Traducción del sermón escrito por Mons. Patrick Pérez, publicado en TRADITION IN ACTION
Queridos fieles, hoy quiero dedicar unas pocas palabras sobre la devoción de la Divina Misericordia.
Recibo muchas preguntas sobre esta materia todos los años, y ahora
quiero darles una dirección sobre el particular. Como referencia estoy
usando un informe de la revista Ángelus (Junio de 2010). Esta
investigación fue hecha por el P. Peter Scott. Partiendo de que él ha
provisto mucho de lo que necesito para el sermón, ‘me quito el bonete’
ante el P. Scott.
La devoción de la Divina Misericordia fue relanzada por Juan Pablo II. Durante su largo pontificado, él definió un día de fiesta en honor de esta devoción. Durante su homilía en
la canonización de Sor Faustina, en Abril 30 de 2000, declaró que en
adelante, el segundo domingo de Pascua se llamaría Domingo de la Divina
Misericordia.
La fiesta de la Divina Misericordia fue instaurada por Wojtyla tras canonizar a Sor Faustina en 2000.
Consecuentemente, cada año en el Domingo siguiente a la Pascua, que es llamado El Pequeño Domingo -en Latín es llamado Domingo de Blanco, Dominica in Albis-, me hacen esta pregunta, “Padre, ¿por qué nosotros no celebramos el Domingo de la Divina Misericordia?”
Ahora, la respuesta fácil sería, “No lo celebramos porque no está en el calendario tradicional”. Pero, entonces,
la fiesta de Padre Pío (23 de Septiembre) tampoco está en el calendario
tradicional, pero nosotros la celebramos. Nosotros procedemos como lo
indica el Común de la Misa, que seguimos al honrar a santos
recientemente canonizados. De manera que, la pregunta retorna: ¿Por qué nosotros no celebramos el Domingo de la Divina Misericordia?
Padre Pío, uno de los santos más venerados por la Resistencia, no
aparece en el Calendario Litúrgico tradicional. Pero no obsta que se
hagan misas votivas en su honor.
He analizado las oraciones de la
devoción de la Divina Misericordia y no les he encontrado ningún error.
Pero hay algo equivocado en lo que rodea esta nueva devoción.
Tengo conocimiento de que hay personas, posiblemente algunos de los aquí presentes, que
han recibido favores por hacer la devoción de la Divina Misericordia.
Ello no significa necesariamente que esta devoción viene del Cielo.
Recordemos: Dios siempre escucha nuestras oraciones. Siempre recibirás alguna gracia por tus oraciones.
Por ejemplo, imagina que vas de peregrinación a la tumba de algún
santo. Haces el peregrinaje y piensas que te arrodillarás ante la tumba
correcta para venerar a ese santo. Sin embargo, imagina que no fue
sepultado en ese cementerio, pero sí en alguna iglesia cercana. A pesar
de esto, Dios te concede favores por tu esfuerzo y tu deseo de honrarle a Él y hacer reparación por tus pecados.
Quien ora con fe, y se esfuerza por ser agradable a Dios, recibe las
bendiciones que la Divina Majestad considera para su santificación.
Tú hiciste el peregrinaje; no te irás sin la gracia. Dios no asume una actitud de “Bueno, tú estás en la tumba equivocada. Lo siento, viajaste 6.000 millas (10.000 kilómetros) para nada y no recibirás nada”. No, Dios siempre responderá tus oraciones.
Así, por favor, recuérdalo cuando oigas a la gente diciendo: “Bien, he
recibido favores de esta devoción”. Esto no significa en sí mismo que
esta devoción viene del Cielo. Ciertamente, todas las mercedes vienen del Cielo. Pero quizás, esta devoción no.
CONDENAS A LA DEVOCIÓN
¿Qué está mal en la devoción de la Divina Misericordia?
Primero, cuando esta devoción fue
analizada por Pío XII, él no estaba preocupado con las oraciones de la
devoción, pero sí con las circunstancias de las autoproclamadas
apariciones a Sor Faustina y su contenido. Esto es, le preocupaba lo que supuestamente Nuestro Señor le dijo a Sor Faustina y cuánto de ésto se hizo público.
La devoción de la Divina Misericordia se basa en los supuestos mensajes
de “Jesús” a Sor Faustina Kowalska (compatriota de Wojtyla), entre 1931 y
1938.
Entonces, Pío XII, ubicó esta devoción, incluyendo las apariciones y escritos de Sor Faustina en el Index Librorum Prohibitorum
(Índice de Libros Prohibidos). Esta lista no existe más, desde que fue
abolida oficialmente por Pablo VI el 14 de Junio de 1966. Por una parte,
es desafortunado que no exista. Pero por otro lado, si esta lista
todavía existiera hoy, sería tan extensa que ocuparía toda una sala.
Prácticamente, todo cuanto se escribe hoy, tendría algo que pudiera ser
contrario a la Fe Católica.
El Índice de Libros Prohibidos era un catálogo que señalaba qué
literatura (profana o religiosa) era contraria a la Fe Católica.
(Portada del Índice para las Españas e Indias, impreso en Sevilla en el
año 1682).
Así, Pío XII puso los escritos de Sor
Faustina en el Índice de Libros Prohibidos. Significa que él consideró
que su contenido podía conducir a los Católicos en la dirección
incorrecta.
Pío XII consideró la obra de Sor Faustina como algo contrario a la Fe
Católica, por causa de las “apariciones” y mensajes que ella recibió.
Luego, vinieron otras prohibiciones hechas por Juan XXIII. Dos veces en su pontificado, el Santo Oficio condenó en sendas oportunidades los escritos de la Divina Misericordia.
Hoy el Santo Oficio es llamado Congregación para la Doctrina de la Fe. Pero antes se llamaba el Santo Oficio de la Inquisición. Su nombre ha cambiado por varios años.
El Santo Oficio de la Inquisición (hoy llamado Congregación para la
Doctrina de la Fe), era el órgano eclesial encargado de preservar la
pureza de la Ortodoxia y la transmisión del Dogma de la Fe.
Esta oficina -bajo el control directo del Papa- era
responsable de mantener la pureza de la Doctrina y, consecuentemente,
vigilar la diseminación de los documentos en la Iglesia.
Si el Papa quería corregir a los fieles sobre un punto particular, usualmente lo hacía por medio del Santo Oficio.
De este modo, las proclamaciones, declaraciones y documentos
provenientes del Santo Oficio podían verse como provenientes del Papa
mismo.
No fue una vez, sino dos veces durante Juan XXIII, que esta devoción en particular fue condenada por el Santo Oficio. La primera condena vino en una reunión general realizada el 19 de Noviembre de 1958. La declaración del Santo Oficio presentó tres conclusiones sobre esta devoción:
- No hay evidencia del origen sobrenatural de estas revelaciones. Esto significa que los miembros del Santo Oficio analizaron el contenido y decidieron que no había nada que indicara que dichas apariciones eran sobrenaturales. En una aparición auténtica (por ejemplo, Nuestra Señora de Lourdes o Nuestra Señora de Fátima), puedes mirar el contenido y afirmar que puede no haber dicho nada definitivamente de que sean de origen divino, pero hay suficiente evidencia para decir que es posible que lo sean. Contrario sensu, en las apariciones de la Divina Misericordia, ellos dijeron que definitivamente no hay evidencia fehaciente de que éstas sean sobrenaturales. En pocas palabras, “No pensamos que estas apariciones vengan de Dios”.
- No se debe instituir la fiesta de la Divina Misericordia. ¿Por qué? Porque si se basa en apariciones que no vienen de Dios, entonces podría ser apresurado y temerario instituir en la Iglesia una fiesta basada en una falsa aparición.
- Está prohibido difundir imágenes y escritos dedicados a propagar esta devoción bajo la forma descrita por Sor Faustina. Aún, está prohibido presentar públicamente la imagen de Nuestro Señor con la advocación de la Divina Misericordia.
De la devoción de la Divina Misericordia según Sor Faustina, el Santo
Oficio prohibió hacer referencia durante 30 años. De Juan Pablo II, que
liberó a los dos primeros, ahora se difunde su imagen. ¿HASTA CUÁNDO?
Quizá todos ustedes hayan visto esta imagen, aunque sea de paso, y quizá la conozcan y la distingan. Muestra una extraña imagen de Jesús que me causa desasosiego. Realmente no puedo decirles por qué. No me gusta. No me gusta la cara, ni los gestos, ni la postura, no me gusta para nada. Esa fue mi primera impresión ante esta imagen. No la quiero cerca por eso (a falta de un mejor término), me asusta el verla.
La imagen tiene rayos multicolores,
pienso que son como rojos, blancos y azules, y vienen de la región del
pecho -no del corazón-. Todos ustedes la han visto. Bueno, esa es la imagen de la que se prohibió su publicación o su propagación.
Esta fue la primera imagen en la que Sor Faustina dijo ver a Jesús como
“de la Divina Misericordia” (aunque lo que inspira es miedo). Imagen que
fue censurada por el Santo Oficio en 1958 y en 1959 (al igual que las
versiones posteriores).
El 6 de Marzo de 1959, el Santo Oficio
presentó un segundo decreto por orden de Juan XXIII. Una vez más,
prohibió la difusión de las imágenes de la Divina Misericordia y los escritos de Sor Faustina que propagaran esta devoción. También dispuso que los
Obispos decidieran qué medidas serán necesarias para remover las
imágenes que ya habían sido dispuestas para la veneración pública.
Aún, el mismo Juan XXIII condenó la devoción a la Divina Misericordia. Y
ordenó que en las diócesis se eliminaran las imágenes que estuvieran
para la veneración pública.
No necesito ahondar mucho sobre esas declaraciones. Dos
Papas alertaron fuertemente a los fieles sobre el peligro que entraña
esa devoción. Pío XII la puso en el Índice; Juan XXIII emitió dos
condenas por medio del Santo Oficio sobre el peligro espiritual que esta
devoción conlleva a los fieles. Sobre esto, basta lo ya dicho.
PRINCIPAL ERROR: SE PRESENTA UNA MISERICORDIA INCONDICIONAL
Permítanme hacer una comparación:
Consideremos la verdadera imagen de Cristo, Nuestro Salvador.
Probablemente, la más segura representación de Él y la más rica
simbólicamente, después del Crucificado, es la imagen del Sagrado
Corazón, porque la imagen de Nuestro Señor con el Sagrado Corazón representa toda la Teología de la Redención.
El Sagrado Corazón de Jesús contiene todo el Misterio de la Redención.
Además, se distinguen el Halo de Su divinidad y el Corazón (y la mano
derecha -claramente llagada- dando una bendición).
Traspasaron sus Manos, sus Pies y su Sagrado Corazón; la Corona de espinas rodea su Corazón, que arde de amor por los hombres. Este es el precio que Él Pagó, el Sacrificio que hizo por nuestra Redención. Él
se ofrece a Sí mismo por el ardiente amor hacia nosotros, pese al hecho
de que nosotros somos creaturas ingratas y rebeldes hacia nuestro
Creador. Pensemos en ello. Él nos creó y Le clavamos en la
Cruz aún pensando que Él era Dios e inocente de toda culpa. De esta
forma, el Sagrado Corazón representa todo esto.
En las imágenes del Sagrado Corazón, Él apunta a esta fuente simbólica de su amor y misericordia para nosotros. Las devociones al Sagrado Corazón siempre suponen la reparación por nuestros pecados. Somos pecadores, debemos hacer reparación. A
pesar de la promesa de Nuestro Señor y el hecho de que Él pagó un
precio infinito para nuestra Redención, nosotros debemos hacer
reparación. Deberíamos hacer siempre penitencia por causa de nuestros pecados y hacer varias resoluciones para reparación.
La devoción al Sagrado Corazón de Jesús implica un sentido de reparación
por los pecados (que fue la causa por la que Nuestro Señor fue
crucificado).
Ahora, consideren la imagen de Nuestro Señor representando la Divina Misericordia. Esta es una imitación del Sagrado Corazón (pero sin el corazón). Si
analizan con atención, ustedes notarán que en la imagen no hay corazón.
Sólo unos simples rayos que salen de algún punto en medio de Su pecho. Esto simboliza el error de la devoción de la Divina Misericordia. Predica
que podemos esperar una misericordia incondicional sin ninguna
contraprestación, sin ningún precio, sin ninguna obligación. Ese no es
el mensaje de Cristo.
La imagen de la Divina Misericordia (imitación conciliar del Sagrado
Corazón), NO TIENE CORAZÓN. Saluda en ademán de decir “HOLA”, sin Llagas
ni nada que recuerde la Pasión.
Cristo es misericordioso. Vez tras vez, Su misericordia perdona nuestros repetidos pecados en el Sacramento de la Penitencia (la Confesión), siempre nos devuelve el estado de Gracia sin tener en cuenta qué tan graves son nuestros pecados. ¿Y qué sucede en el Sacramento de la Confesión? El mismo nombre del Sacramento nos presenta lo que sucede: se
requiere la Penitencia para la eficacia del Sacramento. En el Saramento
no sólo reconoces tu plena sumisión a la Iglesia y tu dependencia de
los Sacramentos para obtener el perdón, pero debes salir del
confesionario con una penitencia impuesta.
La Confesión conlleva la Penitencia (o Satisfacción de obra), como elemento necesario para su eficacia.
Tal vez recuerdes desde este púlpito que
no sólo debes cumplir plenamente esa penitencia (la que te impone el
confesor); debes hacer continuamente penitencia, tu propia penitencia. No es sólo hacer una parte del Rosario y decir: “Bien, ya cumplí mi penitencia. Ahora, seguiré alegremente mi camino”. Debes tener siempre el espíritu de penitencia por tus pecados pasados; y debes vivir con ese espíritu.
El error central de la Divina
Misericordia es que promete muchas recompensas espirituales sin requerir
penitencia de ninguna clase, sin necesidad de reparación, ni cualquiera
otra condición.
Una de las promesas de la devoción de la Divina Misericordia dice: “Por
medio de esta imagen colmaré a las almas con muchas gracias, por eso,
que cada alma tenga acceso a ella”. Pero, ¿cómo podemos merecer sin
conversión?
Desafortunadamente, esto corresponde muchísimo con lo que Juan Pablo II en su encíclica Dives in misericordia.
Yo no le recomendaría leer esto a ninguno de ustedes, excepto a los que
estén más preparados, porque en ella hay cosas muy desorientadoras. En
ella resuena esta misericordia sin precio, dones del Cielo sin
requisitos, Misericordia de Dios sin mencionar ninguna clase de
penitencia o reparación de pecados.
Juan Pablo II propagó y apoyó la devoción tres veces prohibida.
Rehabilitó a Sor Faustina e instituyó la Fiesta de la Divina
Misericordia.
Anticipándose a esa encíclica de Juan Pablo II, en 1978, el prímerísimo año de su pontificado, se puso a mover la canonización de Sor Faustina y la institución de la fiesta del Domingo de la Divina Misericordia. Como dije anteriormente, tanto
los escritos de Sor Faustina y la idea de instituir la Fiesta de la
Divina Misericordia habían sido prohibidos y condenados por dos Papas.
PRESUNCIÓN EN LOS ESCRITOS DE SOR FAUSTINA
Los escritos de la monja polaca Sor Faustina sobre sí misma, pubicados en Inglés en 2007, presentan una actitud que da motivos para preocuparse. La obra contiene 640 páginas y transcribe supuestas apariciones y mensajes frecuentes de Nuestro Señor.
Este tratado de directrices
supuestamente provenientes de Nuestro Señor a Sor Faustina tiene algunas
cosas que para un pensamiento correcto Católico, son difíciles de
aceptar, por decir lo mínimo. Lo ejemplificaré con unas pocas citas de sus escritos.
El 2 de Octubre de 1936, ella declara que el “Señor Jesús” se le apareció y le dijo: “Ahora, sé que no me amas por las Gracias ni por los dones, sino porque mi Voluntad te es más querida que la vida. Por eso Me uno a ti tan estrechamente como a ninguna otra criatura”. (La Divina Misericordia en mi alma, el diario de Sor Faustina, Stockbridge, Massachusets: Prensa Mariana, 1987, p. 288)
¡DIOS MÍO! ¿CUÁNDO SE VIO TANTA JACTANCIOSIDAD? En el Diario de sor
Faustina. “Jesús” llega a llamarla: “Amada perla de mi Corazón”, “Tu
amor es más puro que el de los ángeles” “Por tu causa bendigo al mundo”
¿Cómo podemos creer que Nuestro Señor está unido más estrechamente con Sor Faustina que con la Santísima Virgen María?
En primera instancia, podríamos leerlo y decir: “Oh, es hermoso”. Pero
más tarde, preguntamos “Espera un poco ¿Nuestro Señor está unido más
estrechamente con Sor Faustina que ninguna otra criatura? Nuestra
Señora, Inmaculada desde la Concepción, pero también criatura de Dios,
fue creada por Él como el resto de nosotros, excepto en la posición
elevadísima que Ella ostenta por haber sido preservada del Pecado
Original desde el primer instante”.
La única criatura en plena comunión con Jesús desde la eternidad es LA
VIRGEN MARÍA. Las otras criaturas, reciben a Jesús por medio de María.
¿Y ahora ellos esperan que creamos que
Nuestro Señor le dijo a Sor Faustina que Él está unido a ella mucho más
que nadie, aún más que la Santísima Virgen María, y
ciertamente más que todos los santos? Esta afirmación peca de soberbia
en sí misma, destruyendo la teoría de que ésta proviene del Cielo.
Este tipo de presunción aparece en muchos otros lugares de su obra.
Supuestamente, Nuestro Señor se dirigió a ella el 23 de Mayo de 1937, con estas palabras: “Perla amada de mi Corazón”. Me parece que esto es pura zalamería. Miren cómo le habla Nuestra Señora a Sor Lucía o a Santa Bernarda Soubirous. No les dice “perla amada de mi Corazón”. Es
imposible imaginarse a Nuestro Señor con un lenguaje tan empalagoso.
Nuestro Señor es Cristo Rey, Creador del universo, y Dominador de todo
lo que en él contiene. A nadie se le dirige Él como “perla amada de mi Corazón”.
A ningún vidente, la Virgen nunca los ha llamado “Perla amada de mi
Corazón”, SINO “Hijo mío”, o “Sierva mía”. ¿Y qué se le deja a Cristo?
¿O a Yahveh Dios?
Déjenme continuar. Entonces dice: “Veo que tu amor es tan puro; más puro que el de los Ángeles, y aún más porque perseveras en la lucha. Por tu causa, Yo bendigo al mundo”. (ibid., p. 400) Primero que todo, excepción
hecha de la Santísima Virgen María, nosotros no somos preservados del
pecado original, por lo tanto, no somos capaces de un amor más puro que
los Ángeles.
Aparte, lo de bendecir al mundo, puede ser lindo. Si nosotros tuviéramos un verdadero santo en el mundo, entonces Nuestro Señor nos concedería bendiciones por ese santo. Por tanto, mi objección no va por esta vía.
Mi objeción es que esta revelación fue en 1937; y el mundo estaba en los albores de la II Guerra Mundial, de la que Sor Lucía había sido advertida por Nuestra Señora en Fátima: Si Rusia no era consagrada, y el hombre no se convertía, entonces un gran desastre sobrevendría a la humanidad por su mal proceder y por sus pecados.
Sor Faustina anunció una era de paz y bendición. Pero lo que hubo fue
una gran guerra. Polonia fue el primer país en sucumbir ante las armas
nazis. (Entrada del III Ejército Alemán en Varsovia, 17 de Septiembre de
1939)
En ese momento, veríamos que el desastre iba a descender del Cielo, pero Nuestro Señor le dijo a Sor Faustina que “Por tu causa, Yo voy a bendecir al mundo”. ¿Acaso fue la II Guerra Mundial una bendición para el mundo? Dado que su nativa Polonia no pudo salir ilesa de la invasión alemana, no se vería como que Él bendijera el mundo.
Otro ejemplo: Sor Faustina reclama que Nuestro Señor le dijo que ella sería exenta del Juicio, de todo Juicio -el Juicio particular y el Juicio Universal-. El 4 de Febrero de 1935, ella dijo escuchar esta voz en su alma: “Desde hoy no tengas miedo del Juicio de Dios, ya que no serás juzgada” (ibid., p. 168).
Ahora, nadie excepto la Santísima Virgen, según entiendo, está libre del Juicio particular ni del Universal. Santo Tomás de Aquino, según un relato piadoso, tuvo que arrodillarse en el Purgatorio antes de ir al Cielo. No sé sobre esto, pero es una lección para nosotros de que nadie está exento de cualquier forma de Juicio.
Está escrito: “Se estableció a los hombres que se muere una sola vez, y luego viene el Juicio” (Hebreos IX, 27).
Añádase a estos ejemplos la presuntuosa afirmación de que la Hostia saltó fuera del Tabernáculo tres veces y aterrizó en sus manos, luego de que ella tratara de devolverla abriendo la puerta del Tabernáculo: “Y la hostia salió del Tabernáculo y vino a descansar en mis manos, y yo, con alegría, la puse de vuelta en el Tabernáculo. Oucrrió por segunda vez, e hice exactamente lo mismo. A pesar de esto, sucedió por tercera vez” (ibid., p. 23). Esto se oye como un hámster que sale de su jaula “Oh, no, ahí está de nuevo. Tendré que devolverlo ahora”.
¿Cuántas veces la Iglesia ha declarado que las manos de un sacerdote están consagradas para tomar las Sagradas especies; y qué clase de lección estarían dándole al mundo con este ejemplo de la Hostia cayendo en sus manos para que ella misma la devuelva por sí misma al Tabernáculo?
¿No será que Sor Faustina quería, además de instituir la fiesta de la Divina Misericordia, la comunión en la mano?
Nuestro Señor no contradice a su Iglesia ni con palabras ni con obras. Y esto podría ser un poco de ambas cosas. Ella relató lo sucedido, pero en sí mismo, este gesto pudiera significar que Nuestro Señor contradice la Presencia Real y todo lo que ésta representa.
UNA FALTA DE ESPÍRITU CATÓLICO
En resumen, toda la devoción de la Divina Misericordia no representa el espíritu del Católico. El espíritu del Católico es de hacer constante reparación en penitencia de nuestros pecados, pedirle a Dios sus dones y gracias, para obtener su Misericordia en esta vida.
Permítanme concluir diciendo que el trasfondo de esta devoción es cuestionable. Justamente no debe instituirse una devoción particular con su propio día de fiesta basado en algo que fue condenado por muy buenas razones en el pasado reciente.
Cuando miramos las oraciones de la devoción de la Divina Misericordia, ellas son perfectamente ortodoxas. No hay nada herético o presuntuoso en esas oraciones. Pero es necesario recordar las razones por las que ha sido condenada y que si nosotros no reconocemos el Domingo de la Divina Misericordia es por su pasado, no por el contenido de las oraciones.
Es muy importante conocer esto, porque es una de las cosas que fueron traídas de vuelta en tiempos modernos habiendo sido condenadas en el pasado. Y este no es un caso del cambio de mentalidad de la Iglesia, sino el de un representante de la Iglesia haciendo algo que no debió hacer.
En resumen, toda la devoción de la Divina Misericordia no representa el espíritu del Católico. El espíritu del Católico es de hacer constante reparación en penitencia de nuestros pecados, pedirle a Dios sus dones y gracias, para obtener su Misericordia en esta vida.
Permítanme concluir diciendo que el trasfondo de esta devoción es cuestionable. Justamente no debe instituirse una devoción particular con su propio día de fiesta basado en algo que fue condenado por muy buenas razones en el pasado reciente.
Cuando miramos las oraciones de la devoción de la Divina Misericordia, ellas son perfectamente ortodoxas. No hay nada herético o presuntuoso en esas oraciones. Pero es necesario recordar las razones por las que ha sido condenada y que si nosotros no reconocemos el Domingo de la Divina Misericordia es por su pasado, no por el contenido de las oraciones.
No hay problema en rezar las oraciones de la Divina Misericordia. El
problema está en que ¡ESTA DEVOCIÓN FUE CENSURADA POR EL CONTEXTO EN QUE
SE DESENVUELVE!
Es muy importante conocer esto, porque es una de las cosas que fueron traídas de vuelta en tiempos modernos habiendo sido condenadas en el pasado. Y este no es un caso del cambio de mentalidad de la Iglesia, sino el de un representante de la Iglesia haciendo algo que no debió hacer.
+ Mons. Patrick Pérez
21 de Abril de 2013
La oración de la Misericordia no fue condenada por Pío XII sino puesta en el index. Y no me vengan con la condena de Juan XXIII porque ese poco tenía de católico. La devoción es para estos tiempos donde la gente ya no practica la Fe, Jesucristo no se va a privar de salvarlas. El estableció ese medio. Si no quieren rezarla no están obligados pero no la combatan porque viene de Dios. Pienso que es muy problable que fuera establecida en previsión de que no hicieran la Consagración de Rusia, que por cierto todavía no ha sido realizada. Dios debe haber previsto que usurparían el gobierno de la iglesia estos que luego no tendrían integridad en la Fe y no la defenderían.
ResponderEliminarhttp://jesusenvosconfio.wordpress.com/2011/03/06/8/#comments
Perdonar la grosería, pero si la "devoción de la Divina misericordia" es para el fin de los tiempos, ¿para qué carajos sirve la devoción del Sagrado Corazón de Jesús?
ResponderEliminar¿Te parece poco el Index?
ResponderEliminarNo me gustó su publicación, a usted le falta experimentar esa Misericordia en su corazón
ResponderEliminarPara experimentar la Misericordia, hay que arrepentirse primero. Ésa es la verdad, pésele a quien le pesare.
EliminarA jnfmmfjjghg, su comentario es lo mismo que decir que hay que “experimentar” las drogas para poder decir que son malas.
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