Tomada del devocionario “Áncora de Salvación”, compilado y 
publicado por el Padre José Mach SJ en 1860; con Imprimátur de Mons. 
Antonio Rocca, Vicario General del Arzobispado de Buenos Aires, fechado a
 31 de Marzo de 1949. Los Lamentos de las Benditas Ánimas del Purgatorio
 son tradicionales, sin autor ni fecha conocidos.
Por la señal ✠ de la Santa Cruz; de nuestros ✠ enemigos líbranos, Señor ✠
 Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠ y del Espíritu Santo.
 Amén. 
ACTO DE CONTRICIÓN - PARA TODOS LOS DÍAS DE LA NOVENA 
Señor mío Jesucristo, Creador, Padre y Redentor mío, en quien creo y 
espero, a quien amo y quisiera haber siempre amado sobre todas las 
cosas; me pesa, sí, una y mil veces me pesa de haberos ofendido, por ser
 Vos quien sois, bondad infinita; pésame también porque merecí las 
terribles penas del Purgatorio, y ¡ay!, tal vez las eternas llamas del 
Infierno. Propongo firmemente nunca más pecar, y apartarme de todas las 
ocasiones de ofenderos, ayudado de vuestra divina gracia. ¡Oh! Tenga yo,
 Jesús mío, la dicha de confesarme bien, enmendar la vida y perseverar 
hasta la muerte. Os lo pido por esas benditas Ánimas, por vuestra Sangre
 preciosísima y por los dolores de vuestra afligidísima Madre. Amén. 
ORACIÓN AL PADRE ETERNO PARA TODOS LOS DÍAS DE LA NOVENA 
Padre celestial, Padre amorosísimo, que para salvar a las almas 
quisisteis que Vuestro Hijo unigénito, tomando carne humana en las 
entrañas de una Virgen purísima, se sujetase a la vida más pobre y 
mortificada, y derramase su Sangre en la Cruz por nuestro amor; ¿cómo? 
¿Dejaríais sufrir largo tiempo a esas almas en el Purgatorio, habiendo 
costado tanto a Jesucristo y siendo vuestras amadísimas hijas? 
¿Permitiríais fuese malograda Sangre de tan grande valor?
Compadeceos, pues, de esas pobrecitas almas, y libradlas de aquellas 
horrorosas llamas. Compadeceos también de la mía, y libradla de la 
esclavitud del vicio. Y si vuestra Justicia divina pide satisfacción por
 las culpas cometidas, yo os ofrezco todas las obras buenas que haga en 
este Novenario. ¡Ay! De poquísimo, de ningún valor son, en verdad; pero 
yo las uno con los méritos infinitos de vuestro Hijo divino, con los 
dolores de su Madre santísima, y con las virtudes heroicas de cuantos 
justos han existido en la tierra. Miradnos a todos, vivos y difuntos, 
con ojos de compasión, y haced que celebremos un día vuestras 
misericordias en el eterno descanso de la Gloria. Amén. 
DÍA PRIMERO - 24 DE OCTUBRE
MEDITACIÓN: DE LA EXISTENCIA DEL PURGATORIO  
PUNTO PRIMERO
Es un artículo de fe que las almas de los que mueren con alguna culpa 
venial, o sin haber satisfecho plenamente a la Justicia divina por los 
pecados ya perdonados, están detenidas en un lugar de expiación que 
llamamos Purgatorio. Así lo enseña la santa Madre Iglesia, columna 
infalible de la verdad; así lo confirma la más antigua y constante 
tradición de todos los siglos; así lo aseguran unánimemente los santos 
Padres griegos y latinos: Tertuliano, San Cirilo, San Cipriano, San Juan
 Crisóstomo, San Ambrosio, San Agustín, y tantos otros; así lo han 
definido los sagrados Concilios de Roma, Cartago, Florencia, Letrán y 
Trento, dirigidos por el Espíritu Santo. Y aunque la Iglesia no lo 
enseñase así, ¿no lo dice bastante la misma razón natural? Supongamos 
que sale de este mundo un alma con algún pecado venial: ¿Qué hará Dios 
de ella? ¿La arrojará al Infierno y, siendo su hija y esposa amadísima, 
la confundirá con los réprobos y espíritus infernales? Eso repugna a la 
Justicia y Bondad divinas. ¿La introducirá en el Cielo? Eso se opone 
igualmente a la santidad y pureza infinita del Creador; pues sólo aquel 
cuyas manos son inocentes y cuyo corazón está limpio subirá al monte del
 Señor. Nada manchado puede entrar en aquel reino purísimo. ¿Qué hará, 
pues, Dios de aquella alma? Ya nos lo dice por Malaquías: “La pondré 
como en un crisol, esto es, en un lugar de penas y tormentos, de donde 
no saldrá hasta que haya plenamente satisfecho a la Justicia divina”. 
¿Crees tú eso, cristiano? Creas o no creas, te burles o no te burles de 
ello, la cosa es y será así. Negar el Purgatorio, sólo poner en duda 
deliberadamente su existencia, es ya pecado grave. ¿Crees tú esta 
verdad, y con esa indiferencia miras tan horribles penas? ¿Crees en el 
Purgatorio y con tus culpas amontonas tanta leña para arder en el más 
terrible fuego? 
Medita un poco sobre lo dicho. 
PUNTO SEGUNDO 
Es también un artículo de fe que nosotros podemos aliviar a aquellas 
almas afligidísimas. Sí; en virtud de la Comunión de los Santos, hay 
plena comunicación de bienes espirituales entre los Bienaventurados que 
triunfan en el Cielo, los cristianos que militamos en la tierra y las 
Ánimas que sufren en el Purgatorio. En virtud de esta comunicación de 
bienes, podemos con mucha facilidad y mérito nuestro bajar al Purgatorio
 con nuestros sufragios y, a imitación de Jesucristo después de su 
muerte, librar a aquellas almas, y alegrar al Cielo con un nuevo grado 
de gloria accidental, procurando nuevos príncipes y moradores a aquella 
patria felicísima. ¡Oh admirable disposición de la Sabiduría divina! 
¡Oh! ¡Qué dicha y felicidad la nuestra! Viéndose Dios obligado a 
castigar a aquellas sus hijas muy amadas, busca medianeros que 
intercedan por ellas, a fin de conciliar así el rigor de la Justicia con
 la ternura de su Misericordia infinita. Y nosotros somos estos dichosos
 medianeros y corredentores; de nosotros depende la suerte de aquellas 
pobres almas. Haz, pues, amado cristiano, con fervor este santo 
Novenario. No faltes a él ningún día; ¿Quién sabe si abrirás el Cielo a 
alguno de tus parientes y amigos ya difuntos? ¿Y serás tan duro e 
insensible que les niegues este pequeño sacrificio, pudiéndoles hacer 
ese gran favor a tan poca costa? 
Medita lo dicho un poco; encomienda a 
Dios las Ánimas de tu mayor obligación y pide, por la intercesión de 
María Santísima, la gracia que deseas conseguir en esta Novena. 
EJEMPLO 
Entre las muchas apariciones que confirman el dogma del Purgatorio y lo 
adeptos que son a Dios los sufragios que ofrecemos por los difuntos, es 
muy notable la que tuvo el gran caudillo de los ejércitos de Dios, Judas
 Macabeo. Había este piadoso general derrotado a Gorgias, aunque no sin 
pérdida de varios soldados que murieron en la batalla, y conociendo, por
 las alhajas que se les encontraron ocultas en los vestidos, que habían 
muerto en castigo de un robo cometido en el templo de Jamnia, exhortó al
 ejército a que rogase por aquellos infelices. Hizo una cuestación, y 
reuniendo doce mil dracmas de plata, las envió a Jerusalén para que se 
ofreciesen sacrificios en sufragio de aquellas pobres almas. Conducta 
admirable, que el Espíritu Santo alabó con estas memorables palabras: 
“Santa y saludable cosa es rogar por los difuntos, para que se les 
perdone el reato de sus pecados”. Conducta que le alcanzó de Dios una 
insigne victoria, pues habiendo sucedido a Gorgias el soberbio Nicanor, y
 venido con un crecidísimo ejército y gran número de caballos y 
elefantes, la víspera, cansado Judas de combinar el plan y de hacer los 
preparativos de la batalla, se queda dormido; cuando he aquí que se le 
aparecen el profeta Jeremías y el Sumo Sacerdote Onías, ya difuntos, y 
presentándole una espada muy preciosa, le dicen: “Recibe esta espada 
santa como una prenda que Dios te envía: con ella abatirás a los 
enemigos de mi pueblo Israel”. Armado con esta visión y armado con esta 
espada divina, embistió con un pequeño ejército al enemigo y mató a 
treinta y cinco mil, siendo uno de los principales el mismo Nicanor. 
ORACIÓN A JESÚS SUDANDO SANGRE EN EL HUERTO 
¡Oh Jesús amantísimo, alegría de los Ángeles y gloria del Cielo! ¡Cómo 
os contemplo anegado en un mar de amargura en el huerto de Getsemaní! 
¡Ay!, responde San Agustín, “Rogabais y sudabais sangre por las 
horribles penas que habían de sufrir las almas en el Purgatorio”. ¡Y que
 no pueda yo consolaros, oh Dios mío, y regocijar a la celeste 
Jerusalén, librándolas de tan terribles tormentos! A lo menos aceptad, 
oh Padre celestial, la tristeza y agonía que Jesús sufrió por ellas y 
por mí. Sí; por mí está su alma triste hasta la muerte; por mi causa 
bajó un Ángel del Cielo a consolarle; mío este sudor, mía esta Sangre 
preciosa que baña la tierra. Yo os la ofrezco, oh Dios de amor; 
aceptadla en expiación de mis culpas y sufragio de las Ánimas. Y pues es
 sangre de valor infinito, dejad caer una gota sobre mi corazón y 
quedarán borradas mis culpas. Caiga una gota siquiera en el Purgatorio y
 se apagarán sus horribles llamas. ¡Ay!, no merecemos tan gran favor; 
pero muévaos el afecto con que acudimos a vuestra divina Majestad. Amén.
Ahora se dirán cinco Padre nuestros y 
cinco Ave Marías, y un Gloria Patri en sufragio de las Benditas Ánimas y
 para impetrar de Dios Nuestro Señor la gracia que se desea recibir.
ORACIÓN A LAS ÁNIMAS EN EL PURGATORIO
Esposas
 muy queridas del Señor, que encerradas en la cárcel del Purgatorio 
sufrís indecibles penas, careciendo de la presencia de Dios hasta que os
 purifiquéis, como el oro en el crisol, de las reliquias que os dejaron 
las culpas; ¡con cuánta razón desde aquellas voraces llamas clamáis a 
vuestros amigos pidiendo misericordia! Yo me compadezco de vuestro 
dolor, y quisiera tener caudal suficiente para satisfacer deuda tan 
crecida; y aunque más pobre que vosotras mismas, os ofrezco y aplico 
cuantas indulgencias pudiere ganar en este día, y cuantas obras de 
supererogación hiciere, a excepción de aquellas que por alguna necesidad
 particular aplicare. Pero siendo tan pobres mis méritos para satisfacer
 por vosotras a la Justicia divina, apelo a la piedad de los Justos, a 
los ruegos de los Bienaventurados, al tesoro inagotable de la Iglesia, a
 la intercesión de María Santísima y al precio infinito de la Sangre de 
Jesucristo. Conceded, Señor, a esas pobres Ánimas, sobre todo al alma de
 N., el deseado 
consuelo y descanso. Pero confío también, almas agradecidas, que tendré 
en vosotras poderosas medianeras que me alcancen del Señor gracia con 
que deteste mis culpas, adelante en la virtud, sojuzgue mis pasiones y 
llegue a la eterna bienaventuranza. Amén. 
LAMENTOS DE LAS BENDITAS ÁNIMAS DEL PURGATORIO 
Oíd, mortales piadosos,
Y ayudadnos a alcanzar
Que Dios nos saque de penas
Y nos lleve a descansar.
¡Oh vosotros, caminantes,
Suspended, oíd, parad!
Bastará solo el oírnos
A mover vuestra piedad:
Hoy pide nuestra aflicción
Que queráis cooperar 
Que Dios nos saque de penas
Y nos lleve a descansar.
¡No hay dolor, angustia, pena,
Ni martirio el más cruento,
Que llegue a sombra o pintura
De nuestro menor tormento!
Sólo alivia nuestros males
De vuestro amor esperar
Que Dios nos saque de penas
Y nos lleve a descansar.
Aquí estoy en Purgatorio,
De fuego en cama tendido,
Siendo mi mayor tormento
La ausencia de un Dios querido:
Padezco sin merecer,
Por mí no basto a alcanzar
Que Dios nos saque de penas
Y nos lleve a descansar.
¡Ay de mí, ay Dios severo!
¡Ay llama voraz y activa!
¡Ay bien merecido fuego!
¡Ay conciencia siempre viva!
¡Ay Justicia que no acabas!
Ay, ¿cuándo se ha de llegar?
Que Dios nos saque de penas
Y nos lleve a descansar.
¡Ay culpa, lo que me cuestas!
Nunca pensé en tu fiereza:
Pues con tanto fuego pago
Lo que juzgué ligereza.
¡Cielos, piedad! ¡Basta, Cielos!
¿Cuándo el día se ha de llegar?
Que Dios nos saque de penas
Y nos lleve a descansar.
Todo lo que aquí padezco
Es justo, santo y debido,
Pues no se purga con menos
Haber a un Dios ofendido.
¡Ay, que pude no ofenderle!
¡Ay, que no hay más que esperar!
Haber a un Dios ofendido.
¡Ay, que pude no ofenderle!
¡Ay, que no hay más que esperar!
Que Dios nos saque de penas
Y nos lleve a descansar.
    
Padres, hermanos, amigos,
¿Dónde está la caridad?
¿Favorecéis a un extraño
Y para mí no hay piedad?
¡Ea, venga una limosna,
Un sufragio o un rogar! 
Que Dios nos saque de penas
Y nos lleve a descansar.
Hijo ingrato que paseas
Tan ricamente vestido,
Y a costa de mis sudores
Descansas en tanto olvido:
¡Mira a tu padre quemando,
Y lo puedes remediar! 
Que Dios nos saque de penas
Y nos lleve a descansar.
Quizá en ti no será arbitrio,
Sí obligación de justicia,
Pues no cumples testamentos,
Aquí estoy por tu perezosa malicia.
¡Abre los ojos, despierta!
Paga, haciendo acelerar 
Que Dios nos saque de penas
Y nos lleve a descansar.
Hermanos todos en Cristo,
Los que oís estos suspiros,
Si queréis podéis sacarnos
De estos lóbregos retiros,
Con sufragios, sacrificios,
Y devotamente orar
Que Dios nos saque de penas
Y nos lleve a descansar.
El más alto sacrificio
Del Cordero Inmaculado
Nos es el primer sufragio
Para purgar el pecado.
Su santa Cruz y Pasión
Son medios para lograr
Que Dios nos saque de penas
Y nos lleve a descansar.
De Getsemaní en el Huerto
Sangre sudó el Redentor,
Contemplando de estas penas
El gran tormento y rigor:
Al Padre Eterno se ofrece,
No cesando allí de orar 
Que Dios nos saque de penas
Y nos lleve a descansar.
Es María del Monte Carmelo
Y su ilustre Cofradía,
Quien nos libra de los males
Y nos colma de alegría:
Su nombre el mal nos mitiga,
Siendo el medio de alcanzar 
Que Dios nos saque de penas
Y nos lleve a descansar.
En vista de tal piedad,
No te olvides, oh mortal,
De este pío camposanto,
Cementerio de hospital.
Sigue, pues, la Cofradía
Que tierna te insta a clamar
Que Dios nos saque de penas
Y nos lleve a descansar.
Atiende y mira, cristiano,
Que en aqueste cementerio
Tal vez tus padres y deudos
Esperan de ti el remedio.
A la Virgen y a los santos,
Pedidles, quieran mediar
Que Dios nos saque de penas
Y nos lleve a descansar.
Cofrades, fieles, amigos,
Dad crédito a estos lamentos:
Obrad bien, evitad culpas,
Para huir de estos tormentos.
¡Socorro, piedad, alivio!,
Concluimos con gritar:
Que Dios nos saque de penas
Y nos lleve a descansar.
Oíd, mortales piadosos,
Y ayudadnos a alcanzar
Que Dios nos saque de penas
Y nos lleve a descansar. 
Antífona: Dales, Señor, el descanso eterno, y brille para ellos la luz perpetua.
V. Y oí del Cielo una voz que me decía.
R. Bienaventurados los que murieron en el Señor.
ORACIÓN 
Oh
 Dios, Creador y Redentor de todos los hombres, conceded a las almas de 
vuestros servidores y servidoras, la remisión de todos sus pecados, a 
fin de que obtengan por nuestras humildísimas oraciones el perdón que 
ellas siempre han deseado. Vos que vivís y reináis por los siglos de los
 siglos. Amén.
En el Nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.  
OBSEQUIO:
 En sufragio de las santas Ánimas, tomar la generosa resolución de 
asistir al Novenario cada día o de suplir haciendo la Novena en casa, si
 alguno estuviese impedido de ir a la iglesia. 
DÍA SEGUNDO - 25 DE OCTUBRE 
MEDITACIÓN: SOBRE LA PENA DE SENTIDO EN GENERAL
Por la señal...
Acto de Contrición y Oración al Padre Eterno...
PUNTO PRIMERO  
Ven, mortal, tú que vives como si después de esta vida no te quedase 
nada que temer ni que esperar; ven, penetra con el espíritu en aquellos 
horrendos calabozos donde la Justicia divina acrisola las almas de los 
que mueren con algún pecado venial; mira si, fuera del Infierno, pueden 
darse penas mayores, ni aun semejantes a las que allí se padecen. 
Considera todos cuantos dolores han sufrido los enfermos en todos los 
hospitales y lugares del mundo; aquellos dolores de cabeza y de vientre 
tan agudos, aquellos tan rabiosos de costado y de muelas, aquellas 
convulsiones y contorsiones espantosas de miembros, aquellas llagas y 
postemas insoportables, aquellos dolores y males de corazón tan vivos 
que han acabado con la vida de tantas personas; ¿igualarían todos estos 
males reunidos a los dolores que padece un alma en el Purgatorio? “No, 
-dice San Agustín- pues éstos exceden a todo cuanto se puede sentir, ver
 o imaginar en este mundo”. Añadid a todos estos males los suplicios y 
tormentos que la crueldad de los Nerones, Dioclecianos, Decios y demás 
perseguidores de la Iglesia inventaron contra los cristianos. Aquellas 
tenazas y garfios de hierro con que les despedazaban las carnes, 
aquellas parrillas con que los asaban vivos, aquellas catastas y ecúleos
 con que les descoyuntaban los miembros, aquellas ruedas de navajas y 
puntas de hierro, aquellas prensas y máquinas con que los martirizaban; 
todo este horrible aparato de dolores y tormentos acerbísimos, ¿no 
igualaría al Purgatorio? “Tampoco, -dice San Anselmo- pues la menor pena
 de aquel lugar de expiación es más terrible que el mayor tormento que 
se pueda imaginar en este mundo”. Pues, ¿qué penas serán aquéllas? ¡Ah! 
“Son tales, -dice San Cirilo de Jerusalén- que cualquiera de aquellas 
almas querría más ser atormentada hasta el día del Juicio con cuantos 
dolores y penas han padecido los hombres desde Adán hasta la hora 
presente, que no estar un solo día en el Purgatorio sufriendo lo que 
allí se padece”. Pues todos los tormentos y penas que se han sufrido en 
este mundo, comparados con los que sufre un alma en el Purgatorio, 
pueden tenerse por consuelo y alivio. “Solátia erunt”. ¡Ah! ¡Quién no tiembla! 
Medita un poco sobre lo dicho. 
PUNTO SEGUNDO 
¿Y quiénes son esas Ánimas tan horriblemente atormentadas en el 
Purgatorio? ¡Ay! ¡Qué motivo éste tan grande para hacernos temblar! Son 
obra maestra de la mano del Omnipotente, y vivas imágenes de su 
divinidad; son amigas, hijas y esposas amadísimas del Señor; ¡y no 
obstante son tan severamente castigadas! Dios las amó desde la 
eternidad, las redimió con la sangre de sus venas, ahora las ama con un 
amor infinito, como que están en su gracia y amistad divina; ¡y no 
obstante sufren penas imponderables! ¡Ay! ¡Purgatorio! ¡Purgatorio! 
¡Cuán claramente nos manifiestas la justicia y santidad de Dios! ¡Qué 
horror debes inspirarnos al pecado! Pues si con tanto rigor trata Dios a
 sus estimadísimas esposas por faltas ligeras, ¿cómo serás tratado tú, 
pecador, tú que vives abandonado al arbitrio de las pasiones? “Si en el 
árbol verde hacen esto, en el seco ¿qué harán?”. Si el hijo y heredero 
del Cielo es así castigado por faltas que a muchos parecerán virtudes, 
¿cómo serás castigado tú, pecador y enemigo de Dios, por vicios y 
pecados tan horrendos y abominables? Piénsalo bien y enmienda tu vida. 
Medita
 lo dicho un poco; encomienda a Dios las Ánimas de tu mayor obligación y
 pide, por la intercesión de María Santísima, la gracia que deseas 
conseguir en esta Novena. 
EJEMPLO 
Refiere Tomás de Cantimprato que a un hombre muy virtuoso, pero que a 
causa de una larga y terrible enfermedad, estaba muy deseoso de morir, 
se le apareció el ángel del Señor y le dijo: “Dios ha aceptado tus 
deseos; escoge, pues: o pasar tres días en el Purgatorio y después ir al
 Cielo, o ir al Cielo sin pasar por el Purgatorio, pero sufriendo 
todavía un año de esa enfermedad”. Eligió lo primero: murió y fue al 
Purgatorio. No había aún pasado un día, cuando el Ángel se le presentó 
de nuevo. Apenas le hubo visto aquella pobre alma, “no es posible 
–exclamó– que tú seas el ángel bueno, pues me has engañado así. Me 
decías que sólo estaría tres días en este lugar, ¡y hace ya tantos años 
que estoy sufriendo aquí las más horribles penas!”. “Tú eres quien te 
engañas –contestó el ángel–; todavía no ha pasado un día; tu cuerpo está
 aún por enterrar; si prefieres sufrir un año más esta enfermedad, Dios 
te permite aún salir del Purgatorio y volver al mundo”. “Sí, ángel santo
 –replicó–; no sólo esta enfermedad durante un año, sino cuantas penas, 
dolores y males haya en el mundo sufriré gustoso, antes que padecer una 
sola hora las penas del Purgatorio”. Volvió, pues, a la vida y sufrió 
con admirable alegría un año más de aquella enfermedad, publicando a 
todos lo terrible que son las penas del Purgatorio. 
ORACIÓN A JESÚS PRESO POR NUESTRO AMOR 
¡Oh Padre celestial! No me espanta el ver a vuestras amabilísimas 
esposas presas y tan severamente castigadas en el Purgatorio. Las 
infelices ofendieron un día a vuestra divina Majestad y pisaron vuestra 
ley santísima. Lo que me pasma es ver entregado por el traidor Judas y 
preso como un facineroso por hombres vilísimos e inhumanos ¿a quién? A 
Jesús, centro de vuestras complacencias infinitas. ¡Ah! Le veo con una 
soga al cuello, tirado por tierra, atadas sus manos, cargado de oprobios
 y de cadenas. Mas por otra parte, ¡oh dichosas cadenas! Ellas son mi 
esperanza, y serán el consuelo y alivio de las benditas almas del 
Purgatorio. Sí, Padre de clemencia; usad con ellas y conmigo de 
misericordia; y pues Jesús se deja prender por darnos libertad, aceptad 
las ignominias, injurias y golpes cruelísimos que padece por nuestro 
amor. Aceptadlas en remisión de nuestras culpas y en sufragio de 
nuestros hermanos difuntos; dadles la libertad, que con ansia esperan, 
para alabaros eternamente en el Cielo. Amén. 
Ahora
 se dirán cinco Padre nuestros y cinco Ave Marías, y un Gloria Patri en 
sufragio de las Benditas Ánimas; la oración a las Ánimas y los Lamentos se rezarán todos los dias
   
OBSEQUIO: Asistir mañana y todos los días que se pueda, al santo sacrificio de la Misa en sufragio de las Almas del Purgatorio. 
DÍA TERCERO - 26 DE OCTUBRE 
MEDITACIÓN: SOBRE EL FUEGO DEL PURGATORIO 
Por la señal...
Acto de Contrición y Oración al Padre Eterno...
PUNTO PRIMERO  
Considera, amado cristiano, el tormento que causa a las almas el fuego 
abrasador del Purgatorio. Si el fuego de este mundo, creado para 
servicio del hombre y efecto de la bondad divina, es ya el más terrible 
de todos los elementos; si es ya tal su virtud, que consume bosques, 
abrasa edificios, calcina mármoles durísimos, hace saltar piedras y 
murallas espantosas, derrite metales y ocasiona horrendos terremotos, 
¿qué será el fuego del Purgatorio, encendido por un Dios santísimo y 
justísimo, para con él demostrar el odio infinito que tiene al pecado? 
“Es tal, -dice San Agustín- que el fuego de este mundo, comparado con 
él, no es más que pintado”. “Tamquam ignis depíctus!” Dios mío, 
¡qué expresión! ¡Las llamas que vomitan los Vesubios, las que devoraron a
 Roma y tantas otras ciudades, el fuego de Babilonia, el que Elías hizo 
bajar del Cielo, hasta el diluvio de llamas que en tiempo de Lot llovió 
sobre las nefandas ciudades de Sodoma y Gomorra, todo es fuego pintado 
en comparación del que atormenta a las Almas del Purgatorio! Tamquam ignis depíctus!
 Ahora bien: si tener el dedo en la llama de una vela sería para 
nosotros insoportable dolor, ¿qué tormento será para aquellas almas 
estar sepultadas en un fuego que es, dicen Santo Tomás y San Gregorio, 
“igual en todo, menos en la duración, al del Infierno”? Sí; escuchadlo, 
almas tibias, y estremeceros. Con el mismo fuego se purifica el elegido y
 arde el condenado, con la única diferencia que aquél saldrá cuando haya
 satisfecho por sus culpas y éste arderá allí eternamente. ¿Y en esas 
abrasadoras llamas quieres tú caer por tu tibieza? ¡Oh ceguera! ¡Oh 
locura sin igual! 
Medita un poco sobre lo dicho. 
PUNTO SEGUNDO 
Considera cuáles son las faltas por las que Dios infinitamente bueno y 
misericordioso castiga a sus amadísimas esposas con tanto rigor y verás 
que son faltas leves, y a veces un solo pecado venial. ¡Oh! ¡Y qué mal 
tan grave debe ser éste delante de Dios, cuando es tan severamente 
castigado en el Purgatorio! En efecto; el pecado venial es leve, si se 
le compara con el mortal, pero en sí es mayor mal que la ruina de todos 
los imperios y que la destrucción del universo; es un mal tan espantoso,
 que excede en malicia a todas las desgracias y calamidades del mundo; 
es un mal tan grande, que si cometiéndolo pudieses convertir a todos los
 pecadores, sacar a todos los condenados del Infierno, librar a todas 
las almas del Purgatorio, aun entonces no debieras cometerlo, pues todos
 estos bienes no igualarían la malicia del pecado más leve, porque 
aquéllos son males de la criatura y éste es un mal y una ofensa hecha al
 mismo Creador. ¿Puedes oír esto sin horrorizarte y sin mudar de 
conducta? Pero ¡Ay! ¿Qué es tu vida, sino una serie ininterrumpida de 
pecados? ¡Pecados cometidos con los ojos, con los oídos, con la lengua, 
con las manos, con todos los sentidos! ¡Cuántas culpas por la ignorancia
 crasa y olvido voluntario de tus obligaciones! ¡Cuántas indiscreciones 
por la distracción de tu espíritu, por la violencia de tu genio, por la 
temeridad de tus juicios, por la malicia de tus sospechas! ¡Cuántas 
faltas por no querer mortificarte, ni sujetarte a otro, por tu ligereza 
en el hablar! ¡Ay! Llora, cristiano, tu ceguedad; y a la claridad del 
fuego espantoso del Purgatorio, comprende por último cuán grande mal es 
cometer un pecado venial. Pero ¡ay!, es un mal tan grande; ¡y tú, lejos 
de llorarle, lo cometes sin escrúpulo, a manera de juego, pasatiempo y 
diversión! 
Medita
 lo dicho un poco; encomienda a Dios las Ánimas de tu mayor obligación y
 pide, por la intercesión de María Santísima, la gracia que deseas 
conseguir en esta Novena. 
EJEMPLO 
Nada hace tan sensible la malicia del pecado venial como las muchas 
almas, de que consta por varias y auténticas apariciones, que han 
expiado en el Purgatorio faltas, según nuestro modo de hablar, muy 
ligeras. Unas fueron condenadas a él por haber hablado en la iglesia sin
 necesidad, como una niña de siete años, según refiere Cesáreo de Heisterbarch; otras, 
como la hermana de San Pedro Damián, por haber escuchado con gusto una 
canción profana cuando se levantó a Maitines. Murió Vitalina, noble doncella romana, tenida por Santa
 Mónica en tan buena opinión que encomendaba a su hijo Agustín en sus 
oraciones; y a pesar de esto, se apareció muy triste a San Martín obispo
 diciéndole: “Estoy ardiendo por haberme lavado dos o tres veces la cara
 con demasiada vanidad en día Viernes”. Un religioso fue al Purgatorio por no haber 
hecho inclinación de cabeza al decir el Gloria Patri al fin de los 
Salmos; otro por estarse a la lumbre más de lo ordinario en tiempo de 
invierno; allá fue a parar San Severino, obispo coloniense, por ciertas negligencias en el 
rezo divino; un niño de nueve años por no haber pagado o devuelto 
algunas frioleras que había tomado; muchos años estuvo en aquel fuego un
 padre de familia por haber descuidado la buena educación de sus hijos; 
San Valero por haber favorecido demasiado a un sobrino suyo; y así de 
otros muchos. 
ORACIÓN A JESÚS CONDUCIDO DE TRIBUNAL EN TRIBUNAL
¡Oh Padre amantísimo! Cuando considero las innumerables ofensas que cada
 día cometí contra vuestra soberana Majestad, cuando me veo siempre 
iracundo, soberbio, vengativo, falto de virtudes y lleno de defectos y 
vicios, no puedo menos que temblar al postrarme a vuestros pies. ¿Y cómo
 me atreveré yo a interceder por las afligidas almas del Purgatorio, 
siendo merecedor de penas más graves que las suyas? No obstante, me 
anima vuestro benignísimo y pacientísimo Hijo. ¡Ah! Si le veis cargado 
de cadenas y conducido de tribunal en tribunal, es por mi amor; sí, a 
pesar de ser Juez de vivos y muertos, oye las más inicuas acusaciones y 
falsos testimonios; si le veis insultado, escupido, abofeteado y 
pisoteado, es por mi amor. Aceptad, pues, oh Padre amantísimo, la 
paciencia inalterable de mi dulce Redentor; aceptad su silencio, 
humildad y mansedumbre asombrosos. Estas virtudes confunden y condenan, 
es verdad, mi altivez, mis impaciencias e ímpetus de ira y de venganza; 
mas, por tan sublime santidad, perdonaréis a las pobres Ánimas del 
Purgatorio, y purificándome de mis defectos y manchas, me transformaréis
 todo en Vos. ¡Oh! Concededme estas gracias, Jesús mío benignísimo. 
Amén. 
Ahora
 se dirán cinco Padre nuestros y cinco Ave Marías, y un Gloria Patri en 
sufragio de las Benditas Ánimas; la oración a las Ánimas y los Lamentos se rezarán todos los dias
   
OBSEQUIO: Mañana 
procuraremos sufrir con paciencia, así los trabajos que Dios nos envíe, 
como las molestias del prójimo, en sufragio de las benditas almas del 
Purgatorio. 
DÍA CUARTO - 27 DE OCTUBRE
MEDITACIÓN: SOBRE LA PENA DEL DAÑO
Por la señal...
Acto de Contrición y Oración al Padre Eterno...
PUNTO PRIMERO  
Por horrorosos que sean los tormentos que padecen las Ánimas en el 
Purgatorio, por espantosas que sean las llamas en que se abrasan, no 
igualarán jamás la pena vivísima que sienten al verse privadas de la 
vista clara de Dios. En efecto, aquéllas constituyen la pena de sentido,
 ésta la de daño; aquéllas son limitadas; ésta infinita; aquéllas privan
 a las almas de un bien accidental, cual es el deleite; por ésta carecen
 de un bien esencial a la bienaventuranza, en el cual consiste la 
felicidad del hombre, y es la posesión beatífica de Dios. Ahora no 
comprendemos esta pena; pero ella es atroz, incomprensible, infinita. 
¡Ah! ¡Pobres Ánimas! Vosotras conocéis a Dios, no con un conocimiento 
oscuro, como nosotros, sino con una luz clara y perfectísima; veis que 
es el centro de vuestra felicidad, que contiene todas las perfecciones 
posibles, y en grado infinito; sabéis que si cayera en el Infierno una 
sola gota de aquel océano infinito de delicias que en sí encierra, 
bastaría para extinguir aquellas llamas y hacer del Infierno el paraíso 
más delicioso. Comprendéis todo esto perfectísimamente, y así os lanzáis
 hacia aquel Bien infinito con más fuerza que una enorme peña desgajada 
de la montaña se precipita a lo profundo del valle; ¡y no obstante no le
 podéis abrazar ni poseer! ¡Qué pena! ¡Qué tormento! Absalón, privado 
solamente dos años de la amable vista de su padre David, vive 
desconsoladísimo; nada le alegra: ni riquezas, ni amigos, ni delicias; 
continuamente suspira por verle, hasta llegar a elegir la muerte antes 
que verse más tiempo privado de su presencia, siendo su padre un simple 
mortal; ¿qué será, pues, para vosotras el veros privadas de Dios, y con 
Él de todo bien, de todo consuelo y felicidad? Preciso fuera sentirlo, 
para formarse una idea cabal y completa de estado tan horriblemente 
angustioso. 
Medita un poco sobre lo dicho. 
PUNTO SEGUNDO 
Si tan horrible pena sienten las Ánimas, viéndose privadas del 
hermosísimo rostro de Dios, ¿cuál debería ser tu desconsuelo, oh 
pecador, que vives privado de su gracia y amistad? Las almas benditas 
del Purgatorio no poseen aún a Dios, es verdad; pero están seguras de 
poseerle un día, porque son amigas, hijas y esposas suyas muy queridas. 
Pero tú, infeliz, sabes que, viviendo como vives, no poseerás jamás a 
Dios. Sabes que desde el momento en que te rebelaste contra Él perdiste 
su gracia, y con ella la rica herencia de la Gloria. ¡Ah! ¿Cómo dices 
“Padre nuestro, que estás en los cielos”? Te engañas: Dios ya no es tu 
padre, ni tu señor, ni tu rey. ¿Sabes quién es tu padre y señor? ¡Ay de 
ti! Es el demonio: “Vos ex patre diábolo estis”. A él te 
entregaste pecando, él es tu compañero inseparable; tú eres su esclavo. 
Si Dios rompiera el hilo delgado de tu vida, ¡ay!, el demonio se 
apoderaría de ti y arrastraría su presa al fuego del Infierno. ¡Ay! 
¿Crees esto, pecador, y no obstante duermes tranquilo? Dios todopoderoso
 es tu enemigo, tiene firmada contra ti la sentencia de condenación 
eterna; ¡y tú, lejos de borrarla con una buena confesión, juegas, ríes, 
te diviertes, pasas días, meses, años y la vida entera en el pecado! ¡Oh
 deplorable ceguedad! ¡Oh insensibilidad más que de bruto irracional! 
Medita
 lo dicho un poco; encomienda a Dios las Ánimas de tu mayor obligación y
 pide, por la intercesión de María Santísima, la gracia que deseas 
conseguir en esta Novena. 
EJEMPLO
Refieren varios autores, entre ellos fray José de Jesús María OCD y el padre Pedro de Moncada SJ, que estando un religioso carmelita descalzo en 
oración, se le apareció un difunto con semblante muy triste y todo el 
cuerpo rodeado de llamas. “¿Quién eres tú? ¿Qué es lo que quieres?” 
–preguntó el religioso–. “Soy –respondió– el pintor que murió días 
pasados, y dejé cuanto había ganado para obras piadosas”. “¿Y cómo 
padeces tanto, habiendo llevado una vida tan ejemplar?” –volvió a 
decirle el religioso–. “¡Ay! –contestó el difunto–; en el tribunal del 
supremo Juez se levantaron contra mí muchas almas, unas que padecían 
terribles penas en el Purgatorio y otras que ardían en el Infierno, a 
causa de unas pinturas obscenas que hice a instancias de un caballero. Por 
fortuna mía se presentaron también muchos Santos, cuyas imágenes pinté, y
 dijeron para defenderme que había hecho aquella pintura inmodesta en la
 juventud, que después me había arrepentido y cooperado a la salvación 
de muchas almas, pintando imágenes de Santos; y por último, que había 
empleado lo que había ganado a fuerza de muchos sudores, en limosnas y 
obras de piedad. Oyendo el Juez soberano estas disculpas, y viendo que 
los Santos interponían sus méritos, me perdonó las penas del Infierno, 
pero me condenó a estar en el Purgatorio mientras dure aquella pintura. 
Avisa, pues, al caballero N. N., que las eche al fuego; y ¡ay de él si no
 lo hace! Y en prueba de que es verdad lo que digo, sepa que dentro de 
poco tiempo morirán dos de sus hijos”. Creyó, en efecto, el caballero en la
 visión y arrojó al fuego las imágenes escandalosas. Antes de dos meses se 
le murieron dos hijos, y él reparó con rigurosa penitencia los daños 
ocasionados en las almas, y en satisfacción hizo pintar cuadros de la Pasión de Cristo, de la Virgen y de otros Santos, con lo cual pudo salir libre el pintor.
ORACIÓN A JESÚS TRATADO COMO LOCO Y POSPUESTO A BARRABÁS 
¿Qué decíais, oh Ángeles del cielo, cuando visteis a la Majestad y 
Sabiduría infinita tan vilmente despreciada en casa de Herodes y en el 
pretorio de Pilatos? ¿Cómo? ¡Vos, oh Jesús mío, vestido de ropa blanca y
 tenido por loco! ¡Vos, Rey de cielos y tierra, conducido así por las 
calles de Jerusalén, cargado de oprobios e ignominias! ¡Vos, el Hijo de 
Dios, pospuesto al más vil facineroso! Pero ¡Ay de mí! ¡Yo también os he
 tratado de necio, prefiriendo las locas máximas del mundo a vuestra ley
 sapientísima! ¡Yo también ingrato os he abandonado y pospuesto a un vil
 interés, a un sucio deleite, a un puntillo de honra por un miserable 
“qué dirán”! ¡Ay!, merecía estar por siempre privado de vuestra 
presencia amabilísima; pero, ya que por mí sufristeis escarnios tan 
crueles, tened compasión de mí y de las pobres Ánimas del Purgatorio. 
Sí, Jesús mío; por esas vuestras ignominias curad mi loca vanidad y 
soberbia; por aquel grito tremendo que oísteis en casa del juez, 
gritando todos a una voz: “Crucificadle, crucificadle”, haced que yo 
crucifique mis pasiones, para que, junto con las Ánimas del Purgatorio, 
logre un día alabaros eternamente en la Gloria. Amén.
      
OBSEQUIO: Mañana, en 
sufragio de las benditas Ánimas, y en satisfacción de las palabras 
altivas que hubiéremos dicho, besar tres veces la tierra; y el que 
quiera aún humillarse más, podrá hacer con la lengua una pequeña cruz en
 el suelo. 
Ahora
 se dirán cinco Padre nuestros y cinco Ave Marías, y un Gloria Patri en 
sufragio de las Benditas Ánimas; la oración a las Ánimas y los Lamentos se rezarán todos los dias
   
DÍA QUINTO - 28 DE OCTUBRE
MEDITACIÓN: DEL REMORDIMIENTO DE UN ÁNIMA EN EL PURGATORIO
Por la señal...
      
Por la señal...
Acto de Contrición y Oración al Padre Eterno...
Figúrate, cristiano que esto meditas, a un alma que haya llevado en este
 mundo una vida enteramente semejante a la tuya; que haya vivido tibia, 
inmortificada, distraída en los ejercicios de piedad como tú, sin tener 
horror más que al pecado mortal y al Infierno. Supongamos, no obstante, 
que haya tenido la dicha (no sabes si tú la tendrás) de hacer una buena 
confesión, morir en gracia e ir al Purgatorio. ¿Qué pensará en aquel 
horrible fuego entre penas y tormentos tan espantosos? ¡Ay!, dos 
pensamientos la afligirán sobremanera. 
PRIMER PENSAMIENTO 
“Pude librarme de estas penas y no quise. Sí; ¡yo misma he encendido 
estas llamas! ¡Yo soy la causa de estas penas atrocísimas! Dios no hace 
más que ejecutar la sentencia que yo, en el mundo, pronuncié contra mí 
misma. ¡Qué medios no me había proporcionado para ahorrarme estos 
tormentos! Caricias, amenazas, beneficios, todo lo había agotado; 
gracias singularísimas de inspiraciones, buenos ejemplos, libros 
piadosos, padres vigilantes, celosos confesores, maestros y predicadores
 fervorosos, remordimientos continuos, todo lo había empleado. Mas, ¡qué
 locura tan grande la mía! ¡Por no privarme de un frívolo pasatiempo, 
por ir a bailes, por divertirme o jugar con tal compañía, por no 
abstenerme de una mirada, de un vil gusto, de una vana complacencia, por
 hablar de los defectos del prójimo, me sujeté voluntariamente a tantas 
penas y tormentos! Me lo decían todos los años, me lo predicaban y 
repetían; ¡mas yo no hacía caso!… ¡Dichoso San Pablo, primer ermitaño, 
dichosas Gertrudis, Escolástica, y tantos otros Santos que, habiendo 
satisfecho a la Justicia divina en el mundo, subisteis al Cielo sin 
pasar por el Purgatorio! ¡Yo podía hacer lo que vosotros, pero no quise!
 ¡Oh locuras mundanas, oh conversaciones frívolas, oh pasatiempos, oh 
vanidad, y qué caro me costáis ahora! ¡Oh amarga memoria! ¡Estoy 
sufriendo penas y tormentos acerbísimos; y yo los he querido! ¡Podía 
evitarlos fácilmente, y no quise!”.
Medita un poco sobre lo dicho. 
SEGUNDO PENSAMIENTO que aflige, oh cristiano, al alma tibia, que vivió enteramente como tú vives.
“Yo querría librarme ahora del Purgatorio y no puedo. ¡Oh, si pudiera yo
 ahora volver al mundo! -dirá cada una de aquellas Ánimas-, ¡con qué 
gusto me sepultaría en los desiertos con los Hilariones y Arsenios! 
Haría penitencias más espantosas que las de un Ignacio en la cueva de 
Manresa, que las de un Simeón Estilita y de un San Pedro de Alcántara; 
pasaría noches enteras en oración, como los Antonios, Basilios y 
Jerónimos; me arrojaría en estanques helados y me revolcaría entre 
espinas, como los Benitos y los Franciscos; haría…” ¡Ah pobres e 
infelices almas! No era necesario nada de esto; con mucho menos podíais 
apagar esas abrasadoras llamas, sin hacer más que lo que hacíais cada 
día, pero haciéndolo con perfección, evitabais estos tormentos. Sí; los 
mismos Sacramentos, pero recibidos con mejores disposiciones; las mismas
 Misas, pero oídas con más recogimiento y atención; las mismas 
devociones, pero practicadas con más fervor; las mismas mortificaciones,
 ayunos y obras de misericordia, pero hechas con menos ostentación, 
únicamente por agradar a Dios, no sólo os hubieran librado de todas esas
 penas, sino también asegurado a vosotras y a muchas otras almas la 
posesión del Reino de los Cielos. Ahora no os canséis, vuestros deseos 
son inútiles; ya no es tiempo de merecer; ya ha llegado para vosotras 
aquella noche intimada por San Juan, en la que nadie puede hacer obra 
alguna meritoria; “ahora es necesario sufrir, y sufrir penas 
inexplicables, y sufrirlas sin mérito alguno. ¡Y yo lo he querido! ¡Pude
 facilísimamente evitar estos tormentos, y no quise! ¡Quisiera poder 
evitarlos ahora, y no puedo! ¡Dichoso cristiano que oyes esto! Tú tienes
 tiempo todavía; no es aún llegada para ti aquella noche tenebrosa. ¿Y 
perderás días tan preciosos? ¿No tomarás la seria resolución de 
confesarte bien, de enmendar tu vida?”.
Medita
 lo dicho un poco; encomienda a Dios las Ánimas de tu mayor obligación y
 pide, por la intercesión de María Santísima, la gracia que deseas 
conseguir en esta Novena. 
EJEMPLO 
Estaba Santa Brígida en altísima contemplación, cuando fue llevada en 
espíritu al Purgatorio. Allí vio, entre otras, a una noble doncella, y 
oyó que se quejaba amargamente de su madre, por el demasiado amor que le
 había tenido: “¡Ah! –decía–, en vez de reprenderme y sujetarme, ella me
 proporcionaba modas, novios; me excitaba a ir a los bailes, saraos, 
teatros, y hasta me engalanaba ella misma. Es verdad que me enseñaba 
algunas devociones, pero ¿qué gusto podían dar éstas a Dios, yendo 
mezcladas con tanto galanteo y profanidad? No obstante, como la 
misericordia del Señor es tan grande, por aquellas pocas devociones que 
hacía, Dios me concedió tiempo para confesarme bien y librarme del 
Infierno. Pero ¡ay! ¡Qué penas estoy padeciendo! Si lo supieran mis 
amigas, ¡qué vida tan distinta llevarían! La cabeza, que antes ataviaba 
con dijes y vanidades, está ahora ardiendo entre llamas vivísimas; las 
espaldas y brazos, que llevaba descubiertos, los tengo ahora cubiertos y
 apretados con hierros de fuego ardentísimo; las piernas y pies, que 
adornaba para el baile, ahora son atormentados horriblemente; todo mi 
cuerpo, en otro tiempo tan pulido y ajustado, ahora se halla sumergido 
en toda clase de tormentos”. Contó la Santa esta visión a una prima de 
la difunta, muy entregada también a la vanidad, y ésta cambió de vida en
 términos que, entrando en un convento de muy rigurosa observancia, 
procuró con rigidísimas penitencias reparar los desórdenes pasados y 
auxiliar a su parienta, que estaba padeciendo tanto en el Purgatorio. 
ORACIÓN A JESÚS AZOTADO EN LA COLUMNA 
¡Oh Jesús amabilísimo! ¡Vos, desnudo y azotado por mí! ¡Vos, la 
inocencia y santidad infinitas, despedazado por mi amor con innumerables
 azotes! ¡Ay! ¡Qué extraño es que se paguen caros en el Purgatorio los 
gustos del pecado, si así pagáis Vos en vuestro purísimo cuerpo las 
sensualidades del mío! ¡Ay infeliz de mí! Yo soy quien he pecado; yo 
merecía ese castigo tan humillante y riguroso; y no obstante, lejos de 
mortificar mis apetitos y de castigar con penitencias una carne impura, 
no busco sino delicias y regalos. Mas no será así en adelante, dulcísimo
 Jesús. Caiga sobre mi corazón una gota de esa Sangre preciosa y 
arrepentido abrazaré la mortificación, y quedaré todo encendido en 
vuestro santo amor. Y Vos, Padre celestial, ya que vuestro Hijo 
santísimo satisfizo sobreabundantemente a vuestra divina Justicia, 
perdonad mis culpas, usad de clemencia con las benditas Ánimas del 
Purgatorio, aceptad en sufragio de ellas todo cuanto yo sufriere en este
 día, aceptad la cruel flagelación de Jesús y los dolores de su Madre 
Santísima. Amén.
      
OBSEQUIO: Mañana no comer 
fuera de las horas acostumbradas, o hacer alguna mortificación corporal 
en sufragio de las benditas almas del Purgatorio. 
Ahora
 se dirán cinco Padre nuestros y cinco Ave Marías, y un Gloria Patri en 
sufragio de las Benditas Ánimas; la oración a las Ánimas y los Lamentos se rezarán todos los dias
   
DÍA SEXTO - 29 DE OCTUBRE 
MEDITACIÓN: DE LA PACIENCIA Y RESIGNACIÓN DE LAS BENDITAS ÁNIMAS
Por la señal...
Acto de Contrición y Oración al Padre Eterno...
PUNTO PRIMERO  
Es verdad que las almas del Purgatorio padecen imponderables penas, y 
sin mérito, pero las padecen con una paciencia y resignación admirables.
 Conocen a Dios con luz perfectísima, le aman con purísimo amor y desean
 ardentísimamente poseerlo, pero al ver sus faltas, bendicen y adoran la
 mano justa y amorosa que las castiga. ¡Oh!, ¡y con cuánta más 
resignación que los hermanos de José, exclaman: “Mérito hæc pátimur!,
 Con mucha razón nos castigáis, Señor; pues cuando pecamos no temimos 
vuestro poder y justicia, frustramos los designios de vuestro amor y 
sabiduría, despreciamos vuestra majestad y grandeza, y ofendimos 
vuestras perfecciones infinitas. Justo es que seamos castigadas. Hombres
 sin conocimiento de la verdadera religión fueron agradecidos a sus 
bienhechores: Faraón hizo a José virrey de Egipto, porque le interpretó 
un sueño misterioso; Asuero elevó a Mardoqueo a los primeros empleos de 
la Persia, porque le descubrió una conspiración; hasta los osos y leones
 y otras fieras indómitas, agradecidas defendieron a sus bienhechores; y
 nosotras, creadas a vuestra imagen, redimidas con vuestra Sangre, 
honradas con bienes de fortuna y exaltadas con tantos dones de la 
gracia, ingratas, ¡ay!, os abandonamos en vida. Sí; purificadnos en este
 fuego; ¡por acerbas que sean nuestras penas, bendeciremos y 
ensalzaremos vuestra justicia y misericordia infinita! Justus es, Dómine, et rectum judícium tuum”.
 Todavía más: es tanta la fealdad del pecado, por leve que sea, que si 
Dios abriera a esas Almas las puertas del Cielo, no se atreverían a 
entrar en él, manchadas como están, sino que suplicarían al Señor las 
dejara purificarse primero en aquellas llamas. No de otra suerte que una
 doncella escogida por esposa de un gran monarca, si el día de las bodas
 apareciese una llaga asquerosa en su rostro, no se atrevería a 
presentarse en la Corte, y suplicaría al Rey que difiriese las bodas 
hasta que estuviera perfectamente curada. ¡Oh pecado! Por leve que 
parezcas, ¡qué mal eres tan grave, cuando las mismas almas preferirían 
los horrores del Purgatorio a entrar en el Cielo con la menor sombra de 
tu mancha! 
Medita un poco sobre lo dicho. 
PUNTO SEGUNDO 
Mira, cristiano, si puede darse locura mayor que la tuya... Te reconoces
 deudor a la Justicia divina de horribles penas por los pecados enormes 
que cometiste en la vida pasada, y por las innumerables faltas en que, 
al presente, caes todos los días; que no basta confesarte; que la 
absolución borra, sí, la culpa, mas, no condonando toda la pena, es 
preciso satisfacer a la Justicia divina en este o en el otro mundo; y no
 obstante, jamás te cuidas de hacer penitencia. Ahora podías expiar tus 
culpas fácilmente, y con mucho más mérito tuyo: una confesión bien 
hecha, una Misa bien oída, un trabajo sufrido con paciencia, una ligera 
mortificación, una limosna, una indulgencia, un Vía Crucis hecho con 
devoción, podría excusarte espantosos suplicios; y tú todo lo descuidas,
 todo lo dejas para la otra vida. ¡Ay! ¿Has olvidado, por ventura, cuán 
horribles son y cuánto tiempo duran aquellos tormentos? ¿No sabes que, 
según afirman ciertos autores, fundados en revelaciones muy respetables,
 varias de aquellas almas han estado siglos enteros en el Purgatorio, y 
otras estarán allí hasta el Juicio final? ¡Insensato! “Las Ánimas, -dice
 San Cirilo de Jerusalén- mejor querrían sufrir hasta el fin del mundo 
todos los tormentos de esta vida, que pasar una sola hora en el 
Purgatorio”; ¿y tú quieres más arder siglos enteros en el Purgatorio, 
que mortificarte en esta vida un solo momento? ¡Oh espantosa locura! 
Medita
 lo dicho un poco; encomienda a Dios las Ánimas de tu mayor obligación y
 pide, por la intercesión de María Santísima, la gracia que deseas 
conseguir en esta Novena. 
EJEMPLO 
Refiere el venerable jesuita Pablo Señeri que había en Bolonia una viuda noble, que tenía un hijo único y muy querido.
 Estando divirtiéndose un día con otros jóvenes, pasó un forastero y les
 interrumpió el juego. Reprendióle ásperamente el hijo de la viuda, y 
resentido el forastero, sacó un puñal, se lo clavó en el pecho, y 
dejándole palpitando en el suelo, echó a huir calle abajo con el puñal 
ensangrentado en la mano y se metió en la primera casa que encontró 
abierta. Allí suplicó a la señora que por amor de Dios le ocultase; y 
ella, que era precisamente la madre del joven asesinado, le escondió en 
efecto. Entre tanto llegó la justicia buscando al asesino; y no 
hallándole allí, “sin duda –dijo uno de los que le buscaban– no sabe 
esta señora que el muerto es su hijo, pues si lo supiera, ella misma nos
 entregaría al reo, que indudablemente debe estar aquí”. Poco faltó para
 que muriese la madre de sentimiento al oír estas palabras. Mas luego, 
cobrando ánimo y conformándose con la voluntad divina, no sólo perdonó 
al que había matado a su único y estimado hijo, sino que le entregó 
todavía una cantidad de dinero y el caballo del difunto para que huyese 
con más prontitud; y después lo adoptó por hijo. Pero ¡cuán agradable 
fue a Dios esta generosa conducta! Pocos días después estaba la buena 
señora haciendo oración por el alma del difunto, cuando de pronto se le 
apareció su hijo, todo resplandeciente y glorioso, diciéndole: “Enjugad,
 madre mía, vuestras lágrimas y alegraos, que me he salvado. Muchos años
 tenía que estar en el Purgatorio, pero vos me habéis sacado de él, con 
las virtudes heroicas que practicasteis perdonando y haciendo bien al 
que me quitó la vida. Más os debo por haberme librado de tan terribles 
penas, que por haberme dado a luz. Os doy las gracias por uno y otro 
favor; adiós, madre mía, adiós; me voy al Cielo donde seré dichoso por 
toda la eternidad”. 
ORACIÓN A JESÚS CORONADO DE ESPINAS 
¡Oh amabilísimo Redentor mío! ¡Los pecadores se coronan de rosas, los 
reyes de la tierra se ciñen coronas de diamantes y perlas, y Vos, Rey 
inmortal de los siglos, estáis coronado de espinas! ¡Oh! ¡Si esa vuestra
 corona se clavase en mi cabeza, para arrancar de una vez mi soberbia y 
malos pensamientos! ¡Oh! ¡Si a lo menos una de esas espinas atravesara 
mi conciencia y no me dejara reposar hasta que hubiese mudado de vida! 
Señor, no quiero ya más coronarme de flores en este mundo, sino de 
espinas por vuestro amor. Y Vos, Padre misericordiosísimo, aceptad, en 
sufragio de las pobres almas del Purgatorio, aquellas befas, 
humillaciones y dolores acerbísimos que sufrió vuestro amable Hijo 
cuando le coronaron de espinas. Por aquellas asquerosas salivas que 
recibía, por aquellos escarnios con que le ultrajaban, por aquella 
sangre que corría de su cabeza santísima, a fuerza de los cruelísimos 
golpes que sobre las espinas le daban, por aquel dolor que atravesó el 
corazón de su angustiadísima Madre, aliviad, os suplico, a las afligidas
 almas del Purgatorio y concededles pronto la corona incorruptible de la
 Gloria. Amén.
      
OBSEQUIO: En sufragio
 de las Ánimas del Purgatorio, aplicar las indulgencias parciales que se
 pueden ganar, cada vez, diciendo devotamente: Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía. 
Ahora
 se dirán cinco Padre nuestros y cinco Ave Marías, y un Gloria Patri en 
sufragio de las Benditas Ánimas; la oración a las Ánimas y los Lamentos se rezarán todos los dias
   
DÍA SÉPTIMO - 30 DE OCTUBRE
MEDITACIÓN: DEL DESCUIDO DE LOS MORTALES EN ALIVIAR A LAS ÁNIMAS DEL PURGATORIO
Por la señal...
Acto de Contrición y Oración al Padre Eterno...
PUNTO PRIMERO  
¡Pobres almas! ¡Están padeciendo tormentos y penas inexplicables; no 
pueden merecer, ni esperar alivio sino de los vivos; y éstos, ingratos, 
no cuidan de ellas! Tienen en el mundo tantos hermanos, parientes y 
amigos, y no hallan, como José, un Rubén piadoso que las saque de 
aquella profunda cisterna. Sus tinieblas son más dolorosas que la 
ceguedad de Tobías, y no encuentran un Rafael que les dé la vista 
deseada, para contemplar el rostro hermosísimo de Dios. Se abrasan en 
más ardiente sed que el criado de Abrahán, y no hallan una oficiosa 
Rebeca que se la alivie. Son infinitamente más desgraciadas que el 
caminante de Jericó y el paralítico del Evangelio; mas no encuentran un 
Samaritano, u otra persona compasiva que las consuele. ¡Pobres Almas! 
¡Qué tormento tan grande será para vosotras este olvido de los mortales!
 ¡Podrían tan fácilmente aliviaros y libertaros del Purgatorio; bastaría
 una Misa, una Comunión, un Vía Crucis, una indulgencia que aplicasen; y
 nadie se preocupa de ofrecérosla! ¿Y quiénes son esos ingratos? ¡Ah! 
son vuestros mismos parientes y amigos, vuestros herederos, vuestros 
hijos mismos. Ellos se alimentan y recrean con los bienes que les 
dejasteis; y ahora desconocidos no se acuerdan ya de vosotras. Tal vez 
por haberlos estimado y complacido demasiado, por haberlos enriquecido 
con usuras y otros modos ilícitos, ardéis en esas llamas; y los ingratos
 se divierten ahora, sin compadecerse ni acordarse de vuestras penas… 
¡Pobres almas! Con mucha más razón que David podéis decir: “Si un 
extraño que no hubiese jamás recibido ningún favor de mi mano, si un 
enemigo me tratara así, por sensible que me fuera, podría soportarlo con
 paciencia; ¡pero tú, hijo mío, que me debes tantos beneficios, y te 
sustentas y regalas con el sudor de mi rostro; tú, hija mía, por quien 
pasé tantos dolores y noches tan malas; tú, esposo; tú, esposa mía, que 
tantas pruebas recibiste de mi amor, siendo objeto de mis desvelos y 
blanco de mis incesantes favores; que tú me trates así, que descuidando 
los sufragios que tanto te encargué, me dejes en este fuego, sin querer 
socorrerme!”. ¡Ah! ¡Ésta sí que es ingratitud y crueldad superior a toda
 ponderación! 
Medita un poco sobre lo dicho. 
PUNTO SEGUNDO 
¡Pobres almas! Pero más pobres e infelices seremos nosotros, si no las 
socorremos. “Acuérdate -gritan los difuntos- de cómo he sido yo juzgado,
 porque así mismo lo serás tú. A mí ayer; a ti hoy. Tú también serás del
 número de los difuntos, y tal vez muy pronto. Y por rico y poderoso que
 seas, ¿qué sacarás de este mundo? Lo que nosotros sacamos, y nada más: 
las obras. Si son buenas, ¡qué consuelo! Si malas, ¡qué desesperación! 
Como tú hayas hecho con nosotros, harán contigo”. ¿Lo oyes? Si ahora 
eres duro e insensible con las benditas Ánimas, duros e insensibles 
serán contigo los mortales, cuando tú hayas dejado de existir. Y no es 
éste el parecer de un sabio; es el oráculo de la Sabiduría infinita que 
nos dice por San Mateo: “Con la misma medida con que midiereis, seréis 
medidos”. Sí; del mismo modo que nos hubiésemos portado con las almas de
 nuestros prójimos, se portarán los mortales también con nosotros; y 
“¡Ay de aquel que no hubiese usado de misericordia, porque le espera 
-dice el Apóstol Santiago- un juicio sin misericordia!” ¿Y no tiemblas 
tú, heredero y testamentario, insensible para con los difuntos? Si lleno
 de indignación el Juez supremo arroja al Infierno al que niega la 
limosna a un pobre, que tal vez era enemigo de Dios por el pecado, ¿con 
cuánta justicia y rigor condenará al que niegue a sus amadísimas esposas
 los sufragios de los bienes que le pertenecían? 
Medita
 lo dicho un poco; encomienda a Dios las Ánimas de tu mayor obligación y
 pide, por la intercesión de María Santísima, la gracia que deseas 
conseguir en esta Novena. 
EJEMPLO 
Registra San Nicéforo de Constantinopla que, siendo derrotado por Cayano el ejército de Mauricio, y hechos prisioneros gran 
número de soldados, Cayano pidió al Emperador una moneda, y no de valor 
muy subido, por el rescate de cada prisionero. Mauricio se negó a darla.
 Cayano pidió entonces una de menos valor; y habiéndosela también 
rehusado, exigió por último una ínfima cantidad; la que no habiendo 
podido lograr tampoco, irritado el bárbaro, mandó cortar la cabeza a 
todos los soldados imperiales que tenía en su poder. Mas, ¿qué sucedió? 
Pocos días después, Mauricio tuvo una espantosa visión. Citado al 
tribunal de Dios, veía gran multitud de esclavos que arrastraban pesadas
 cadenas, y con horrendos gritos pedían venganza contra él. Oyendo el 
Juez supremo tan justas quejas, se volvió a Mauricio y le preguntó: 
“¿Dónde quieres más ser castigado: en ésta, o en la otra vida?” “¡Ah! 
Benignísimo Señor –respondió el prudente emperador–, prefiero ser 
castigado en este mundo”. “Pues bien –dijo el Juez–, en pena de tu 
crueldad con aquellos pobres soldados, cuya vida no quisiste salvar a 
tan poco precio, uno de tus soldados te quitará la corona, fama y vida 
acabando con toda tu familia”. En efecto, pocos días después se le 
insurreccionó el ejército, proclamando a Focas por emperador. Mauricio, 
fugitivo, se embarcó en una pequeña nave con algunos pocos que le 
seguían; mas en vano: furiosas las olas lo arrojaron a la playa, y 
llegando los partidarios de Focas, le ataron a él y cuantos le seguían y
 los llevaron a Eutropia, en donde, ¡oh padre infeliz!, después de haber
 visto con sus propios ojos la cruel carnicería que hicieron de cinco 
hijos suyos, fue muerto ignominiosamente, y no pasó mucho tiempo sin que
 el resto de su familia sufriese la misma desgracia. 
¡Ah! cristianos que oís esto: no son unos pobres soldados, son vuestros 
propios hermanos y vuestros propios padres los que han caído prisioneros
 de la Justicia divina. Este Dios misericordioso pide por su rescate una
 muy pequeña moneda; de gran valor, es verdad, pero muy fácil de dar. ¿Y
 seréis tan duros que se la neguéis? ¿Tan insensibles seréis a la 
felicidad de las Ánimas y a vuestros propios intereses?
   
ORACIÓN A JESÚS LLEVANDO LA CRUZ A CUESTAS 
¡Oh dulcísimo Jesús, y qué sensible habrá sido a tu corazón mi olvido e 
indiferencia para con las almas del Purgatorio, pues tanto las amas por 
una parte, y por otra eres tan caritativo, que cuando subías a la 
montaña del Calvario olvidaste tu dolor acerbísimo para consolar a 
aquellas piadosas mujeres que lloraban tu suerte! Aplaque, pues, oh 
Padre celestial, tu ira la caridad inmensa de tu Hijo santísimo. Acepta 
esos dolorosos pasos que da, oprimido con el enorme peso de la cruz; 
acepta esas tres lastimosas caídas, junto con los escarnios y con el 
sudor y sangre que derrama por nuestro amor. Yo te lo ofrezco todo, en 
remisión de mi poca paciencia en los trabajos y en sufragio de las 
pobres almas del Purgatorio. ¡Ah! Compadécete de sus lágrimas; 
enjúgalas, oh Padre clementísimo, y haz que dichosas participen cuanto 
antes de la gloria de tu rostro divino en la Patria celestial. Amén. 
Ahora
 se dirán cinco Padre nuestros y cinco Ave Marías, y un Gloria Patri en 
sufragio de las Benditas Ánimas; la oración a las Ánimas y los Lamentos se rezarán todos los dias
   
OBSEQUIO: El mayor sufragio 
que reclaman las benditas Ánimas, el más necesario para nosotros y el 
más adepto a Dios es hacer una buena confesión, sin callar pecado alguno
 al confesor. 
DÍA OCTAVO - 31 DE OCTUBRE
MEDITACIÓN: DE CÓMO RECOMPENSARÁ EL SEÑOR A LOS DEVOTOS DE LAS BENDITAS ÁNIMAS
Por la señal...
Acto de Contrición y Oración al Padre Eterno...
PUNTO PRIMERO  
Supongamos, cristiano piadoso, que movido por estas meditaciones, haces 
una sincera y dolorosa confesión, y ganando la indulgencia plenaria de 
este santo Novenario, sacas un alma de la horrenda prisión del 
Purgatorio. ¡Ah! ¡Y qué grande será tu dicha! Si perseveras, ¡qué 
galardón tan grande recibirás en el Cielo! Si los reyes de la tierra, 
siendo miserables mortales, recompensan con tanta munificencia al que 
libra a uno de sus vasallos de un gran peligro, o expone su vida 
sirviendo generosamente a los apestados, ¿cómo pensáis vosotros que 
premiará el Señor al que libre a una o más almas de las abrasadoras 
llamas del Purgatorio? Decid, padres y madres: si aquel hijo, que es la 
niña de vuestros ojos, cayese en un río o en el fuego y un hombre 
generoso os le sacara y presentara vivo, ¿cómo se lo agradeceríais? Si 
vosotros fueseis ricos y potentados, y él pobre, ¿cómo le premiaríais? 
Ahora bien: ¿qué tiene que ver el cariño del padre más amoroso con el 
amor que Dios profesa a aquellas Almas, que son sus hijas y esposas muy 
amadas? ¿Qué son todos los peligros y males de este mundo, comparados 
con las espantosas penas del Purgatorio? ¿Y qué comparación hay entre el
 poder y la generosidad de un miserable mortal y el poder y la 
generosidad infinita de Dios, que promete un inmenso premio de gloria 
por la visita hecha a un preso, a un enfermo, o por un vaso de agua a un
 pobre por su amor? ¡Ah, cristiano! No dudo decir que miro como 
asegurada tu salvación si logras sacar a una sola Ánima del Purgatorio. 
¿Y no harás lo posible para lograrlo? 
Medita un poco sobre lo dicho. 
PUNTO SEGUNDO 
No pienses, alma cristiana, que ésta es una reflexión piadosa; es una 
promesa formal de Jesucristo, verdad eterna, que no puede faltar a su 
palabra. ¿No nos dice en el sagrado Evangelio: “Bienaventurados los 
misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia”? Fundado en estas
 palabras infalibles: “Hasta ahora, -dice el Padre San Gregorio- yo no 
sé que se haya condenado ninguno que haya usado de misericordia con el 
prójimo”. ¡Ah! Dios quiere mucho a las almas; todo cuanto se hace por 
ellas lo mira, agradece y premia como si a Él mismo se le hiciera: “En 
verdad os digo que todo cuanto habéis hecho con uno de esos pequeños 
hermanos míos, lo habéis hecho conmigo”. ¡Ah! Dichosos cristianos: si 
socorréis a las pobres Ánimas del Purgatorio, “venid –os dirá un día 
nuestro liberalísimo Juez–; venid, benditos de mi Padre celestial. 
Aquellas pobres almas tenían hambre, y vosotros comulgando las habéis 
alimentado con el pan de vida de mi sacratísimo Cuerpo; morían de sed y 
oyendo o haciendo celebrar Misa les habéis dado a beber mi Sangre 
preciosísima; estaban desnudas, y con vuestras oraciones y sufragios las
 habéis vestido con una estola de inmortalidad; gemían en la más triste 
prisión, y con vuestros méritos e indulgencias las habéis sacado de 
ella. Y no es precisamente a las Ánimas a quienes habéis hecho estos 
favores; a Mí me los habéis hecho: “Mihi fecístis”: pues todo 
cuanto hicisteis por ellas, Yo lo miro por tan propio como si lo 
hubieseis hecho para Mí mismo. Por lo tanto, venid, benditos de mi Padre
 celestial, a recibir la corona de gloria que os está preparada en el 
Cielo”. ¿Y no querríais, cristianos, lograr tanta dicha? Pues en vuestra
 mano está. 
Medita
 lo dicho un poco; encomienda a Dios las Ánimas de tu mayor obligación y
 pide, por la intercesión de María Santísima, la gracia que deseas 
conseguir en esta Novena. 
EJEMPLO 
Cuenta el padre Gregorio Carfora CRM que tenía una pobre mujer napolitana una numerosa familia que mantener, y a 
su marido en la cárcel, encerrado por deudas. Reducida a la última 
miseria, presentó un memorial a un gran señor, manifestándole su infeliz
 estado y aflicción; pero con todas las súplicas no logró más que unas 
monedas. Entró desconsolada en una iglesia, y encomendándose a Dios, 
sintió una fuerte inspiración de hacer decir con aquellas monedas una 
Misa por las Ánimas, y puso toda su confianza en Dios, único consuelo de
 los afligidos. ¡Caso extraño! Oída la Misa, se volvía a casa, cuando 
encontró a un venerable anciano, que llegándose a ella le dijo: “¿Qué 
tenéis, mujer? ¿Qué os sucede?” La pobre le explicó sus trabajos y 
miserias. El anciano, consolándola, le entregó una carta, diciéndole que
 la lleve al mismo señor que le ha dado las monedas. Éste abrió la 
carta, y ¿cuál no fue su sorpresa cuando ve la letra y firma de su 
amantísimo padre ya difunto? “¿Quién os ha dado esta carta?” “No lo 
conozco –respondió la mujer–, pero era un anciano, muy parecido a aquel 
retrato; sólo que tenía la cara más alegre”. Leyó de nuevo la carta, y 
observó que le dicen: “Hijo mío muy querido, tu padre ha pasado del 
Purgatorio al Cielo por medio de la Misa que ha mandado celebrar esa 
pobre mujer. Con todas veras la encomiendo a tu piedad y agradecimiento;
 dale una buena paga, porque está en grave necesidad”. El caballero, 
después de haber leído y besado muchas veces la carta, regándola con 
copiosas lágrimas de ternura: “Vos –dijo a la afligida mujer–, vos, con 
la limosna que os hice, habéis labrado la felicidad de mi estimado 
padre; yo ahora haré la vuestra, la de vuestro marido y familia”. En 
efecto, pagó las deudas, sacó al marido de la cárcel, y tuvieron 
siempre, de allí en adelante, cuanto necesitaban y con mucha abundancia.
 Así recompensa Dios, aun en este mundo, a los devotos de las benditas 
Ánimas. 
ORACIÓN A JESÚS CLAVADO EN LA CRUZ 
¿De qué trabajos puedo quejarme, oh Jesús dulcísimo, cuando os contemplo
 clavado en la cruz, desamparado de vuestro Padre celestial, padeciendo 
la más cruel sed y agonía por mi amor? ¿Cómo no esperaré cuando por 
todas esas llagas abiertas, como por otras tantas bocas o volcanes de 
amor, pedís misericordia y perdón? Sí; aliéntate, pecador; pronto está 
Dios a borrar culpas pasadas; alentaos también vosotras, almas benditas 
del Purgatorio; ya se acerca la hora de vuestro rescate y de vuestra 
libertad. Mañana, con las comuniones que se os ofrecerán, será el 
dichoso día de vuestra redención. ¡Oh! haced que así sea, dulcísimo 
Jesús, moved el corazón de estos fieles para que no nieguen este 
sufragio a las Ánimas, apagad la sed ardentísima que esas Almas tienen 
de veros, de gozaros, de reinar con Vos y bendeciros por siglos 
infinitos. Amén.
      
OBSEQUIO: Hacer una limosna en sufragio de las Almas del Purgatorio.
Ahora
 se dirán cinco Padre nuestros y cinco Ave Marías, y un Gloria Patri en 
sufragio de las Benditas Ánimas; la oración a las Ánimas y los Lamentos se rezarán todos los dias
   
DÍA NOVENO - 1 DE NOVIEMBRE
MEDITACIÓN: DEL AGRADECIMIENTO DE LAS BENDITAS ÁNIMAS PARA CON SUS DEVOTOS
Por la señal...
Acto de Contrición y Oración al Padre Eterno...
PUNTO PRIMERO  
Ved aquí el día feliz; hoy, con las numerosas comuniones y sufragios que
 los fieles han ofrecido al Señor, no sólo en ésta, sino en tantas otras
 iglesias, muchas de aquellas almas, ayer tan afligidas y desgraciadas, 
han pasado a ser dichosos habitantes y príncipes felicísimos de la Corte
 celestial. Ya ven cara a cara la Hermosura y Majestad infinita; ya 
poseen a Dios, que contiene en sí cuanto hay de amable, de grande, 
delicioso y perfecto. Su entendimiento ya no puede experimentar ni más 
alegría, ni más suavidad, ni más dicha. ¡Ay! ¡Si pudieses, amado 
cristiano, penetrar hoy en aquella dichosa patria y contemplar el 
transporte de aquellos Bienaventurados! ¡Qué enhorabuenas, qué abrazos 
se dan tan amorosos! ¡Qué cánticos entonan en acción de gracias al Dios 
de las misericordias y a los generosos cristianos que las han sacado del
 Purgatorio! ¡Oh! ¡Cómo dan por bien empleadas las penas que en este 
mundo padecieron! ¡Oh! ¡Con cuánta alegría está diciendo cada una de 
ellas: “Dichosas confesiones y comuniones; dichosas las Misas que oía, 
las limosnas, oraciones, penitencias y obras buenas que yo practicaba; 
dichosas las burlas y escarnios que yo sufría por ser devota. ¡Y con qué
 magnificencia pagáis, Señor, hasta los sacrificios más pequeños e 
insignificantes que hice por vuestro amor!”! ¿No quisieras, cristiano, 
tener tú la misma suerte? Pues pelea contra las pasiones; que sin pelear
 no se alcanza victoria; sin pena, no hay felicidad. 
Medita un poco sobre lo dicho. 
PUNTO SEGUNDO 
¡Y qué dicha, cristiano, la tuya, si has logrado librar del Purgatorio a
 alguna de aquellas almas! El Cielo debe a tus sufragios el nuevo 
regocijo y la nueva gloria accidental que ahora experimenta. Y aquellas 
almas dichosas te deben la libertad, y con ella la posesión de una 
felicidad infinita. ¿Qué súplicas, pues, tan fervorosas no harán a Dios 
por ti? ¿En qué necesidad podrás encontrarte que no cuiden de 
socorrerte? ¿Qué empeño pondrán en conseguirte las gracias necesarias 
para vencer las tentaciones, adquirir las virtudes y triunfar de los 
vicios? Y si alguna vez te vieres en peligro de pecar y de caer en el 
Infierno, ¡con cuánto más celo que el pueblo de Israel lo hizo en favor 
de Jonatás, dirán al Señor: “¿Y permitiréis, oh gran Dios, que se pierda
 eternamente un cristiano que me ha librado a mí de tan horribles penas?
 ¿No prometisteis que alcanzarían misericordia con el prójimo? ¿Y 
consentiríais ahora que cayese en el Infierno aquel que con sufragios me
 abrió las puertas del Cielo?”! ¡Ah dichoso cristiano! ¡Cuánto envidio 
tu dicha! Persevera, y tienes segura la palma de la Gloria. 
Medita
 lo dicho un poco; encomienda a Dios las Ánimas de tu mayor obligación y
 pide, por la intercesión de María Santísima, la gracia que deseas 
conseguir en esta Novena. 
EJEMPLO 
Cuenta Dionisio Cartujano en su tratado de los Novísimos que Santa Gertrudis Magna, aquella esposa tan regalada del Señor, había hecho 
donación de todos sus méritos y obras buenas a las pobres Ánimas del 
Purgatorio; y para que los sufragios tuviesen más eficacia y fuesen más 
adeptos a Dios, suplicaba a su divino Esposo le manifestase por qué alma
 quería que satisfaciese. Se lo otorgaba su Divina Majestad, y la Santa 
multiplicaba oraciones, ayunos, cilicios, disciplinas y otras 
penitencias, hasta que aquella alma hubiese salido del Purgatorio. 
Sacada una, pedía al Señor le señalara otra; y así logró librar a muchas
 de aquel horrible fuego. Siendo ya la Santa de edad avanzada, le 
sobrevino una fuerte tentación del enemigo que le decía: “¡Infeliz de 
ti! ¡Todo lo has aplicado a las Ánimas del Purgatorio y no has 
satisfecho todavía por tus pecados! Cuando mueras, ¡qué penas y 
tormentos te aguardan!”. No dejaba de acongojarla este pensamiento, 
cuando se le apareció Cristo Señor Nuestro, y la consoló diciendo: 
“Gertrudis, hija mía muy amada; no temas: los sufragios que tú ofreciste
 a las Ánimas del Purgatorio, me fueron muy agradables; tú no perdiste 
nada; pues en recompensa no sólo te perdono las penas que allí habías de
 padecer, sino que aun aumentaré tu gloria de muchísimos grados. ¿No 
había prometido yo dar el ciento por uno, pagando a mis fieles 
servidores con medida buena, abundante y apretada? Pues mira, yo haré 
que todas las almas libertadas con tus oraciones y penitencias te salgan
 a recibir con muchos Ángeles a la hora de la muerte, y que, acompañada 
de este numeroso y brillante cortejo de bienaventurados, entres en el 
triunfo de la Gloria”. 
ORACIÓN A LAS BENDITAS ALMAS LIBERTADAS DEL PURGATORIO POR LOS SUFRAGIOS OFRECIDOS DURANTE EL NOVENARIO 
¡Oh almas dichosas y felices, a quienes nuestro dulcísimo Jesús acaba de
 admitir hoy en su Patria celestial! Os felicitamos, y damos en nombre 
de toda la Iglesia mil enhorabuenas por esta dicha tan grande. Unimos 
nuestra alegría con la vuestra y con la de los Ángeles y Serafines; 
juntamos nuestras acciones de gracia con los cánticos y alabanzas que 
vosotras entonáis al Creador por tan inestimable beneficio. Sí, almas 
santas y dichosas; alegraos: ya se han acabado para vosotras las penas y
 tristezas, las aflicciones y trabajos, los peligros y tentaciones de 
esta miserable vida. Sólo os queda una eternidad de descanso, de 
alegría, de delicias y de bienaventuranza infinita. ¡Qué dicha también 
la nuestra, si con estos sufragios os hemos acelerado la posesión de 
tanta gloria! Sí, triunfad en el Cielo; pero no hagáis como hizo aquel 
ingrato copero de Faraón con José; no olvidéis a vuestros pobres 
hermanos, que militamos aún en este valle de lágrimas; echad una mirada 
compasiva sobre nosotros; ¡mirad de cuántos y cuán fieros enemigos nos 
vemos rodeados! Ahora que sois tan poderosas delante de Dios, interceded
 por nosotros, para que siendo fieles y constantes en su servicio, 
podamos en vuestra compañía alabarle y glorificarle un día eternamente. 
Amén.
Ahora
 se dirán cinco Padre nuestros y cinco Ave Marías, y un Gloria Patri en 
sufragio de las Benditas Ánimas; la oración a las Ánimas y los Lamentos se rezarán todos los dias
OBSEQUIO: Formar una firme resolución de ofrecer todas nuestras obras satisfactorias en sufragio de las pobrecitas Ánimas.  

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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)