Artículo publicado por el profesor Rémi Edward Amelunxen (1926-2017), y publicado por TRADITION IN ACTION (Parte 1 y Parte 2). Traducción y fusión propias.
Un artículo reciente publicado
 en el sitio web de TRADITION IN ACTION presentó la doctrina tradicional
 de la Iglesia sobre el pecado original y mostró la seriedad de la 
negación progresista del relato del Génesis. También señaló la prontitud
 progresista para adaptara al evolucionismo como la tendencia central 
tras esta negación. Si uno acepta la evolución universal, uno debe 
rechazar la doctrina católica sobre la creación, Dios, el mal, el pecado
 original, la Cruz y la Redención.
Teilhard de Chardin
Década de 1920: Chardin en China busca el “eslabón perdido”, necesario para apoyar la teoría de la evolución.
El jesuita que dio un nuevo moméntum a
 la teoría de la evolución en la Iglesia fue el filósofo panteísta y 
fraudulento paleontólogo padre Pierre Teilhard de Chardin. Chardin 
consideró sus ideas evolucionistas ser mucho más que una teoría o un 
sistema: «una condición general a la cual deben doblegarse y, además, 
para ser posibles y
verdaderas, todas las teorías, todas las hipótesis, todos los sistemas. 
Una luz esclareciendo todos los hechos, una curvatura a la cual deben 
amoldarse todos los rasgos: he aquí lo que es la
Evolución» [1].
En
 otra obra, declarando claramente las consecuencias de la evolución, él 
propone: «La creación, el espíritu, el mal, Dios –y más específicamente,
 el pecado original, la Cruz, la Resurrección, la Parusía y la caridad–,
 todas estas nociones una vez son transpuestas a una dimensión de 
‘génesis’ se hacen sorprendentemente claras y coherentes» [2]. Por 
génesis, él quiere decir evolución.
Antes
 del Vaticano II, las obras de Teilhard de Chardin que promovían la 
evolución y se oponían al pecado original fueron prohibidas por el 
Superior general de los jesuitas (1925); Roma también le prohibió 
escribir o enseñar sobre materias filosóficas; sus obras fueron vetadas 
de las bibliotecas católicas o se impidió que fueran traducidas a otros 
idiomas (1957). Sin embargo, sus obras y escritos circularon en privado 
entre los teólogos y estudiosos progresistas. Aún en 1962, el Santo 
Oficio publicó una fuerte condena al controvertido teólogo [3].
Con
 todo, su influencia fue notoria durante el Concilio. Por ejemplo, el 
cardenal Joseph Ratzinger sostiene que la Constitución conciliar 
deuterovaticana Gáudium et spes fue grandemente influenciada por las opiniones de Teilhard de Chardin [4].
En
 la víspera del Vaticano II, las teorías evolucionarias de Chardin 
comenzaron a ser enseñadas y defendidas abiertamente, aun cuando nunca 
se levantó oficialmente esa condena. De hecho, en 1981, el cardenal 
Secretario de Estado Agostino Casaroli envió una una carta,
 en nombre de Juan Pablo II, al rector del Instituto Católico de París 
alabando a Teilhard de Chardin. Esta carta se hizo famosa como su “rehabilitación” [5].
Al año siguiente, el cardenal Joseph Ratzinger también alabó a Teilhard por
 “incluir el movimiento histórico de la Cristiandad dentro del proceso 
cósmico de evolución” en su obra Principios de la teología católica [6].
Esta rehabilitación se hizo casi completa con el elogio en 2009 por
 el Papa Benedicto XVI, que sostuvo a Chardin como un sacerdote modelo, 
declarando: «Es la gran visión que después tuvo también Teilhard de 
Chardin: al final tendremos una auténtica liturgia cósmica, en la que el
 cosmos se convierta en hostia viva. Roguemos al Señor que nos ayude a 
ser sacerdotes en este sentido, para contribuir a la transformación del 
mundo, a la adoración de Dios, empezando por nosotros mismos» [7].
Pío XII abre las puertas a la evolución
Entre las encíclicas del Papa Pacelli destaca Humáni Géneris escrita en 1950, que trata sobre el origen del hombre. Fue pensada genéricamente para censurar la Nouvelle Théologie
 y sus teorías, y por esta razón, en ella el Pontífice reafirmó la 
naturaleza infalible de la verdad contenida en los primeros capítulos 
del Génesis [8].
Pero, específicamente, partes de esa encíclica abrieron las puertas a alguna discusión limitada de la evolución. Primero,
 Pío XII sugiere que estudios posteriores sobre el tema eran necesarios y
 podían probar correcta la evolución. De hecho es exactamente esto lo 
que Juan Pablo II declaró cuando se refirió a ello en Octubre de 1996: «Humani Géneris
 consideraba la doctrina del evolucionismo como una hipótesis seria, 
digna de una investigación y de una reflexión profundas» [9].
Segundo,
 Pío XII declaró que nada en la doctrina católica es contradicho por una
 teoría que sugiere que una especie puede evolucionar en otra, incluso 
si esa especie es el hombre [10]. Esta declaración de Pío XII inició la 
escalada de la aceptación de la evolución en la Iglesia.
Pablo VI
En sus Memorias,
 Henri de Lubac señaló que Pablo VI había expresado una opinión 
favorable de Teilhard de Chardin, opinión que compartió en un discurso 
ante una asamblea de teólogos en la Pontificia Academia romana de Santo 
Tomás de Aquino en Junio de 1963 [11].
Pablo
 VI fue más notorio en su admiración por la teoría de Chardin en un 
discurso en 1966 a los empleadores y trabajadores de una importante 
compañía farmacéutica [LEO Pharma de Roma, N. del T.]. En ella, alabó el núcleo de la teoría de Chardin 
de la evolución del universo y la señaló como modelo para la ciencia. 
Aun cuando Pablo VI hizo algunas restricciones en su alabanza, fue una fuerte adhesión a las tesis heterodoxas de Teilhard [12].
Vemos, pues, que las censuras contra las teorías evolucionistas no fueron suficientes para frenar su diseminación. Pío
 XII les abrió las puertas, el Concilio las aceptó e incorporó en uno de
 sus documentos principales, y Pablo VI comenzó una consagración pública
 del padre Teilhard de Chardin. El que había sido condenado por las 
más justas razones y por la preservación de la Iglesia, se hizo aceptado
 sin corregir ninguno de sus previos errores.
Lo trágico es que los papas que siguieron a Pablo VI continuaron el mismo camino, alabando al teólogo panteísta y promocionando el evolucionismo.
Juan Pablo II
Juan Pablo II abrió fuertemente las puertas de la Iglesia para cambiar la doctrina del pecado original.
 En un mensaje a la Pontificia Academia de Ciencias en 1996, declaró que
 la teoría de la evolución era más que solo una hipótesis, que desde 
Charles Darwin ha sido apuntalada por estudios y descubrimientos 
científicos, y que la evolución es compatible con la fe cristiana.
Juan Pablo II complace a los científicos de la Pontificia Academia de las Ciencias abriendo la puerta a la evolución
El Papa afirmó: «Hoy, casi medio siglo después de la publicación de la encíclica [Humáni Géneris
 por Pío XII], nuevos conocimientos llevan a pensar que la teoría de la 
evolución es más que una hipótesis. En efecto, es notable que esta 
teoría se haya impuesto paulatinamente al espíritu de los 
investigadores, a causa de una serie de descubrimientos hechos en 
diversas disciplinas del saber. La convergencia, de ningún modo buscada o
 provocada, de los resultados de trabajos realizados independientemente 
unos de otros, constituye de suyo un argumento significativo en favor de esta teoría» [13].
La evolución, una teoría que Pío XII reconoció solamente como una posibilidad, 46 años después es aceptada por Juan Pablo como un hecho efectivamente probado.
Benedicto XVI
Fue el cardenal Joseph Ratzinger quien, aunque no oficialmente, rehabilitó efectivamente la enseñanza de Teilhard de Chardin.
Como
 cardenal y papa, dejó claro que no ve contradicción entre la fe y la 
“ciencia”, esto es, la evolución. En una obra de 1988, el cardenal 
Ratzinger llamó a la evolución una “realidad” que es complementaria al 
relato del Génesis: «La historia del barro y del aliento de Dios, que
hemos oído antes, no nos cuenta cómo se origina el hombre. Nos relata 
qué es él… Y a la inversa, la teoría de la
evolución trata de conocer y describir períodos biológicos. […] Nos 
encontramos, pues,
ante dos preguntas que en la misma medida se complementan y que no se 
excluyen
mutuamente» [14].
En esa misma obra, el cardenal negó efectivamente el pecado original: «El relato nos dice: el pecado
engendra pecado y así todos los pecados de la historia dependen unos de otros. Para este
hecho la Teología ha encontrado la palabra, seguramente mal comprendida e imprecisa, de
pecado original. ¿Qué importancia tiene? Pues nada nos parece hoy más extraño ni
ciertamente más absurdo que denominarlo pecado original -hereditario- porque la culpa,
según nuestra concepción, no es sino precisamente lo más personal e intransferible; y porque
Dios no domina sobre un campo de concentración en el que exista una responsabilidad
colectiva, sino que es el Dios libre del amor, que llama a cada uno por su nombre» [15]
En
 otra obra, encontramos al cardenal Ratzinger reafirmando que los 
capítulos del Génesis sobre la  Creación son solamente “relatos paganos 
que inspiran parcialmente el texto bíblico” [16]
En
 una declaración de 2004 de la Comisión Teológica Internacional a la que
 el cardenal Ratzinger adhirió, un párrafo apoya el supuesto “consenso 
general entre los científicos” que el mundo tiene 3,5–4 mil millones de 
años, y que todos los organismos vivientes descendían de un primer 
organismo: Se lee:
«Los resultados convergentes de numerosos estudios en ciencias físicas y biológicas tienden cada vez más a recurrir a una cierta teoría de la evolución para explicar el desarrollo y la diversificación de la vida sobre la Tierra, aun cuando hay todavía divergencias respecto a los tiempos y mecanismos de la evolución» [17].
En
 un discurso en el norte de Italia el 25 de Julio de 2007, Benedicto XVI
 calificó de “absurdo” el debate creciente en algunos países entre 
creacionismo y evolución porque la evolución puede coexistir con la fe. 
Él declaró:
«el así llamado “creacionismo” y el evolucionismo, presentados como si fueran alternativas que se excluyen: […] Esta contraposición es absurda, porque, por una parte, existen muchas pruebas científicas en favor de la evolución, que se presenta como una realidad que debemos ver y que enriquece nuestro conocimiento de la vida y del ser como tal» [18].
Aunque Benedicto XVI defiende una evolución teísta,
 donde supuestamente Dios entraría en algún momento del largo proceso 
evolutivo y le da racionalidad al hombre, aún es una negación efectiva 
del relato del Génesis y un rechazo del pecado original.
Cardenal Pell: Adán y Eva son un mito
En
 vista de este fuerte apoyo de la evolución y de la negación del relato 
de la Creación en el Génesis por los Papas, no sorprende que importantes
 prelados de la Iglesia hagan declaraciones similares negando el pecado 
original.
Algunos
 católicos parecían sorprendidos cuando el cardenal Christoph Schönborn,
 discípulo cercano de Benedicto XVI, apareció para apoyar el Diseño 
Inteligente en un ensayo de 2005 titulado “Encontrando el diseño en la 
naturaleza” [19]. ¿Pero por qué deberían sorprenderse cuando simplemente
 se hace fiel eco de su mentor?
Recientemente
 (año 2012), el cardenal George Pell de Australia, concebido 
generalmente como conservador por sus posturas contra el aborto, contra 
la homosexualidad y en favor del matrimonio tradicional, impactó al 
ambiente católico con su declaración que Adán y Eva no existieron. 
Cuando fue interrogado sobre la evolución en un programa de la Australian Broadcasting Corporation con el biólogo ateo Richard Dawkins, el cardenal Pell se refirió al relato bíblico del Génesis como un mito [20].
Sus comentarios causaron una conmoción entre los católicos, quienes fueron chocados porque él estaba negando el dogma. Nuevamente, ¿por qué la sorpresa, visto el fuerte apoyo de varios papas a las mismas tesis heterodoxas?
Negando dogmas de fe
El origen de las especies
 de Darwin fue publicado en 1859, durante el tiempo de Pío IX que 
presidió el Concilio Vaticano I. Ese Concilio tiene una sección sobre 
“Fe y razón” que incluye lo siguiente:
«Por esto todos los fieles cristianos están prohibidos de defender como legítimas conclusiones de la ciencia aquellas opiniones que se sabe son contrarias a la doctrina de la fe, particularmente si han sido condenadas por la Iglesia; y, más aún, están del todo obligados a sostenerlas como errores que ostentan una falaz apariencia de verdad» [Constitución Dogmática “Dei Fílius”, cap. IV].
No obstante esta condenación, hemos visto eclesiásticos negar el pecado original, uno de los dogmas más básicos de la Fe Católica. ¿Cómo es esto posible?
Vuelvo
 a la cita del cardenal Mario Luigi Ciappi, que leyó el tercer secreto 
de Fátima y nos dio esta pista sobre su contenido: «En el Tercer Secreto
 viene predicho, entre otras cosas, que la gran apostasía en la Iglesia 
comenzará desde su cima» [21].
NOTAS
[1] El fenómeno humano, 1940, pág. 219.
[2] Theodosius Dobzhansky, “Teilhard de Chardin y la orientación de la evolución: Ensayo crítico”. En Zygon: Journal of Religion and Science, n.º 3, Septiembre de 1968.
[4] Les Principes de la Theologie Catholique - Esquisse et Materiaux, París: Tequi, 1982, págs. 374-375.
[5] “El cardenal Casaroli alaba a Teilhard de Chardin en nombre de Juan Pablo II”, L’Osservatore Romano, 10 de Junio de 1981.
[6] Les Principes de la Theologie Catholique - Esquisse et Materiaux, Paris: Tequi, 1982, págs. 374-375;
[7] “Benedicto XVI alaba la Liturgia cósmica de Teilhard de Chardin”, L’Osservatore Romano, 29 de Julio de 2009.
[8] Atila Sinke Guimarães, Ánimus Injuriándi II, Cap. IV, 3, pág. 214, nota 42.
[9] Mensaje de Juan Pablo II a la Pontificia Academia de Ciencias (22 de Octubre de 1996).
[10]
 «Por eso el Magisterio de la Iglesia no prohíbe que en investigaciones y
 disputas entre los hombres doctos de entrambos campos se trate de la 
doctrina del evolucionismo, la cual busca el origen del cuerpo humano en
 una materia viva preexistente (pues la fe católica nos obliga a retener
 que las almas son creadas inmediatamente por Dios), según el estado 
actual de las ciencias humanas y de la sagrada teología» (Humáni 
Géneris, 1950).
[11] “¡Ellos piensan que han ganado!”. Revista Sì sì No no, Abril de 1994, n. 7.
[12] Pablo VI, Discurso a los empleados y trabajadores de una compañía farmacéutica, 24 de Febrero de 1966. En Insegnamenti di Paolo VI, Tipografía Políglota Vaticana, 1966, págs. 992-993.
[13] “Papa refuerza apoyo de la Iglesia a la evolución”. Diario Chicago Tribune, 25 de Noviembre de 1996.
[14] Joseph Ratzinger, On the Begining: A Catholic Understanding of the Story of Creation and the Fall, Eerdmans, 1995, p. 50 (Traducido al español como Creación y pecado, Eunsa, Pamplona, 1992)
[15] Ibid., p. 72
[16] Un canto nuevo para el Señor: La fe en Jesucristo y la liturgia hoy. Crossroad Publishing, 1996, pág. 86.
[17]
 “Comunión y servicio: La persona humana creada a imagen de Dios”. 
Sesiones plenarias realizadas en Roma entre 2000 y 2002, publicada en 
Julio de 2004, §63.
[18] “Papa Benedicto XVI: Creación Vs. Evolución, un ‘Absurdo’”. Servicio de noticias MSNBC, 25 de Julio de 2007.
[19] Cardenal Christoph Schönborn OP, “Finding Design in Nature”
 (Hallando el diseño en la naturaleza), publicado en The New York Times,
 7 de Julio de 2005. 
http://www.catholiceducation.org/articles/science/sc0060.html
[20] “Pell dice que Adán y Eva no existieron”. Yahoo7 News online, 10 de Abril de 2012.
http://au.news.yahoo.com/nsw/latest/a/-/newshome/13381016/pell-says-adam-and-eve-didnt-exist/
[21] Paul Kramer, La batalla final del diablo, Terryville, CT: The Missionary Ass., 2002, pág. i.






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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)