Todo esto va entre comillas por obvias razones. Rusia aún no ha sido consagrada al Inmaculado Corazón de María; y "Juan Pablo II" fue un antipapa. Pero sólo nos enfocaremos en el primer punto (Rusia no se ha convertido), que bien explica Don Pelayo en su blog Tradición y Patria 1492; el cual transcribimos a continuación, sin añadir ni quitar ni una jota (lo único nuestro es el resaltado):
El 13 de julio de 1917 Nuestra Señora en Fátima dijo: "Si se escuchan mis ruegos, Rusia se convertirá." ¿Qué se puede decir hoy de esto?
Tenemos un modelo de referencia: Portugal fue consagrado al Corazón Inmaculado de María en 1931. El resultado fue una resurrección extraordinaria del catolicismo en este país. ¿Podemos observar algo análogo en Rusia desde la "consagración" por Juan Pablo II en 1984?
El pueblo ruso está hoy en día entre las sombras de la desesperación más profunda y se refugia en el alcohol: cerca del 50% de los hombres y del 17% de las mujeres. Las cifras demográficas son todavía más reveladoras del hundimiento moral del país, ya que 2/3 de los niños concebidos son ahora víctimas del aborto. Ha habido en 1999, 2.300.000 abortos y sólo 1.214.000 nacimientos.
La natalidad muy baja como fruto de la mortalidad muy importante debida al alcoholismo, a los accidentes de carretera, a los suicidios (incluso entre niños), a los crímenes y a la pésima salud de la población, hacen que Rusia ha perdido más de tres millones de habitantes entre 1989 (caída del Muro de Berlín) y 2004. De hecho hay dos muertes por nacimiento. El déficit de población roza un millón de personas por año, lo que es un caos único en el mundo.
Son cifras de un pueblo desesperado y que se considera sin futuro: tales cifras no se encuentran habitualmente más que en los pueblos que están en guerra.
Siempre en el plan de la moralidad, Boris Yeltsin en 1993 legalizó la homosexualidad en Rusia, que ha llegado a ser también un centro internacional de pornografía infantil.
En una entrevista al semanario argentino "Cristo hoy", el Padre Héctor Muñoz, O.P., después de tres años de ministerio en Rusia, se expresaba así:
"Rusia es una tierra devastada por el marxismo, por los siglos que la han precedido y por el paso brutal e irracional a otro sistema. El ateísmo ha penetrado muy profundamente. Según referencias de sacerdotes ortodoxos, la práctica religiosa en su Iglesia no llega al 2%. Los dirigentes se ven muy atacados y con razón. La corrupción alcanza niveles de escándalo público. El salario medio de un trabajador ordinario es de 80 dólares por mes, el de un trabajador rural de 30 y las pensiones de viudedad 14 dólares. El porcentaje de divorcios en Moscú alcanza el 70% y en el conjunto de Rusia el 45%, lo que significa que la mitad de las familias están dañadas."
"L´Osservatore Romano" en lengua portuguesa del 30 de octubre de 1999 (pgs. 9-10) confirma este análisis y decía:
"La evangelización de Rusia representa una empresa de una dificultad que supera todo lo imaginable. Basta con tener en cuenta el hecho de que el número de creyentes que practican la fe, todas las confesiones completas, corresponde alrededor de un 2 ó 3% de la población."
Para agravar la situación las autoridades políticas dan la impresión por su parte que se ensañan para dificultar la acción de la Iglesia Católica en Rusia. La ley sobre la "libertad religiosa" aprobada en 1997, bajo presión del patriarca cismático de Moscú, es una ley de verdadera persecución contra la Iglesia Católica. Esta ley hace en efecto una distinción entre:
Las "organizaciones religiosas" que tienen el estatuto de persona moral y se benefician de una plena existencia legal en Rusia. Cuatro religiones son reconocidas así: la Iglesia cismática Rusa, el judaísmo, el islam y el budismo.
Los "grupos religiosos" que no se benefician del estatuto precedente y cuya situación permanece muy precaria en el país. La Iglesia Católica está dentro de esta categoría pero en el mismo rango que las sectas. En consecuencia no tiene derecho a enseñar religión en los colegios públicos, ni crear sus propios colegios, ni asegurar la presencia de capellanes en las cárceles, hospitales y residencias de ancianos, ni incluso ser propietaria de imprentas o periódicos, etc.
La persecución contra la Iglesia no ha cesado. Ha adoptado simplemente otra forma.
A este cuadro moral y religioso hay que añadir que Rusia está convirtiéndose en una potencia política y militar que puede ser inquietante:
Refuerzo del poder central. Potencia nuclear recuperada. Cooperación económica y militar con Irán y China. Expansión económica (incluso si no mejora apenas el nivel de vida del ciudadano medio) En el contexto internacional tan turbado que conocemos, Rusia podría fácilmente llegar a ser de nuevo una amenaza para Occidente.
Aún hay que decir más. No sólo Rusia no se ha convertido sino que sus errores se siguen extendiendo hoy por el mundo. Esta situación que no cesa de agravarse veinte años después del acto de Juan Pablo II en 1984, prueba bien a posteriori, y de manera evidente, que la consagración no se hizo.
Extracto del artículo titulado "¿Fue consagrada Rusia por Juan Pablo II tal como lo pidió la Santísima Virgen en Fátima?. Tomado de la revista "Tradición Católica", Nº 222, julio-agosto 2009.
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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)