“Escribió asimismo Pilato un letrero, y púsole sobre la cruz. En él estaba escrito: JESÚS NAZARENO, REY DE LOS JUDÍOS. Este
rótulo le leyeron muchos de los judíos, porque el lugar en que fue
Jesús crucificado estaba contiguo a la ciudad, y el título estaba en
hebreo, en griego y en latín. Con esto los pontífices de los
judíos representaban a Pilato: No has de escribir: Rey de los judíos,
sino que él ha dicho: Yo soy el Rey de los judíos. Respondió Pílato: Lo
escrito, escrito”. (San Juan XIX, 17-22)
A menudo, en las imágenes de la Crucifixión no se coloca la frase
resaltada en mayúsculas, sólo sus iniciales, a saber: “INRI”. Estas
iniciales eran de las palabras que informaban
de la causa de la sentencia de Jesús.
En el pasaje citado al pie de la imagen, encontramos que los Sacerdotes
de los Judíos le pidieron a Pilato que retirara la escritura y la
sustituyera con otra que explicase que Jesús no era el Rey de los Judíos
sino que había dicho: “Yo soy el Rey de los Judíos”, pero Pilato
respondió: “Quod scripsi scripsi / Lo que he escrito, escrito está”. A
partir de ese microtexto, formularemos los siguientes interrogantes que
resolveremos a lo largo de nuestro artículo:
- ¿Qué decía el Títulus Crucis?
- ¿Por qué el enojo del Sanedrín encabezado por Caifás al conocer el contenido del mismo?
- ¿Qué implicaciones tiene la decisión de Pilato en mantener la inscripción tal cual la escribió?
Primero hablemos del objeto: El Títulus Crucis es el rótulo donde se
expone por qué crucificaron a Jesús. Esta reliquia fue encontrada por
Santa Elena junto con la Santa Cruz en el año 326, y una parte se
conservó en Jerusalén (la peregrina Egeria la contempló antes que
desapareciera misteriosamente) y la otra se encuentra en Roma, en la
iglesia de la Santa Cruz en Jerusalén, la iglesia de estación para el
Viernes Santo. En dicha iglesia permaneció oculta bajo una placa de
plomo con la inscripción TÍTULUS CRUCIS hasta que fue encontrada en 1492
durante la reconstrucción de la misma a manos del cardenal Pedro
González de Mendoza, siendo colocada en el relicario donde hoy está
expuesto. La tabla está hecha de madera de nogal, y las medidas del
fragmento son de 2,5 cm. de espeso, 25,3 cm. de altura y de un largo de
14,3 cm. El escriba que realizó la inscripción lo hizo de derecha a
izquierda (lo que descarta de plano que sea una falsificación).
La costumbre entre los
romanos (y otros Estados antiguos y modernos) con los condenados a
muerte era hacer públicos su nombre y el delito por el que eran
condenados. Las tres lenguas indicadas en el pasaje anterior son por el siguiente motivo: el hebreo era la
lengua litúrgica de los judíos (en ese idioma está escrita la Torá que
se leía y se lee todos los Sábados en las sinagogas), el griego era la
lengua franca y literaria de la época, y el latín era la lengua oficial
del Imperio Romano.
Como sabemos, el texto en latín dice “Iesvs Nazarénvs, Rex Ivdæórvm” (en
el latín clásico se usaba la “I” y la “V”, ya que no existían ni la “J”
ni la “U”), y aparece el “INRI” que todos conocemos y vemos en los
crucifijos. Y en griego, es “Ἰησοῦς ὁ Ναζωραῖος ὁ Bασιλεὺς τῶν
Ἰουδαίων” (Iesous ho Nazoraios ho Basileus ton Ioudaion) y se abrevia
“INBI”. El INBI aparece en muchos iconos griegos y eslavos, como
también en las cruces del Viernes Santo de la Ortodoxia y el Catolicismo
de Rito Oriental.
Ahora, en el idioma hebreo ocurre algo interesante: El hebraísta Schalom
Ben-Chorin, investigando sobre el por qué los judíos se irritaron ante
la inscripción de Pilato, le pidió a unos rabinos que dieran la
traducción exacta de la misma. Y se encontró que en la gramática hebrea,
la inscripción se traduce “יְהוֺשֻׁעַ הַנוֹצְרִי וּמֶ֥לֶךְ הַיְּהוּדִים֙”
(Yeshuah Hanotsri Wemelek Hayehudim: Jesús de Nazaret, y Rey de los
Judíos). Más sorprendente es el hecho que las iniciales de la misma
frase vienen a formar el Tetragrama YHWH.
El Tetragrama (del griego “cuatro letras”) indica el Nombre con que Dios
se reveló a Moisés (Éxodo III, 14): “וַיֹּאמֶר אֱלֹהִים אֶל-מֹשֶׁה ' אֶהְיֶה אֲשֶׁר אֶהְיֶה ; וַיֹּאמֶר 'כֹּה תֹאמַר לִבְנֵי יִשְׂרָאֵל, אֶהְיֶה, שְׁלָחַנִי אֲלֵיכֶם' / Dixit Deus ad Móysen: Ego sum qui sum. Ait: Sic dices fíliis Israël: Qui est, misit me ad vos. / Dijo Dios a Moisés: Yo Soy el que Soy.
Y añadió: Así le dirás a los hijos de Israel: El que Es me ha enviado a
vosotros”. En el verso siguiente, aparece su Nombre, con el cual será
recordado de generación en generación: Yahveh (יַהְוֶה). Yahveh
significa El que es por sí mismo, Aquél cuya propiedad esencial es el
Ser.
De ello podemos concluir que a los judíos no sólo les irritaba que
Pilato proclamara con el Títulus Crucis que Jesucristo fuera Rey, el Rey
de los Judíos (y que ese título estuviese a la vista de todos los
peregrinos que acudían a Jerusalén para la Pascua), sino que Aquél a
quien condenaron a muerte por proclamar ser Hijo Unigénito, Coeterno y
Coigual de Dios (lo que para el Sanedrín era una blasfemia), portara
sobre Sí el Nombre que no podían pronunciar por su inmensa santidad:
YAHVEH, el Increado y Creador del cielo y de la tierra.
Otra cosa interesante es que Jesús en hebreo es Yeshua (יְהוֺשֻׁעַ, Yahveh salva):
Otra cosa interesante es que Jesús en hebreo es Yeshua (יְהוֺשֻׁעַ, Yahveh salva):
Le pondrás por nombre JESÚS; pues él es el que ha de salvar a su pueblo o librarle de sus pecados. (San Mateo I, 19)
Particularmente, las iniciales de Yeshua Hamaschiaj forman la palabra
hebrea Yah (יָהּ), que es la contracción del nombre Yahveh empleada en
nombres y expresiones como הַֽלְלוּיָ֨הּ (Halleluyah - Alabad a Yahveh),
יְהוֹשָׁפָט (Yehoshaphat - Yahveh ha juzgado) o יַהְוֶה נִסִּֽי (Yahveh
Nissi - Yahveh es mi bandera), entre otros.
De manera que Pilato manifiesta al colocar el Nombre de Dios en el
Títulus que Jesucristo es Rey y es Dios, acusando por tanto a los judíos
de ser deicidas. Pero también sin quererlo, Pilato declaró el
Sacerdocio de Jesucristo y el carácter propiciatorio de su Sacrificio en
la Cruz.
En Éxodo XXVIII, 36-38, se dispone que el Sumo Sacerdote lleve sobre la
mitra una lámina de oro que llevaba tallada la frase קֹ֖דֶשׁ לַֽיהוָֽה
(Santidad a Yahveh) durante su ministración:
Harás también una lámina de oro finísimo, en la cual mandarás a labrar a buril: LA SANTIDAD A YAHVEH, y la ligarás con un cordón de color de jacinto; de modo que esté fija sobre la tiara, y pendiente sobre la frente del Pontífice. Y Aarón cargará sobre sí los pecados cometidos por los hijos de Israel en todas las oblaciones y sacrificios que habrán ofrecido y consagrado. Tendrá siempre esta lámina en su frente, para que Yahveh le sea propicio.
Este mandato guarda consigo una profecía, ya que el Sumo Sacerdocio en
cabeza de la dinastía aarónica era una figura del Sacerdocio eterno de
Jesucristo, quien siendo como es Santo, cargó sobre Sí nuestras culpas y
ofreciéndose como propiciación por su Sacrificio en la Cruz (Sacrificio
renovado en forma incruenta en la Misa Católica Tradicional) santificó a
la Iglesia y nos adquirió como Reino de Dios, de manera que actualmente
se salva el que quiere acoger el Sacrificio y la Doctrina, y procede en
consecuencia bautizándose en el Catolicismo tradicional y profesando
esta fe en palabras y obras.
En el año 33, el titular del sacerdocio aarónico era Caifás, pero él dejó vacante el oficio al rasgar sus vestiduras rechazando a Jesucristo, que proclamó ante él ser el Hijo de Dios.
En el año 33, el titular del sacerdocio aarónico era Caifás, pero él dejó vacante el oficio al rasgar sus vestiduras rechazando a Jesucristo, que proclamó ante él ser el Hijo de Dios.
Jesús mismo había predicho días antes de su Crucifixión:
“Cuando sea levantado de la tierra (sobre la Cruz) el Hijo del Hombre, conoceréis que Yo soy (el que soy)”. (San Juan VIII, 28).
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