San Juan Evangelista compuso estas oraciones a la Santísima Virgen, y por ellas Nuestro Señor hace cinco promesas:
   
   
   
   
- Yo concederé general remisión de todas las culpas de que se haga memoria.
 - Yo le daré tanta gracia en el reino de los cielos, como todos los días me hayan servido fielmente.
 - Les libraré de todas las adversidades.
 - Yo les concederé en Ia hora de la muerte confesión y arrepentimiento y absolución de todos sus pecados.
 - Por la quinta, no haré de ellos ningún juicio, antes bien les libraré de hacerles tal juicio, lo que les agradará.
 
San Anselmo de Canterbury acostumbraba también rezar estas oraciones.
     
ORATIO PRIMA
Mediátrix
 Dei et hóminum, et fons vivus indesinénter, rivos grátiæ copiósæ 
fundens, María: Te quǽso, dulcíssima Mater Dómini nostri Jesu Christi, 
per illam turbatiónem quam habuísti in corde tuo piíssimo tunc, et 
deínceps, quando Símeon Sanctus dixit prophetizándo: “Tuam ípsius ánimam
 pertransíbit gládius: quatínus idem Fílius tuus benedíctus, de 
largíssima sua cleméntia, donet mihi, per illam turbatiónem tuam, 
indulgéntian et peccatórum meórum véniam, et me libéret ad ómnibus malis
 prætéritis, præséntibus et futúris. Amen.
ORATIO SECUNDA
Auxíliatrix
 ómnium et Reparátrix lapsórum ac pacis ætérnæ condiméntum, María: Te 
quǽso et interpéllo, speciosíssima Regína, per illum dolorem et 
turbatiónem quam habuísti in corde tuo benigno pro eo quod Fílium tuum 
amantíssimum amíseras per tríduum: quatínus propter eándem tribulatiónem
 tuam, mihi dignétur dare plenam cognitiónem, perféctam contritiónem, 
puram confessiónem, spem firmam, certam securitátem, a Deo numquam 
separándum, et ita perféctum et verum amórem, ut cum illo amóre mérear 
tuam mercédem in cœlésti sede adquirére, ac si multum vivérem et omni 
perfectióne diligéntius servírem. Amen.
ORATIO TERTIA
Reparatríx
 debílium et vulnerátæ ánimæ efficacíssima medicína, María: Te peto, 
gloriósa Dómina, per illam turbatiónem quam habuísti in corde tuo 
clementíssimo pro eo quod pérfidi Judǽi captivavérunt et detinuérunt 
únicum úteri tui Fílium desiderábilem, de quo cognovísti quod volébat et
 debébat pati pro salúte humáni géneris: quatínus dignéris deprecári 
eúndem Fílium tuum propitiatórem sǽculi, ut ipse propter eándem 
turbatiónem tuam, me de omni captivitáte, et ab omni tribulatióne 
córporis et ánimæ, angustiárum, periculórum et malárum cogitatiónum 
tueátur; una cum amícos, consanguíneos, familiáribus et benefactóres 
meos, et recommendátis cleménter erípiat, líberet ab omni male et 
deféndat usque in finem. Amen.
ORATIO QUARTA
Illuminátrix
 peccatórum et lucérna salutíferæ grátiæ, María: Te flágito, dulcíssima 
Mater Dei, per illam turbatiónem quam habuísti in corde benígno tuo, pro
 eo quod únicus amantíssimus Fílius tuus a Judǽis crudelíssimis in 
conspéctu tuum, cum clavis acutíssimis, sine omni miseratióne, vivíficæ 
Crucis patíbulo fuit affíxus, ut póstules ab éodem Fílio tuo, quatínus 
propter illam turbatiónem tuam ignem divíni sui amóris in corde meo, 
quem étiam idem summus Sacérdos lignum Crucis súbiit, nútriat in Altári 
cordis mei et júgiter árdeat et flamméscat inustióne suæ amaríssimæ 
Passiónis, et ejúsdem Passiónis numquam oblivíscar, ut si infirmitáte 
válida, vel étiam quacúmque de causa impediénte, ejúsdem Passiónis memor
 esse nequivero, de multíplici tántaque misericórdia sua accípere mérear
 tantam mercédem in cœlo, ac si dies meos consumpsíssem ómnibus horis in
 memória suæ gratíssimæ Passiónis. Amen.
ORATIO QUINTA
Alleviátrix
 peccatórum, quod damnabíliter moles vitiórum deprímit, finísque nostræ 
misériæ, María: Te deprécor, mundi Dómina venerábilis, per illam 
intolerábilem turbatiónem quam in corde benígno habuísti in illa hora, 
dum Fílius tuus vere fidélibus et amábilis de Cruce depósitus fuit, 
recéntibus vulnéribus et Sánguine próprio rubricátus, datus fuit a 
Joseph in sinum tuum, ut ipsum deprecéris, qui coróna jucundátur in 
sólio cœlésti, quatínus, propter eándem turbatiónem tuam ipse me secum 
perdúcere dignétur cum abundántia gratiárum tuárum, suæque copiósæ 
misericórdiæ, et corpus et ánimam meam in tuam potestátem et in sinum 
misericórdiæ tuæ, quem cunctis devóte poscéntibus clémenter apéris. 
Íterum deprécor Te, per illum infántulum tuum cándidum et rubicúndum, 
qui fons et órigo tótius felicitátis exístit, quem in sinu tuo 
dulcíssimo própriis lactásti ubéribus, ut tuæ miseratióni regratiári 
váleam in sǽcula sæculórum. Amen.
   
TRADUCCIÓN
PRIMERA ORACIÓN
Medianera entre Dios y los hombres, fuente viva que incesante conduces el copioso río de la gracia, oh María: Te suplico, dulcísima Madre de Jesucristo nuestro Señor, por aquella angustia que tuviste en tu piadosísimo Corazón cuando el santo anciano Simeón dijo profetizando: “Una espada traspasará tu propia alma”: suplícale a este mismo Hijo tuyo benditísimo que me conceda de su inmensa misericordia, por este tu Dolor, la indulgencia y el perdón de mis pecados, y me libre de todos los males pasados, presentes y futuros. Amén.
    
SEGUNDA ORACIÓN
Auxiliadora y Reparadora de todos los caídos, y fundamento de la paz eterna, oh María: Te suplico e interpelo, Reina preciosísima, por aquel dolor y angustia que tuviste en tu benigno Corazón por haber perdido durante tres días a tu Hijo amantísimo: ruégale por este tu Dolor, para que se digne darme un conocimiento pleno, perfecta contrición, pura confesión, esperanza firme, y seguridad cierta de nunca separarme de Dios, y también un amor perfecto y verdadero, para que por ese amor merezca la gracia de obtener un lugar tan alto en el Cielo como si Le hubiese servido y amado mucho y con toda perfección. Amén.
  
TERCERA ORACIÓN
Reparadora de los débiles y eficacísima medicina de las almas heridas, oh María: Te pido, gloriosa Señora, por aquella angustia que tuviste en tu clementísimo Corazón cuando los pérfidos judíos capturaron y detuvieron al desiderabilísimo y único Hijo de tu vientre, de quien sabías que quería y debía padecer por la salvación del género humano: Te pido, dígnate suplicarle a tu Hijo, reconciliador del mundo, para que Él, por tu Dolor, benignamente me libre de toda cautividad y tribulación de cuerpo y alma, angustias, peligros y malos pensamientos, junto a mis amigos, parientes, familiares y bienhechores, y nos protejas perpetuamente de todo mal. Amén.
  
CUARTA ORACIÓN
Iluminadora de los pecadores y lámpara de la gracia salvífica, oh María: Te pido, dulcísima Madre de Dios, por la angustia que tuviste en tu benigno corazón cuando tu amantísimo Hijo único fue fijado ante tu vista por los crudelísimos judíos y sin ninguna compasión con clavos agudísimos al patíbulo vivificante de la Cruz, para que le pidas a tu mismísimo Hijo, que por tu Dolor encienda su amor divino en mi corazón, y que también como subió nuestro Sumo Sacerdote al leño de la Cruz, alimente en el Altar mi corazón y se digne encenderlo e inflamarlo en su amarísima Pasión, y que nunca me olvide su Pasión, a fin de que, si por una enfermedad grave, o impedido por cualquier otra causa, no pueda recordar su Pasión, de su grandísima misericordia merezca recibir tantas gracias en el Cielo, como si todas horas de mi vida se consumiesen en la memoria de su gratísima Pasión. Amén.
   
QUINTA ORACIÓN
Aliviadora de los pecadores, a los cuales el peso de los vicios hunde hacia la condenación, y fin de nuestras miserias, oh María: Te pido, venerable Reina del mundo, por aquella intolerable angustia que tuviste en tu benigno Corazón en la hora en que tu fiel y amantísimo Hijo, cubierto de heridas recientes y de Sangre, fue descendido de la Cruz y puesto por José en tu regazo, que le supliques a Él que goza de la corona en el celestial solio, me obtenga por este tu Dolor, que Él se digne llevar consigo mi cuerpo y alma, con la abundancia de tus gracias y sus copiosas misericordias, a tu potestad y al seno de tus misericordias, que abres clementísima a todos tus devotos suplicantes. También te suplico, por tu cándido Hijo, que es fuente y origen de toda felicidad existente, al cual alimentante con la leche de tu propio pecho, para que merezca agradecer tu misericordia por los siglos de los siglos. Amén.
TRADUCCIÓN
PRIMERA ORACIÓN
Medianera entre Dios y los hombres, fuente viva que incesante conduces el copioso río de la gracia, oh María: Te suplico, dulcísima Madre de Jesucristo nuestro Señor, por aquella angustia que tuviste en tu piadosísimo Corazón cuando el santo anciano Simeón dijo profetizando: “Una espada traspasará tu propia alma”: suplícale a este mismo Hijo tuyo benditísimo que me conceda de su inmensa misericordia, por este tu Dolor, la indulgencia y el perdón de mis pecados, y me libre de todos los males pasados, presentes y futuros. Amén.
SEGUNDA ORACIÓN
Auxiliadora y Reparadora de todos los caídos, y fundamento de la paz eterna, oh María: Te suplico e interpelo, Reina preciosísima, por aquel dolor y angustia que tuviste en tu benigno Corazón por haber perdido durante tres días a tu Hijo amantísimo: ruégale por este tu Dolor, para que se digne darme un conocimiento pleno, perfecta contrición, pura confesión, esperanza firme, y seguridad cierta de nunca separarme de Dios, y también un amor perfecto y verdadero, para que por ese amor merezca la gracia de obtener un lugar tan alto en el Cielo como si Le hubiese servido y amado mucho y con toda perfección. Amén.
TERCERA ORACIÓN
Reparadora de los débiles y eficacísima medicina de las almas heridas, oh María: Te pido, gloriosa Señora, por aquella angustia que tuviste en tu clementísimo Corazón cuando los pérfidos judíos capturaron y detuvieron al desiderabilísimo y único Hijo de tu vientre, de quien sabías que quería y debía padecer por la salvación del género humano: Te pido, dígnate suplicarle a tu Hijo, reconciliador del mundo, para que Él, por tu Dolor, benignamente me libre de toda cautividad y tribulación de cuerpo y alma, angustias, peligros y malos pensamientos, junto a mis amigos, parientes, familiares y bienhechores, y nos protejas perpetuamente de todo mal. Amén.
CUARTA ORACIÓN
Iluminadora de los pecadores y lámpara de la gracia salvífica, oh María: Te pido, dulcísima Madre de Dios, por la angustia que tuviste en tu benigno corazón cuando tu amantísimo Hijo único fue fijado ante tu vista por los crudelísimos judíos y sin ninguna compasión con clavos agudísimos al patíbulo vivificante de la Cruz, para que le pidas a tu mismísimo Hijo, que por tu Dolor encienda su amor divino en mi corazón, y que también como subió nuestro Sumo Sacerdote al leño de la Cruz, alimente en el Altar mi corazón y se digne encenderlo e inflamarlo en su amarísima Pasión, y que nunca me olvide su Pasión, a fin de que, si por una enfermedad grave, o impedido por cualquier otra causa, no pueda recordar su Pasión, de su grandísima misericordia merezca recibir tantas gracias en el Cielo, como si todas horas de mi vida se consumiesen en la memoria de su gratísima Pasión. Amén.
QUINTA ORACIÓN
Aliviadora de los pecadores, a los cuales el peso de los vicios hunde hacia la condenación, y fin de nuestras miserias, oh María: Te pido, venerable Reina del mundo, por aquella intolerable angustia que tuviste en tu benigno Corazón en la hora en que tu fiel y amantísimo Hijo, cubierto de heridas recientes y de Sangre, fue descendido de la Cruz y puesto por José en tu regazo, que le supliques a Él que goza de la corona en el celestial solio, me obtenga por este tu Dolor, que Él se digne llevar consigo mi cuerpo y alma, con la abundancia de tus gracias y sus copiosas misericordias, a tu potestad y al seno de tus misericordias, que abres clementísima a todos tus devotos suplicantes. También te suplico, por tu cándido Hijo, que es fuente y origen de toda felicidad existente, al cual alimentante con la leche de tu propio pecho, para que merezca agradecer tu misericordia por los siglos de los siglos. Amén.

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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)