Noticia publicada por ANDREA TORNELLI para VATICAN INSIDER-LA STAMPA- Vía MILES CHRISTI
EL lunes 17 de noviembre comienzan las obras para reestructurar los baños para los peregrinos; habrá un espacio en donde los “clochard” se podrán lavar. Una decena de parroquias de Roma hará lo mismo. Lo cuenta el Limosnero de Francisco I.
«Padre, es que no puedo ir con usted al restaurante, porque apesto…». Franco es un “clochard” de origen sardo; tiene la barba como gris torrente impetuoso y la piel quemada por el sol. A principios de octubre, le explicó al obispo que lo invitaba a cenar para festejar su cumpleaños, cuál es la mayor necesidad de los vagabundos en Roma: «Aquí nadie se muere de hambre; un “panino” (emparedado o sandwich) lo encontramos siempre. Pero no hay lugares en los que podamos lavarnos o ducharnos». El obispo en cuestión es Konrad Krajewski, Limosnero del Papa Francisco (sic). El mensaje fue recibido inmediatamente: El lunes 17 de octubre comenzarán las obras para construir tres duchas dentro de los baños para los peregrinos que se encuentran bajo la imponente columnata de San Pedro. Las podrán usar los vagabundos que se encuentran en los alrededores de la Basílica. Podrán lavarse y cambiarse de ropa interior bajo las ventanas del Palacio Apostólico. Y, siguiendo la invitación del Limosnero apostólico, una decena de parroquias romanas en los barrios más frecuentados por los vagabundos ya están construyendo duchas para ellos.
Monseñor Krajewski, mejor conocido como “don Corrado”, ofrece víveres y ayuda desde hace años a las personas que viven en la calle. El Papa Francisco (sic) lo eligió justamente por este motivo; lo nombró obispo y le encomendó la Limosnería, que tiene la tarea de ser su “mensajero” para llevar pequeñas ayudas económicas a quienes se encuentran en dificultades. El prelado polaco cuenta que aquel encuentro con Franco, a principios de octubre, le abrió los ojos. «Acababa de salir de la Iglesia del Espíritu Santo, a donde voy a confesar. Me encontré a Franco, un vagabundo, en la Vía della Conciliazione (la avenida que va desde el Castillo Sant'Angelo a la Basílica de San Pedro). Me dijo que ese día cumplía 50 años y que desde hacía 10 vivía en la calle». El obispo lo invitó a cenar a un restaurante. «Pero apesto…», fue la respuesta. «Me lo llevé a comer a un restaurante chino. Mientras estábamos cenando, me explicó que en Roma siempre se encuentra algo de comer. Lo que falta son sitios donde lavarse».
En la capital están los comedores de la Cáritas, y los de la Comunidad de Sant’Egidio. También hay muchas iniciativas en las parroquias, por lo que quienes viven en la calle saben a dónde acudir. También existen lugares en los que se pueden duchar. La Comunidad de Sant’Egidio, que está en primera línea en la ayuda a las personas que viven en la calle, publicó una guía actualizada que se llama “Dónde comer, dormir y lavarse”. «Siempre hay muchísima gente –explicó Franco–, por lo que el tiempo disponible es muy poco. Por eso prefiero ahorrar un poco y, de tanto en tanto, pagar una ducha en la estación de trenes Términi». El Limosnero del Papa, que hasta entonces pensaba que la primera necesidad de los vagabundos era la comida, se pone en marcha. Acostumbra actuar inmediatamente, sin proyectar grandes cosas, sin organizar campañas para reunir fondos, que se tardan meses. «En el Evangelio Jesús siempre usa la palabra “Hoy”… Y hoy debemos responder a la necesidad». Entonces, decidió visitar una decena de parroquias romanas, a cuyos alrededores viven muchos vagabundos. Visitó los complejos parroquiales. Si todavía no había, pidió que construyeran duchas, pagadas con la caridad del Papa. No se trata de proyectos caros, no deben convertirse en grandes centros de acogida. Se trata, más bien, de un servicio capilar, destinado a las personas de cada barrio, en una ciudad en la que los baños públicos están cerrados y en la que los vagabundos no pueden entrar a los bares o restaurantes para usar el baño. «No es sencillo –explica Mons. Krajewski–, porque es más fácil hacer “panini” que ocuparse de un servicio de duchas. Se necesitan voluntarios, se necesitan toallas, ropa interior». “Don Corrado” le dijo a los párrocos: «¡Eso lo paga el Santo Padre!». Y la Providencia no deja de manifestarse. Andrea Bocelli, con su fundación, donó un cheque jugoso. Un senador del norte invitó a una empresa a regalar las obras para construir las duchas en las parroquias que todavía no tengan.
El Vaticano también hace lo suyo. Desde hace tiempo, el Gobernatorato estaba planeando la modificar los baños para los peregrinos que se encuentran bajo la columnata, a pocos metros del Portón de Bronce (a la derecha, viendo hacia la Basílica). Las necesidades que manifestó Franco, el vagabundo de cincuenta años con diez años de experiencia por la calle (en donde ha visto morir de frío a muchos compañeros), pusieron en marcha el estudio de una variante significativa parte del proyecto de reestructuración, con la bendición de Francisco. Tres duchas para los vagabundos bajo la columnata de Bernini, uno de los lugares más bellos y más visitados del planeta. «La Basílica existe porque custodia el Cuerpo de Cristo –observa Krajewski cuando un periodista le pregunta si esta decisión no podría provocar los respingos de algunos turistas–, y en los pobres nosotros servimos al cuerpo que sufre de Jesús. Desde siempre, en la historia de Roma, alrededor de las basílicas se reunían los pobres».
En las duchas bajo la Cúpula de San Pedro, y en las de las diferentes
parroquias de la capital, no habrá ningún tipo de señalización externa.
El servicio está pensado para los que ya viven en la zona, para
descongestionar los grandes centros de asistencia. El Limosnero del Papa
está tratando de involucrar a los alumnos de una escuela de peluquería,
para ofrecer, de vez en cuando y además de la ducha, un corte de pelo.
Si los vagabundos (o mejor, los “peregrinos sin techo”, como los llama
“don Corrado”) tienen la posibilidad de lavarse, serán menos vulnerables
frente a las enfermedades que se transmiten con la suciedad. Empezando
por Franco, que aquella tarde de un día soleado de octubre se
avergonzaba de ir a cenar a un restaurante.
COMENTARIO DE JORGE RONDÓN SANTOS
Es laudable ciertamente la decisión del Vaticano, y de hecho está
incluida en las siete Obras corporales de Misericordia (Dar de comer al
hambriento y de beber al sediento, Acoger al forastero, Vestir al
desnudo, Visitar a los enfermos, Socorrer a los cautivos y Sepultar a
los muertos). Pero vale aclarar que Bergoglio y sus súbditos NADA
ADELANTAN CON ELLO, porque los herejes, cismáticos, paganos, masones y
demás gentes lo hacen; y como decretara la Bula Cantate Dómino: "Nadie,
por más limosnas que hiciere, aun cuando derramare su sangre por el
nombre de Cristo, puede salvarse, si no permaneciere en el seno y unidad
de la Iglesia Católica".
Y como en este mundo para hacer cualquier proyecto, por pequeño que sea,
se necesita dinero, de dónde lo sacan y cómo lo emplean allá, eso me
importa en manera alguna. Pero hacer duchas en la Columnata de Bernini,
bajo el otrora Palacio Apostólico, ¡vaya un disparate!. Si querían
hacerlo, podían pagar con esa plata de la Limosna Vaticana toda la ducha
y corte de cabello gratis en toda Roma, hasta pudieran vender los
Tesoros si a bien lo tienen (aunque dudo mucho de los potentados de hoy
en día, que tienen un gusto de los mil demonios al decorar sus casas con
cuanta basura sacan los "artistas modernos", so pretexto de "ser más a
la moda"; y que dichos Tesoros son imposibles de avaluar
económicamente). ¿O será que la plata viene de cuando le rentaron la
Capilla Sixtina al grupo Porsche para su cena corporativa?
Concluyo con lo siguiente: Esa es otra evidencia de por qué consideramos
a Jorge Mario Bergoglio como "Pedro el Romano", y que mientras más bajo
cae la prostituta deuterovaticana, MÁS PRÓXIMO ES EL RETORNO DE NUESTRO
SEÑOR JESUCRISTO, REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES.
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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)