Tomado de ACTUALITÉS FSSPX (Distrito de Francia).
LOS PAPAS CONCILIARES Y EL PAGANISMO
Francisco Bergoglio con el chamán Raymond Gros-Louis luego de una “purificación ritual” en Canadá.
Durante el reciente viaje al Canadá (24-30 de Julio), el Papa Francisco tomó parte em ritos paganos y usó el clásico tocado indio de plumas, creando cierto escozor. Tal comportamiento está ciertamente en línea con las doctrinas de Laudato si’ y del sínodo amazónico, pero también tiene precedentes en las doctrinas modernistas y en los comportamientos de los pontífices post-conciliares.
En el lejano 1907, San Pío X en la encíclica Pascíndi había previsto que el modernismo habría lógicamente desembocado en alguna forma de panteísmo. Del documento conciliar Nostra Ætáte en adelante, hemos asistido a la manifestación siempre más abierta de tal doctrina: si la divinidad se manifiesta en algún modo en todas las religiones, o si el “Cristo” representa la unión de Dios con todo el género humano (como sostenían Gáudium et spes y Juan Pablo II en Redémptor hóminis), ¿no se puede pasar a decir que el Cristo representa la unión de la divinidad con todo lo creado?
En la encíclica Laudato si’ de 2017, son numerosos los elementos en este sentido. Citemos aquí algunos elementos: «El Padre es la fuente última de todo, fundamento amoroso y comunicativo de cuanto existe. El Hijo, que lo refleja, y a través del cual todo ha sido creado, se unió a esta tierra cuando se formó en el seno de María. El Espíritu, lazo infinito de amor, está íntimamente presente en el corazón del universo animando y suscitando nuevos caminos» (n.º 238); «para la experiencia cristiana (sic), todas las criaturas del universo material encuentran su verdadero sentido en el Verbo encarnado, porque el Hijo de Dios ha incorporado en su persona parte del universo material, donde ha introducido un germen de transformación definitiva» (n.º 235); «Cristo ha asumido en sí este mundo material y ahora, resucitado, habita en lo íntimo de cada ser, rodeándolo con su cariño y penetrándolo con su luz» (n.º 221); etc., etc.
Todas las religiones son iguales, pero el paganismo es más igual que las otras
En tal perspectiva, si para el modernista todas las religiones son expresiones válidas de la inmanencia vital de la divinidad en el hombre, el paganismo es la expresión más válida.
A su manera, el papa Francisco había ilustrado este principio. En su sermón del 7 de Octubre 2019 se preguntaba: «¿Qué diferencia hay entre llevar plumas en la cabeza y el “tricornio” que usan algunos oficiales de nuestros dicasterios?». Con el acostumbrado lenguaje brutal, el papa expresaba la idea de la indiferencia de las distintas expresiones religiosas, todas manifestaciones del sentido universal de la divinidad insita en el hombre.
El golpe es obviamente la manifestación de un pensamiento elaborado, tantas veces expresado en términos más propios del moderno ecumenismo. Pero si para hablar explícitamente del cosmos como divinidad, el cristianismo debe hacer el esfuerzo de usar la imagen de la Encarnación y tomarla como paradigma de cualquier otra cosa, como hacen Teilhard y Laudato si’, los viejos paganismos no tienen necesidad de tantos saltos.
De aquí el repetido elogio de la cultura aborigen contenido en Laudato si’ (cf. nn. 146 u 179), por su ejemplar unión al cosmo divinizado, y por eso la imagen idílica de la cultura amerindia presentada por el sínodo amazónico.
El Instruméntum labóris de tal Sínodo hace de la vida en unión con el “bioma” por parte de los indios un absoluto modelo. Nótese bene: no solo porque respetan la naturaleza, sino porque viven una concepción espiritual que les permite integrarse con el todo.
El elogio de tal concepción es muy explícito y repetido: en el n.º 104 se sugiere «recuperar mitos y actualizar ritos y celebraciones comunitarias que contribuyan significativamente al proceso de conversión ecológica»; de hecho «los rituales y ceremonias indígenas son esenciales para la salud integral pues integran los diferentes ciclos de la vida humana y de la naturaleza. Crean armonía y equilibrio entre los seres humanos y el cosmos. Protegen la vida contra los males que pueden ser provocados tanto por seres humanos como por otros seres vivos. Ayudan a curar las enfermedades que perjudican el medio ambiente, la vida humana y otros seres vivos» (n.º 87).
Parecería difícil decir más claramente que la armonía con el cosmos es fruto de la concepción espiritual de los indígenas y de sus ritos; pero el texto va también más allá. En el n.º 75 se lee: «En las familias se palpita la cosmovivencia. […] En definitiva, es en la familia dónde se aprende a vivir en armonía: entre pueblos, entre generaciones, con la naturaleza, en diálogo con los espíritus».
Dios mismo, entendido como el sentido de la divinidad insito en el hombre y en el cosmos, opera en todo esto, incluso se encarna (teilhardianamente) en todo esto: «Es una gran oportunidad para que la Iglesia pueda descubrir la presencia encarnada y activa de Dios: en las más diversas manifestaciones de la creación; en la espiritualidad de los pueblos originarios; en las expresiones de la religiosidad popular; en las diferentes organizaciones populares que resisten a los grandes proyectos; y en la propuesta de una economía productiva, sostenible y solidaria que respeta la naturaleza» (IL n.º 33).
Precusamente la Iglesia tiene únicamente el papel de “descubrir” esta presencia de Dios e insertarla en las propias instituciones y en los propios dogmas, porque Dios se revela precisamente en esta presencia panteísta y especialmente en la espiritualidad del paganismo, tan explícitamente reveladora de lo que los modernistas piensan de Dios.
A la luz de tal sumaria exposición, no puede más sorprender la participación de los papas modernos en verdaderos y propios ritos paganos. No hablamos aquí de los ritos permitido y organizados por los papas en los encuentros ecuménicos estilo Asís, sino de aquellos en los que han tomado parte personalmente.
Todos conocen la veneración de la pachamama por parte del Pontífice y de los miembros del sínodo amazónico en el 2019; pocos en cambio saben que en el verano del 2017 se tuvo en el Vaticano, por el aniversario de las relaciones diplomáticas con el Japón, una representación del Teatro Nō, con el drama classico Hagoromo en que añadía un segundo momento del espectáculo, llamado Okina, una representación ritual en la cual los actores interpretan las divinidades, qu danzan por la paz y la prosperidad.
El intérprete de Okina debe purificarse antes de iniciar la representación. Entre las ofrendas que son presentadas en el altar están el men-bako, el baúl que contiene las máscaras usadas para la representación y el sake que viene usado para el ritual. En resumen, un ritual pagano en plena regla realizado en los Palacios Apostólicos, en aquella colina vaticana purificada por el martirio de San Pedro y por la obra de Constantino y San Silvestre muchos siglos ha.
Volviendo a Julio de 2022, en el cuarto día de su reicente viaje al Canadá, como parte de la prevista ceremonia de bienvenida, un chamán de la nación Hurón-Wendat celebró delante del papa una «purificación ritual (smudging) en las cuatro direcciones», usando hierba dulce y plumas de animales para difundir el humo sagrado quemado en honor de Manitú, el gran espíritu.
Al pontífice fue presentada una pluma de pavo y la hierba dulce, después se pidió a todos participar en un «círculo en espíritu», por el cual «podamos visualizar un fuego sagrado». El brujo agregó que «el fuego sagrado une todo lo que existe en la creación».
«Honraremos la tierra, e viento, el agua y el fuego», declaró el anciano indígena con clásicas palabras esotéricas. «Honraremos el aspecto mineral, el vegetal y el humano».
Para «abrir las cuatro direcciones», el anciano chamán sopló cuatro veces por un instrumento en hueso, y pronunció fórmulas especiales de ivocación. Llegado a la “puerta occidental”, entonó: «Pido a la abuela occidental que nos dé acceso al círculo sagrado de los espíritus a fin que puedan estar con nosotros, tanto que podamos estar unidos y más fuertes juntos».
A todos los presentes les fue pedido poner las manos en el corazón. Los vídeos tomados muestran que el papa, así como los obispos y los cardenales, siguieron todos la orden ceremonial pagana que les impartieron.
Ya en el lejano 1984 Juan Pablo II, precisamente en Canadá, había participado en la misma ceremonia a la que recientemente se sometió el papa Francisco: solamente, para esparcir el humo le fue dada una pluma de águila llena de esencias raras y de sangre, en recuerdo del entonces reciente atentado. El relato de tal rito, del todo análogo a aquel celebrado con el papa Francisco, se podía leer por ejemplo en La Croix del 8/9 de Septiembre de aquel año.
La cantidad de ritos paganos de los cuales Juan Pablo II tomó parte no puede aquí ser catalogada en su totalidad: por gravedad y amplitud, recordemos aquí solo la oración en el Bosque sagrado en Togo, con la invocación de los espíritus por parte de un brujo, y una purificación ritual con participación activa del difunto pontífice (ver el Osservatore Romano del 11 de Agosto de 1985).
En 1986 en India, el papa fue recibido con el canto de himnos védicos (por ende paganos y abiertamente panteísia) y numerosas ceremonias de clarísima naturaleza hinduista, mezclados también en la celebración de la Misa.
Finalmente, para acabar con una nota de color, el primer papa en ponerse el tocado de plumas indio fue Paolo VI, durante una audiencia en Castel Gandolfo en Septiembre de 1974.
Nada nuevo bajo el sol del modernismo pontificio…
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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)