Novena
dispuesta por un hermano de la Cofradía de Penitencia de Ntro. Padre
Jesús de los Afligidos y de María Santísima de los Desconsuelos, sita en
la iglesia de San Lorenzo en la ciudad de Cádiz en 1794, y reimpresa en
dicha ciudad por José María Guerrero en 1841.
NOVENA A NUESTRO PADRE JESÚS Y SU SANTÍSIMA MADRE EN EL DOLOROSO Y AFLIGIDO PASO DE SU ENCUENTRO EN LA CALLE DE LA AMARGURA
Esta
Novena se puede hacer en cualquier tiempo del año, pero el más propio
es el de Cuaresma, en los que arrodillados ante la devota Imagen del
Señor, y hecha la Señal de la Cruz, se dirá y hará con el corazón el
Acto de contrición siguiente:
Por
la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠
Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu
Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor
mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, porque sois la suma bondad, os
amo y me pesa de no haberos amado, me pesa de habberos ofendido, y
prometo en adelante no ofenderos más: no más pecar, amado Jesús mío, no
más pecar.
ORACIÓN
¡Oh
Afligidísimo Jesús! ¡Oh Madre Dolorosísima, que buscando mi bien
hallasteis en la calle de la Amargura vuestro mayor Dolor! ¡Quién
pudiera, dulcísimo Redentor mío, amorosísima Madre de mi alma, traspasar
su corazón de aquel mismo dolor con que fue el vuestro penetrado! ¿Pero
qué Católico redimido con esa Sangre preciosa y con esa pesada Cruz no
será herido de amor por corresponder siquiera a quien así amó hasta el
fin, dando su vida por amor? ¡Oh, miserable de mí si no me deshago en
lágrimas de amor y de dolor! Mi pecado, mi sacrílego delito os hizo
beber el amarguísimo Cáliz de ese fatal encuentro. Yo, Señora, yo soy
quien ha puesto a vuestro amado Hijo, como le habéis encontrado, siendo
Jesús fruto bendito de tu vientre, apenas podréis conocer que es la vida
de vuestra Alma y el Alma de mi vida, por lo desfigurado que lo han
puesto mis pasiones y apetitos: ya no veréis aquel rostro blanco,
sonrosado y lleno de atractivos para robar corazones: desapareció la
cristalina luz del Cielo de sus ojos: se oscureció la encendida púrpura
de sus labios: faltó la natural compostura de su dorado y ondeado
cabello, y toda la gallarda y airosa simetría de un cuerpo el más bien
formado, se ha convertido en palideces, cardenales, heridas, sangre,
afrentas, bofetadas, sogas, Cruz y espinas. Haced, Señor, por vuestra
Pasión Santísima y por la tierna compasión de vuestra querida Madre, que
enternecidos nuestros corazones con la meditación de vuestras penas,
practiquemos estos piadosos ejercicios en honra y gloria vuestra, y en
utilidad de nuestras almas. Siendo el fruto, que deseamos sacar,
aplicado por vuestra infinita misericordia, para alivio y descanso de
las Benditas Almas del Purgatorio, por la redención de los Cautivos
Cristianos, para la conversión de los que están en pecado mortal, para
la exaltación de la Santa Fe Católica, paz entre los hijos de la Iglesia
y feliz victoria sobre todos los enemigos; y particularmente, si
conviniere, para que logre yo en mi aflicción el consuelo que espero, en
quien ha sido, es y será para mí y para el mundo todo, Jesús de los
Afligidos. Amén.
DÍA PRIMERO
MEDITACIÓN
Considera,
alma mía, cómo tu amado Redentor Jesús camina hacia el Calvario cargado
con la Cruz en que va a ser crucificado, y que en este tan triste y
doloroso estado lo encuentra su Madre afligidísima en la calle de la
Amargura. Allí se miran Hijo y Madre. Allí reflexionando sus penas con
recíprocos afectos, hay Cruz para los dos inocentes, mereciendo tú la
Cruz. Si le amas, medita este dolor.
Aquí se hará una breve pausa, en la que se podrá tener un ratito de oración, y acabada se hará la siguiente
SÚPLICA
Amorosísimos
Mártires del amor, mi dulce Jesús y mi ternísima Madre: os pido
humildemente por el dolor indecible que os causó en ese encuentro el
terrible peso de esa Cruz, me deis resignación para llevar gustoso la
cruz que me tocó en suerte abrazándola con amor hasta el Calvario,
porque es cruz y me la disteis Vos. Sean, Señor, los tristes gemidos y
virginales lágrimas de mi Madre que a vuestra vista padece, los méritos
de mi súplica, y logre yo por ella principalmente unirme atu Santísima
Voluntad. Amén.
Ahora se rezará un Padre nuestro y Ave María gloriado, en reverencia y memoria de este acerbo dolor; y se concluye diciendo:
Bendita sea la bondad y paciencia de Jesús, que así amó a los hombres
afligidos. Alabada sea la ternura y compasión de María, nuestra Señora y
Madre, que así nos proporcionó tal consuelo.
Ahora se concluye este Ejercicio rezando el salmo Miserére (Salmo 50):
Ten piedad de mí, oh Dios, según la grandeza de tu misericordia: y según la muchedumbre de tus piedades, borra mi iniquidad.
Lávame todavía más de mi iniquidad, y límpiame de mi pecado;
Porque yo reconozco mi maldad, y delante de mí tengo siempre mi pecado:
Contra ti solo he pecado; y he cometido la maldad delante de tus ojos, a fin de que perdonándome, aparezcas justo en cuanto hables, y quedes victorioso en los juicios que de ti se formen.
Mira pues que fui concebido en iniquidad, y que mi madre me concibió en pecado.
Y mira que tú amas la verdad: tú me revelaste los secretos y recónditos misterios de tu sabiduría.
Me rociarás, Señor, con el hisopo, y seré purificado: me lavarás, y quedaré más blanco que la nieve.
Infundirás en mi oído palabras de gozo, y de alegría; con lo que, viéndome perdonado, se recrearán mis huesos quebrantados o mis ya abatidas fuerzas.
Aparta tu rostro de mis pecados, y borra todas mis iniquidades.
Crea en mí, oh Dios, un corazón puro, y renueva en mis entrañas el espíritu de rectitud.
No me arrojes de tu presencia, y no retires de mí tu santo espíritu.
Restitúyeme la alegría de tu Salvador; y fortaléceme con un espíritu de príncipe.
Yo enseñaré tus caminos a los malos, y se convertirán a ti los impíos.
Líbrame de la sangre, oh Dios, Dios salvador mío, y ensalzará mi lengua tu justicia.
¡Oh Señor!, tú abrirás mis labios; y publicará mi boca tus alabanzas.
Que si tú quisieras sacrificios, ciertamente te los ofreciera: mas tú no te complaces con solos holocaustos o actos de religión meramente exteriores.
El espíritu compungido es el sacrificio más grato para Dios: no despreciarás, oh Dios mío, el corazón contrito y humillado.
Señor, por tu buena voluntad seas benigno para con Sion, a fin de que estén firmes los muros de Jerusalén.
Entonces aceptarás el sacrificio de justicia, las ofrendas, y los holocaustos: entonces serán colocados sobre tu altar becerros para el sacrificio.
Lávame todavía más de mi iniquidad, y límpiame de mi pecado;
Porque yo reconozco mi maldad, y delante de mí tengo siempre mi pecado:
Contra ti solo he pecado; y he cometido la maldad delante de tus ojos, a fin de que perdonándome, aparezcas justo en cuanto hables, y quedes victorioso en los juicios que de ti se formen.
Mira pues que fui concebido en iniquidad, y que mi madre me concibió en pecado.
Y mira que tú amas la verdad: tú me revelaste los secretos y recónditos misterios de tu sabiduría.
Me rociarás, Señor, con el hisopo, y seré purificado: me lavarás, y quedaré más blanco que la nieve.
Infundirás en mi oído palabras de gozo, y de alegría; con lo que, viéndome perdonado, se recrearán mis huesos quebrantados o mis ya abatidas fuerzas.
Aparta tu rostro de mis pecados, y borra todas mis iniquidades.
Crea en mí, oh Dios, un corazón puro, y renueva en mis entrañas el espíritu de rectitud.
No me arrojes de tu presencia, y no retires de mí tu santo espíritu.
Restitúyeme la alegría de tu Salvador; y fortaléceme con un espíritu de príncipe.
Yo enseñaré tus caminos a los malos, y se convertirán a ti los impíos.
Líbrame de la sangre, oh Dios, Dios salvador mío, y ensalzará mi lengua tu justicia.
¡Oh Señor!, tú abrirás mis labios; y publicará mi boca tus alabanzas.
Que si tú quisieras sacrificios, ciertamente te los ofreciera: mas tú no te complaces con solos holocaustos o actos de religión meramente exteriores.
El espíritu compungido es el sacrificio más grato para Dios: no despreciarás, oh Dios mío, el corazón contrito y humillado.
Señor, por tu buena voluntad seas benigno para con Sion, a fin de que estén firmes los muros de Jerusalén.
Entonces aceptarás el sacrificio de justicia, las ofrendas, y los holocaustos: entonces serán colocados sobre tu altar becerros para el sacrificio.
℣.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espirítu Santo.
℟. Como era en el princípio, y ahora, y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
℣. Adorámoste, oh Cristo, y bendecímoste.
℟. Porque redimiste al mundo por tu Cruz.
ORACIÓN
Te
suplicamos, Señor, mires sobre esta familia tuya, por la cual Nuestro
Señor Jesucristo no dudó en entregarse a manos de los malvados, y
padecer el tormento de la Cruz. Él, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu
Santo. Amén.
DÍA SEGUNDO
Por la señal…
Acto de contrición y Oración inicial.
MEDITACIÓN
Considera,
alma mía, cómo tu buen Jesús no solamente padece el tormento que le
ocasiona el peso de la Cruz, sino que su Sacratísima Cabeza está
cruelmente taladrada con la Corona de espinas, con que su Madre y tu
Señora lo encuentra en la calle de la Amargura. Su materno Corazón es
punzado con las espinas que hieren todo el casco, frente y ojos del
Hijo: ¡Qué abundantísimas corrientes manan de la Cabeza de este Santo
Monte! Sube, alma, sube con la meditación que bien puedes levarte; no le
temas a las espinas; si le amas, medita este dolor.SÚPLICA
Benignísimos
Redentores de mi alma, Jesús y María, coronados de dolor por el agudo
que por la Redención humana padecisteis, sufriendo la inhumana y cruel
Corona de Espinas que os taladró cabeza y corazón cuando en la amargura
de este encuentro os visteis: Os suplico postrado a vuestros pies,
miréis con misericordia a todas las cabezas coronadas, taladrándolas
vuestra soberana luz para que con acierto nos gobiernen: y a nosotros
nos comuniquéis aquella reverente sumisión que nos inspira la ley para
dar honor al Príncipe, y compadecernos de las espinas que rodean su
cabeza. Mira, Señor, que estas súplicas van acompañadas de la poderosa
intercesión de esa afligida Madre, que a tu lado ruega por nosotros
pecadores, y que nada os pedirá que no nos tenga cuenta. Así lo espero
lleno de confianza, y no quiero, Señor, lo que no quieras. Amén.DÍA TERCERO
Por la señal…
Acto de contrición y Oración inicial.
MEDITACIÓN
Considera,
alma mía, que hoy encuentra la más amante de las Madres a su delicado
Hijo Jesús atado con ásperas sogas y gruesas cadenas, causando en su
cuello y cintura imponderable dolor, y mucho más agundo en el hombro de
la Cruz por haber con su peso introducido en él, hasta el hueso, la soga
que con malicioso arte puso la crueldad debajo del madero. Mira cómo
por tus libertades estas ligaduras, bajo el impulso de crueles sayones,
hacen rodar por tierra a Jesucristo: acude pronto, y si le amas, medita
este dolor.SÚPLICA
¡Oh
mi buen Jesús! ¡Oh María afligidísima, Madre y Señora de mi alma! Por
la excesiva pena que sufristeis en ese encuentro doloroso viéndoos
padecer sin culpa el rigor de tan violentas e inhumanas prisiones con
que os sujetó el amor para hacer por mí el más agradable sacrificio, os
suplico me dispenséis la gracia de vivir siempre sujeto a vuestra Ley
santísima, para que ligado con sus amorosos y suaves preceptos, logre
ser en esta vida prisionero de vuestra gracia, y por ella goce
eternamente de verdadera libertad en la Gloria. Amén.DÍA CUARTO
Por la señal…
Acto de contrición y Oración inicial.
MEDITACIÓN
Considera,
alma mía, que el Príncipe de la Gloria, Señor de todo lo creado y
Redentor de los hombres, es conducido por ellos como reo, a quien para
cubrir su modesto rostro de confusión e ignominias le van publicando a
voz de pregonero la sentencia de su muerte. Oye a tu Juez Supremo
acusado por los hombres, pero mira a la Abogada de los hombres entre
ellos y el Juez supremo. ¡Oh encuentro el más terrible para Hijo y
Madre, y el más feliz para los hijos de los hombres! Venid, hombres,
llegad, que esta es la ocasión más oportuna para salir de aflicciones,
mas antes de pedir, si lo amáis, meditad este dolor.SÚPLICA
¡Dios
mío, mi fortaleza y mi salud, a qué estado os han traído mis pecados!
Ellos os quitan la vida, y para que el sacrificio os fuese más doloroso,
ellos mismos os ponen delante esa inocente víctima de vuestra querida
Madre y mi Abogada: Por el acerbo traspaso de vuestros tiernos corazones
al encontraros sentenciado a una afrentosa muerte, os suplico me
concedáis aquella caridad cristiana que me enseña a suspender
sentencias, en el tribunal de mi pasión, sobre las operaciones de mis
prójimos, mirándolos a todos con aquel amor con que Vos por mí
sufristeis la sentencia, para hacerme digno de las bendiciones de
vuestra diestra. Amén.DÍA QUINTO
Por la señal…
Acto de contrición y Oración inicial.
MEDITACIÓN
Considera,
alma mía, que el más hermoso de los hijos de los hombres, el rostro más
peregrino, escogido entre millares, aquel a quien le fue dada toda la
gloria del Líbano y la gracia en tan abundante copia que se derramaba
por sus labios, aparece hoy a la vista de su querida Madre tan disforme
por las heridas, tan debilitado y flaco por la falta de la sangre, tan
desconocido el rostro por el sudor, cardenales, salivas, cieno e
hinchazón de la mejilla que recibió la bofetada, y tan agobiado y casi
muerto por el peso de la Cruz y repetidas caídas, que necesita en tan
funesto encuentro toda la superior luz de su espíritu y todo el fiel
impuslo de su Materno Corazón para conocer que es el mismo que en Belén
alimentaba con el celestial néctar de su pecho. ¿Qué es esto?, diría,
¿es esta la fortaleza de Sión? ¿Es esta la Ciudad de la perfecta
hermosura y el gozo del universo? Alma, mira a tu Salvador, y si lo
amas, medita esta dolorosa transfiguración.SÚPLICA
¡Oh
hermosura de los Cielos, más hgraciosa y más amable cuanto más
ensangrentada y dolorosa! ¡Oh rostros peregrinos de Hijo y Madre
oscurecidos en el eclipse de un encuentro! Por tan crecido tormento os
pedimos nos deis, pues la derramáis, una poca de esa Sangre de tus
heridas, y de esa agua de tus lágrimas para quitar las manchas del
pecado (que desfigura la hermosura de nuestra alma) en el lavatorio de
una verdadera penitencia, con la que volvamos a encontrar vuestra
amistad y gracia. Amén.DÍA SEXTO
Por la señal…
Acto de contrición y Oración inicial.
MEDITACIÓN
Considera,
alma mía, que el Salvador del munndo, verdadero Hijo de Dios y Santo
por esencia, cuando camina a ser la Hostia saludable por los pecados de
los hombres, lo encuentra su ternísima Madre cubierto de la ignominia y
confusión con que lo traía la infiel Judea, empeñada en llenarlo de
oprobios con indecorosos tratamientos e ignominiosos dicterios. La
plebe, y lo que es más, el Magistrado y Sacerdocio con infame algazara y
sacrílego vilipendio, aguzando sus lenguas como venenosas víboras, le
nombran embustero, alborotador y maldito: le arrojan sobre su venerable
Rostro lo más inmundo de las calles, y todos a porfía, con risas, mofas y
pesadas burlas,conspiran a que Jesús sea el desprecio de la plebe;
solamente en el aprecio de su Madre encuentra veneración y respeto. Si
confiesas que es tu Dios, alábale, bendícele y medita este dolor.SÚPLICA
Omnipotente
Creador de Cielo y tierra, yo te adoro, y como mi Dios te alabo y
confieso Santo e infinitamente bueno: Dulcísima Madre, Madre de mi Dios y
Madre mía, yo te venero Mártir en tan doloroso encuentro, y te alabo
pura y sin mancha desde el primer instante de tu ser; alaben y bendigan
todas las criaturas del Cielo y de la tierra a Jesús y María, en
recompensa y desagravio de las injurias y desprecios con que fueron
tratados en la calle de la Amargura; por este inexplicable tormento os
suplicamos, amorosísimos Medianeros de todos los afligidos, nos
alcancéis la virtud de la constancia para confesar con obras la Santa
Ley evangélica, aun en medio de sus mayores enemigos, que la insultan y
desprecian; para que mi lengua, mi corazón y mis obras se empleen en
daros bendición, honor, alabanza, culto y acción de gracias por los
siglos de los siglos. Amén.DÍA SÉPTIMO
Por la señal…
Acto de contrición y Oración inicial.
MEDITACIÓN
Considera,
alma mía, en la dolorosa y triste situación en que encontró la Madre al
Hijo en el día de su mayor tribulación: Solo, desamparado de los suyos,
va Jesús a dar por los suyos la vida y el Corazón. Ni las turbas, que
tantos beneficios han recibido de su mano; ni el Discipulado, que tanta
doctrina había aprendido de su boca; ni los Apóstoles, que tanto amor y
cariño le habían mostrado y aun jurado para el caso de esta persecución;
ninguno parece, todos huyen, todos cobardes le dejan en medio de su
padecer, dándole un nuevo martirio a su amante Corazón; no huyas,
cobarde, de la compañía de Jesús, por más que el mundo la persiga: antes
sí huye del mundo, y compadecido de verlo solo con su Madre hasta de su
partido, ven a acompañarlo, sube al monte de la mirra y medita despacio
este dolor.SÚPLICA
¡Oh
bondad suma! ¡Oh paciencia infinita de mi Dios! Por redimir al siervo
entregasteis a vuestro amado Hijo, y aun quisisteis que en esta entrega
tuviese parte la Madre; pero el vil esclavo, el ingrato favorecido,
cuanto más resplandeció la fineza de este amor, traspasándose dos
Corazones con la sangrienta espada de ese encuentro, desampararon las
Víctimas y dejaron en poder del enemigo al más fino y más leal amor. Por
este tan penetrante dolor os pido, Redentor mío, y a Vos, Madre
Soberana, que olvidando tales ingratitudes, me concedáis un rayo de
vuestra luz, para que conociendo cuánto me habéis amado, y lo mucho que
os debo, me empeñe en corresponder agradecido dándoos enteramente mi
alma, vida y corazón. Amén.DÍA OCTAVO
Por la señal…
Acto de contrición y Oración inicial.
MEDITACIÓN
Considera,
alma mía, que la pena más grande de los que perfectamente se aman es
verse padecer sin poderse remediar, y si no ha habido amor más tierno ni
más grande que el que a su Hijo Jesús tuvo María Santísima, ya puedes
entender hasta dónde llegaría la aflicción de estos dos amantes
corazones al encontrarse en el golfo más amargo de la Pasión sin poderse
mutuamente socorrer. Veía la Madre que necesitaba el Hijo humedecer su
boca, que árida y seca por la falta de Sangre la llevaba abierta para
respirar, y no podá socorrerlo por no tener más agua que las lágrimas de
sus ojos. Veía que la Sangre que a hilos corría de su taladrada cabeza,
cayendo por sus divinos ojos le impedía la vista, y que su descompuesto
cabello con el sudor y polvo que por el rostro tenía, le fatigaban
demasiado, pero que no le era permitido a su amor el acercarse a
limpiarlo. Veía que el cansancio en que le había puesto el peso de la
Cruz y la cruel prisa con que le conducían a la muerte, se la iba
acelerando, y ¡oh, cómo desearía recostarle algún rato en su regazo para
repetir sus antiguos cariños y darle algún breve consuelo, mas se
quedaba en desearlo! Veía el Hijo el Corazón de la Madre penetrado de
otros tantos cuchillos cuantos eran estos infructuosos deseos; y crecía
su tormento, porque no era voluntad del padre que estos dos amantes
Corazones gustasen el alivio. ¡Qué haces, alma, que no llegas a dar con
tus lágrimas consuelo a los que por ti padecen! Si los amas, medita este
dolor. Rezar un Padre nuestro y Ave María gloriado. Las jaculatorias, el Salmo Miserére y la Oración se dirán todos los días.
SÚPLICA
Jesús
mío, afligido con tantas penalidades. Tristísima Madre mía, traspasada
de tantos desconsuelos. Por la cruel pena de veros padecer sin el alivio
que deseaba vuestro amor, os suplico humildemente os dignéis hacer que
yo lleno de conformidad, tolere la continuación de estos trabajos y
aflicciones con que me corrige tu misericordia, y que conociendo que son
regalos de vuestro paternal cariño, no quiera más que lo que quiera
vuestra santa voluntad. Amén.DÍA NOVENO
Por la señal…
Acto de contrición y Oración inicial.
MEDITACIÓN
Considera,
alma mía, que no hay dolor semejante al que padece quien ama cuando le
apartan de la vista lo que ama para entregarlo a la muerte; y si el amor
con que aman los Serafines a su Dios es un grado muy tibio respecto del
vehemente fuego de amor divino en que estaban abrasados los Corazones
de Jesús y de María, deberás inferir la dolorosa violencia que padecen
al haber de separarse. Una impetuosa ola del alto mar de esta Pasión los
había unido en el más fatal encuentro, y cuando este ofrecía a las dos
Víctimas tan acibarado consuelo, otro furioso golpe de la misma
tempestad los desune y los entrega a otro más grande y más agudo
martirio. Sobre la triste Madre echaba su vista moribunda el paciente
Nazareno, y con trémula voz, pero con afectuosas y agradecidas
expresiones, le hablaba por consolarle y desahogar su pecho cuando la
furia judaica ansiosa de verlo ya agonizar sobre el madero de la Cruz lo
arrebatan de la presencia de María, poniendo un enlutado velo a sus
virginales ojos la confusión, con el concurso y multitud que lo cercaba.
A morir va Jesús, la Madre queda sin vida: tú vivirás con la Madre si
poseído de ternura le sales al encuentro en esta Meditación.
SÚPLICA
¡Oh
amor dulce de mi alma! ¡Jesús, consuelo de mi aflicción, María,
esperanza mía! A Vos, Señores del Cielo y de la tierra, a Vos recuure
por último este pobre pecador: Vuestro amor, sacrificado por mí en este
dolorosísimo encuentro, me llena de confianza para pediros me concedáis,
por la aflicción que tuvisteis en tan sensible separación, un eficaz
auxilio para que no pierda esta ocasión, tal vez la última en que me
habléis amoroso, me avisáis benigno y os presentáis a mi vista con esas
ciertas señales de que me queréis salvar. Sed, Jesús mío, mi consuelo en
esta vida, y en la otra mi corona y mi gloria. Amén.
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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)