EL SUFRIMIENTO
Cómo hacer de la peor de las desgracias en nuestras vidas nuestra mayor felicidad
Por el P. Paul O’Sullivan, O.P.
El
sufrimiento es el gran problema de la vida humana. Todos tenemos que
sufrir. A veces las aflicciones que nos tocan son pequeñas, a veces son
grandes. Ahora debemos decirle a nuestros lectores cómo evitar gran
parte de este sufrimiento, cómo disminuir todo sufrimiento y cómo
obtener grandes beneficios de cada sufrimiento que debemos sobrellevar.
La
razón por la cual el sufrimiento parece tan difícil es que, en primer
lugar, no se nos enseña cómo sobrellevarlo. En tercer lugar, no se nos
enseña el valor incalculable del sufrimiento.
Esto se debe a la incomprensible negligencia de parte de nuestros maestros.
Es
sorprendente la facilidad con la que algunas personas sobrellevan
grandes sufrimientos; mientras otras, se afectan incluso ante el
inconveniente más pequeño.
La simple razón es que a algunos se les ha enseñado todo acerca del sufrimiento y a otros no.
EL SUFRIMIENTO NO ES TAN MALO COMO CREEMOS
Antes
que nada, entonces, el sufrimiento no es simplemente un mal, porque
nadie sufrió más que EL mismo Hijo de Dios, más que su Bendita Madre o
más que los Santos. Todo sufrimiento viene de Dios. Puede parecernos que
viene por casualidad o accidente de alguna otra persona, pero en
realidad, todo sufrimiento nos llega de Dios. Nada nos pasa sin Su deseo
o permiso. Ni siquiera se nos cae un pelo de la cabeza sin su
consentimiento.
¿Por qué permite Dios que
suframos? Simplemente porque Él nos está pidiendo que compartamos un
poco de su Pasión. Lo que parece provenir por casualidad o de otra
persona siempre viene porque Dios lo permite.
Todo
acto en la Vida de Nuestro Señor fue una lección para nosotros. El
mayor acto en Su vida fue Su Pasión. Esta, entonces, es la mayor lección
para nosotros. Nos enseña que también nosotros debemos sufrir.
Dios
sufrió todas las penas horrorosas de Su Pasión para cada uno de
nosotros. ¿Cómo podemos negarnos a sufrir un poco por amor a El?
EL SUFRIMIENTO ES EL ORO EN NUESTRAS VIDAS
En
segundo lugar, si aceptamos el sufrimiento que Él nos envía y ofrecemos
los nuestros en unión con Sus sufrimientos, recibiremos las mayores
recompensas. Cinco minutos de sufrimiento que se sobrellevan por amor a
Jesús son de más valor para nosotros que años y años de placer y gozo.
Los Santos nos dicen que si sobrellevamos pacientemente nuestros
sufrimientos, nos merecemos la corona del martirio.
Además
el sufrimiento que se sobrelleva pacientemente hace surgir todo aquello
que es bueno en nosotros. Aquellas personas que han sufrido son
generalmente las más encantadoras.
Si tenemos en mente estos hechos con claridad, es verdaderamente mucho más fácil sufrir.
DIOS SIEMPRE NOS DA FORTALEZA PARA SOBRELLEVAR LOS SUFRIMIENTOS
En
tereer lugar, cuando Dios nos da un sufrimiento, siempre nos da la
fortaleza para sobrellevarlo, con tan sólo pedírselo. Mucha gente, en
lugar de pedir Su ayuda, se molestan y revelan: Son esta impaciencia y
malestar las que realmente hacen que el sufrimiento sea difícil de
sobrellevar.
Considera que ahora estamos
hablando de todo sufrimiento, incluso los más insignificantes. Todos
tenemos nuestros pequeños problemas, dolores, desilusiones, todos los
días de nuestras vidas. Todos ellos, si se sobrellevan por amor a Dios,
hacen que obtengamos, como hemos dicho, las mayores recompensas.
CÓMO SOBRELLEVAR EL SUFRIMIENTO
Incluso
los mayores sufrimientos que nos pueden tocar de vez en cuando se
vuelven fáciles de sobrellevar si los aceptamos con serenidad y
paciencia. Lo que hace que el sufrimiento sea realmente difícil de
sobrellevar es nuestra propia impaciencia, nuestra rebeldía, nuestra
negación de aceptarlo. Esta irritación incrementa nuestro sufrimiento
cientos de veces y, además, nos roba todo el mérito que podríamos haber
ganado.
Vemos que algunas personas atraviesan
una tempestad de sufrimiento con la mayor calma y serenidad; mientras
que otras se irritan ante el menor inconveniente o desilusión. Todos
podemos aprender a tener esta calma y paciencia. Es el secreto de la
felicidad.
Un médico eminente, en una
conferencia que dio a científicos destacados y colegas doctores, les
dijo que debía todo su gran éxito en la vida al simple hecho de que
había corregido sus hábitos de impaciencia y enojo que habían estado
destruyendo todas sus energías y actividad.
Todo el mundo, repetimos, sin excepción, puede aprender a tener esta calma y serenidad.
PENITENCIA
Todos
debemos hacer penitencia por nuestros pecados. Si no lo hacemos,
tendremos largos años de sufrimiento en los horribles fuegos del
Purgatorio. Este fuego es justamente el mismo fuego del Infierno.
Ahora,
si ofrecemos nuestros sufrimientos tanto los muy pequeños como los
grandes, en unión con los sufrimientos de Jesucristo, estamos haciendo
la penitencia mejor y más fácil que podemos realizar. Podemos así
librarnos completamente del Purgatorio, mientras que al mismo tiempo
ganamos la mayor de las gracias y bendiciones.
Recordemos claramente que:
1) Los sufrimientos vienen de Dios para nuestro beneficio.
2)
Cuando estamos en el estado de gracia, logramos inmensos méritos de
cada sufrimiento que sobrellevamos pacientemente, inclusos los pequeños
sufrimientos de la vida diaria.
3) Con sólo pedírselo, Dios nos da abundante fortaleza para sobrellevar nuestros sufrimientos.
4) Si sobrellevamos nuestros sufrimientos con paciencia, estos pierden agudeza y amargura.
5) Por sobre todo, todo sufrimiento es una participación en la Pasión de Nuestro Señor.
6) A través de nuestros sufrimientos, podemos liberarnos en gran parte, o completamente, de las penas del Purgatorio.
7) Sobrellevando nuestros sufrimientos pacientemente, podemos ganar la corona gloriosa del martirio.
Por
supuesto que podemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para
evitar o disminuir nuestros sufrimientos, pero no podemos evitar todo el
sufrimiento. Por lo tanto, es claramente necesario para nosotros
aprender a sobrellevarlos.
En pocas palabras,
debemos entender claramente que si permanecemos calmos, serenos y
pacientes el sufrimiento pierde toda su agudeza, pero en el momento en
que nos irritamos el sufrimiento más pequeño se incrementa cientos de
veces.
Es exactamente igual que cuando tenemos
una pierna o un brazo lastimado y lo rascamos violentamente; se irritará
y dolerá; mientras que si lo acariciamos suavemente, calmaremos la
irritación.
Sufrimos de mala salud, de dolores,
dolores de cabeza, reumatismo, artritis, pro accidentas, por enemigos.
Podemos tener problemas de dinero. Algunos sufren durante semanas en sus
hogares, algunos en hospitales o asilos. En pocas palabras, estamos en
un valle de lágrimas. Dios Todopoderoso nos podría haber salvado de todo
sufrimiento, pero no lo hizo porque Él sabe en Su infinita bondad que
el sufrimiento es bueno para nosotros.
ORACIÓN
Tenemos
un remedio muy, muy grande en nuestras manos, es la oración. Debemos
rezar de corazón y constantemente, pidiéndole a Dios que nos ayude a
sufrir, que nos consuele, o si es su voluntad, que nos libere del
sufrimiento. Esto es todo lo que importa.
Un
doctor muy eminente, en un brillante articulo que publicó recientemente
en la prensa secular, dice que «la oración es el poder más grande en el
mundo».
Dice: «mis colegas y yo frecuentemente
vemos que muchos de nuestros pacientes, a quienes no hemos podido curar o
cuyos dolores no hemos podido aliviar, se han curado a si mismos por
medio de la oración. No hablo de las oraciones de la gente santa, sino
de las oraciones de los Cristianos comunes».
Debemos
sobre todo rezar a Nuestra Señora de los Dolores en todas nuestras
dificultades. Debemos pedirle que nos ayude por los océanos de pena que
ella sintió por la Pasión de Nuestro Señor.
Dios
le dio las inmensas gracias necesarias para hacerla la Madre Perfecta
de Dios, pero Él también le dio todas las gracias, la temerá, el amor
necesario para que sea nuestra Madre más perfecta y amorosa. Ninguna
madre en la tierra amó alguna vez a su hijo como Nuestra Señora Bendita
nos ama a nosotros. Por lo tanto, en todos nuestros problemas y penas
entreguémonos a Nuestra Señora Bendita con confianza ilimitada.
MEMORARE
Acuérdate,
oh piadosísima Virgen Maria, que jamás se oyó decir que fuese por Ti
abandonado ninguno de cuantos han acudido a Tu amparo, implorado Tu
protección y reclamado Tu auxilio. Animado con esta confianza, a Ti,
también acudo, oh Madre, Virgen de las vírgenes y gimiendo bajo el peso
de mis pecados, me atrevo a comparecer ante Tu soberana presencia. No
deseches mis súplicas, oh Madre del Verbo Divino, bien escúchalas y
tómalas benignamente. Amén.
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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)