COMENTARIO PREVIO
Estando como estamos en la Octava de la Inmaculada
Concepción (conciliares, no reviséis vuestros calendarios buscándola,
porque vuestro Roncalli la suprimió en 1962), conviene recordar que la
doctrina de la Inmaculada Concepción fue constante en la Iglesia
Ortodoxa, que reconocía con los Padres Griegos y Sirios (entre ellos San
Gregorio Nacianzeno, San Sofronio, San Efrén y San Juan Damasceno) que
la Virgen fue prepurificada (προκαθαρθείσῃ) en el primer instante de su
ser natural, en previsión de la Encarnación del Verbo; y que si hubo
“purificación” (κάθαρσιν) posterior, fue en el sentido del aumento de
gracias que Ella recibió con cada acto de religión. Sin embargo, los “ortodoxos” modernos, en parte por escrúpulo al considerar que con la
doctrina inmaculista se separa a María Santísima del resto de los
hombres, y en parte por odio al Papado Romano, dieron al través hasta el
punto que no sólo no encuentran cómo ridiculizar el Dogma proclamado
por Pío IX (de hecho no lo bajan de “engaño diabólico”), sino que hacen
que los elogios patrísticos y litúrgicos que le dan a la Virgen queden
como exclamaciones carentes de trascendencia.
Con tal razón, para darles un recordatorio a los ortodoxos y despejar la
ignorancia de algunos católicos zelotas pero ignorantes (que nunca faltan y por todo
critican, creyendo que sólo puede haber Católicos “Latinos” -ni siquiera en el Concilio de Florencia cuando expidieron los decretos de Unión de los Siríacos y Armenios y Griegos, ni los Papas Benedicto XIV, León XIII y Pío XII pensaban de esa manera-; y que encima piensan que por gritar más van a tener la razón), tradujimos
del italiano el siguiente artículo publicado originalmente en RADIO SPADA.
Y quiera Dios que, por la intercesión de nuestra Santísima, Inmaculada,
enteramente Bendita y gloriosa Soberana, la Madre de Dios y siempre
Virgen María -en griego, Τῆς Παναγίας, ἀχράντου, ὑπερευλογημένης,
ἐνδόξου, δεσποίνης ἡμῶν Θεοτόκου καὶ ἀειπαρθένου Μαρίας- (cf. Divina
Liturgia de San Juan Crisóstomo, Gran Letanía), un día no lejano
regresen los ortodoxos a la Unidad de la Iglesia Católica y reparen las
ofensas que sus antepasados Le infligieron a Nuestra Señora.
Jorge Rondón Santos.
15 de Diciembre de 2017 (Año Mariano).
Octava de la Inmaculada Concepción de María.
LA FE DE LA IGLESIA ORIENTAL EN LA INMACULADA CONCEPCIÓN
Icono de María Inmaculada (Urоš Prеdić, 1885), en el iconostasio de la
iglesia ortodoxa de la Dormición de la Madre de Dios (Perlez, Serbia)
El 8 de Diciembre de 1854 Pío IX, cumpliendo un voto hecho durante el
exilio en Gaeta en el año 1849, cerraba la cuestión de la Inmaculada
Concepción de la Virgen María. Desde lo alto de su Cátedra de
infalibilidad definía como dogma de fe divina y católica “la doctrina
que sostiene que la beatísima Virgen María, en el primer instante de su
concepción, por una gracia y un privilegio singular de Dios omnipotente,
en previsión de los méritos de Cristo Jesús, Salvador del género
humano, fue preservada intacta de toda mancha del pecado original”[1]. Día de júbilo para la Iglesia entera y para todo devoto de la Virgen, que, con San Agustín[2], no tolera ver juntos a María y el pecado.
Como es sabido, esta verdad de nuestra Fe es impugnada tanto por las
distintas sectas del mundo protestante como del mundo oriental
disidente, los sedicientes ortodoxos (aquellos que un tiempo se llamaban
Focianos). Estos últimos, más por odio cismático y herético hacia el
Papado Romano que por convicción, aunque sostienen la impecabilidad de
la Madre de Dios y aclamándola fervientemente Toda-Pura (Πανάχραντα) y
Toda-Santa (Παναγίας), no le postulan la preservación de la culpa de
Adán y la redención preventiva al momento de la concepción: esto es,
para ellos María fue santificada en vista de la Encarnación del Verbo,
fue preservada de cometer pecados en vida, pero nació infecta por el
pecado original. Ahora, no siempre fue este su pensamiento respecto a la
Deípara, y bien lo explicaba La Civiltà Cattolica en 1876[3]. En un artículo que tuvo por título “Nuevos documentos de la Iglesia oriental en torno al Dogma de la Inmaculada Concepción de María Santísima”,
los doctísimos Padres de la entonces integralmente católica Compañía de
Jesús, reproducían un informe sobre el tema de un hermano suyo que
vivió en el siglo XVII, Joseph Besson. Él, Superior de las misiones
jesuíticas, presentó a un grupo de Patriarcas y Obispos cismáticos,
reunidos en Alepo, la Constitución Apostólica “Sollicitúdo ómnium” del
Papa Alejandro VII del 8 de Diciembre de 1661. Con este documento el
Papa Chigi avalaba la tesis antigua en la Iglesia por la cual el alma de
la Madre de Dios “en el primer instante de su creación e infusión en el
cuerpo, fue preservada inmune de la mancha del pecado original, por
singular gracia y privilegio de Dios, en atención a los méritos de su
Hijo Jesucristo, Redentor del género humano” e igualmente –siguiendo a
Sixto IV, Pablo V y Gregorio XV- condenaba severamente a los que
intentasen oponerse a tal doctrina. El Cónsul Francés que asistiera a
esta reunión certificó oficialmente que “este había sido el sentir de
todas las Iglesias y naciones orientales, el que la Beatísima Virgen fue
inmune a toda mancha de pecado original”. Lo mismo confirmaron los tres
Patriarcas y los Obispos no católicos con sus propios escritos,
enviados luego a Roma, todos afirmando la verdad de la Inmaculada
Concepción de Nuestra Señora, como doctrina enseñada por los Padres y
Doctores antiguos y proclamada en la Liturgia. Quizá ellos, a diferencia
de sus epígonos (monstruosamente fosilizados en el cisma y en la
herejía), hubieran ciertamente suscrito la definición dogmática del Sumo
Pontífice y no se hubieran extraviado en caprichosas interpretaciones [4]
de aquel “Yo soy la Inmaculada Concepción” que el 25 de Marzo de 1858
fue revelado a la niña Bernardita Soubirous en la Gruta de Massabielle.
Pueda la Inmaculada -cuyo total triunfo sobre la Serpiente creemos con
el Padre Kolbe es la conversión de todos los que erran fuera de la
Iglesia Romana- romper las cadenas de un odioso cisma milenario a fin
que, como imploraba Pio IX, “todos los errantes, removida la oscuridad
de su mente, puedan retornar al camino de la verdad y de la justicia, y
se haga un solo rebaño y un solo pastor”.
Quien jamás confiesa
Que sois Inmaculada,
La suerte bienaventurada
No goce, ¡no, no!
Giuliano Zoroddu
8 de Diciembre de 2017.
NOTAS
[1] Pío IX, Bula dogmática “Ineffábilis Deus”, 8 de Diciembre de 1854.
[2] «Exceptuando,
pues, a la santa Virgen María, acerca de la cual, por el honor debido a
nuestro Señor, cuando se trata de pecados, no quiero mover
absolutamente ninguna cuestión» (SAN AGUSTÍN, De Natúra et Grátia contra Pelágium, cap. 36, 42).
[3] Civiltà Cattolica, 1876, vol. XII, q. 635, págs. 541-556 (https://books.google.it/books?id=o1_T9vHKXQ0C&pg=PA541&dq=Nuovi+documenti+della+Chiesa+orientale+intorno+al+Domma+dell%E2%80%99Immacolata+Concezione+di+Maria+SS.%E2%80%9D&hl=it&sa=X&ved=0ahUKEwiL-8jlhPnXAhXL1qQKHVIWBqYQ6AEILjAB#v=onepage&q=Nuovi%20documenti%20della%20Chiesa%20orientale%20intorno%20al%20Domma%20dell%E2%80%99Immacolata%20Concezione%20di%20Maria%20SS.%E2%80%9D&f=false)
[4] Vittorio Messori en su Hipótesis de María reproduce una cita de un opúsculo de un teólogo ruso, Antoni Merluskin, titulado Punto de vista ortodoxo sobre la concepción de la Virgen María: “La frase que la Virgen confía a la vidente muestra no el resultado (María misma), sino la fuente
(el Espíritu que la ha fecundado). Con estas palabras se revela la
naturaleza, la esencia misma de la Bendita Virgen en relación con la
concepción virginal e inmaculada de Nuestro Señor”. Según dicho autor
ruso, ¡la Inmaculada Concepción no es María, sino Jesús!
de todos los que YERRAN fuera de la ....
ResponderEliminaryo yerro, tu yerras, el o ella yerra, nosotros erramos, vosotros erráis, ellos yerran.
ah ya veo erran de migrar...
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