eres fuerza en las batallas
Del que lucha entre zozobras;
Madre, Madre, con presteza
Tus bondades me socorran.
Compadece mis miserias
Con tu gran misericordia.
Desterrados los mortales
A tus plantas, gimen, lloran:
Tantos lloros, tantas lágrimas
Manos blancas las recojan:
Esas tiernas manos tuyas
Que son bálsamo, Señora.
Compadece mis miserias
Con tu gran misericordia.
Sigue, Madre, cobijando
Con tu sombra bienhechora
Este amante y fiel devoto
Que rendido ves, Señora;
No le niegues las mercedes
Que de ti ferviente imploran.
Compadece mis miserias
Con tu gran misericordia.
Y en la hora postrimera
De la muerte pavorosa,
No me niegues tu socorro,
No me dejes mi alma sola;
Que me lleves en tus brazos
A gozar de eterna gloria.
Compadece mis miserias
Con tu gran misericordia.
A tus plantas, dulce Madre,
Ves un hijo que te implora.
Compadece mis miserias
Con tu gran misericordia.
ORACION FINAL PARA TODOS LOS DIAS Oh Madre de misericordia, socorro de los cristianos, ministra fidelsima de la Divina Providencia, tesorera de todas las gracias, acordaos de que nunca se ha odo decir que hayis dejado sin consuelo a los que devotamente han acudido a vos. Ved aqu por que lleno de confianza en vuestra misericordia y en vuestra liberalsima generosidad, me prosterno humildemente a vuestros pies para que os dignis escuchar mis splicas. Alcanzadnos la santa providencia, es decir, las gracias en todas nuestras necesidades espirituales y tambin la providencia temporal necesaria para dirigir nuestra vida en este valle de lgrimas. A vuestro corazn afectuoso y maternal encomiendo fervorosamente la Santa Iglesia, el Soberano Pontfice, la conversin de los pecadores, la propagacin de la f, y los fieles difuntos, para que sean pronto consoladas por la entrada en el eterno refrigerio. Amn. JACULATORIAS Oh Mara nuestra esperanza, rogad por nosotros. Madre de amor de dolor y de misericordia, rogad por nosotros. Oh Mara Madre de Dios y Madre de las misericordias, rogad por nosotros y por los fieles difuntos. La bendicin del Dios Omnipotente, Padre, Hijo y Espritu Santo, descienda sobre nosotros y permanezca siempre. Amn
DIA SEGUNDO En el nombre del Padre y lo dems como el primer da. CONSIDERACION "Madre de Misericordia Mara es Reina, lo hemos visto ayer, pero la adorna un ttulo mucho ms excelso y ms dulce y ms tierno; es madre y no madre as como quiera, sino Madre de Misericordia. Oh consuelo grande para los cristianos, que Mara la Madre de Dios nos haya sido dada por Madre al pie de la cruz donde mora Jess, vctima del amor misericordioso que redime y salva. Jesucristo tiene el dominio sobre el universo entero pero lo reparti con su Madre Santsima, quedndose El con la justicia, poder y majestad, y dndole a Ella la misericordia, la dulzura y la amabilidad. Que consuelo y que esperanza para todos los mortales saber que Dios nos ha dado como Madre a su propia Madre, que como Reina lleva un cetro que no es ni puede ser de rigor y de castigo, ya que es tambin Madre, sino de piedad y de misericordia, que emplea su poder en alcanzar el perdn y misericordia en favor de sus pobres hijos. Aunque seamos culpables de grandes pecados, ella no espera sino que acudamos a su proteccin para cubrirnos con el manto de su misericordia. Pecador soy, Madre querida de las misericordias, y tiemblo al pensar que me he hecho merecedor de las terribles justicias de vuestro Hijo Santsimo, cuya sangre he pisoteado con mis pecados y cuyos sacramentos he despreciado con mi indiferencia y mis ingratitudes. Me estremezco al pensar que la espada de la ira divina se cierne amenazante contra m, porque yo mismo he provocado su clera. Pero vos que sois Madre misericordia; detened el brazo airado de vuestro Hijo y extended sobre este pobre siervo el manto de vuestra misericordia y vuestra piedad. Oh Madre de las misericordias, tened compasin de m. ORACION Es verdad, Inmaculada Reina del Cielo, que no soy digno de tomar en mis labios tu Santsimo nombre. Es verdad que a la vista de mis pecados yo no deba tener el atrevimiento de acercarme a ti y llamarte mi Madre, pero no quiero que mis culpas me priven del consuelo y esperanza que experimenta mi corazn al llamarte Madre de Misericordia, porque este ttulo me da derecho a tu amparo y alienta mi confianza. No hay pecador en el mundo, por perdido que sea, que t no lo recibas, si acude a ti contrito y humillado. Aqu pues me tienes a tus plantas, no me desprecies. Madre Ma. Es verdad que son infinitas mis miserias, pero acurdate que para remediarlas te hicieron Madre de Misericordia. Muestra, pues, que eres mi Madre, muestra que eres refugio de pecadores. Es verdad que nosotros somos pobres miserables, para acercarnos a una reina tan excelsa como t, pero acurdate que si Dios te hizo tan rica, fue para que aliviaras nuestra pobreza y socorrieras nuestras necesidades. Socrrenos, Madre ma, y si el pecado era la causa que te impeda acercarte a nosotros, no ms pecado, fuera la culpa de nuestras almas, lejos de nosotros lo que nos aleja de ti. Cuntanos entre tus siervos, dulce Madre, cuntanos entre tus devotos, cuntanos entre tus hijos, que nosotros publicaremos por el mundo tus bondades. Diremos a todos los pecadores que acudan a T, porque eres la Madre de las Misericordias en esta vida terrenal, y la Madre del amor, de la dicha y de la gloria en la otra que es celestial y eterna. Amn. (Peticin, gozos, oracin final y jaculatorias, como el primer da) DIA TERCERO En el nombre del Padre y lo dems como el primer da. CONSIDERACION "Vida Nuestra La misericordia de Mara que hemos considerado ayer se ejercita desde luego comunicando la vida al pecador, por eso en los proverbios encontramos estas consoladoras palabras que se aplican a Mara: "El que me encuentre, hallar la vida" (8,35), el que encuentre a Mara encontrar la vida. Y en qu consiste la vida del cristiano? En la gracia santificante. El que tiene en su alma la gracia est vivo, el que est en pecado mortal est muerto! Ese horrible estado de muerte aflige hasta las lgrimas a nuestra Madre dulcsima, como se afligen las madres santas cuando tienen un hijo extraviado y perverso y quisieran hacerlo bueno. Mara Santsima no quiere, como tampoco su Hijo Divino que el pecador se condene, sino que viva. Ella di a luz en el tiempo, a que es la vida, Jesucristo, camino, verdad y vida, segn el mismo lo expres en el Evangelio, y que vino a que tuviramos vida, pero no una vida cualquiera sino una vida abundante. Y todo esto por medio de Mara, Jess, vida nuestra, nos vino por medio de Mara, luego Mara es tambin vida nuestra. Por eso en la oracin de la salve que es la oracin de la misericordia decimos: "Dios te salvevida, dulzura y esperanza nuestra". S. Mara es vida del pecador porque por su mediacin resucita de la muerte del pecado a la vida de la gracia y por lo mismo de la vida sobrenatural y le da sobre todo el don de la perseverancia final, como dice San Ligorio, don sin el cual es imposible la vida eterna. Seamos devotos de Mara Santsima, invocndola sin cesar bajo el ttulo de su misericordia, ya que ella ha prometido que los que le honraren hallarn la vida eterna, conforme lo dice el Eclesistico: (24,31)." Qui elucidant me vitam aeternam habebunt". "Los que me honran, tendrn la vida eterna". ORACION Dulcsima Madre de Misericordia, vida de todos tus devotos. T conoces muy bien los corazones que estn muertos a la gracia. Da una piadosa mirada a todos los cristianos, y si encuentras alguno muerto a la vida sobrenatural, tcalo, muvelo, resuctalo. Madre ma, haz que salga del sepulcro de sus culpas y viva en adelante a la vida de la gracia. Y a los que gozan de esa vida, ampralos para que jams la pierdan. Ruega por nosotros ahora y en la hora de la muerte. Ahora para que no pequemos y entonces para que no desfallezcamos. Y en aquel terrible trance, cuando la muerte bata sus alas sobre nuestra cabeza, cuando el infierno ruja, haciendo el ltimo esfuerzo para perdernos, ven a socorrernos. Veamos entonces la sonrisa de tus labios, sintamos la dulzura de tu presencia, expiremos en tus brazos maternales y saliendo nuestras almas del mezquino recinto de este mundo, rodeada de espritus anglicos, vuelen contigo por los espacios inmensos hacia la mansin bienaventurada. All absortos, extasiados, se pierdan en aquel pilago de suavsima luz donde tienes tu trono de amor. All cantemos tus glorias, all publiquemos tus alabanzas, all bendigamos tu clemencia y all reinemos contigo durante la prolongacin interminable de una eternidad que consiste en la posesin de la vida verdadera que es Dios. Amn. (Peticin, gozos , oracin final y jaculatorias, como el primer da). DIA CUARTO En el nombre del Padre y lo dems como el primer da. CONSIDERACION "Dulzura Nuestra Mara es nuestra vida, pero es tambin nuestra dulzura. Dulce es todo aquello que es amable, que es suave, que es deleitoso, que es complaciente, que es apacible. Dulce es la alabanza de Dios, como dice David. "Las alabanzas divinas eran ms dulces a mis labios que la miel de los panales". ( Salmo 118.103). La dulzura de Mara Santsima la pregona el Cantar de los Cantares cuando pone en labios del Celestial Esposo estas tiernsimas palabras: "Levntate , amiga ma, hermosa ma y venmustrame tu rostro y suene tu voz en mis odos, porque el eco de tus palabras es dulce para m" (2-14) y en otra parte: " Sus palabras son ms suaves que la leche y ms dulce que la miel" (4-11). Y quin ms dulce que Mara cuya voz seduce al mismo Dios? Ella es el ms perfecto dechado de dulzura, despus de su Hijo Santsimo, a su voz seductora y llena de ternura, el corazn del hombre se siente arrebatado. Basta llegarse a los pies de esta Madre de Misericordia para sentir la dulzura de su corazn de Madre en el corazn afligido que la invoca. Cuntas lgrimas de consuelo al recibir sobre las heridas de su corazn el blsamo delicioso que sabe derramar sobre ellas esta dulcsima Seora. He aqu porqu los que aman a Mara son dulces en su carcter y amables en su trato. Es que en el amor de Mara dulcsima encuentra el corazn del justo toda clase de delicias espirituales. Pero el pecador no es desechado porque Mara es a un tiempo mismo Soberana del cielo y refugio de los pecadores, Reina del universo y Madre de Misericordia, y por eso tiende amorosa sus manos maternales al pecador arrepentido que la invoca, y le deja or la dulzura infinita de su voz y la suavidad inefable de su perdn. Por la ternura de este dulcsimo corazn de Mara no estars en el infierno, oh pecador Porque cuntas veces habr intercedido por ti ante su Hijo Divino! Y de cuntos peligros espirituales y temporales te habr librado! Porque es Madre de Misericordia, vida dulzura y esperanza nuestra! Amala mucho, si eres justo , mala mucho, si eres pecador; invoca su nombre ms dulce que la miel y ms suave que los trinos de los pjaros y los cantos de los ngeles. Pero sobretodo, que te lleve a gozar de sus encantos en la Patria Celestial. ORACION Oh Mara! Hermosura del cielo, gloria de la creacin, embeleso del Eterno y encanto de los mseros mortales. Qu hermosa eres Madre ma, qu hermosa eres! Tus cabellos son ms hermosos que las irradiaciones del sol cuando asoma en el oriente, ms rubios que la manada de ciervos que se apacientan en el monte Galaad. Tu frente es ms pura que el firmamento azulado, ms serena y apacible que el terso cielo de nuestras campias. Tus cejas son arqueadas y majestuosas como la curva que forma la montaa del Carmelo coronada siempre de verdor inmarcesible. Tus ojos son sencillos como los de la paloma, brillantes como la estrella de la maana y claros como la fuente del Mesebn. Tus mejillas sonrosadas se asemejan a las flores del granado o a la amapola que ufana se levanta sobre la hierba del campo, tus labios son encarnados como la cinta del terciopelo purpurino, que adornaba el trono de los reyes de Israel. Tus dientes son nacarados y limpios como las riqusimas perlas que el mar encierra en su seno. Tu semblante es ms risueo que el de la aurora, ms bello y candoroso que el lirio de los valles. Tu cuello es recto y airoso como la torre de David rodeada de baluartes. Tu pecho inmaculado es el asiento de la pureza y el trono de la virtud. Tu corazn sacratsimo es fuente de misericordia y manantial perenne de amor hacia los hombres. Tu pursimo seno es el arca de la alianza donde estuvo encerrado el verdadero Man bajado del Cielo. Tu talle es ms gracioso que el empinado cedro del monte Lbano. Oh qu pura es tu mirada, que benigno tu rostro y qu bellos tus pasos, hija del Prncipe de la eternidad!. Oh! qu hermosa eres Madre de mi alma, cun hermosa y cun dulce eres! has que esa belleza me robe el corazn y que esa dulzura embriague mi alma aqu en la tierra, y sea mi recompensa en el cielo. Amn. (Peticin, gozos, oracin final y jaculatorias, como el primer da). DIA QUINTO En el nombre del Padre y lo dems como el primer da CONSIDERACION "Esperanza Nuestra Mara es la esperanza del cristiano y el segundo refugio de los pecadores. Haba entre los Israelitas ciudades de refugio para que los asesinos involuntarios tuvieran donde esconderse y escapar de la muerte. De otro modo la venganza era implacable. Entre los cristianos hay otra ciudad de refugio y es Mara, para que el pecador se escape bajo su manto de la venganza implacable del Divino Juez por lo cual es esta Madre misericordiosa la esperanza nica del pecador. Ella misma se llama en las Divinas Escrituras "La Madre de la Santa Esperanza" (Eccl. 24-24) y en otro lugar declara que en Ella est toda esperanza de vida y virtud (Ibd. 24-25). Esperemos pues de Mara Santsima que por su mediacin alcanzaremos los medios para vivir santamente en este mundo y salvarnos en la eternidad. Cuando los Hebreos queran triunfar de sus enemigos, se llevaban consigo el arca de la antigua alianza. En los combates de la vida y sobre todo para el combate final, llevemos con nosotros esta verdadera arca de la nueva alianza, Mara Santsima y saldremos vencedores. Mara es la esperanza del alma, dice San Efrn; es la nica esperanza despus de Dios, dice San Basilio; esperanza de los pecadores, la llama San Agustn; esperanza de los mismos pecadores, la llama San Juan Damasceno. Acuda a ti el que se crea abandonado, dice San Bernardo, y en ti encuentra seguro asilo, esperanza cierta. Acude presuroso a Mara, oh pobre pecador, que el que puso en Ella su confianza nunca qued confundido. ORACION Oh Madre del Amor Hermoso y de la santa esperanza! Oh vida, dulzura y esperanza nuestra! Oh esperanza de los desesperados! A ti acudimos nosotros que de pecados estamos llenos, esperando de tu intercesin poderosa lo que no podemos alcanzar por nosotros mismos. En t esperamos, Seora, has que no sea vana nuestra esperanza. El cielo y la tierra saben que ninguno de los que ha acudido a T fue confundido. Acurdate, pues, que jams se oy decir en el mundo que fuera desamparado ninguno de los pecadores que se acogieron a tu clemencia, Soberana Seora. Habra yo de ser el primer infeliz, y habra yo de ser el primer desgraciado que acudiera a tu bondad y que se viera desamparado? Me habra de tocar la triste suerte de no encontrar refugio en el mismo refugio de los pecadores? Es verdad que yo no lo merezco, es verdad que yo no soy digno de tu proteccin maternal! Pero, Madre de mi alma, acurdate que soy tu hijo, y qu madre desech a su hijo por malo y pecador que fuese? No, ciertamente no! Mil veces no! Animado, pues con esta confianza a ti vengo, Madre de mi corazn. Presntate a tu divino Hijo y dile que me he refugiado en T, y que en tu regazo vivo con la esperanza de que me salvar, porque eres vida, dulzura y esperanza nuestra. Dile en fin que con tu gracia y proteccin espero verle en la gloria. Oh! Gloria inmortal, objeto dulce de mi esperanza! A T levanto mis ojos, yo desterrado y cautivo en este valle de lgrimas, por T suspiro, por T gimo y por T lloro, cual navegante perdido en los mares de este mundo; aunque el viento furioso combata la frgil navecilla de mi alma, y aunque las olas embravecidas se estrellen contra ella, y aunque me vea mil veces en peligro de naufragar, espero confiadamente verme en el puerto seguro, porque nunca apartar mis ojos de T, oh Estrella de los mares, en quin he colocado mi esperanza. En T dulce Madre, esperamos los pecadores, haz que nuestras esperanzas no sean frustradas. En T, Seora, he puesto mi esperanza, no ser confundido eternamente. Amn. (Peticin, gozos, oracin final y jaculatorias, como el primer da). DIA SEXTO En el nombre del Padre y lo dems como el primer da. CONSIDERACION "A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva". Por el pecado de Adn, el hombre perdi su derecho a vivir en el paraso y fue arrojado de l, quedando sujeto a las penalidades del destierro. Y qu vida tan infeliz la que lleva el desterrado suspirando por su patria. Al igual nosotros, que vida tan infeliz la que llevamos desterrados ac abajo, suspirando por la Patria del Cielo, para la cual hemos nacido! Pero en este destierro tenemos un consuelo: es Mara, dispensadora de todas las gracias, de todas las consolaciones y de las ms dulces esperanzas. No es Mara propiamente la que nos lleva al Cielo, puesto que no hay bajo el Cielo otro nombre en que nos apoyemos para salvarnos sino el nombre de Jess, que quiere decir Salvador; pero Mara es Madre de Jess y El la ha constituido Madre nuestra y la Tesorera del Cielo, por cuyas manos maternales ha de pasar toda gracia que de arriba nos venga. Jess nos vino por Mara y por medio de Mara hemos de ir nosotros a Jess que constituye el Paraso y hace las delicias de todos los Santos. Nadie se salva si no por T, Oh Mara dice San Germn. Todos los bienes que la divina Majestad ha decretado conceder, dice San Ildefonso, ha dispuesto que nos venga por tus manos, Oh Mara! Y la Iglesia en las letanas de la Virgen la llama "Puerta del Cielo". Luego el que quiera entrar a la Patria Bienaventurada, abra esta bendita puerta, invoque a Mara. A T clamamos los desterrados hijos de Eva. ORACION Inmaculada Mara! Puerta nica del Cielo por donde salen todas las gracias que vienen a la tierra y por donde entran todas las almas que van al Cielo. A T clamamos los desterrados hijos de Eva, pidindote hoy tu amor dulcsimo y una devocin filial hacia T. A T clamamos desde esta tierra miserable donde el hombre lejos de su Patria, angustiosamente gime sin alivio en su dolor. A T clamamos porque estamos persuadidos de que tu proteccin soberana nos es necesaria para salvarnos. A T clamamos, porque t eres Reina que nos puedes dar la victoria contra nuestros enemigos. A Ti clamamos, porque t eres la Madre de misericordia que puedes remediar todas nuestras miserias. A T clamamos, porque eres vida, dulzura y esperanza de nuestras almas. A T clamamos, porque eres la abogada poderosa que ha de defender nuestra causa en el tribunal espantoso del Eterno Juez; A T clamamos, porque eres nuestra Madre y no tenemos otra a quin acudir sino a T. Si T no nos atiendes, a quin clamaremos que nos atienda? Si t no nos oyes, quin nos oir? Nadie, Madre ma! Por eso clamamos a Ti, esperando tu proteccin poderosa y confiando verte algn da en el Cielo. Amn. (Peticin, gozos, oracin final y jaculatorias, como el primer da). DIA SEPTIMO En el nombre del Padre y lo dems como el primer da. CONSIDERACION "A Ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de lgrimas". El pecado de Adn convirti la felicidad del paraso en tormentos continuos para todos los descendientes desde la cuna hasta el sepulcro. Los hijos de Adn vamos por este destierro lanzando tristes gemidos y empapando en llanto la tierra que pisamos. "El hombre nacido de mujer, dice Job (12,12) vive un tiempo tan corto como lleno de miserias; aparece como la flor que nace y se marchita; su vida fugaz huye como una sombra y nunca permanece en un mismo estado". Hemos nacido para morir y llevamos en nosotros el germen de la muerte; sufrimos enfermedades que nos destruyen y nos van llevando paso a paso al sepulcro. El dolor es nuestro compaero inseparable, por lo cual el nio al nacer lanza un gemido y brillan en sus ojitos las primeras lgrimas y el hombre, al morir lanza otro gemido y las ltimas lgrimas ruedan por sus mejillas. Pero no el dolor fsico solamente sino especialmente las penas del alma nos hieren el corazn como afilados puales. Sufren el magnate y el vasallo; el rico y el pobre; el joven y el anciano. Unas veces la tristeza nos embarga, otras veces el miedo nos aterra; a ste le corroe la envidia, a aqul le retuerce la venganza, al uno le envenena el odio, al otro le enciende la ira, y si queremos vencer tantas pasiones conjuradas contra nosotros, tenemos que vivir en un combate perpetuo, como dice Job, y todo el campo de lucha es pavoroso y llena de tortura el alma. Y mientras estamos en este valle de lgrimas, dice San Agustn nuestro corazn estar inquieto y tendr que librar hasta las heces el cliz del dolor, hasta que descanse en Dios, como lo bebi el Hijo de Dios, llamado el Varn de Dolores. Slo entonces cesar el dolor y se secarn las lgrimas. Y mientras viva el hombre en la tierra no habr consuelo? Oh, s, lo hay y est en la Madre Benditsima de las Misericordias que no puede or un gemido sin que al instante se incline compasiva, que no puede ver una lgrima sin que al instante la recojan sus manos maternales, llevando el ms dulce consuelo al alma que la invoca. Invoqumosla, pues, llenos de f, de confianza y amor, dicindole desde el fondo de nuestro corazn: "A T suspiramos gimiendo y llorando en este valle de lgrimas". ORACION S Reina del Cielo, a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lgrimas! Porque en hecho de verdad, qu somos nosotros en este mundo sino desterrados hijos de Eva? Qu somos Madre ma, ms que unos cautivos alejados de su Patria? Y qu remedio le queda al mendigo y al desterrado para no morir y perecer, sino acudir a las puertas de la misericordia pidiendo socorro y proteccin? Qu remedio podr tener el pajarillo recin nacido que no tiene alas para volar ni fuerzas para buscar alimento? Qu remedio le queda, sino dar voces y piar y llenar los aires de clamores, llamando a su madre para que le atienda? Pues as clamamos a T los desterrados hijos de Eva. No nos abandones, Madre ma! Y si la blanca paloma no abandona a sus polluelos, sino que acude a socorrerlos. T que eres la paloma sin mancilla, no nos abandones aunque lo merezcan nuestras culpas. A T clamamos siempre con gemidos del corazn, llorando nuestro destierro, nuestra miseria y nuestros pecados y pidindote con lgrimas y sollozos el remedio de tantos males, hasta que terminado nuestro destierro, logremos un da verte eternamente en nuestra patria verdadera, que es la celestial y eterna. Amn. (Peticin, gozos, oracin final y jaculatorias, como el primer da). DIA OCTAVO En el nombre del Padre y lo dems como el primer da. CONSIDERACION "Mara Abogada Nuestra Abog Betsab por Adonas ante su hijo el Rey Salomn. Al ver Salomn entrar a su Madre se levant de su trono y sentndose a su derecha le dijo: "Pdeme lo que quieras, Madre ma que no puedo rechazar tu peticin" Y no ser ms, mucho ms, Mara Santsima que Betsab? Ella que est sentada a la diestra de su Hijo divino en el Cielo, coronada como Reina y Seora por el Padre Celestial, no ser una abogada mucho ms poderosa que Betsab? Un abogado bueno y cristiano y de corazn generoso, goza defendiendo al miserable y procura reconciliar las partes encontradas y sobretodo mueve con razones y con ruegos al juez para que absuelva al culpable, o al menos aminore la pena. Este triple oficio desempea nuestra misericordiosa Madre, como abogada nuestra que es ante su Hijo. Desde el primer instante de su concepcin, Mara no pens sino en glorificar a Dios y salvar los pecadores; ese celo creci en ella en la medida en que creca su amor a Dios, sobretodo despus de que en el calvario la constituy su Hijo moribundo Madre de los hombres. Revel ella misma a Santa Matilde que el ttulo que ms le agrada, despus del de Madre de Dios, es el de abogada de los pecadores para ejercitar con ellos sus misericordias maternales. El pecador con el pecado mortal se echa de enemigo a Jesucristo perdiendo as la gracia; Mara se impone y aboga, a fin de que la gracia y amistad perdidas vuelvan al infeliz pecador. Sobre todo en la ltima hora de la vida. Ella ser nuestra abogada si la honramos, implorando para entonces su misericordia. Una sola cosa nos pide y es no permanecer unidos al yugo del pecado; arrepentirnos y llorar nuestros pecados. Del buen ladrn se cuenta que cuando se retorca del dolor en su cruz y blasfemaba, logr cruzar sus ojos con los ojos tristsimos de Mara Santsima, y fue tal su conmocin interior, que con los mismos ojos le suplic que intercediera por l ante su Hijo moribundo. Mara intercedi al punto, y Dimas oy estas palabras de Jess; "Hoy estars conmigo en el Paraso". ORACION Oh reconciliadora de la paz! Arco iris puesto entre las iras del Cielo y los delitos mos. A T acudo, pues eres la abogada nuestra! Cumple tu oficio volviendo hacia nosotros esos tus ojos misericordiosos. En tus manos ponemos la causa de nuestra salvacin. Defiende T, Madre ma, esa causa y si no quieres defenderla, dinos a quin hemos de acudir, para que abogue por nosotros. Yo no acudo a nadie ms que a T! Yo quiero deberte mi eterna salvacin! Yo quiero tener la dicha de entrar en el Cielo por T, que eres la verdadera puerta de aquella mansin dichosa. Madre de mi vida! Otra vez te pido me mires con ojos misericordiosos, despus de este destierro, haznos participantes de las inefables delicias que gozas en la celestial Sin. Amn. (Peticin, gozos, oracin final y Jaculatorias, como el primer da). DIA NOVENO En el nombre del Padre y lo dems como el primer da. CONSIDERACION "Vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos En el antiguo testamento, cuando rega la ley del temor, las miradas de Dios eran terribles. "Toca los montes y humean" dice el Salmo 103,32, "mira a la tierra y la hace temblar", pero lleg la poca del amor y mir la pequeez y humildad de Mara, y la hizo bienaventurada para la dicha del mundo. Porque a Mara, merced a la mirada de dulzura infinita, que Dios le dirigi al verla inmaculada y sin embargo tan humilde, la dot de misericordia,, de dulzura, de paz, de gracia y de felicidad en sus miradas maternales, prerrogativas stas que caen en el alma a quien esta celestial Seora mire con tales ojos. Por lo cual los cristianos le decimos con tanta confianza: "Vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos". Dichosa el alma que es objeto de las dulces miradas de Mara SantsimaComo al aparecer la aurora en el oriente huyen las tinieblas de la noche, y las nocturnas aves de rapia huyen en busca de las rocas donde anidan, as del alma del pecador huyen las tinieblas del error y del pecado, se disipan las tristezas que abaten el alma y los demonios huyen a sus cavernas infernales. Al infiel Pedro, que acaba de negarle, mir a Jess en casa de Ans, con una mirada de dulcsimo reproche y de dulzura y de misericordia infinita. Esa mirada conmovi hasta las entraas al Apstol negador, quien llor tanto que con sus lgrimas se le surcaron las mejillas. Y como esta mirada son siempre las miradas de Mara, llenas de luz; y aun se han animado a veces sus estatuas y han sonredo a sus devotos con una dulzura y una misericordia que slo Ella pueda derramar. Y el resultado ha sido la conversin de innumerables pecadores que no han resistido al mgico poder de esos ojos maternales, llenos de infinita misericordia. En todos los combates de tu alma, acude pues a Mara, oh cristiano, para que te mire compasiva y sobre todo en la hora de la muerte, vuelva a ti sus ojos misericordiosos. Amn. ORACION Dulcsima Madre de mi vida! La hora espantosa del juicio me ha de llegar sin remedio, y ver sentados en su trono de relmpagos al Juez terrible, ante cuyo tribunal severo me acusarn mis enemigos. Qu ser entonces de m si T me desamparas? Quin vendr en mi socorro si tu me abandonas? No me dejes Madre ma, no me dejes! Antes bien, hazme sentir entonces los saludables efectos de tus piadosas miradas! A T Seor, levanto hoy mis ojos y te suplico con nimo contrito que vuelvas a m, ahora y entonces, esos tus ojos misericordiosos! Mrame, Inmaculada Mara cuando mi alma turbada en sus mismos pensamientos, espere temblando la sentencia del Supremo Juez! Acgeme bajo el amparo de tus alas, oh casta paloma! Y obtenindome aqu el perdn all me consigas sentencias favorables, como consecuencia de la plegaria que de lo ms ntimo de mi corazn te dirijo con la Iglesia; "Ea, pues, Seora abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos". Amn. (Peticin, gozos, oracin final y jaculatoria, como el primer da).
1.931 ________ 1.981 "En este día de bendición, 8 de Septiembre de 1.931, declaramos inaugurada oficialmente el culto de esta Sagrada Imagen de Nuestra Madre Celestial en este lugar bendito, y que ella derrame sus bendiciones sobre todos aquellos que la invoquen y envuelva entre los pliegues de su manto a este su esclavo que tanto la quiere, a su clero y a su seminario, a sus religiosos y religiosas, y a todos los fieles de la ciudad y de la Diócesis." Mons. Builes SANTA ROSA DE OSOS Antioquia-Colombia
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Durante la guerra, la conexión a Internet puede desaparecer. Los cortes de Internet pueden ser el resultado de muchos factores diferentes. Durante la guerra, aumentan los riesgos de inhabilitarlo: el enemigo puede intentar censurar el libre intercambio de información entre usuarios para evitar su coordinación, movilización e información. ¿Qué hacer en tales casos y cómo mantenerse en contacto?
- Instalar el navegador CENO (Censorship No!): Este es un navegador web canadiense para dispositivos móviles Android. La red permite a los usuarios compartir contenido descargado. Esto evita la dependencia de servidores centralizados: el contenido web se almacena en línea incluso durante el filtrado estricto. CENO se puede descargar desde Google Play Market.
- Instalar Bridgefy: Esta es una aplicación móvil que te permite comunicarte con otros usuarios sin necesidad de conexión a Internet. Transmite datos a través de Bluetooth. Tan pronto como se detiene el servicio de Internet móvil, los usuarios pueden intercambiar mensajes a través de la función Bluetooth. La aplicación funciona tanto para Android como para iOS. Tu smartphone puede conectarse a una distancia de unos 100 metros a todos los usuarios de Bridgefy que se encuentren cerca. La aplicación envía mensajes a todos los dispositivos que te rodean, después de lo cual este proceso se repite en los dispositivos de otras personas, lo que te permite enviar mensajes a largas distancias. Bridgefy se puede descargar desde Google Play Market y App Store.
- Instalar el servicio Psiphon: Este es un servicio VPN. Cómo funciona: el usuario descarga el archivo. Cuando abre el archivo, la seguridad de Windows pregunta: «¿Debería ejecutar la tarea de Psiphon?». Este es un paso importante en la verificación porque Psiphon es un archivo pequeño, no un programa completo.Windows generará automáticamente un certificado que confirma que es un programa real, no un virus. Psiphon se conecta a uno de los canales de red encriptados. Después de completar la conexión, el tráfico de Internet llega a través de la red Psiphon, que da acceso a los sitios bloqueados. Psiphon se puede descargar desde Google Play Market y App Store.
- Matrix: Este es un protocolo abierto para la comunicación en tiempo real. Se puede usar para mensajes de texto, chats grupales, llamadas de audio y video y bots. Puede registrarse en cualquier servidor abierto u organizar su propio servidor (abierto o cerrado). Para comenzar a usar Matrix, usar el cliente web de Element o su versión móvil.
- Mesh: una red densa. Los teléfonos con programas especiales de chat instalados buscan otros teléfonos similares. Ya sea a través de puntos de acceso Wi-Fi compartidos, incluso sin red, o mediante Bluetooth, que puede alcanzar los 100 metros. Para obtener una conexión sin conexión, debe formar una cadena de dispositivos. Para ello, instala estos programas para ti y tu familia: Bridgefy (disponible para Android e iOS) y Briar (disponible solo para Android)
¡Recordar! Los programas necesarios para eludir la censura o el uso en ausencia de Internet deben descargarse con anticipación, mientras haya acceso completo a Internet.