Ves
ahora muchas palabras extrañas en círculos católicos. Palabras que
nunca antes asociarías con la palabra “Católico”, como “chamán” y
“cosmos” y “ecología integral”. Todo teniendo que ver con el reciente
Sínodo Amazónico. Te preguntarás: ¿cómo se vería una iglesia
“inculturada”? ¿Y qué sobre el factor “pendiente resbaladiza”? ¿Hasta
dónde llegarán estas innovaciones? Hacía pocos años, había tenido un
vistazo. Estuve visitando una iglesia en el estado de Chiapas en México.
La
iglesia original de San Juan Chamula, en las tierras altas de Chiapas,
fue fundada por misioneros españoles en 1524. Dedicada a San Juan
Bautista, la iglesia es hogar del pueblo maya Tzotzil. La población de
San Juan Chamula es una comunidad autónoma, una de las pocas en México.
Tienen su propia policía, y ninguna fuerza militar o policial externa
tiene permitido entrar. Las mujeres visten huipiles (blusas amplias)
blancos con bordados tradicionales, con faldas oscuras de lana y
brillantes chales azules. Los hombre visten largas túnicas blancas. El
95 por cien de la población hablan la lengua nativa Tzotzil.
Por
siglos, ellos practicaron la fe Católica, hasta los años 1970’s. En esa
época, la Iglesia intentó desterrar algunas prácticas indígenas,
considerándolas lesivas para la fe. El obispo advirtió que bajo tales
circunstancias, ya no se dirían más Misas en San Juan en el futuro. Las
advertencias no sirvieron. Los parroquianos recalcitrantes siendo un
grupo fieramente independiente (Chiapas fue hogar de la izquierdista
rebelión Zapatista), rechazaron obedecer a las autoridades
eclesiásticas. En cambio, depusieron a los sacerdotes (todos los mestizos fueron expulsados del pueblo), se quedaron con el edificio, y establecieron sus propios “sacerdotes” y rituales.
Por
largo tiempo, no ha habido Misa en dichas instalaciones, ni presencia
Católica alguna. Sobra decir, ya no es más reconocida por la Iglesia
Católica.
La
de San Juan Chamula es una típica iglesia blanqueada, pintada
brillantemente, una que podrías ver en cualquier área rural del país.
Sin embargo, cuando das un paso al interior, entras en un mundo
diferente.
Lo
primero que observas: no hay bancas. Todos se sientan en el suelo, que
está alfombrado con grandes cantidades de frescas agujas de pino. Ellos
se reúnen en pequeños grupos familiares alrededor de velas que han sido
puestas en patrones precisos. Los colores de las velas son
significativos: el verde simboliza una buena cosecha, por ejemplo, y el
blanco simboliza una abundancia de alimentos.
Estatuas
de santos a línea de los muros, y una gran estatua de San Juan Bautista
(en vez de Cristo) reina sobre el altar mayor. Los “adoradores” se
sientan o arrodillan ante sus santos favoritos que creen representan
dioses paganos. Después de hacer la señal de la cruz, obsequian a los
santos con ofrendas como comida o flores. Como parte del ritual, se rota
una taza comunal de pox (se pronuncia posh); esta es una bebida
alcohólica hecha de caña de azúcar. Incluso los niños pequeños
participan. E, incongruentemente, latas de Cola, muchas de ellas, ¡están
en evidencia! ¿Coca-Cola? Se piensa que el color negro de la bebida es
para ahuyentar a los espíritus malignos.
El
espacio cavernoso es oscuro y sombrío, porque no hay ventanas; solo hay
un pequeño tragaluz en el techo. La única iluminación viene de cientos
de velas ardiendo. El aire es redolente con el aroma exótico de cera
derretida, flores, y la quema de incienso de copal (hecho de resina de
pino). El pino representa a la Madre Tierra.
La
oración silenciosa no es aparente en San Juan Chamula. En su lugar, una
cacofonía de sonidos a bajo volumen permea todo el espacio: voces
murmurando, lamentándose, suplicando, llorando, cantando, implorando.
Y luego hay chamanes. ¡Los chamanes! Parecen ser los aristócratas, los jefes
de toda la empresa. Se les rinde mucha deferencia. Los ves en cualquier
rincón de la iglesia. Ellos son solicitados para ceremonias de
“curación” y “limpias”. Hombres y mujeres pueden ser chamanes, aunque
sólo vi hombres chamanes el día de mi visita. No puedes ignorarlos. Son
los únicos de pie. Ellos se paran junto a un suplicante y mecen un huevo
o un pollo vivo sobre la cabeza de la persona. En algunas
circunstancias, un sacrificio de animal es requerido para apaciguar a
los dioses (en cuyo caso, ¡el pollo es muerto en el lugar!). Justo
entonces y allí. El chamán tuerce el cuello del pollo con sus manos
desnudas, o rebana el cuello del animal. Me plugo perderme esta parte
del ritual. Decididamente, un viaje a San Juan Chamula no es para
débiles de corazón.
“¿Cómo
se convierte uno en chamán?”, preguntó un turista. “Por sus sueños”,
replicó el guía. “Es por sus sueños que son llamados al servicio”.
Tan
desconcertante como era todo esto, la actitud de Arturo, el sicofante
guía turístico no indígena, lo era incluso más. Él era el proselitizador
por excelencia para “la nueva fe”. Difícilmente se hallará en otra
parte un vocero más anticatólico. Prácticamente gruñía cada vez que
mencionaba la palabra “Católico”. Y que Dios te ayude si no mostrabas
celo por su entusiasmo.
La
regla de NO FOTÓGRAFOS es acatada fuertemente. Si ven cámaras, las
destruyen. Se sabe que ha habido violencia física si una persona revela
una cámara. Algunos han sido apaleados y arrojados a prisión por
intentar tomar una fotografía.
Era
un lugar desolado. Todo el tiempo que estuve allí, un pasaje de la
Escritura rondaba una y otra vez por mi mente: “cambiaron la verdad de
Dios por una mentira” (Rom. 1:25).
Quizá
los obispos en el Sínodo de la Amazonía debían haber hecho primero una
visita a San Juan Chamula, ¿ir a una iglesia cercana a ti?
Mary
Hansen tiene una Maestría en Educación y una Maestría en
Divinidad/Teología de St. Michael (Toronto). Ella es una antigua maestra
y ha escrito para el National Catholic Register, el Catholic Register,
St. Anthony Messenger, Catholic Insight, y otros. Ella escribe sobre
iglesias en México, particularmente santuarios mexicanos de Nuestra
Señora, en madonnasofmexico.com.
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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)