1.º Excusarle en cuanto se pueda, o sea compatible con la verdad y justicia, atribuyéndolas a sorpresas, o ignorancia, o a la violencia de la tentación.
2.º Instruirle y ayudarle, haciéndole observar sus obligaciones.
3.º Tenerle mucha compasión y tratarle con blandura.
4.º Considerarse a sí mismo, y humillarse, conociéndose capaz de iguales o mayores faltas.
5.º Entrar en temor de sí mismo, y estar vigilante contra la misma tentación y contra la acrimonia, el orgullo, el olvido de nosotros mismos, y las demás faltas que suelen nacer de la vista de las faltas ajenas.
6.º Sobrellevar los defectos
del prójimo, sufriendo sus injurias con paciencia, perdonándolas de buena gana, rogando a Dios por él, animándole a la penitencia y haciéndola nosotros también por él.
7.º Con el ejemplo de los otros, desengañarse de la opinión lisonjera que formamos de nosotros mismos.
8.º Considerar que nosotros también tenemos faltas y defectos que deben sobrellevar los demás.
9.º Examinarnos a nosotros mismos, no comparándonos con lo que hacen los malos, sino con lo que nosotros podemos y debemos hacer con las gracias que Dios misericordiosamente nos concede. Es un medio de aligerar el peso de nuestros pecados para el día del juicio el procurar ahora disminuir y aligerar el de nuestros prójimos.
Mons. FÉLIX TORRES AMAT, Comentario sobre Gálatas VI, 1.
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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)