Novena dispuesta por la Hermandad del Santo Cristo de San Agustín en la ciudad de Granada, y reimpresa en Granada por la Imprenta de los Herederos de Manuel Gómez Moreno en 1834.
«Petíte, et dábitur vobis, omnis enim qui petit áccipit» (S. Matth. VII,. 7-8).
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo Dios y Hombre verdadero, Criador y Redentor mio, por ser Vos quien sois, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa, Señor, de todo corazón de haberos ofendido: propongo firmisimamente la enmienda con vuestra Divina gracia: y espero en vuestra infinita misericordia, me habéis de perdonar y salvar, por los méritos de vuestra Santísima Vida, de vuestra preciosísima Sangre, de vuestra dolorosísima Pasión, y afrentosísima Muerte. Pequé, Señor, habed misericordia de mí.
DÍA PRIMERO
ORACIÓN AL ETERNO PADRE (N. P. San Agustín, Meditaciones, cap. 1 y cap. 5).
Señor Dios mío, Eterno y amoroso Padre de mi Señor Jesucristo, dadme gracia, para que en esta Novena, y en todos los días de mi vida, Os desee mi corazón, deseándoos Os busque,buscándoos, Os halle, hallándoos Os ame y amándoos logre el perdón de mis pecados, y que nunca más vuelva a ofenderos. Dios mío y misericordia mía, desatad las prisiones de mis yerros, y borrar la sentencia de muerte que por mis culpas merezco, por la caridad y amor de vuestro Hijo querido. Yo no hallo, Señor, otro Intercesor más poderoso para con vuestra Majestad sino al que es propiciación y rescate de todos nuestros pecados, y continuamente intercede por nosotros, Este es, ¡oh Eterno Padre!, Nuestro Abogado delante de vuestra Majestad: este es el Sumo Pontifice que no tiene necesidad de ser purificado con ajena sangre, porque en la Cruz resplandece bañado con la suya propia: este es, Señor, la Hostia santa y perfecta a vuestra Majestad agradable: este es el Cordero sin mancha, que en poder de sus enemigos enmudeció, y siendo abofeteado, escupido y afrentado, no abrió su boca; y no habiendo cometido pecado alguno, llevó sobre Sí nuestros pecados, y con sus Dolores sanó nuestras dolencias, Por su medio os pido, Señor, me concedáis lo que en esta Novena pretendo, siendo para honra y gloria de vuestra Majestad. Amén.
ORACIÓN A CRISTO CRUCIFICADO (N. P. San Agustín, Meditaciones, cap. 49 y cap. 35).
Señor mío Jesucristo, Hijo de Dios vivo, Soberano Protector mío, que extendidas y clavadas las manos en la Cruz, bebiste el amargo Cáliz de tu Pasión por mi redención y la de todos los pecadores, yo Te suplico, que me des la mano, y me socorras hoy y en estos días, concediéndome lo que en esta Novena, siendo de Tu agrado, pretendo. Aquí me tienes, Señor, que como pobre vengo a Ti, que eres rico, y como miserable me valgo de Ti, que eres Misericordioso: no me aparte de aquí vacío y despreciado de Ti. Yo confieso, Dulcísimo Jesús mío, yo confieso contra mi mi maldad delante de tu magoificencia y bondad: ten misericordia de mí, pues tantos dolores Te costé. Y óyeme, Dios mío, óyeme, Lumbre de mis ojos, oye lo que Te pido, y para que me oigas dame la petición, y el modo de pedirte. Piadosísimo y Misericordiosísimo Señor, no Te hagas inexorable para mí mirando mis pecados, sino atendiendo a tu bondad recibe benigno los ruegos de este siervo tuyo, y concédeme el efecto de mi petición y deseo, por la intercesión y ruegos de la Gloriosa Virgen María tu dulcísima Madre, y de tu amado Doctor San Agustín mi Padre. Amén.
JACULATORIAS Y ORACIONES EN HONRA DE LAS CINCO LLAGAS DEL SEÑOR
- JACULATORIA 1.ª (N. P. San Agustín, Soliloquios, cap. 74. y cap. 18): ¡Oh amabilísimo Jesús Crucificado, digno de ser servido siempre y amado! Tarde Te amé, hermosura antigua y nueva, tarde Te amé. ¿Quieres, Señor que te quiera? ¿Me mandas que yo Te ame? Dame lo que me mandas y mándame lo que quieres. Pater noster, Ave María y Gloria Pátri.
- JACULATORIA 2.ª (N. P. San Agustín, Manual. cap. 10): ¡Oh dulcísimo Jesús Crucificado, amor grande, que siempre ardes y nunca te apagas, Dios mío y Caridad mía! Enciéndeme y abrássme todo con tu Divino fuego, con tu caridad y dulzura, para que con todo mi corazon Te ame. Pater noster, Ave María y Gloria Pátri.
- JACULATORIA 3.ª (N. P. San Agustín, Soliloquos, cap. 7): ¡Oh suavísimo Jesús Crucificado, Luz de mis ojos, por la cual veo, y sin la cual estoy ciego, gozo de mi corazón, y alegría de mi espíritu! Ámete yo, Señor, con todo mi corazón, con toda mi alma y con todis mis entrañas, porque me amaste primero. Pater noster, Ave María y Gloria Pátri.
- JACULATORIA 4.ª (N. P. San Agustín, Soliloquios, cap. 1): ¡Oh Clementísimo Jesús Crucificado, Hijo de Dios vivo, vida que me das vida y que eres toda mi vida: vida por la cual vivo, y vida sin la cual muero: vida con la cual resucito, y sin la cual perezco: vida vivificante, dulce y amable! Vivifícame con tu gracia, para que Te ame. Pater noster, Ave María y Gloria Pátri.
- JACULATORIA 5.ª (N. P. San Agustín, Meditaciones, cap. 57): ¡Oh amantísimo Jesús Cracificado, Saeta escogida y aguda Espada, que puedes con tu Divina potencia penetrar el duro estado del corazón humano! Traspasa mi corazón con la saeta de tu dulce amor, para que pueda decirte mi alma que está herida con tu caridad. Pater noster, Ave María y Gloria Pátri.
Pues yo soy quien te ofendí,
Mi dulcísimo Jesús,
Por tu Pasión y tu Cruz,
Rogad al Padre por mí.
Tu Prisión
La causó mi libertad,
Pues con pasión
Me arrojé tras la maldad,
Y tu bondad
Se ofreció al Padre por mí.
Por tu Pasión y tu Cruz,
Rogad al Padre por mí.
Las espinas
Traspasaron tu Cabeza,
Y en esas minas
Hallo mi mayor riqueza,
Pues con largueza
Diste la vida por mí.
Por tu Pasión y tu Cruz,
Rogad al Padre por mí.
Los azotes,
Heridas y bofetadas
Fueron dadas
Por mis manos atrevidas,
Y sufridas,
Manso Cordero, por mí.
Por tu Pasión y tu Cruz,
Rogad al Padre por mí.
Los baldones,
Las heridas sin cuento,
Son blasones
De mi alma y mi contento,
Solo siento
Que yo Te las merecí.
Por tu Pasión y tu Cruz,
Rogad al Padre por mí.
Esa Cruz
Donde estás, mi Bien, clavado,
Es mi luz,
Aunque el sol esté eclipsado,
¡Ay, dulce Amado,
Si yo muriera por Ti!
Por tu Pasión y tu Cruz,
Rogad al Padre por mí.
La amargura
De tu boca aheleada
Es dulzura
De mi alma regalada,
Y pagada
La fruta que yo comí.
Por tu Pasión y tu Cruz,
Rogad al Padre por mí.
Son tus manos,
Tus pies y costado abierto
Dulce puerto,
Donde nuestro bien hallamos,
E inhumanos,
No nos mueve verte asi.
Por tu Pasión y tu Cruz,
Rogad al Padre por mí.
Con tu Muerte,
Quedó todo consumado,
De esta suerte
A tu Padre le has pagado
Lo que el pecado
Me dejó de deuda a mí.
Por tu Pasión y tu Cruz,
Rogad al Padre por mí.
Los Dolores
De vuestra Madre afligida
Son amores
Ofrecidos por mi vida,
Madre la más dolorida,
¡Oh!, ¿quién muriera por Ti?
Por tu Pasión y tu Cruz,
Rogad al Padre por mí.
Pues yo soy quien te ofendí,
Mi dulcísimo Jesús,
Por tu Pasión y tu Cruz,
Rogad al Padre por mí.
En lugar de la Antifona se dice:
Blnnco y rubio eres, amado Jesús Crucificado, y por todos modos digno de ser amado y querido; porque toda tu figura amor respira, y tu cabeza iuclinada, tus extendidos manos y tupecho abierto, provocan a ser con amor correspondido.
℣. A Ti, Cristo Jesús, te adoramos y a Ti te bendecimos.
℟. Porque por medio de tu Cruz redimiste al mundo.
ORACIÓN
Señor mío Jesucristo, que estando en el seno de tu Eterno Padre, bajaste de los Cielos a la Tierra, y derramaste tu preciosa Sangre en remisión de nuestros pecados: humildemente Te rogamos, que en el día del Juicio, a tu mano diestra colocados, merezcamos oír: «Benditos de mi Padre, venid». Que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Oración que se dirá todos los días al acabar la novena en tiempo de peste u otra cualquier necesidad.
LATÍN
Christus vincit, Christus regnat, Christus ímperat, Christus ab omni malo nos deféndat.
Christus Rex venit in pace.
Et Verbum caro factum est.
Deus homo factum est.
Per signum sanctæ Crucis líbera nos, Dómine Deus noster.
De inimícis nostris líbera nos, Deus noster.
Christus nobíscum stat.
Sanctus Deus, Sanctus Fortis.
Sanctus Immortális, miserére nobis.
Orémus:
ORATIO
Deus misericórdiæ, Deus pietátis et caritátis, Deus indulgéntiæ ac véniam, qui misértus es super afflictiónem pópuli tui, et dixísti Ángelo percuténti pópulum tuum: «Contíne manum tuam
», ob amórem illíus Stellæ gloriósæ, cujus úbera pretiósa contra venénum nostrórum delictórum quam dulcit suxísti; præsta auxílium grátiæ tuæ, ut ab omni peste, fame, bellum, terræmótus, fúlgure, tempestáte, et improvísa morte secúre liberémur, et a tótius perditiónis incúrsu misericórditer salvémur. Per te, Jesu Christe Rex glóriæ, Salvátor mundi, qui cum Patre et Spíritu Sancto vivis et regnas, Deus, in sǽcula sæculorum. Amen.
TRADUCCIÓN
Cristo vence, Cristo reina, Cristo impera, Cristo nos defienda de todo mal.
Cristo Rey vino en paz,
Y el Verbo se hizo carne,
Dios se hizo hombre.
Por la señal de la Santa Cruz líbranos, Señor Dios nuestro.
De nuestros enemigos líbranos, Señor.
Cristo está con nosotros.
Santo es Dios, Santo fuerte.
Santo Inmortal, ten piedad de nosotros.
Oremos:
ORACIÓN
Dios de misericordia, Dios de piedad y amor, Dios de indulgencia y perdón, que compadeciéndoos de la aflicción de vuestro pueblo, dijisteis al Ángel castigador que lo hería: «suspende tu mano». Por amor de aquella Estrella Gloriosa, vuestra Madre purísima, de cuyos pechos os alimentasteis tan dulcemente del licor milagroso contra el veneno de nuestros delitos, concedednos el auxilio de vuestra gracia para que seguramente seamos libres y misericordiosamente salvos de toda peste, hambre, guerra, terremoto, rayo, tempestad, muerte repentina y de todo peligro de condenación eterna. Por Vos, Jesucristo, Rey de la Gloria, y Salvador del mundo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
DÍA SEGUNDO
Por la señal…
Acto de contrición.
ORACIÓN AL ETERNO PADRE (N. P. San Agustín, Meditaciones, cap. 6).
Piadoso, Eterno y Amoroso Padre y Señor mío, aquí tiene vuestra Majestad presente a mi Sagrado Protector: mirad, Dios mío, a vuestro piadosísimo Hijo con tanta impiedad atormentado y muerto en la Cruz por mí: mirad, Rey Clementísimo, al que padece, y benigno acordaos de mí, por quien padece. Este es, Señor, aquel inocentísimo Hijo, que vuestra Majestad entregó a la muerte para rescatar al desagradecido esclavo: este es aquel Autor de la vida, que como manso Cordero fue llevado al sacrificio, y siéndoos obediente hasta la Cruz, no rehusó padecer la más cruel y afrentosa muerte, por dar vida al hombre muerto en la culpa y preso en la carcel de la muerte. Acordaos, ¡oh Divino Dispensador de nuestra salvación y salud!, que con ser este mismo Señor el que engendrasteis de vuestra Divina y Eterna Substancia, quisisteis que se vistiese de la fliqueza de mi carne, para que en el Madero Santo pagase, mediante la carne que había tomado, el triste castigo que yo merecía. Poned, Señor, los ojos de vuestra misericordia sobre esta obra de inefable piedad; y por su medio concededme el perdón de mis pecados, y la merced que en esta Novena solicito, siendo para honra y gloria de vuestra Majestad. Amén.
ORACIÓN A CRISTO CRUCIFICADO (N. P. San Agustín, Soliloquios, cap. 13 y Manual, cap. 11).
Señor mío Jesucristo, Soberano Protector mío Crucificado por mí: yo Te pido, Señor, por quien eres, que no me desampares ni dejes: así lo espero, mi Dios, pues me criaste cuando yo era nada, y me redimiste cuando más perdido estaba. Muerto estaba yo, y siendo Tú inmortal, para venir a darme vida, tomaste carne mortal. Al esclavo, Soberano Rey, bajaste y para rescatarlo, a Ti mismo Te entregaste. Para que viviese yo, padeciste muerte, y con ella venciste a la misma muerte, Tanto me amaste, Señor, que dando tu preciosa Sargre en precio por mí, me da fundamento tu amor a que piense que más me amaste a mí que te amaste a Ti, porque quisiste morir en la Cruz por mí. ¡Ah, Señor!, que estas tan grandes finezas sean un memorial de tu excesivo amor, y que de mi corazón nunca yo Te aparte, pues por mí de esa Cruz no te apartaste. Hermosísimo Jesús, humildemente te ruego, por aquel sacratísimo derramamiento de tu preciosa Sangre, con que en la Cruz nos redimiste, que le des a mi corazón una verdadera contrición, y una fuente de lágrimas con que llore mis pecados, principalmente en esta ocasiín en que Te ofrezco estas oraciones y ruegos; y concédeme, Señor, lo que en esta Novena te pido, por los méritos de tu Madre Santísima y de San Agustín tu amante Siervo. Amén.
Las Jaculatorias y demás oraciones se dirán todos los días.
DÍA TERCERO
Por la señal…
Acto de contrición.
ORACIÓN AL ETERNO PADRE (N. P. San Agustín, Meditaciones, cap. 6).
Soberano Señor, Eterno Padre y Dios mío, aquí pongo delante de vuestra Divina presencia a vuestro dulcísimo Hijo extendido y descoyuntado por mí en el madero sagrado de la Cruz. Mirad, Señor, aquellas inocentes manos destilando preciosa Sangre, y por ellas perdonando las maldades que con atrevida osadía han cometido las mías. Reparad, Dios mío, en aquel amoroso pecho con la lanza cruel atravesado, y renovarme a mí con la sagrada fuente que creo haber salido de su piadoso Costado. Por aquellos sacratísimos pies que anduvieron por los caminos de vuestra santa Ley, que veis allí con duros clavos traspasados, pido a vuestra Majestad, piadoso Padre, que gobernéis los míos, para que ande siempre por las sendas de la verdad, aborreciendo yo los caminls torcidos y errados. Rey de los Santos, yo os suplico por este Santo de los Santos, mi Redentor Crucificado, que me hagáis correr por el camino de vuestros Mandamientos, para que logre unirme en el Espíritu con vuestro Hijo Santisimo, pues Él no tuvo horror ni asco de vestirse de mi carne. Concededme, Señor, por Su preciosa Sangre la gracia que en esta Novena pretendo, siendo para honra y gloria de vuestra Majestad. Amén.
ORACIÓN A CRISTO CRUCIFICADO (N. P. San Agustín, Meditaciones, cap. 7).
Señor mío Jesucristo, Sagrado protector y Redentor mío: ¿qué culpa fue la mía, amantísimo Mancebo, para ser tan mal tratado, y condenado a muerte de Cruz? ¿Cuál fue el pecado que cometiste para morir afrentado y ser con desprecio sentenciado? Bien veo, Señor, que no hubo culpa de tu parte, porque eres por naturaleza Santo e impecable. Yo, Crucificado Bien mío, yo soy la llaga de tu dolor: yo tengo la culpa de tu muerte: yo soy el que solo merece los tormentos, porque, yo soy la única causa de tus cardenales y llagas. ¡Oh disposición admirable de tan inefable misterio! Peca el injusto, y es castigado el justo: obra mal el delincuente, y es azotado el inocente: ofende a Dios el malvado, y el piadoso es condenado: el bueno padece lo que el malo merece: la deuda del esclavo la paga el Señor, y por la culpa del hombre puro muere un Hombre Dios. ¡Oh Hijo de Dios vivo! ¡Hasta dónde llegó tu humildad, tu amor, tu caridad, tu compasión y piedad! Usa, Señor, conmigo, de todos estos atributos soberanos, y preséntalos a tu Eterno Padre, para que me perdone mis pecados, y concédeme piadoso lo que en esta Novena solicito, por los méritos de tu dulcísima Madre, e intercesión del Glorioso San Agustín. Amén.
Las Jaculatorias y demás oraciones se dirán todos los días.
DÍA CUARTO
Por la señal…
Acto de contrición.
ORACIÓN AL ETERNO PADRE (N. P. San Agustín, Meditaciones, cap. 6).
¡Oh Padre Piadosísimo y Dios Eterno! Mirad, Señor, a vuestro Dulcúsimo Hijo por mí Crucificado: mirad su Sacrosanta Cabeza herida, inclinada y descaecida: su cerviz más blanca que la nieve, ensangrentada toda, y con la muerte doblada y caída: Mirad, Benignísimo Criador mío, la sagrada Humanidad de vuestro amado Hijo, y tened misericordia de mi flaqueza, que soy pobre y debil criatura vuestra. Reparad, Dios mío, cómo resplandece en la Cruz su desnudo Pecho y su Costado manando Sangre bermeja: cómo está eclipsada la hermosura de sus ojos, y pálido el color de su Divino Rostro: cómo están sus Brazos yertos, extendidos y descoyuntados, y los arroyos de su Sangre riegan sus Pies traspasados con duros y crueles clavos. Contemplad, ¡oh Glorioso Padre!, los miembros quebrantados y descuadernados de vuestro amado Hijo, y acordaos misericordioso que soy de barro quebradizo. Considerad, mi Dios, las penas de este Dios Hombre, y tened piedad de la miseria del hombre que criasteis: mirad la Pasión del Redentor, y perdonad, Señor, el pecado del redimido, y por su medio concededme la merced que Os pido, siendo para honra y gloria de vuestra Majestad. Amén.
ORACIÓN A CRISTO CRUCIFICADO (N. P. San Agustín, Meditaciones, cap. 7).
Señor mío Jesucristo, Soberano Protector mío, por mi amor Crucificado, gracias te doy por el beneficio grande de haberte puesto en esa Cruz para mi libertad y salud; pues siendo yo el malo, Tú eres el castigado: la culpa yo la cometi y Tú, Dios mío, pagas la pena por mí: yo soy el delincuente y Tú padeces el tormento: yo soy el soberbio envanecido y Tú, Gran Señor, el humillado y abatido: yo soy el inobediente y Tú por obediencia pagas con la muerte la culpa de mi inobediencia. De la gula me dejo yo llevar, y Tú padeces hambre, sed y necesidad: Al ilícito deleite me arrastró el árbol vedado, y la caridad perfecta te puso a Ti Crucificado: yo me deleito comiendo, y Tú te angustias padeciendo: yo gozo de los regalos, y a Ti te despedazan y atormentan duros clavos: yo gusto de la manzana la dulzura, y Tú gustas de la hiel y del vinagre la amagura: a mí Eva con risa me acaricia, y de Ti llorando se compadece María. Suplícote, Dulce Jesús mío, que compadecido de mi miseria y movido de tu misericordia seas mi Medianero con tu Eterno Padre, para que logre lo que pretendo en esta Novena, por la intercesión de tu dolorosa Madre, y del Glorioso Doctor San Agustín. Amén.
Las Jaculatorias y demás oraciones se dirán todos los días.
DÍA QUINTO
Por la señal…
Acto de contrición.
ORACIÓN AL ETERNO PADRE (N. P. San Agustín, Meditaciones, cap. 8).
Dios todopoderoso, Eterno y amoroso Padre de mi señor Jesucristo, miradme ya con ojos de misericordia, pues os ofrezco a vuestro amado Hijo por mí Crucificado: en Él presento a vuestra Majestad lo más precioso y estimable que he podido hallar: ninguna cosa para mí reservo, porque os ofrezco Señor, todo cuanto tengo: nada me queda que añadir a la dádiva, porque toda mi esperanza y todo mi caudal ofrezco en vuestro Hijo a vuestra Majestad, ahí tenéis, Dios mío, el medianero entre vuestra Majestad y los pecadores: ahí tenéis a mi intercesor y abogado, por cuyo medio espero conseguir el perdón de mis pecados. Yo creo, Eterno y piadoso Padre, que enviasteis al mundo a vuestro unigénito Hijo, para que vestido de mi humanidad se dignase padecer y sufrir prisiones, bofetadas, escarnios, salivas, Cruz, clavos y lanzas. Esta Humanidad, Señor, así herida, es la que amansa vuestra ira, y la que nos reparte vuestras misericordias. Por ella os pido que no apartéis de mí, indigno pecador, los ojos de vuestra Paternal misericordia y amor, y me concedáis por medio de tan grande intercesor lo que en esta Novena pretendo, siendo para honra y gloria de vuestra Majestad. Amén.
ORACIÓN A CRISTO CRUCIFICADO (N. P. San Agustín, Meditaciones, cap. 7).
Señor mío Jesucristo, Rey de la Gloria, Dios mío Crucificado y sagrado Protector mío: ¿con qué podré yo pagarte los beneficios que he recibido de Ti puesto en esa Cruz? Bien veo, Señor, que en el corazón humano no hay cosa digna y correspondiente a tales mercedes, y que la criatura no puede elevarse tanto que llegue a recompensar lo que de su Criador recibe. Mas también considero, dulcísimo Jesús, mío, que atendiendo a tu admirable dispensación, puede mi flaqueza satisfacer en algo tanta dignación, si mi alma ilustrada con tu visitación y compungida con tu memoria, crucifica su carne con todos sus apetitos; porque cuanto recibe esta merced de Ti, empieza a compadecerse de Ti y a entender que por mis culpas quisiste morir. Concédeme, piadosísimo Señor, por tus antiguas misericordias, esta gracia, para que desechando yo el mortal veneno de la Serpiente infernal, me sea restituida aquella antigua salud que me ganaste con tu preciosa Sangre. Y hacer que sin Ti ninguna cosa sea dulce para mí, ninguna cosa me agrade, ni me sea hermosa o preciosa fuera de Ti: el gozo sea mi pena sin Ti, y la pena suma alegría por Ti: tu Nombre sea mi refrigerio y tu memoria consuelo. Yo te suplico, Esperanza mía, que por tu piedad infinita, perdones mis culpas y malas correspondencias, y me concedas lo que pido en esta Novena, por los méritos de tu Madre Santísima y del Glorioso Doctor San Agustín. Amén.
Las Jaculatorias y demás oraciones se dirán todos los días.
DÍA SEXTO
Por la señal…
Acto de contrición.
ORACIÓN AL ETERNO PADRE (N. P. San Agustín, Meditaciones, cap. 1 y cap. 8).
¡Oh Dios inmenso, Eterno y Soberano Padre! Aquí nos tenéis en vuestra presencia, a vuestro Hijo mi Señor Crucificado, y a mí su rebelde esclavo: mirad, piadoso Padre, al Hijo que engendrasteis, y al esclavo que redimisteis: mirad al Hacedor, y no despreciéis la hechura; abrazad tierno y amoroso al Pastor, y mirad misericordioso la oveja que trajo sobre sus hombros. Aquí tenéis, Soberano Rey, Dios Omnipotente y Señor mío, al Buen Pastor que a costa de su Sangre, de su Muerte y su Pasión, os trae en mí lo que vuestra Majestad le encomendó: Él tomó por vuestra obediencia a su cargo salvar al hombre y os le ofrece en la Cruz, salvo y limpio de toda mancha con su preciosa Sangre. Bien puedo yo, Padre amoroso, por mí mismo ofenderos, mas no puedo yo por mí mismo desenojaros; pero vuestro amado Hijo y mi Dios, ha querido ser mi fiador y vestirse de mi humanidad para curar mi enfermedad, y para que de donde había nacido la culpa allí se hallase el remedio. De es te Divino Protector me valgo para con vuestra Majestad si Vos mi Dios me despreciáis por mi maldad, miradme con misericordia y piedad por la caridad de vuestro amado Hijo Crucificado, y con el perdón de mis pecados concededme lo que solicito en esta Novena, siendo para honra y gloria de vuestra Majestad. Amén.
ORACIÓN A CRISTO CRUCIFICADO (N. P. San Agustín, Meditaciones, cap. 59).
Señor mío Jesucristo, Dulcísimo Dueño y Sagrado protector mío: ¿dónde están tus antiguas misericordias? ¿Ha de durar para siempre tu enojo? Apláquese ya tu ira, Dios mío, y ten misericordia de mí; no apartes de mí tu aprecisble Rostro, pues por redimirme a mí no lo desviaste de los que en la Cruz te escupieron, blafemaron y escarnecieron. Yo confieso, Señor, que he pecado y que merezco la eterna condenación: mi penitencia y dolor no basta para darte condigna satisfacción, pero es cierto, mi Dios, que tu misericordia sobrepuja todos mis pecadis y culpas, que son ofensas de tu grandeza: por tanto te suplico, piadosísimo Señor llagado, crucificado y muerto por mi amor, que no quieras escribir contra mí las amarguras de mis maldades, ni entrar en juicio contra este tu siervo, sino que según la multitud de tus misericordias, borres mis culpas con tu purisima Sangre. Ten, Señor, misericordia de mí, para que no desespere y para que esperando respire: que si yo he cometido tantas maldades que por ellas me puedes condenar, Tú, mi Dios, no has perdido la bondad con que acostumbras salvar. Concédeme, Soberano Protector y Dueño mío, el perdón que aquí solicito, intercediendo con tu Eterno Padre tu sacratísima Pasión y lo que en esta Novena pretendo, por los méritos de tu santísima Madre y de San Agustín tu escogido Doctor y enamorado Siervo. Amén.
Las Jaculatorias y demás oraciones se dirán todos los días.
DÍA SÉPTIMO
Por la señal…
Acto de contrición.
ORACIÓN AL ETERNO PADRE (N. P. San Agustín, Meditaciones, cap. 8).
Eterno Padre y Soberano Dios, patente os hago la humanidad sagrada de vuestro querido Hijo Jesús, puesta en la Cruz y muerta por mi amor, derramando sangre y hecha una llaga; y os suplico, Señor, que mirando vuestra Majestad aquellas llagas abiertas en aquel Sagrado cadáver, cubráis con ellas mis culpas y maldades y con la Sangre que mana del Costado, borréis las fealdades de mi corrupción y lavéis las manchas de todos mis pecados. Y supuesto que en mí la carne a ira os provoca, muévaos aquella carne llagada a misericordia, para que así como la carae me enlazó en la culpa y me engañó, así aquella preciosa carne me libre del engaño y me alcance el perdón. Mucho es, Dios mío, lo que desmerezco como pecador: pero es mucho más lo que merece la misericordia de mi Redentor. ¿Qué culpas tan graves pudo jamás cometer el hombre, que no las sobrepuje la Redención de vuestro amado Hijo hecho hombre? ¿Qué imperio y señorío pudo tener la Muerte, que no sea destruido con el suplicio de su Cruz y de su Muerte? A esta Cruz, ¡oh Eterno Padre!, y a esta muerte, a esta humanidad, a estas llagas, y a esta Sangre apelo, para que admitiéndome benigno a vuestra gracia, me concedáis piadoso lo que en esta Novena os ruego, siendo para honra y gloria de vuestra Majestad. Amén.
ORACIÓN A CRISTO CRUCIFICADO (N. P. San Agustín, Meditaciones, cap. 59).
Señor mío Jesucristo, Sagrado Protector mío, Crucificado Dios, que no quieres la muerte de los pecadores, ni te alegras de la perdición de los que mueren en la culpa, antes sí quisiste morir en esa Cruz, para que viviesen los muertos; pues tu muerte mató su muerte, y muriendo Tú, vivieron ellos: yo te pido, Señor, que viviendo Tú no muera yo. Dame, Dios mío, desde esa Cruz la mano, y líbrame de la de mis enemigos, para que no se gocen de mi mal y burlándose digan alegres: «ya nos lo hemos tragado». ¿Quién podrá, Jesús mío, desconfiar de tu misericordia y amor, viendo que aun siendo tus enemigos nosotros, nos redimiste con Tu preciosa Sangre, y con tu Muerte nos reconciliasre con tu Eterno Padre? Amparado, pues, debajo de la sombra de tu misericordia, recurro al Trono de tu Piedad y Gloria, pidiendo, clamando y llorando estoy hasta que alcance perdón, porque si para Él nos llamaste, cuando no lo buscamos, ahora que lo pedimos, ¿ya se ve que lo alcanzaremos? Agéncialo, Señor, con tu Eterno Padre, como Abogado nuestro, y concédeme piadoso lo que en esta Novena pretendo, por la intercesión de tu Gloriosísima Madre, y de San Agustín tu fidelísimo Doctor y Siervo. Amén.
Las Jaculatorias y demás oraciones se dirán todos los días.
DÍA OCTAVO
Por la señal…
Acto de contrición.
ORACIÓN AL ETERNO PADRE (N. P. San Agustín, Meditaciones, cap. 8).
Clementísimo Señor y Dios mío, Eterno y Soberano Padre, criador del Cielo y de la tierra: yo la más vil de las criaturas, postrado delante de vuestra Majestad y grandeza os suplico, que por los inmensos trabajos y los merecimientos grandes de este amantísimo Hijo vuestro, que Crucificado y muerto por mi amor os hago presente, me perdonéis mis culpas y pecados, por su piedad mi impiedad, por su inocencia mi malicia, y por su modestia mi pervesidad. La humildad de este Sagrado Cordero venza mi soberbia, su paciencia mi impaciencia, su benignidad mi dureza, su mansedumre mi ferocidad, su obediencia mi desobediencia, su suavidad mi aspereza, su quietud mi inquietud, su dulzura mi amargura y su caridad mi crueldad, para que libre de estos vicios cometidos por mi miseria y renovado con aquellas virtudes comunicadas por su misericordia, logre vivir en vuestra gracia y amistad, y lo que por su medio pretendo en esta Novena, siendo para honra y gloria de vuestra Majestad. Amén.
ORACIÓN A CRISTO CRUCIFICADO (N. P. San Agustín, Meditaciones, cap. 59).
Señor mío Jesucristo, Dulcísimo Protector mio Crucificado: no te acuerdes contra mí, pecador, de tu justicia, sino de tu benignidad para conmigo, que soy tu hechura: asi te lo pido por tu preciosa Sangre. No te acuerdes, Señor, de tu ira contra mí, reo desatento: sino de tu misericordia para con este miserable siervo: así te lo suplico por tus sacratísimas Llagas. Olvídate, Dios mío, de mí que como soberbio te provoco a enojo, y mírame con ojos apacibles, pues ya humillado y arrepentido tu piedad invoco: así te lo ruego por tu Cruz, Muerte y Pasión. ¿No es lo mismo, Dios de mi alma, ser Jesús, que Salvador? Pues, Jesús mío, por lo mismo que eres Tú, levántate en.mi ayuda, y dile a mi alma: «Yo soy tu salud y salvación». Mucho presumo, Señor, de tu bondad, porque Tú mismo me enseñas a pedir, buscar y llamar: y así animado con tu amonestación, pido, busco y llamo; y pues me enseñas a llamar, ábreme, Señor, las puertas de tu misericordia: pues me aconsejas que busque, concédeme que te halle; y supuesto que me mandas que pida, dame lo que te pido, y es que tu Eterno Padre, mediando tu protección, me dé gracia para vivir y morir en su amor, y lo que pretendo en esta Novena, por la intercesión de tu Santísima Madre y del Glorioso San Agustín tu esclarecido Doctor. Amén.
Las Jaculatorias y demás oraciones se dirán todos los días.
DÍA NOVENO
Por la señal…
Acto de contrición.
ORACIÓN AL ETERNO PADRE (N. P. San Agustín, Meditaciones, cap. 11).
Eterno y piadoso Señor, Padre de las misericordias y Dios de toda consolación: bien pudiera yo desesperar al ver mis inumerables pecados y mis infinitas faltas, si vuestro Divino Verbo, vuestro Hijo querido y Dios Eterno no hubiera por mí encarnado y habitado con los hombres, mas no me atrevo ya, Señor, a desesperar en atención a que siendo yo y los demás hombres enemigos de vuestra Majestad, por la muerte de vuestro amado Hijo nos reconciliasteis a todos, volviéndonos a vuestra gracia y amistad, antes sí debo con más razón confiar que después de haberme perdonado, por el mismo Hijo me habéis de salvar; porque toda mi esperanza y seguridad está fundada en aquella preciosa Sangre, que por mi salvación y remedio derramó en la Cruz. En este Señor Crucificado respiro, y confiado en Él deseo llegarme a vuestra Majestad, no, mi Dios, por la justicia que yo tengo, sino por la de vuestro bendito Hijo Jesucristo nuestro Señor: Y por tanto, Clementķsimo Padre y Benignisimo Amante de los hombres, yo os doy infinitas gracias por tanto amor como me habeis mostrado, por la Cruz, Muerte y Pasión de vuestro Hijo Sagrado, y por aquel sacratísimo derramamiento de su preciosa Sangre, con la cual fui redimido; y por ella os pido la salvación eterna y la especial gracia que en esta Novena solicito, siendo para honra y gloria de vuestra Majestad. Amén.
ORACIÓN A CRISTO CRUCIFICADO (N. P. San Agustín, Meditaciones, cap. 41).
Señor mío Jesucristo, Redención mía, Misericordia y Salud mía, Crucificado Dios, Soberano Protector y Criador mío, que me sufres y me mantienes: hambriento y sediento de Ti, Dulcísimo Jesús mío, deseándote y apeteciéndote, suspiro solamente por Ti: y así como un niño huerfano, que ha perdido al benignísimo Padre, llora por él, y sin cesar gime y solloza, y acordándose de él lo abraza allá dentro de su memoria con todo su corazón, de la misma forma deseo yo, Señor, no cuanto debo, sino cuanto puedo acordarme de tu sagrada Pasión, de aquellos crueles azotes y bofetadas, de aquellas heridas y llagas, y de aquella Caridad inmensa con que quisiste morir Crucificado por mí, para que abrazado contigo y con tu Cruz todo mi interior, quede mi alma traspasada con el cuchillo del más agudo dolor, y con la memoria de la Lanza que abrió tu amoroso Pecho, quede herido mi corazón; y con esos duros Clavos con que fuerón presos tus Pies y Manos, quede yo contigo crucificado. Lávame, Dulce Jesús, con tu preciosa Sangre, para que apareciendo limpio ante la Majestad de tu Eterno Padre, logre por tu medio la gracia de hijo suyo, y la merced que en esta Novena pido. Asi, Señor, lo espero conseguir de tu piedad, por los méritos de tu dichosa Madre e intercesión del Glorioso Doctor San Agustín. Amén.
Las Jaculatorias y demás oraciones se dirán todos los días.