«Quien se ensalza será humillado, y quien se humilla será ensalzado» (San Lucas 14, 11).
De acuerdo con algunos detalles de la Sagrada Escritura, Ananías (en griego Ἀνανίας, del hebreo הֲנַנְיָה y siríaco ܚܰܢܰܢܝܳܐ, «el favorito de Dios») fue un fiel observador de la ley. Gozó de buena reputación entre los habitantes de Damasco (Hechos XXII, 12). San Pablo, en la narración de su propia conversión nos lo presenta bajo este aspecto favorable. Sabemos que Ananías, en el milagro de esta conversión, recibió del Señor mismo la orden de cumplir una misión y que obedeció fielmente.
Una tradición que no es de primera mano, hace de Ananías uno de los setenta y dos discípulos. Puede ser que se hubiera contado entre los oyentes de Jesús. San Agustín (Quæst., vol. II, cap. X, I) asegura que era sacerdote y que San Pablo le fue enviado para que recibiera de su mano el sacramento cuya dispensación el Hijo de Dios ha dejado al sacerdocio de su Iglesia. En seguida, se representa a Ananías como obispo de Damasco. Según datos griegos, Ananías evangelizó la ciudad de Damasco y la Eleuterópolis (Bet Gabra/Gibelín) hacia el año 60. El juez Licinio (o Luciano) lo hizo azotar con tendones de buey y quemarle con antorchas encendidas. En fin, Ananías fue lapidado a la salida de la ciudad. Todos estos detalles se reproducen en el Martirologio Romano.
Los griegos honran a Ananías el día 1 de octubre, que consideran la fecha de su martirio. Los latinos desde Usuardo, han unido su fiesta a la conmemoración de la conversión de San Pablo, el 25 de enero. Todo lo que se cuenta de su martirio es incierto, lo mismo que la afirmación de los bolandistas a propósito de la traslación de la cabeza de Ananías, de la Basílica de San Pablo Extramuros de Roma a la catedral de San Vito de Praga por el Sacro Emperador Carlos IV.
En Acta Sanctorum, 25 de enero se encuentra la traducción latina de las actas griegas. Louis-Sébastien Le Nain de Tillemont, Mémoires pour servir à l’histoire ecclésiastique des six premiers siècles, vol. I, págs. 199 y 545. Dom Henri Quentin OSB, Les martirologes historiques du Moyen Âge. Études sur la formation de martirologe romain, París 1908, p. 416 y 589.
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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)