Una exposición eucarística de importancia es la que lleva el nombre de las Cuarenta Horas por referirse a las cuarenta horas durante las cuales el cadáver de Jesús estuvo en el sepulcro, según lo que escribe San Agustín:
Esta práctica apareció en la primera mitad del 1500. Pero no está excluida la posibilidad de que naciese y se hubiera propagado de la antigua costumbre medieval, por nosotros descrita, de velar en la iglesia, desde el Viernes Santo hasta el nocturno de la noche de Pascua, delante del así llamado sepulcro, donde se colocaban o se sepultaban la cruz y la hostia consagrada. Esta, sin embargo, no era del todo visible, sino que estaba cerrada en la llamada custodia.
«Ab hora ergo mortis úsque ad dilúculum resurrectiónis horæ sunt quadragínta, ut et ipsa hora nona connumerétur» [En consecuencia, desde la noche de la muerte de Cristo hasta el amanecer de su resurrección, hay cuarenta horas, contada la de nona]. SAN AGUSTÍN. De Trinitáte, Libro IV, cap. VI, 10.
De acuerdo a San Agustín, transcurrieron 40 horas entre la Muerte de Cristo (15:00 del 25 de Marzo/ 33 AD, Viernes Santo) y su Resurrección (07:00 del 27 de Marzo/ 33 AD, Domingo de Pascua)
Esta práctica apareció en la primera mitad del 1500. Pero no está excluida la posibilidad de que naciese y se hubiera propagado de la antigua costumbre medieval, por nosotros descrita, de velar en la iglesia, desde el Viernes Santo hasta el nocturno de la noche de Pascua, delante del así llamado sepulcro, donde se colocaban o se sepultaban la cruz y la hostia consagrada. Esta, sin embargo, no era del todo visible, sino que estaba cerrada en la llamada custodia.
En el año 1527, en Milán, un fervoroso misionero, Gian Antonio Bellotti, predicando la Cuaresma en la iglesia del Santo Sepulcro, persuadió a los fieles a que permanecieran en oración durante cuarenta horas continuas delante del Santísimo Sacramento con el fin de impetrar de Dios mitigara el azote de la guerra que les oprimía. Y la piadosa práctica quiso que se renovara cuatro veces durante el año: en Pascua, Pentecostés, la Asunción y Navidad. A los dos años fue admitido el rito en la catedral de Milán por obra del dominico español Tomás Nieto, famoso predicador, quien consiguió que en todas las iglesias parroquiales de la metrópoli lombarda se estuviera durante cuarenta horas en oración delante del tabernáculo. El Sacramento no se exponía todavía velado en un ostensorio ni recibía especial obsequio de luces y flores. Del sagrario mural o de la sacristía, donde entonces solía conservarse, era llevado al altar, y permanecía allí hasta la terminación de la oración.
Es muy controvertido, sin embargo, cuándo y por obra de quién se comenzó a exponer visiblemente a los fieles en la forma solemne que prevaleció después en todas partes. Hay quien asigna el año 1534, en Milán, como iniciador al barnabita P. Bono de Cremona, compañero de San Antonio M. Zacarías, que instituyó las Cuarenta Horas en Vicenza. Hay quien lo coloca en el año 1537, atribuyendo el mérito al capuchino lombardo P. Giuseppe Piantanida de Fermo, hombre apostólico, que, aprovechando sus misiones, la hizo conocer más tarde en Milán, Pavía, Siena, Arezzo y Gubio. Es cierto de todos modos que fue el último en introducir la feliz novedad de que las Cuarenta Horas, terminando en una iglesia, pasasen inmediatamente a otra, resultando así una oración eucarística ininterrumpida. En el año 1539, la nueva práctica, a instancias del vicario general de Milán, fue reconocida por Paulo III, que le concedió las primeras indulgencias. San Carlos Borromeo en el primer concilio provincial (1565) la confirmaba y la organizaba establemente en Milán.
Roma comenzó a practicar las Cuarenta Horas hacia el año 1550 por obra de San Felipe Neri, que lo introdujo como uno de los principalísimos ejercicios de su Cofradía de los Peregrinos, y contribuyó no poco con los cantos con que supo enriquecerla a dar vida a aquellos conciertos musicales sagrados, cuya memoria se perpetúa en los «oratorios» de tantos compositores ilustres. Sin embargo, la organización oficial de las Cuarenta Horas en la Urbe no tuvo lugar hasta el año 1592 con la constitución Graves et diutúrnæ, de Clemente VIII, que decía así:
«Nos hemos decretado el establecer oficialmente en esta ciudad una cadena ininterrumpida de plegarias, por la cual, en diversas iglesias y en determinados días, se celebre la piadosa y saludable devoción de las Cuarenta Horas, de forma que en cada hora del día y de la noche en todo el año suba continuamente al trono de Dios el incienso de la plegaria»
En el mismo documento, el pontífice exponía cuál era el fin de tal devoción, es decir, la concordia entre los príncipes cristianos y la paz entre las naciones. Por esto en la Instrúctio Clementína, dada por Clemente XII en 1731, como regla rubrical de las Cuarenta Horas se, prescribía que la misa que se debía cantar en el segundo día fuese la votiva Pro pace.
El orden de las Cuarenta Horas es el siguiente (Fuente: Manual of the Forty Hours’ adoration for the Catholic laity - Manual de las Cuarenta Horas de adoración para el laico Católico. Sociedad Internacional de la Verdad Católica, Brooklyn NY, s. f., págs. 15-46. Con Aprobación Eclesiástica):
DÍA PRIMERO
El orden de las Cuarenta Horas es el siguiente (Fuente: Manual of the Forty Hours’ adoration for the Catholic laity - Manual de las Cuarenta Horas de adoración para el laico Católico. Sociedad Internacional de la Verdad Católica, Brooklyn NY, s. f., págs. 15-46. Con Aprobación Eclesiástica):
DÍA PRIMERO
- Misa Solemne en honor al Santísimo Sacramento (Misa de exposición), durante la cual el Sacerdote celebrante, después de recibir la Preciosa Sangre, pone la Sagrada Hostia en la Custodia.
- Finalizada esta Misa, el Sacerdote se despoja del manípulo y la casulla, y revestido con la capa pluvial, se acerca al Altar e incensa el Santísimo Sacramento, y comienza la procesión, durante la cual se canta el Pange língua.
- Finalizada la procesión, el Santísimo Sacramento es colocado en su trono, y el coro canta el Tantum ergo Sacraméntum (las dos últimas estancias del Pange língua); y al llegar al verso Genitóre, Genitóque, el Sacerdote incensa nuevamente el Santísimo Sacramento.
- Acto seguido, se recita o canta la Letanía de los Santos, junto al salmo Deus, in adjutórium meum inténde, los responsos y las oraciones siguientes (seguidas éstas por las Oraciones propias de la Letanía):
- Colecta del Santísimo Sacramento: Deus, qui nobis sub Sacraménto mirábili passiónis tuæ memóriam reliquísti: tríbue, quǽsumus, ita nos Córporis et Sánguinis tui sacra mystéria venerári; ut redemptiónis tuæ fructum in nobis júgiter sentiámus.
- Colecta de Santa María (cambia según el tiempo litúrgico):
- Desde la Domínica I de Adviento hasta el 23 de Diciembre inclusive: Deus, qui de beátæ Maríæ Vírginis útero Verbum tuum, Ángelo nuntiánte, carnem suscípere voluísti: præsta supplícibus tuis; ut, qui vere eam Genetrícem Dei credimus, ejus apud te intercessiónibus adjuvémur.
- Desde el 29 de Diciembre hasta el 2 de Febrero inclusive: Deus, qui salútis ætérnæ, beátæ Maríæ virginitáte fœcúnda, humáno géneri prǽmia præstitísti: tríbue, quǽsumus; ut ipsam pro nobis intercédere sentiámus, per quam merúimus auctórem vitæ suscípere, Dóminum nostrum Jesum Christum, Fílium tuum.
- Per annum: Concéde nos fámulos tuos, quǽsumus, Dómine Deus, perpétua mentis et córporis sanitáte gaudére: et, gloriósa beátæ Maríæ semper Vírginis intercessióne, a præsénti liberári tristítia et ætérna pérfrui lætítia.
- Misa votiva Solemne Pro pace, y conmemoración del Santísimo Sacramento (Oración, Secreta y Postcomunión). A menos que el día tenga una fiesta litúrgica de grado mayor (en cuyo caso se celebra la Misa del día), esta Misa votiva se debe ofrecer en un altar lateral con ornamentos morados (No se permite Misa de Réquiem durante las Cuarenta Horas).
- Misa Solemne en honor al Santísimo Sacramento (Misa de reposición).
- Finalizada esta Misa, el Sacerdote se despoja del manípulo y la casulla, y revestido con la capa pluvial, comienza inmediatamente la Letanía de los Santos, que proseguirá hasta el responso Dómine, exáudi oratiónem meam.
- Acto seguido, incensa el Santísimo Sacramento y toma lugar la procesión, durante la cual se canta el Pange lingua.
- Una vez colocado el Santísimo Sacramento en el trono, al final de la procesión, el coro canta el Tantum ergo Sacraméntum, finalizado éste el Sacerdote dice el responso ℣. Panem de Cœlo præstitísti eis. ℟. Omne delectaméntum in se habéntem. Siguen las oraciones y la bendición con el Santísimo Sacramento. Así finalizan las Cuarenta Horas.
Las Cuarenta Horas en la forma precisa de su institución, es decir con un turno anual de adoración ininterrumpida de iglesia en iglesia, son posibles solamente en las grandes ciudades, donde existe abundancia de iglesias y de adoradores. Estas se conservan todavía en Roma, Milán y Génova, así como en Liverpool y Westminster.
De una forma, sin embargo, esporádica y menos duradera, excluida siempre la adoración nocturna, florecen en muchísimas parroquias de Italia y de otras naciones, en donde fueron generalmente introducidas desde los siglos XVII y XVIII, fijándolas en los tres días anteriores al Miércoles de Ceniza con la Finalidad particular de oponer una función reparadora a los abusos de carnaval. La iniciativa de este servicio eucarístico partió de Macerata de las Marcas en el 1556. En el carnaval de aquel año, queriéndose representar en el teatro una comedia obscena, dos misioneros jesuitas, para retraer y apartar de allí a la gente más sana del pueblo, concibieron la idea de exponer durante Cuarenta horas el Sacramento con todo lujo de flores y luces como expiación y penitencia. La prueba resultó de maravilla; el pueblo, despertada la fe, no dudó en preferir la iglesia a la escena. El piadoso ejercicio encontró buen ambiente; se extendió rápidamente primero en las casas y colegios de la Compañía, después en las iglesias y en las parroquias, en las que todavía actualmente se celebra como acto de amor y de solemne reparación a Jesús Sacramentado.
Por este ejercicio devoto, se otorgan las siguientes Indulgencias, aplicables también a las Benditas Ánimas del Purgatorio:
Por este ejercicio devoto, se otorgan las siguientes Indulgencias, aplicables también a las Benditas Ánimas del Purgatorio:
- Indulgencia Plenaria a cuantos, después de confesados y recibida la Comunión, visiten el Santísimo Sacramento durante las Cuarenta Horas y recen seis Padrenuestros, con otras tantas Avemarías y Glorias por las intenciones generales de la Santa Iglesia.
- Indulgencia de 10 años y otras tantas cuarentenas por cada visita al Santísimo Sacramento durante las Cuarenta Horas hecha con verdadera contrición y firme propósito de acudir a la Confesión (Confirmada por el Papa Pío IX mediante rescripto de la Sagrada Congregación de Indulgencias fechado a 26 de Noviembre de 1876)
- Durante el tiempo de exposición, todos los altares de la iglesia donde se realicen las Cuarenta Horas son Privilegiados -se otorga Indulgencia Plenaria al alma por el cual el Sacerdote celebre la Misa- (Papa Pío VII, Rescripto del 10 de Mayo de 1807. Confirmado por el Papa León XIII mediante rescripto de la Sagrada Congregación de Indulgencias fechado a 8 de Diciembre de 1897, donde se realicen las Cuarenta Horas al modo romano).
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Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)