Ejercicio devoto
dispuesto por la R. M. Julia Abaunza del Pino ODN, priora del Convento
de Nuestra Señora de la Enseñanza en Santiago de Compostela, y publicada
por la Tipografía Galaica en 1900. Imprimátur por el Gobierno
Eclesiástico del Arzobispado de Santiago, concedido el 8 de Mayo de ese
año. La Letanía proviene del Manual de la Abadía de Loreto, publicado en Dublín por el Instituto de la Bienaventurada Virgen María en 1852.
DÍA 2: SAN JUAN EN EL CENÁCULO
Cuando San Juan tuvo su cabeza reclinada sobre el pecho de Jesucristo, sentiría los latidos de su Corazón adorable... Amando como amaba al Salvador, ¿qué efecto haría en su alma aquel descanso en tan divina almohada, aquella proximidad a la Santísima Humanidad de Cristo Nuestro Señor? Cuando comulgo, ¿no me acerco yo a Jesucristo? ¿no puedo decir con verdad que tengo su Corazón Calidísimo dentro del mío? ¿y mis obras corresponden a esta inefable gracia?...
SÚPLICA
¡Oh bienaventurado y dichoso discípulo de mi Divino y amado Salvador! ¿qué experimentasteis cuando tan dulce y confiadamente recostado sobre el Corazón de Nuestro Señor, sentíais el calor de aquel volcán infinito de amor? Santo querido, por lo que entonces gozasteis, y por el aumento de caridad que allí tendría vuestra alma, interesaos por la mía, y alcanzadme caridad, aumento de amor a Jesucristo, porque el amor lo facilita todo, lo allana todo, y sobre todo está. Jesucristo es infinitamente digno de nuestro amor... y mi corazón es tan pequeño, tan frágil; ¡que de ahora en adelante sea todo de Dios!
Práctica: Muchos actos de fe y de amor, antes y después de comulgar.
Señor, ten piedad de nosotros.
San Juan, que te reclinaste sobre el pecho de Jesús, ruega por nosotros.
San Juan, que recibiste del puro y ardiente corazón de Jesús aquel inmenso fuego que ardió en el tuyo, ruega por nosotros.
San Juan, que recibiste luz de aquella Luz que las tinieblas no la comprendieron, ruega por nosotros.
San Juan, que incluso en tu exilio, hiciste tu morada con el “Verbo Eterno” y viste la amabilidad de su rostro, ruega por nosotros.
San Juan, que comiste pan con el Pan de vida, ruega por nosotros.
San Juan, que bajo la cruz recibiste la sangre y las lágrimas de Jesús, ruega por nosotros.
San Juan, que recibiste a María como tu Madre, ruega por nosotros.
San Juan, que mezclaste tus lágrimas con las lágrimas de María, y tus suspiros con los lamentos de su corazón traspasado, ruega por nosotros.
San Juan, cuyo amor fue más fuerte que la muerte, ruega por nosotros.
San Juan, exiliado por el nombre de Jesús, ruega por nosotros.
San Juan, patrono de nuestra castidad y caridad, ruega por nosotros.
San Juan, discípulo amado de Jesús, e hijo querido de María, ruega por nosotros.
San Juan, que viste el brillo del cielo empíreo, ruega por nosotros.
San Juan, que en el mismo seno de la Divinidad aprendiste los más ocultos secretos, ruega por nosotros.
San Juan, águila cuyos ojos no fueron deslumbrados por la belleza de la Santísima Trinidad, ruega por nosotros.
Cuando San Juan tuvo su cabeza reclinada sobre el pecho de Jesucristo, sentiría los latidos de su Corazón adorable... Amando como amaba al Salvador, ¿qué efecto haría en su alma aquel descanso en tan divina almohada, aquella proximidad a la Santísima Humanidad de Cristo Nuestro Señor? Cuando comulgo, ¿no me acerco yo a Jesucristo? ¿no puedo decir con verdad que tengo su Corazón Calidísimo dentro del mío? ¿y mis obras corresponden a esta inefable gracia?...
SÚPLICA
¡Oh bienaventurado y dichoso discípulo de mi Divino y amado Salvador! ¿qué experimentasteis cuando tan dulce y confiadamente recostado sobre el Corazón de Nuestro Señor, sentíais el calor de aquel volcán infinito de amor? Santo querido, por lo que entonces gozasteis, y por el aumento de caridad que allí tendría vuestra alma, interesaos por la mía, y alcanzadme caridad, aumento de amor a Jesucristo, porque el amor lo facilita todo, lo allana todo, y sobre todo está. Jesucristo es infinitamente digno de nuestro amor... y mi corazón es tan pequeño, tan frágil; ¡que de ahora en adelante sea todo de Dios!
Práctica: Muchos actos de fe y de amor, antes y después de comulgar.
LETANÍAS DE SAN JUAN EVANGELISTA.
Señor, ten piedad de nosotros.
Jesucristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Jesús, óyenos.
Jesús, acoge nuestras súplicas.
Dios Padre celestial, ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad, un solo Dios, ten piedad de nosotros.
Santa María, Madre de Jesús y de San Juan, ruega por nosotros.San Juan, que te reclinaste sobre el pecho de Jesús, ruega por nosotros.
San Juan, que recibiste del puro y ardiente corazón de Jesús aquel inmenso fuego que ardió en el tuyo, ruega por nosotros.
San Juan, que recibiste luz de aquella Luz que las tinieblas no la comprendieron, ruega por nosotros.
San Juan, que incluso en tu exilio, hiciste tu morada con el “Verbo Eterno” y viste la amabilidad de su rostro, ruega por nosotros.
San Juan, que comiste pan con el Pan de vida, ruega por nosotros.
San Juan, que bajo la cruz recibiste la sangre y las lágrimas de Jesús, ruega por nosotros.
San Juan, que recibiste a María como tu Madre, ruega por nosotros.
San Juan, que mezclaste tus lágrimas con las lágrimas de María, y tus suspiros con los lamentos de su corazón traspasado, ruega por nosotros.
San Juan, cuyo amor fue más fuerte que la muerte, ruega por nosotros.
San Juan, exiliado por el nombre de Jesús, ruega por nosotros.
San Juan, patrono de nuestra castidad y caridad, ruega por nosotros.
San Juan, discípulo amado de Jesús, e hijo querido de María, ruega por nosotros.
San Juan, que viste el brillo del cielo empíreo, ruega por nosotros.
San Juan, que en el mismo seno de la Divinidad aprendiste los más ocultos secretos, ruega por nosotros.
San Juan, águila cuyos ojos no fueron deslumbrados por la belleza de la Santísima Trinidad, ruega por nosotros.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, ten piedad de nosotros, Señor.℣. Ruega por nosotros, glorioso San Juan Evangelista.
℞. A fin de que seamos dignos de las promesas de Jesucristo.
ORACIÓN
¡Oh gran Santo!, alcánzame la gracia de amar a Jesús con todo mi corazón, alma, fuerza y mente, para que dejando esta tierra de destierro y dolor pueda, por tu intercesión, y los méritos de mi Salvador crucificado, contemplar la amabilidad de su rostro, y descansar en su seno para siempre. Amén.
¡Oh gran Santo!, alcánzame la gracia de amar a Jesús con todo mi corazón, alma, fuerza y mente, para que dejando esta tierra de destierro y dolor pueda, por tu intercesión, y los méritos de mi Salvador crucificado, contemplar la amabilidad de su rostro, y descansar en su seno para siempre. Amén.
DÉCIMA A SAN JUAN EVANGELISTA
Discípulo tan amado
Del Divino Salvador,
Alcanzadme mucho amor
Puro, ferviente, acendrado.
En el Corazón Sagrado
De Jesús, hacedme entrar,
En Él siempre he de encontrar
Una muy dulce acogida:
Y allá, en el fin de la vida,
Lleno de amor... expirar. Así sea.
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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)