Todo esto lo sufrí por tu salvación -dice Nuestro Señor-, ¿y eres tan ingrato que sigues todavía en pecado? 
  HISTORIA
Vía Crucis"         en latín o "Camino de la Cruz". Se trata         de un camino de oración que busca adentrarnos en la meditación         de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo en su         camino al Calvario. El camino se representa con una serie de         imágenes de la Pasión o "Estaciones"         correspondientes a incidentes particulares que Jesús sufrió         por nuestra salvación.
Las imágenes pueden         ser pinturas o esculturas. Algunas representaciones son grandes         obras de arte inspiradas por Dios para suscitar mayor comprensión         del amor de Jesucristo y movernos a la conversión. Entre         éstas se destacan las de la catedral de Amberes en Bélgica         y las del Santuario de Lourdes en Francia.
Las estaciones generalmente         se colocan en intervalos en las paredes de la iglesia o en lugares         reservados para la oración. Los santuarios, casas de retiros         y otros lugares de oración suelen tener estaciones de         la cruz en un terreno cercano. En los monasterios generalmente         se encuentran en el claustro.
La erección y uso de         las Estaciones se generalizaron al final del siglo XVII. Al principio         el número de Estaciones variaba pero se estandarizó         en las catorce arriba mencionadas.
La finalidad de las Estaciones         es ayudarnos a unirnos a Nuestro Señor haciendo una peregrinación         espiritual a la Tierra Santa, a los momentos mas señalados         de su Pasión y muerte redentora. Pasamos de Estación         en Estación meditando ciertas oraciones. Varios santos,         entre ellos San Alfonso Ligorio,         Doctor de la Iglesia, han escrito meditaciones para cada estación.         También podemos añadir las nuestras. Es tradición,         cuando las Estaciones se hacen en público, cantar una         estrofa del "Stabat Mater" mientras se pasa de una         estación a la otra.
La costumbre de rezar las Estaciones         de la Cruz posiblemente comenzó en Jerusalén. Ciertos         lugares de La Vía Dolorosa (aunque no se llamó         así antes del siglo XVI), fueron reverentemente marcados         desde los primeros siglos. Hacer allí las Estaciones de         la Cruz se convirtió en la meta de muchos peregrinos desde         la época del emperador Constantino (Siglo IV).
  
La española Silvia Egeria peregrinó a Tierra Santa en el siglo IV. Y en su Peregrinátio describe el ejercicio piadoso de los cristianos de Jerusalén, recorriendo durante la Semana Santa el camino del Calvario.
La española Silvia Egeria peregrinó a Tierra Santa en el siglo IV. Y en su Peregrinátio describe el ejercicio piadoso de los cristianos de Jerusalén, recorriendo durante la Semana Santa el camino del Calvario.
Según la tradición,         la Santísima Virgen visitaba diariamente las Estaciones         originales y el Padre de la Iglesia, San Jerónimo, nos         habla ya de multitud de peregrinos de todos los países         que visitaban los lugares santos en su tiempo. Sin embargo, no         existe prueba de una forma fija para esta devoción en         los primeros siglos.
Desde el siglo XII los peregrinos         escriben sobre la "Vía Sacra", como una ruta         por la que pasaban recordando la Pasión. No sabemos cuando         surgieron las Estaciones según las conocemos hoy, ni cuando         se les comenzó a conceder indulgencias pero probablemente         fueron los Franciscanos los primeros en establecer el Vía         Crucis ya que a ellos se les concedió en 1342 la custodia         de los lugares mas preciados de Tierra Santa. Tampoco está         claro en que dirección se recorrían ya que, según         parece, hasta el siglo XV muchos lo hacían comenzando         en el Monte Calvario y retrocediendo hasta la casa de Pilato.
Ferraris menciona las siguientes         Estaciones con indulgencias: 1) El lugar donde Jesús se         encuentra con su Madre. 2) Donde Jesús habló con         las mujeres de Jerusalén. 3) Donde se encontró         con Simón Cirineo. 4) Donde los soldados se sortean Sus         vestiduras. 5) Donde fue crucificado. 6) La casa de Pilato. 7)         El Santo Sepulcro.
Muchos peregrinos no podían         ir a Tierra Santa ya sea por la distancia y difíciles         comunicaciones, ya sea por las invasiones de los musulmanes que         por siglos dominaron esas tierras y perseguían a los cristianos.         Así creció la necesidad de representar la Tierra         Santa en otros lugares mas asequibles e ir a ellos en peregrinación.         En varios lugares de Europa se construyeron representaciones         de los mas importantes santuarios de Jerusalén.
En los siglos XV y XVI se erigieron         Estaciones en diferentes partes de Europa. El Beato Alvarez (m.1420),         que en su regreso de Tierra Santa, construyó una serie         de pequeñas capillas en el convento dominico de Córdoba         en las que se pintaron las principales escenas de la Pasión         en forma de estaciones. Por la misma época, la Beata Eustochia,         clarisa, construyó Estaciones similares en su convento         en Messina. Hay otros ejemplos. Sin embargo, la primera vez que         se conoce el uso de la palabra "Estaciones" siendo         utilizada en el sentido actual del Vía Crucis se encuentra         en la narración del peregrino inglés Guillermo         Wey sobre sus visitas a la Tierra Santa en 1458 y en 1462. Wey         ya menciona catorce estaciones, pero solo cinco de ellas corresponden         a las que se usan hoy día, mientras que siete solo remotamente         se refieren a la Pasión.
Por la dificultad creciente         de visitar la Tierra Santa bajo dominio musulmán, las         Estaciones de la Cruz y diferentes manuales para rezar en ellas         se difundieron por Europa. Las Estaciones tal como las conocemos         hoy fueron aparentemente influenciadas por el libro "Jerúsalem sicut Christi témpore flóruit" escrito por el sacerdote Cristián de Adrichem         en 1584. En este libro el Vía Crucis tiene doce estaciones         y estas corresponden exactamente a nuestras primeras doce. Parece         entonces que Vía Crucis, como lo conocemos hoy surge de         las representaciones procedentes de Europa.
Pocas de las Estaciones en         los tiempos medievales mencionan la segunda (Jesús carga         con la cruz) ni la décima (Jesús es despojado de         sus vestiduras). Por otro lado algunas que hoy no aparecen eran         antes mas comunes. Entre estas, el balcón desde donde         Pilato pronunció Ecce Homo (he aquí al hombre).
En el año 1837, la Sagrada         Congregación para las Indulgencias precisó que         aunque no había obligación, es mas apropiado que         las estaciones comiencen en el lado en que se proclama el Evangelio.         Pero esto puede variar según la estructura de la iglesia         y la posición de las imágenes en las Estaciones.         La procesión debe seguir a Cristo mas bien que encontrarse         de frente con El.
Comprendiendo la dificultad         de peregrinar a la Tierra Santa, el papa Inocente XI en 1686         concedió a los franciscanos el derecho de erigir Estaciones         en sus iglesias y declaró que todas las indulgencias anteriormente         obtenidas por devotamente visitar los lugares de la Pasión         del Señor en Tierra Santa las podían en adelante         ganar los franciscanos y otros afiliados a la orden haciendo         las Estaciones de la Cruz en sus propias iglesias según         la forma acostumbrada. Inocente XII confirmó este privilegio         en 1694 y Benedicto XIII en 1726 lo extendió a todos los         fieles. En 1731 Clemente XII lo extendió aun mas permitiendo         las indulgencias en todas las iglesias siempre que las Estaciones         fueran erigidas por un padre franciscano con la sanción         del ordinario (obispo local). Al mismo tiempo definitivamente         fijó en catorce el número de Estaciones. Benedicto         XIV en 1742 exhortó a todos los sacerdotes a enriquecer         sus iglesias con el rico tesoro de las Estaciones de la Cruz.         En 1857 los obispos de Inglaterra recibieron facultades de la         Santa Sede para erigir ellos mismos las Estaciones con indulgencias         cuando no hubiesen franciscanos. En 1862 se quitó esta         última restricción y los obispos obtuvieron permiso         para erigir las Estaciones ya sea personalmente o por delegación         siempre que fuese dentro de su diócesis.
Las instrucciones de la Sagrada         Congregación, aprobadas por el papa Clemente XII en 1731,         prohiben especificar qué o cuántas indulgencias pueden ganarse         con las Estaciones de la Cruz. Baste saber que se ganan tantas como quien viaja a Jerusalén a visitar los Santos Lugares. En 1773 Clemente XIV concedió         la misma indulgencia, bajo ciertas circunstancias, a los crucifijos         bendecidos para el rezo de las Estaciones, para el uso de los         enfermos, los que están en el mar o en tierra de infieles, en prisión u         otros impedidos de hacer las Estaciones en la iglesia. La condición         es que sostengan el crucifijo en sus manos mientras rezan catorce Padrenuestros con sus Ave María y Gloria, luego otros cinco más, y finalmente un último Padrenuestro. Estos crucifijos especiales no pueden venderse, prestarse         ni regalarse sin perder las indulgencias ya que son propias para         personas en situaciones especiales. 
El ejercicio devoto de las         Estaciones de la Cruz ayuda a renovar nuestro recuerdo de los         sufrimientos de Cristo en su camino desde el praetorium de Pilato,         donde fue condenado a muerte, hasta el Monte Calvario, donde         por nuestra salvación murió en la cruz.
Las normas para obtener estas         indulgencias plenarias son:
- Deben hacerse ante Estaciones de la Cruz erigidas según la ley canónica.
 - Deben haber catorce cruces. Para ayudar en la devoción estas cruces están normalmente adjuntas a catorce imágenes o tablas representando las estaciones de Jerusalén.
 - Las Estaciones consisten en catorce piadosas lecturas con oraciones vocales. Pero para hacer estos ejercicios solo se requiere que se medite devotamente la pasión y muerte del Señor. No se requiere la meditación de cada misterio de las estaciones.
 - El movimiento de una Estación a la otra. Si no es posible a todos los presente hacer este movimiento sin causar desorden al hacerse las Estaciones públicamente, es suficiente que la persona que lo dirige se mueva de Estación a Estación mientras los otros permanecen en su lugar.
 - Las personas que están legítimamente impedidas de satisfacer los requisitos anteriormente indicados, pueden obtener indulgencias si al menos pasan algún tiempo, por ejemplo, quince minutos en la lectura devota y la meditación de la Pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo.
 
Los requisitos de arriba son         necesarios para obtener las indulgencias, pero siempre que se         hacen las Estaciones con devoción en cualquier lugar,         ya sea públicamente o en privado, se obtendrán         muchas gracias. Claro que deben hacerse de corazón, con         sincera intención de conversión.
Las Estaciones de la Cruz se         pueden hacer con gran beneficio todo el año y son especialmente         significativas cada Viernes.

El 20 de octubre de 1931, Pío XI reglamentó las indulgencias lucrables por aquellos que cumplen el piadoso ejercicio, tanto solos como con otros:
ResponderEliminar1. Indulgencia plenaria “tóties quóties” (cuantas veces) cumpla la pía práctica;
2. Otra Indulgencia plenaria si el mismo día en el cual se completa la pía práctica, o en otro día del mes, se asista a la Sagrada Sinaxis (Santo Sacrificio de la Misa);
3. Indulgencia parcial de diez años por cada estación individual si el Vía Crucis no se concluyese a causa de un motivo razonable;
4. Indulgencia plenaria, según los decretos del 8 de agosto de 1859 y del 25 de marzo de 1931, a aquellos que, no pudiendo tomar parte en el Vía Crucis, por impedimento legítimo o por enfermedad, recitaren delante de un Crucifijo bendecido al efecto 20 Pater noster, Ave María y Gloria (uno por cada estacion, cinco en honor de las cinco llagas de Jesús crucificado, y otro a la intención general del sumo Pontífice);
5. Indulgencia parcial de diez años y diez cuarentenas por cada Pater noster, Ave María y Gloria de la veintena anterior;
6. Indulgencia plenaria a aquellos que, por causa de la enfermedad, mediten sobre el Crucifijo bendecido para el efecto, aunque sin recitar los 20 Pater noster, Ave María y Gloria.