«Uno le preguntó a Jesús: “Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan? Él en respuesta dijo a los oyentes: “Esforzaos [1] a entrar por la puerta angosta, porque os aseguro que muchos buscarán cómo entrar, y no podrán. Y despues que el padre de familias hubiere entrado y cerrado la puerta, empezareis, estando fuera, a llamar a la puerta diciendo: ‘Señor, Señor, ábrenos’, y él os responderá: ‘No os conozco, ni sé de donde sois’, entonces alegaréis a favor vuestro: ‘Nosotros hemos comido, y bebido contigo, y tú predicaste en nuestras plazas’. Y él os repetirá ‘No os conozco, ni sé de dónde sois. Apartaos lejos de mí todos vosotros, artífices de la maldad’. Allí será el llanto y el rechinar de dientes: cuando veréis a Abrahán, y a Isaac, y a Jacob, y a todos los Profetas en el reino de Dios, mientras vosotros sois arrojados fuera. Y vendrán tambien gentes del Oriente y del Occidente, del Norte y del Mediodia, y se pondrán a la mesa en el convite del reino de Dios. Y ved aquí que los que son ahora los últimos, serán entonces los primeros, y los que son primeros, serán entónces los últimos”». (San Lucas XIII, 23-30, Versión de Torres Amat).
NOTA
[1] El verbo griego ἀγωνίζομαι tiene mas énfasis o energia de la que tiene el verbo latino conténdite: aquel denota los esfuerzos que hacían los que disputaban el premio en los juegos gimnásticos; y de aquí viene el llamarse agonizar y agonía el estado del hombre cuando lidia con la muerte.
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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)