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sábado, 5 de abril de 2025

MES EUCARÍSTICO - DÍA QUINTO

Dispuesto por el padre Diego Álvarez de la Paz SJ, reimpreso en Madrid en 1830.
     
MES EUCARÍSTICO, ESTO ES, PREPARACIONES, ASPIRACIONES Y ACCIÓN DE GRACIAS PARA ANTES Y DESPUÉS DE LA SAGRADA COMUNIÓN

DÍA QUINTO

PREPARACIÓN
I. ¿Quién viene a mí en este Sacramento? Jesucristo, hermano, que siendo verdadero Dios y Señor de los hombres, no se avergüenza llamarlos hermanos, pues dice: anunciaré tu nombre a mis hermanos (Hebreos 2, 11; y Salmo 21, 23).

II. ¿A quién viene? Al hermano fratricida, que, cual otro Caín, hirió con sus culpas en el campo de este mundo al más justo Abel, e impíamente lo mató.

III. ¿A qué viene? A restituir y conservar en la vida espiritual a este fratricida cruel, y no dejarlo que ande vago y prófugo por la tierra (Génesis 4, 12).

Aspiración: ¡Oh, quién Te me diera por hermano, tomando como niño el pecho de mi madre, libre de los que censuran las caricias de tu amor, para oscularte con libertad, sin recelo de que hubiera quien despreciara en mí esta acción (Cánticos 8, 1, versión de Dom Agustín Calmet OSB)! Tu bondad me permite hablar con esta satisfacción; porque una vez que fue tu voluntad descender de David, según la carne (Romanos 1, 3), quedaste por Hijo de la Madre Virgen, sin dejar de ser al mismo tiempo verdadero Hijo de Dios. Tu Padre te envió al mundo, luego que llegó la plenitud del tiempo, no solo para redimir a los que estaban bajo de la ley, sino para que recibiéramos la adopción de hijos: de aquí es que ya no es el hombre siervo como antes, sino hijo (Gálatas 4, 4. 5 y 7). Tu misericordia, ¡oh Padre eterno!, me hizo ser hermano de tu Unigénito Hijo: que a no ser así, no fuera heredero de Dios, y coheredero de Cristo (Romanos 8, 17) en el mayorazgo de la gloria. Verdad es que por la ley de los ingratos perdí el derecho, pues alevoso Caín repetí en la Divina Persona de tu Hijo la herida de la culpa, con que quité espiritualmente la vida al más inocente Abel: pero, Señor y Padre mío, ¿cómo se viera tan exaltada tu misericordia, si no fuera tan desmedida mi culpa? Cierto es que pequé contra Ti, hermano mío; pero al fin no puedes negar que eres hermano mío. Por tu misma boca lo confiesas, cuando no Te desdeñas llamarte Hijo del hombre (San Juan 1, 51). Disimula, pues, mis ingratitudes pasadas, y permíteme llegar a este Soberano Sacramento para darte el ósculo de paz, que me asegure de tu eterna reconciliación. Prometo con tu gracia no renovar con mis culpas tus heridas. Por tus entrañas de piedad, no me desampare tu misericordia.
   
ACCIÓN DE GRACIAS
I. Considera, alma mía, con viva fe a Jesucristo en medio de tu corazón como hermano mayor y el primogénito en muchos hermanos: y a ti, como a su hermanillo el más pequeño, con razón de todos: o por decirlo mejor, absolutamente indigno de tal nombre, por serle tan desemejante en la vida y costumbres (Romanos 8, 29).

II. Ámalo tan de veras, que te desveles por cumplir perfectamente los consejos y ejemplos de tu primogénito hermano.

III. Pide te conceda el don de entendimiento, para entender y declarar los sentidos ocultos de la Sagrada Escritura.

Aspiración: Nada mas necesito, mi Dios (y hermano mío), nada más necesito que hallar gracia en tu presencia (Génesis 33, 15). Con solo saber tu Madre purísima que la había encontrado cerca de Ti, se llenó de gozo su bendito Corazón. Creyó, y mereció por su fe se cumplieran en ella las grandes cosas que el Señor tenía dicho. ¡Oh, cuánto importa hallar gracia en tu presencia! De nada sirve el favor de los Príncipes, ni la gracia de los poderosos, si me faltan tu favor y gracia. Solo aquellos que en Ti confían son bienaventurados (Salmo 2, 12). Mejor es confiar en Vos, que confiar en el hombre (Salmo 117,8). ¿De qué nos aprovechó la jactancia de las riquezas?, dicen los impíos en el infierno. Pasaron todas las cosas como sombra, como posta que corre, o como nave, que ninguna señal deja sobre las aguas que surcó (Sabiduría 5, 8 y 9). Perecerá sin remedio la esperanza del hipócrita (Job 8, 13). Yo soy el necio que cuando Vos mismo me decíais: Espera en el Señor, y obra bien (Salmo 86, 13), ponía mi confianza en los hijos de los hombres, en quienes no hay salud. Cercadme ya, Señor, con vuestra misericordia; no seáis para mí de temor (Jeremías 17, 2 y 17). En mis entrañas os tengo sacramentado; cercadme pues como la madre en las suyas al hijo. Si esto alcanzo quedaré seguro de haber encontrado gracia en tu presencia: con solo esto me basta. Gracias por todo, Padre y Hermano mío.

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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)

Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)