Desde Salutaris Hostia
Nos enseña Nuestro Divino Maestro, como hemos de imitar las acciones de su Pasión en las que ordinariamente hacemos, con mucho fruto, y provecho de nuestras almas.
Santa Gertrudis la Magna
Considerando Nuestra Madre Santa Gertrudis un Viernes Santo, con amorosa ternura, y dulzura de su alma, lo mucho que el Señor había padecido en su Pasión por su amor, y deseando con fervoroso afecto de lo íntimo de su corazón, mostrarse agradecida, y corresponder en algo al amor infinito de su Divino Esposo le dijo: Ea Señor, única Esperanza y salud de mi alma, enséñame, en qué, o cómo, podré mostrarme agradecida a tu Santísima Pasión, tan amarguísima para Ti, cuanto saludabilísima para mi.
Respondió el Señor:
- El que sujeta su voluntad a la de otro, no gobernándose por su parecer, sino por el ajeno, este tal me agradece el dolor, y afrenta, que a la hora de Maitines padecí, cuando por la salud del género humano fui preso, maniatado, afligido, y escarnecido con muchos golpes, y oprobios.
- El que con humildad reconoce, y confiesa sus defectos, me agradece el sentimiento que tuve a la hora de Prima, cuando, como Reo en juicio fui acusado de falsos testigos, y condenado a muerte afrentosa.
- El que mortifica sus sentidos, negándoles los deleites sensibles me agradece los crueles azotes que padecí a la hora de Tercia.
- El que con humilde rendimiento se sujeta a los Prelados poco ajustados, y que no son tan observantes, y morigerados como deben; me alivia el terrible dolor que me causó la Corona de espinas.
- El que habiendo sido agraviado de otro, procura por el bien de la paz, disimular su ofensa, y con humildad se adelanta a reconciliarse con el que le ofendió, solicitando su amistad, me recompensa el trabajo que tuve en llevar sobre mis heridas y delicados hombros la Cruz.
- El que por ejercitar la caridad con el prójimo, se anima, y emprende obras que exceden sus posibles, y fuerzas, extendiéndose a más de lo que puede; me agradece el terrible dolor, que padecí cuando a la hora de Sexta fui extendido, descoyuntado y clavado en la Cruz.
- El que por corregir a su prójimo, o apartarle de que peque, no repara en la desazón, tribulación, afrenta o molestias, que de esto se le pueden seguir, me agradece la afrenta, y amarga muerte, que padecí a la hora de Nona, por la salud, y remedio de todos los hombres.
- El que, viéndose sin razón injuriado, responde con humildad, y blandura a los que le injurian; me quita compasivo de la Cruz, donde estaba mi cuerpo pendiente.
- Y finalmente el que con humildad estima más a su prójimo que a si mismo, juzgando que es razón que le sea preferido en honor, conveniencia, o en otra cualquiera cosa; me ofrece sepultura en que descanse mi cuerpo. Lib. 4 cap. 26
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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)