I – Oh Virgen Madre, que te dignaste aparecer en las solitarias montañas de Fátima a tres pastorcitos,
enseñándonos así, que es en el retiro que debemos tratar con Dios del bien de nuestras almas;
obténnos el amor a la oración y al recogimiento, a fin de que podamos escuchar la voz del Señor,
y cumplir fielmente su santísima Voluntad. Amén. Ave María.
Nuestra Señora del Rosario de Fátima, ruega por nosotros.
II- Oh Virgen purísima, que cubierta de níveo candor, apareciste a simples e inocentes pastorcitos,
enseñándonos en tal forma, cuánto debemos amar la inocencia del cuerpo y del alma, del cual el
Señor nos revistió en el Santo Bautismo, haz que apreciando debidamente este don sobrenatural,
no escandalicemos nunca a nuestro prójimo de palabras o de obras, sino que ayudemos a las almas inocentes a
conservar este divino tesoro. Amén. Ave María.
Nuestra Señora del Rosario de Fátima, ruega por nosotros.
III
– Oh María, Madre de los pecadores arrepentidos, que apareciendo en
Fátima dejaste correr una ligera sombra de tristeza sobre tu celestial
semblante, indicio del dolor que te ocasionan las ofensas que por
nosotros se hacen a tu divino Hijo, obténnos la gracia de una perfecta
contrición para resolvernos a confesar con toda sinceridad nuestros
pecados en el santo tribunal de la penitencia. Amén. Ave María.
Nuestra Señora del Rosario de Fátima, ruega por nosotros.
IV
– Oh Reina del Santísimo Rosario, que llevabas, pendiente entre las
manos, una corona de cándidas cuentas, y tanto insististe que
recitásemos el Santo Rosario para obtener las gracias de las cuales
tenemos necesidad, infúndenos un gran amor a la oración, especialmente a
tu Rosario, modelo de oración vocal y
mental, y que no dejemos pasar ni un día sin recitarlo con la debida
atención y devoción. Amén. Ave María.
Nuestra Señora del Rosario de Fátima, ruega por nosotros.
V
– Oh Reina de la Paz y Madre nuestra piadosa, que mientras sobre la
Europa se acercaba la enorme calamidad de la guerra mundial, indicaste a
los pastorcitos de Fátima el modo de liberarnos de tanta calamidad
con la recitación del Rosario y con la práctica de la penitencia,
alcánzanos de Dios que florezcan entre nosotros con
la fe y con las virtudes cristianas, la paz y la prosperidad pública,
por tu honor y el de tu divino Hijo. Amén. Ave María.
Nuestra Señora del Rosario de Fátima, ruega por nosotros.
VI
– Oh Refugio de los míseros pecadores, que enseñaste a los pastorcitos
de Fátima a rogar a Dios para que aquellos infelices no caigan en el
Infierno y que dijiste a uno de ellos que los pecados de la carne son
los que precipitan mayor número de almas en las llamas eternas, danos un
gran horror al pecado, especialmente a los de impureza, y también
obténnos compasión y celo por la salvación de las almas, que viven en
gran peligro de condenarse eternamente. Amén. Ave María.
Nuestra Señora del Rosario de Fátima, ruega por nosotros.
VII
– Oh Salud de los enfermos, que ante la petición de los pastorcitos de
sanar a los enfermos, respondiste que algunos serían curados y otros no,
enseñándonos que la enfermedad, a veces, es un don precioso de Dios y
un medio de salvación, danos tal conformidad a la voluntad de Dios en
las contrariedades de la vida, que no solamente no nos lamentemos, sino
que bendigamos al Señor, que nos ofrece un medio de satisfacer en este
mundo las penas temporales merecidas por nuestros pecados. Amén. Ave María.
Nuestra Señora del Rosario de Fátima, ruega por nosotros.
VIII
– Oh Virgen Santísima, que manifestaste a los pastorcitos el deseo de
que se edificara en Fátima un Santuario en honor de tu Santísimo
Rosario, concédenos una profunda estima de los misterios de
nuestra Redención, que se conmemoran en la recitación del Rosario, para
vivir siempre de manera que podamos aprovechar sus preciosos frutos, los
más excelsos que la Santísima Trinidad había concedido a la humana
familia. Amén. Ave María.
Nuestra Señora del Rosario de Fátima, ruega por nosotros.
IX
– Oh Virgen Dolorosa, que manifestaste en Fátima tu Corazón circundado
de espinas pidiendo consolación y prometiendo en recompensa la gracia de
una buena muerte, la conversión de Rusia
y el final triunfo de tu Inmaculado Corazón, haz que, siguiendo el deseo
del Sagrado Corazón de Jesús, seamos fieles en pagarte el tributo de
reparación y amor que pediste en el Primer Sábado del mes, donde seremos
partícipes de las gracias prometidas. Amén. Ave María.
Nuestra Señora del Rosario de Fátima, ruega por nosotros.
En la rama de una encina
ResponderEliminarApareces, Virgen blanca,
Por salvar al mundo, Madre,
Que en Ti pone su esperanza.
¡Ave, Ave, Ave, Madre Celestial!
¡Ave, Ave, Ave, te canta el mortal!
Desciendes de la altura
A hablar con los pastorcitos,
Que aceptaron generosos
Ofrecerte el sacrificio.
¡Ave, Ave, Ave, Madre Celestial!
¡Ave, Ave, Ave, te canta el mortal!
Penitencia y oración
A todos nos aconsejas;
Que del hombre los pecados
Cesen ya sobre la tierra.
¡Ave, Ave, Ave, Madre Celestial!
¡Ave, Ave, Ave, te canta el mortal!
Virgen querida de Fátima,
Madre nuestra, no nos dejes,
Cúbrenos bajo tu manto
En la vida y en la muerte.
¡Ave, Ave, Ave, Madre Celestial!
¡Ave, Ave, Ave, te canta el mortal!