Recopilado por el P. Dr. Vicente Alberto Rigoni, Cura Párroco de Santa Ana en Villa del Parque (Buenos Aires), el 12 de Mayo de 1944. Tomado de RADIO CRISTIANDAD.
DÍA CUARTO
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Dios os salve, ¡oh gloriosa Santa Ana, cuyo nombre significa la gracia de la que fuiste por Dios llena, gracia que distribuís a vuestros devotos. Nosotros, postrados a vuestros pies, os rogamos que aceptéis estos humildes obsequios con los cuales pretendemos honraros, como a madre de nuestra amantísima Madre y Reina y como abuela de nuestro dulcísimo Redentor Jesús. Y Vos, en señal de que os agradan nuestros homenajes, libradnos del maldito pecado alcanzándonos la gracia de modelar nuestra vida conforme a vuestros ejemplos, y obtenednos luz, fervor y constancia para que con la meditación que vamos a hacer, crezcamos en virtud y seamos más y más gratos al Señor. Amén.
MEDITACIÓN: De la Devoción a Santa Ana.
La Sagrada Escritura nada dice de la vida de nuestra Santa y esto no debe maravillarnos, ya que las obras portentosas de Dios no tienen necesidad de ser escritas muchísimas veces saltan a primera vista de quienes las contemplan.
Fácil es demostrar cómo Santa Ana nació de piadosos y excelentes padres de la real estirpe de David, observantísimos de la Ley y estimadores profundos de las misericordias divinas. Apareció como aurora que anuncia la próxima venida del Sol de justicia, del candor de eterna luz hecho carne, del esperado Mesías.
La Iglesia Católica tiene por tradición indudable que la madre de la Madre de Dios se llamó Ana, y el padre Joaquín, ambos de la raza de David y descendientes de aquellos renombrados personajes, patriarcas, pontífices y reyes descriptos por los santos evangelistas Mateo y Lucas, Joaquín de Nazaret era descendiente de David, por la rama de Leví y Ana, de Belén por la rama de Mathan.
Esplendido fue, ¡oh cristiano!, el nacimiento de tu protectora Santa Ana. Ilustre en verdad, por los títulos gloriosos de sus antepasados, es incomparablemente más esclarecida por la prole que debía dar a luz, que es, no sólo hija del Rey, sino madre del Rey de los reyes.
Por tales motivos hay razón para que el culto singular y la profunda veneración que la Iglesia profesa a la Madre de Dios se extienda de un modo especial a Santa Ana. ¿Quieres tú participar de esas gracias? Hazte verdadero hijo de María, copiando en tí la virtud, la reverencia y el honor que Ella rinde a su madre. De este modo, si por María se difunde la gracia en sus ascendientes, vendrá un día en que Ella también pasará a sus descendientes, es decir, a todos aquellos que se portan como verdaderos hijos suyos.
EJEMPLO: En el año 1513 un voraz incendio amenazaba destruir un convento de Franciscanas en Alemania. Ya el fuego había destruido los edificios vecinos y se carecía de medios para atajarlo.
Las pobres monjas atemorizadas por el inminente peligro se encontraban en la más grande desesperación, cuando he aquí que algunas de ellas, recurrieron a la protección de Santa Ana pidiéndole su auxilio.
Tomaron una imagen de la Santa con devoción, la pusieron delante las llamas e hicieron votos. Al instante el fuego se apagó y dejó ilesas a aquellas buenas monjas que desde aquel día aumentaron más y más su devoción a la que fue por ellas invocada.
OBSEQUIO: Pongámonos por espacio de algunos instantes, delante de la Imagen de Santa Ana y examinemos cuáles son los sentimientos de devoción que nos ligan a Ella.
JACULATORIA: Amadísima Santa Ana, Madre de la excelsa Madre de Dios, rogad por nosotros.
ORACIÓN
¡Oh, mi dulcísima abogada Santa Ana, cuánto gozo al considerar las glorias de tu nacimiento, como brillante estrella en el cielo tempestuoso; cuánto me regocijo de las caricias con que fuiste enriquecida! Querría que todas las criaturas se uniesen conmigo para agradecer y bendecir al Altísimo. ¡Oh mi amoroso Señor! yo os ofrezco todas las incesantes alabanzas que os tributan los coros celestiales en acción de gracias por los privilegios y dones que vuestra bondad derramó a manos llenas sobre Santa Ana, os pido la merced de venerarla y amarla cual conviene. Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
℣. Ruega por nosotros, bienaventurada Santa Ana.
℞. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
℞. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
ORACIÓN
Oh Dios, que te dignaste conceder a Santa Ana la gracia de dar al mundo a la Madre de Vuestro Unigénito Hijo, haz, por tu misericordia, que nos ayude junto a Ti la intercesión de aquélla cuya fiesta celebramos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)