Traducción del artículo publicado por Therese Marie Parker para TRADITION IN ACTION.
Con la innovación de la internet y el crecimiento de las redes sociales, se abrió una nueva puerta a las monjas para rechazar aún más sus formas tradicionales de ser y abrazar la modernidad.
Teniendo
la aprobación oficial e incluso el apoyo de la Iglesia Conciliar, las
monjas y hermanas religiosas han dado de mano con las reglas
tradicionales de modestia y discreción. Siguiendo el aggiornamento
(adaptación al mundo moderno) progresista, ellas han abrazado las redes
sociales, y alegan que su nueva apertura es un medio para “evangelizar”
y para promover vocaciones religiosas.
Las
“monjas mediáticas”, como se las conoce en internet, incluyen hermanas
progresistas, muchas enclaustradas e incluso monjas tradicionalisras.
Usualmente los conventos tienen cuentas “oficiales” en redes sociales,
mientras las monjas tienen sus propias cuentas personales. Las
religiosas de nuestros tiempos publican vídeos de música y bailes, selfies,
fotos grupales, “vlogs” (vídeos e imágenes de su vida como monjas),
tendencias de Tik Tok, como también “insights” personales (reflexiones
personales, poesía, etc.), “estética” y todo lo intermedio a esto.
Todo el espectro de monjas modernas comparten su vida en línea; hacen de todo desde bailar y selfies (arriba) hasta posar sentimentales con muestras de belleza y piedad (abajo).
Por
la cantidad de “me gusta” y seguidores que estas monjas reciben, creo
que muchos católicos, incluidos tradicionalistas, no ven problema con
las mujeres religiosas presentando en línea su vida privada. Muchos
están complacidos con encontrar monjas en redes sociales, considerando
su presencia un medio efectivo y legítimo para que las mujeres
consagradas promuevan la vida religiosa y la Fe.
En
realidad, lejos de ser una manera inofensiva para que las monjas “se
expresen a sí mismas” y para “inspirar vocaciones religiosas”, aun las
“monjas mediáticas” más inocuas y serias están sirviendo a la
Revolución en la destrucción post-conciliar de la vida religiosa.
La adaptación al mundo moderno es peligrosa
Las
“monjas mediáticas” pretenden que compartir en línea fotografías y
vídeos de ellas mismas es una forma inofensiva de promover la vida
religiosa. «¿Ves cuán atractiva hacemos parecer la vida
religiosa? ¿Ves cuántas vocaciones están surgiendo? ¿Ves cuán piadosas
nos vemos, pero cuánta diversión tenemos?».
Cuando
una mujer religiosa se presenta a sí misma o a su vida religiosa en
línea a todo el mundo, ella no promueve su vocación o la Fe, sino a sí
misma. Sus seguidores ven su belleza o su piedad y alaban su apariencia
piadosa en vez de la vocación religiosa en sí. Otros piensan: «Mira cuán felices y divertidas son sus vidas». La vida religiosa aparece como una larga fiesta de amor con Jesús.
Antes
del Vaticano II, las chicas eran atraídas a la vocación religiosa sin
necesidad de fotografías y vídeos para hacerla parecer “divertida” o
“romántica”. ¿Por qué? Porque en esos tiempos, la vocación religiosa era
entendida como un tipo de holocausto, un sacrificio total de sí por amor a Dios. Las monjas eran escondidas del mundo y serias en sus modos.
Cuando la seriedad es remplazada por la apertura al mundo moderno, aparece un nuevo tipo de monja,
una absorbida en sí misma y sus propios sentimientos y apariencia. Esta
es una de las razones por la que muchas vocaciones se pierden, como
Nuestra Señora del Buen Suceso advirtió que sucedería.
Una ruptura con la conducta religiosa tradicional
Habiéndose
entregado a Cristo como Sus Esposas con los votos solemnes de Castidad,
Pobreza y Obediencia, las religiosas solían seguir reglas estrictas de
modestia. Ellas se escondían del mundo y de cualquier ocasión potencial
de pecado.
En las órdenes contemplativas,
como las carmelitas, se mantenían reglas estrictas de clausura. Muchas
monjas contemplativas vestían largos velos sobre sus rostros cuando
estaban en el exterior o recibían visitas. Los visitantes –incluso
parientes cercanos– eran recibidos en locutorios que tenían una cortina
de gruesas barras metálicas (rejas) que los separaban de las monjas.
Esto porque la vocación religiosa era concebida como una ruptura con el
mundo.
Cuando se desarrolló la fotografía, las
órdenes religiosas insralaron reglas estrictas sobre la toma de fotos.
Muchos conventos no permitían la fotografía en absoluto; otros
permitieron que se tomen fotos solo para uso personal dentro del
convento.
Tenemos fotos de monjas, como Santa
Teresa de Lisieux, porque su convento permitió fotos privadas que eran
reveladas al público más tarde. Agradecemos tener estas imágenes, pero
esta introducción de las cámaras en los conventos ya era una concesión a
la Revolución en la Iglesia.
En el
pasado, incluso cuando las religiosas eran fotografiadas, ellas
mantenían un espíritu de gran seriedad y humildad. Ellas no hacían poses
ridículas o caras tontas, ni asumían expresiones teatrales de piedad
sentimental, no blandían su belleza, o mostraban signo alguno de
superficialidad.
Las
monjas de clausura guardaban la modestia velando sus rostros y con
rejas (arriba); las fotos de las religiosas eran privadas y serias
(abajo).
El fenómeno de las “monjas mediáticas”
se opone completamente al antiguo espíritu comendable de modestia y
sacralidad. En vez de la sacralidad, entra la superficialidad; en vez de
la humildad, el deseo de mostrarse; en vez de la mansedumbre de la
Virgen, la osadía de la mujer moderna; en vez de la oración y la
contemplación, la obsesión por ser admiradas; en vez de llevar almas al
Cielo, la introducción del mundo en la vida conventual adoptando las
actitudes, bailes y música del mundo moderno so pretexto de
“convencer” a otras jóvenes sobre cuán divertido es ser monja.
La
presencia de religiosas en las redes sociales es un gran avance en la
Revolución en la Iglesia que destruye el carácter contemplativo,
sacrificial y serio de las monjas tradicionales.
Pidamos
a la Santísima Virgen inspirar un retorno al recogimiento y sacralidad
del pasado que reinó en los conventos y monasterios para que las
vocaciones religiosas regresen nuevamente a lo que deberían ser. Que
esta seriedad y espíritu de holocausto sirvan como el cimiento para
reconstruir la vida religiosa en el Reino de María.
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