San Gaspar del Búfalo
Gaspar,        que nació en Roma y fue hijo de un capitán (1786), recibió la        instrucción en el Colegio Romano y fue ordenado sacerdote en  1808. Poco        después de la toma de Roma por Napoleón, fue desterrado con la  mayor        parte del clero, por haberse negado a abjurar de su fidelidad a  la Santa        Sede. A la caída de Napoleón, volvió a roma, donde encontró un  amplio        campo de trabajo, ya que la ciudad había estado casi nueve años  privada        de sacerdotes y de sacramentos.        
En 1814 dirigió  una misión en Giano, en        la diócesis de Espoleto, y ahí le nació la idea de fundar la        congregación de la Preciosa Sangre. En Giano encontró una casa  que se        prestaba para ese fin y, con la ayuda del cardenal Cristaldi,  cuya        amistad no le desamparó nunca, la nueva congregación fue aprobada        cordialmente por el Papa Pío VII, en 1815. El Papa puso a la  disposición        del santo la casa y la iglesia adyacente de San Felice di Giano.  La        segunda fundación tuvo lugar en 1819 y la tercera poco después,  en        Albano. El santo deseaba que su congregación tuviera una casa en  cada diócesis,        en el barrio más abandonado y pervertido. El reino de Nápoles era  en        aquélla época un centro de todos los crímenes, en el que nadie  tenía        la vida segura. El Papa escribió de propia mano a        del Búfalo, en 1821, rogándole que fundara seis casas en dicha  ciudad.        Él aceptó gozosamente, pero tuvo que superar las más grandes        dificultades para conseguir fondos y personal suficiente. Su  biógrafo        nos dice que la Providencia parecía jugar con el santo, pues en  cuanto        desaparecía un obstáculo, aparecía otro nuevo y más imponente.  Sin        embargo, poco a poco, logró reunir hombres suficientes y una  cantidad de        dinero mayor que la estrictamente necesaria.
        Bajo el Papa León XII, surgieron graves dificultades. Pero el  tiempo las        hizo desaparecer y, en 1824, las casas de la congregación  quedaron        abiertas a todos los sacerdotes jóvenes que querían recibir un        entrenamiento especial para las misiones. El ideal era elevado y  el        trabajo arduo. Un misionero, decía el fundador, tiene que ser  como un        soldado o un marinero que nunca se dan por vencidos y están  preparados        para cualquier eventualidad. Deseaba que sus hijos se  distinguieran, no sólo        por el fervor, sino también por la ciencia. Para evarngelizar al  mundo        entero, como lo exigía su vocación, tenían que aprender idiomas  además        de la Teología y la Sagrada Escritura. Ya durante la vida del  fundador,        la obra se había extendido por toda Italia. Recorriendo  incesantemente        las poblaciones, sufriendo infinitas privaciones, con frecuencia        amenazados de muerte, los misioneros de la Preciosa Sangre  predicaban en        todas partes el mensaje evangélico, siguiendo el ejemplo de su  fundador.
Los        biógrafos de Gaspar del Búfalo nos transmiten una descripción  gráfica        de una misión, siguiendo sus etapas sucesivas. Los métodos de  estos        misioneros eran completamente nuevos. Por ejemplo, se  disciplinaban en la        plaza pública, lo cual producía invariablemente numerosas  conversiones.        El último quemaban públicamente los libros e imágenes obscenas y  todo        aquello que podía ofender a Dios. Dejaban plantada una gran cruz  en        recuerdo de la misión. Cantaban un solemne "Te Deum" y proseguían        su camino hasta la próxima población. El santo decía con  frecuencia al        terminar una misión, exhausto pero lleno de agradecimiento: "Si  es        tan delicioso fatigarse por Dios, cuánto más lo será gozar de  Él".        Uno de sus principios era el de hacer trabajar a todos y con ese  objeto        fundó una multitud de obras de caridad, en Roma, para jóvenes y  viejos,        ricos y pobres de ambos sexos. Entre otras cosas, implantó la  adoración        nocturna del Santísimo Sacramento, en la que algunos hombres que  no se        atrevían a visitar al Señor durante el día, podían venir a El,  como        Nicodemo, por la noche.
Gaspar del Búfalo predicó su última misión en Roma, en la iglesia        nueva, durante el cólera de 1836. Sintiendo que sus fuerzas se        debilitaban, retornó inmediatamente a Albano y comenzó a  prepararse        para la muerte. El frío le hacía sufrir terriblemente durante el  día y        la sed durante la noche, pero se abstenía de beber para poder  celebrar        la misa al día siguiente. Rogó a sus hijos que le dejaran solo  todo el        tiempo que fuera posible, para poder entregarse a la oración.  Después        de la fiesta de San Francisco Javier, partió a morir a Roma. El  19 de        diciembre, el médico le prohibió decir la misa; el 28 de  diciembre        recibió los últimos sacramentos y murió.
El        santo había obrado varios milagros durante su vida, y su  íntercesión        alcanzó muchas gracias después de su muerte. La lista de  curaciones y        otros milagros por él obrados es muy larga. Fue canonizado en  1954.

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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)