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miércoles, 11 de noviembre de 2009

LOS HERMANOS MAYORES DE LA IGLESIA CONCILIAR

De Radio Cristiandad

Nos preguntamos si al menos la sangre de nuestros niños servirá para los panes ácimos de los judíos.



de EX ORBE de Terzio



Una noticia de la sección internacional “Oriente Medio” me ha erizado el vello: “Rabino israelí publica una obra dando licencia para matar a niños no judíos”. Merece la pena leer el breve artículo.


De entrada, uno se pregunta qué diría la prensa (qué extensión y difusión le dedicaría) si un cura católico disparatase con semejante enormidad. Comparen Uds. la noticia con el “impacto” de las declaraciones negacionistas del lefevbrista Mons. Williamson, por ejemplo. Y saquen conclusiones (conclusiones “críticas”).

La evidencia es que en nuestros medios (los medios de comunicación occidentales) lo judío-israelí preocupa y se mantiene como sección fija en casi todos los diarios impresos y virtuales. Pero ciertas noticias “escandalosas” se pasan por alto; sin embargo lo católico-cristiano se mira con lupa y se repasa con microscopio. Y cualquier “suceso” se magnifica con súper-megáfono global.

¿Han leído – o han vuelto a leer – lo del caso de los rabinos judíos implicados en el tráfico de órganos humanos (de niños también); ¿leyeron ustedes algunas de las breves noticias sobre las escalofriantes acusaciones que hacían los palestinos de Gaza, sobre este tema de las extracciones y tráfico de órganos? Son esas noticias que aparecen en la esquina de la prensa, nunca en titulares, ni siquiera en medios titulares. Será para no alarmar. Supongo.

Cuando escribo sobre el tema israelí, acostumbro a hacer un parón cuando llevo un par de párráfos escritos, para aclarar: No soy anti-semita ni aliento ninguna clase de judeo-fobia; me duelen los palestinos y su injusta suerte, condición y estado; pero no soy pro-islamista, ni filo arábigo. La única afición “arábe” que me reconozco es que me gusta pegar los papeles con goma arábiga; sólo eso. Al contrario, estimo que las fronteras españolas deberían estar hermeticamente cerradas a la penetración (emigración lo llaman) de elementos islámicos los que sean, que serán un problemazo dificilmente resoluble dentro de poco. Por lo pronto ya hay un partido islamista movilizándose para las próximas municipales. A ver qué pasa.

Pero, volviendo a Israel: El caso/problema israelí no hay por dónde cogerlo. Es un atascadero en las relaciones internacionales, un peligro a nivel planetario, y una flagrante injusticia contra un pueblo-una nación (los palestinos de Palestina) que dura ya más de medio siglo merced a la pasividad hipócrita de “las democracias” y los “estados de derechos” occidentales. Un baldón histórico.

Si además en lo “israelí” (que es un caso/problema político-estratégico) se implica lo “judío” (que es un hecho religioso), el combinado resultante es un explosivo súper-peligroso híper-sensible.

El boletín de la agencia Zenit trae también hoy un artículo de un italiano de ascendencia sefardita implicado en el avispero palestino-israelí: La importancia de las comunidades de paz en el conflicto palestino-israelí. No comparto algunas de sus apreciaciones, pero sí le doy razón en la tesis de fondo: El Cristianismo en Tierra Santa es un elemento pacificador (aunque el autor del artículo no lo remarca suficientemente).

El Cristianismo es pacífico no por “circunstancias” sino por esencia. Si las circunstancias han determinado en algunos momentos de la Historia la beligerancia del Cristianismo (o la Iglesia), la misma esencia cristiana ha vuelto a postular la paz y a retomar el “beati pacifici” como una referencia moral vinculada al mismo Cristo el Señor. Tan absoluto. No entender esto es no entender casi nada.

No así en el caso de los musulmanes: El Islam lleva en su médula la guerra santa, y ha guerreado “santamente” ab orígine. ¿Y el Judaísmo? Desde otras perspectivas, también. El judaísmo no es proselitista ni expansionista ni misionero, pero es ferocísimo cuando tiene que defenderse, terrible como los Jueces y los Macabeos del Antiguo Testamento; o resistentes hasta el fanatismo enloquecido de los resistentes de Massada. Todo eso late en la doctrina tremenda del rabino que enseña la matanza de los niños goyim.

Cuando el rabino Yitzhak Shapiro reconoce como “religioso” el deber de aniquilar a los niños de los goyim (los no judíos) no está reversionando en judío el perverso concepto de la “guerra preventiva” del criminal ex-presidente Bush jr. Lo que enseña el rabí Shapiro está en la Biblia, se reza en los Salmos: “...filia Babilonis misera... beatus qui tenebit et adlidet parvulos tuos ad petram / míserable hija de Babel, dichoso quien agarre a tus niños y los estrelle contra las piedras de tus murallas” Sal 136, 8-9.

La cita debe leerse con el Salmo 136 entero, el Salmo de los desterrados, el del coro “Va Pensiero” del Nabbucco de Verdi: Los desterrados de Sión se lamentan junto a los canales de Babilonia; y al final claman contra sus opresores con esa terrible imprecación: ¡Felices quienes estrellen a tus niños en la piedras de tus murallas”. Los versículos suenan tan crudos, que el Papa Pablo VI los mandó quitar de la Salmodia de la Liturgia de las Horas del Novus Ordo; supresión comprensible, pero absolutamente discutible, ya que la Iglesia no reza esos versículos con el sentido tremendo del original hebreo, sino con el sentido alegórico que expresa la lucha contra el mal (Babilonia-opresión-pecado) y “sus hijos”.

Hasta la semana pasada se ha estado leyendo en la lectio contínua del Leccionario Ferial del Tiempo Ordinario la Epístola de San Pablo a los Romanos. Una sección particularmente señalada de este texto paulino es aquella en la que el Apóstol reflexiona y enseña sobre Israel y su destino. San Pablo en esa carta dice: “...secundum Evangelium quidem inimici propter vos secundum electionem autem carissimi propter patres sine paenitentia enim sunt dona et vocatio Dei / según el Evangelio, son enemigos por causa de vosotros, pero segun la elección son amados por causa de los patriarcas, ya que los dones y la vocación de Dios son irrevocables” Rm 11, 28-30. Hay que leer toda la sección para empaparse bien de la esclarecedora palabra de San Pablo al respecto.

Juzgo muy poco “apostólico” negar (o discutir) la necesidad de la predicación a Israel; ciertamente su destino es un misterio que se dilucida en paralelo con la Iglesia, con una profetizada convergencia final; pero el anclaje del Judaísmo en el Viejo Testamento es una “enemistad” con el Evangelio que se traduce en consecuencias y hechos tan terribles como el libro del rabino Shapiro. Por ejemplo.

Predicar a Cristo es una necesidad para Israel. Hoy de manera muy significativa, con renovada urgencia. Porque si persiste la cerrazón de Israel, la enemistad con el Evangelio de Jesucristo se traducirá en hechos tan temibles como los que se extraen del libro de ese rabino.

p.s. A veces digo que el peor enemigo del Pueblo Judío es Israel mismo (o por lo menos parte de ese Israel que representan el “Estado de Israel”, los rabinos como Shapiro y los colonos de los “territorios ocupados”).



Pax super Ierusalem!

1 comentario:

  1. Y luego esos infelices judíos triple hijos de su putísima madre dicen que son víctimas.

    ¡Muerte a Israel!

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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)