En el programa “Che tempo che fa” de Fabio Agostino Francesco Fazio en el canal 9 de Italia, Francisco Bergoglio dijo que le gustaría pensar que el Infierno está vacío.
Fazio le dice a Bergoglio: «En consecuencia de estas palabras, es difícil imaginar el Infierno, como un padre que condena a alguien por toda la eternidad. En resumen, es difícil imaginar el Infierno». A lo que este respondió:
«Sí, es muy difícil imaginar el Infierno. Lo que voy a decir no es un dogma, solo mi opinión: me gusta pensar que el infierno esté vacío. Espero que lo esté realmente. Me gustaría».
La afirmación de que el infierno está vacío (derivada de la herejía de la apocatastasis) resurgió en el ámbito modernista por teólogos como Romano Guardini, Henri de Lubac, Jean Daniélou, y Hans Urs von Balthasar y su dirigida Adrienne von Speyr. Incluso, el mismo Juan Pablo II Wojtyła en su catequesis sobre el Infierno en la Audiencia general del 28 de Julio de 1999, dijo:
«La condenación sigue siendo una posibilidad real, pero no nos es dado conocer, sin especial revelación divina, si y cuáles seres humanos han quedado implicados efectivamente en ella»
Y en 2019, el superior general de los jesuitas, Arturi Sosa Abascal, en entrevista a Rodolfo Casadei para la revista Tempi después del encuentro anual de Comunión y Liberación en Rímini, dijo que el infierno y el diablo son una construcción cultural:
RODOLFO CASADEI (TEMPI): «Padre Sosa, ¿el diablo existe?».ARTURO SOSA ABASCAL SJ: «[El diablo existe] En distintas formas. Es necesario entender los elementos culturales para referirse al diablo. En el lenguaje de San Ignacio, es el espíritu maligno que te lleva a hacer las cosas que van contra el espíritu de Dios. Existe como mal personificado en diversas estructuras pero no en las personas, porque no es una persona, es una manera de actuar el mal. No es una persona como lo es una persona humana. Es una manera que tiene el mal de estar presente en la vida humana. El bien y el mal están en lucha permanente en la conciencia humana, y tenemos modos de indicarlo. Reconocemos a Dios como bueno, enteramente bueno. Los símbolos son parte de la realidad, y el diablo existe como realidad simbólica, no como realidad personal».
Reafirmando lo que dijo dos años antes al periodista Jorge Benítez Montañés del diario español El Mundo:
JORGE BENÍTEZ MONTAÑÉS (EL MUNDO): «Para terminar, quería preguntarle si cree que el mal es un proceso de la psicología humana o proviene de una entidad superior».ARTURO SOSA ABASCAL SJ: «Desde mi punto de vista, el mal forma parte del misterio de la libertad. Si el ser humano es libre, puede elegir entre el bien y el mal. Los cristianos creemos que estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, por lo tanto Dios es libre, pero Dios siempre elige hacer el bien porque es todo bondad. Hemos hecho figuras simbólicas, como el diablo, para expresar el mal. Los condicionamientos sociales también representan esa figura, ya que hay gente que actúa así porque está en un entorno donde es muy difícil hacer lo contrario».
Contrariando la Doctrina católica y la Sagrada Escritura, que enseñan claramente que el diablo es un ser real, que el Infierno sí existe y que son innumerables las almas que caen en él para toda la eternidad, muchas de ellas por seguir el camino ancho, espacioso y en apariencia recto (cf. Mt. 7, 13; Prov. 14, 12) que le muestran los profesantes de falsedad como Bergoglio y Sosa Abascal.
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Comentando sobre “Sodóma súpplicans”, dijo:
«Cuando llega el momento de tomar una decisión, hay un precio de soledad que hay que pagar y a veces las decisiones no se aceptan pero en la mayoría de los casos, cuando las decisiones no se aceptan, es porque no sabes. Yo digo que cuando no les guste esta decisión vayan y hablen y expresen sus dudas y abran una discusión fraterna y así algo sale adelante. El peligro es que no me guste y lo guarde en mi corazón y entonces me vuelva reacio y saque malas conclusiones. Es lo que ha sucedido con estas últimas decisiones de bendición para todos.El Señor bendice a todos, todos, todos, los que vienen. El Señor bendice a todos los que son capaces de ser bautizados, es decir, a cada persona. Pero entonces las personas deben entrar en conversación con la bendición del Señor y ver cuál es el camino que el Señor les propone. Pero debemos tomarlos de la mano y ayudarlos a recorrer ese camino, no condenarlos desde el principio».
Finalmente, tras comentar sobre la guerra en Ucrania y su habitual perorata contra la industria de las armas, y de revelar que solo una vez negó la absolución «por la hipocresía de la persona» [COMENTARIO PERSONAL: 1.º Al haber sido “instalado” presbítero con el nuevo rito el 13 de Diciembre de 1969, Bergoglio NO ES SACERDOTE y por ende, no puede absolver. 2.º Respecto a la hipocresía, «el conejo hablando del tamaño de las orejas…»] habló sobre la posibilidad de renunciar
«No es ni un pensamiento ni una preocupación ni siquiera un deseo. Es una posibilidad, abierta a todos los Papas, pero por el momento no está en el centro de mis pensamientos y de mis ansiedades, de mis sentimientos».
Confirmando estas palabras con los anuncios de viaje a Polinesia Francesa en Agosto y a Argentina a fin de año («si es posible»).
Venga, modernistas: Bergoglio dijo que le gusta pensar que el Infierno está vacío, pero la Sagrada Escritura dice que está lleno y nunca se sacia ni dice «Basta» (cf. Proverbios XXX, 15-16).
ResponderEliminarNO SEÁIS COBARDES, y juzgad, si es que sois inteligentes y honestos, CUÁL DE LOS DOS dice mentira.
Extracto del libro “La Religión demostrada”, del P. Auguste Hillaire:
ResponderEliminar«2.ª Objeción: ¿Puede un Dios infinitamente bueno condenar al hombre a suplicios eternos?
Respuesta: Sí; porque si Dios es infinitamente bueno, es también infinitamente justo, y su justicia reclama un castigo infinito para un pecado de malicia infinita.
Pregunto a mi vez ¿Sería bueno un padre que no impidiera a uno de sus hijos el hacer hacer daño a los otros hermanos? – No, sería cruel e injusto. – ¿Sería bueno si perdonara a sus hijos malos que se atrevieran a ultrajar y a herir a sus hermanos? – No, sería acto de debilidad imperdonable. – ¿Qué remedio le queda a un buen padre de familia para impedir que los hijos malos se entreguen al crimen? – No le queda otro que el de encerrar a esos malos hijos en una cárcel y tenerlos allí hasta que se conviertan. – ¿Cuánto tiempo debe durar la separación de los malos de la compañía de los buenos? – Hasta que los malos se hayan corregido. – ¿Y si siguen siempre malos? – La separación debe ser para siempre… Ahora bien, los malos seguirán siempre malos, porque el tiempo del arrepentimiento ha pasado para ellos; maldicen a Dios y desean aniquilarle. ¿Cuándo, pues, habrán de salir de la cárcel? – ¡Jamás! – Sí, nunca, la bondad de Dios exige la eternidad del infierno. (Extraído del P. Nicolás Gridel).
Por otra parte, cuando el hombre ha cometido un pecado mortal, ¿no ha consentido libremente en el castigo eterno? ¿No ha consentido en él, en la hora de la muerte, al no querer arrepentirse de sus culpas?… Nada ha querido saber de Dios en la tierra; ¿no es justo que Dios nada quiera saber de él en la eternidad?…
Finalmente, el infierno eterno es el mayor beneficio de la bondad divina. A veces nos imaginamos que Dios ha creado el infierno para obligarnos a merecer el cielo. Dios, infinitamente bueno, quiere proporcionar al hombre la mayor felicidad posible por los medios más eficaces. La mayor, felicidad del hombre es el cielo libremente adquirido por sus méritos. Pues bien, el medio más eficaz de que Dios puede valerse para obligar al hombre a hacer un buen uso de su libertad es el temor de una infelicidad eterna. El temor del infierno puebla el cielo. “El infierno –decía Dante–, es la obra del eterno amor”».