Meditaciones
 dispuestas por San Alfonso María de Ligorio, y traducidas al Español, 
publicadas en Barcelona por la imprenta de Pablo Riera en 1859. 
Imprimátur por D. Juan de Palau y Soler, Vicario General y Gobernador 
del Obispado de Barcelona, el 30 de Octubre de 1858.
MEDITACIÓN 14.ª: Quæ utílitas in sánguine meo, dum descéndo in corruptiónem? (¿Qué provecho hay en mi sangre, si desciendo a la corrupción? Salmo XXIX, 10).
Reveló
 Jesucristo a la venerable Águeda de la Cruz, que estando en el seno de 
María, la que mayor dolor le causó entre todas las penas fue ver la 
dureza de los corazones de los hombres, que habían de menospreciar 
después de su redención las gracias que había venido a derramar sobre la
 tierra. Y este sentimiento, bien pronto lo expresó Él mismo por boca de
 David en las palabras del salmo arriba puestas, comunmente entendidas 
por los santos Padres, según las explica San Isidoro; y es como sigue: Dum descéndo in corruptiónem,
 esto es, cuando desciendo a tomar la naturaleza humana tan corrompida 
de vicios y de pecados, Padre mío, parece que dijera el Verbo divino, yo
 voy a vestirme de carne, y luego a derramar toda mi Sangre por los 
hombres; pero ¿qué provecho habrá en ella? La mayor parte de los hombres
 no harán caso de esta mi Sangre, y seguirán ofendiéndome como si nada 
hubiese yo hecho por su amor. Esta pena fue aquel cáliz amargo del cual 
pidió Jesús al eterno Padre le librase. ¡Qué cáliz ver tanto desprecio 
de su amor! Esto le hizo aun clamar sobre la cruz: Dios mío, Dios mío, 
¿por qué me has desamparado? (San Mateo XXVII, 46).  Reveló el Señor a 
Santa Catalina de Siena que el desamparo de que se lamentó era el ver 
que su Padre había de permitir que su pasión y su amor hubieran de ser 
desestimados de tantos hombres por quienes moría. Esta misma pena, pues,
 atormentaba a Jesús niño en el seno de María, al mirar desde allí tanta
 costa de dolores, de ignominias, de sangre y de una muerte cruel y 
afrentosa, con tan poco fruto. Vio ya entonces el santo Infante aquello 
que decía el Apóstol de muchos, o más bien la mayor parte, los cuales 
habían de hollar la Sangre del Hijo de Dios, tenerla por vil y 
profanarla, ultrajando la gracia que esta misma Sangre les adquiria 
(Hebreos X, 29). Pero si hemos sido del número de estos ingratos, no 
desesperemos. Jesús al nacer viene ofreciendo la paz a los hombres de 
buena voluntad, como hizo anunciarlo por los Ángeles: et in terra pax 
homínibus bonæ voluntátis. Mudemos, pues, nuestra voluntad, 
arrepintiéndonos de nuestros pecados, y proponiendo amar a este buen 
Dios; así hallarémos la paz, esto es, la amistad divina.AFECTOS Y SÚPLICAS 
Amabilísimo
 Jesús mío, ¡cuánto os he hecho padecer aun en vuestra vida! Vos habeis 
derramado la Sangre por mí con tanto dolor y con tanto amor; y hasta 
aquí ¿qué fruto habeis sacado de mí? Desprecios, disgustos у ofensas. 
Pero, Redentor mío, yo no quiero afligiros más; espero que en lo 
venidero vuestra Pasión hará fruto en mí con vuestra gracia, la cual veo
 me asiste ya. Habeis padecido tanto, y habeis muerto por mí para que os
 amase; quiero, pues, amaros sobre todo bien; y por daros gusto, estoy 
pronto a sacrificar mil veces la vida. Padre eterno, yo no tendré 
atrevimiento de comparecer delante de Vos a pediros ni perdón ni gracia;
 mas vuestro Hijo me dice que cualquiera gracia que pida en nombre suyo,
 me la concederéis. Os ofrezco, pues, los méritos de Jesucristo, y antes
 os pido en nombre del mismo un perdon general de todos mis pecados; os 
pido la santa perseverancia hasta la muerte, y sobre todo os pido el don
 de vuestro santo amor, que me haga vivir siempre según vuestra voluntad
 divina. En cuanto a la mía, yo estoy resuelto a elegir antes mil 
muertes, que ofenderos, a amaros con todo el corazón, haciendo cuanto 
pueda por complaceros; mas para todo esto os pido y de Vos espero la 
gracia de ejecutarlo. Madre mía, María, si Vos rogais por mí estoy 
seguro. Rogad, rogad, y no ceseis jamás de rogar si no me veis mudado y 
reducido como Dios me quiere.
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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)