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sábado, 23 de abril de 2016

INRI = יַהְוֶה, O EL TÍTULO DE LA CRUZ PROCLAMA LA DIVINIDAD DE JESUCRISTO

“Escribió asimismo Pilato un letrero, y púsole sobre la cruz. En él estaba escrito: JESÚS NAZARENO, REY DE LOS JUDÍOS. Este rótulo le leyeron muchos de los judíos, porque el lugar en que fue Jesús crucificado estaba contiguo a la ciudad, y el título estaba en hebreo, en griego y en latín.  Con esto los pontífices de los judíos representaban a Pilato: No has de escribir: Rey de los judíos, sino que él ha dicho: Yo soy el Rey de los judíos. Respondió Pílato: Lo escrito, escrito”. (San Juan XIX, 17-22) 
   
A menudo, en las imágenes de la Crucifixión no se coloca la frase resaltada en mayúsculas, sólo sus iniciales, a saber: “INRI”. Estas iniciales eran de las palabras que informaban de la causa de la sentencia de Jesús.
  
En el pasaje citado al pie de la imagen, encontramos que los Sacerdotes de los Judíos le pidieron a Pilato que retirara la escritura y la sustituyera con otra que explicase que Jesús no era el Rey de los Judíos sino que había dicho: “Yo soy el Rey de los Judíos”, pero Pilato respondió: “Quod scripsi scripsi / Lo que he escrito, escrito está”. A partir de ese microtexto, formularemos los siguientes interrogantes que resolveremos a lo largo de nuestro artículo:
  • ¿Qué decía el Títulus Crucis?
  • ¿Por qué el enojo del Sanedrín encabezado por Caifás al conocer el contenido del mismo? 
  • ¿Qué implicaciones tiene la decisión de Pilato en mantener la inscripción tal cual la escribió?
  
Primero hablemos del objeto: El Títulus Crucis es el rótulo donde se expone por qué crucificaron a Jesús. Esta reliquia fue encontrada por Santa Elena junto con la Santa Cruz en el año 326, y una parte se conservó en Jerusalén (la peregrina Egeria la contempló antes que desapareciera misteriosamente) y la otra se encuentra en Roma, en la iglesia de la Santa Cruz en Jerusalén, la iglesia de estación para el Viernes Santo. En dicha iglesia permaneció oculta bajo una placa de plomo con la inscripción TÍTULUS CRUCIS hasta que fue encontrada en 1492 durante la reconstrucción de la misma a manos del cardenal Pedro González de Mendoza, siendo colocada en el relicario donde hoy está expuesto. La tabla está hecha de madera de nogal, y las medidas del fragmento son de 2,5 cm. de espeso, 25,3 cm. de altura y de un largo de 14,3 cm. El escriba que realizó la inscripción lo hizo de derecha a izquierda (lo que descarta de plano que sea una falsificación).
    
Reliquia del Títulus Crucis venerada en Santa Cruz de Jerusalén (Roma).
  
La costumbre entre los romanos (y otros Estados antiguos y modernos) con los condenados a muerte era hacer públicos su nombre y el delito por el que eran condenados. Las tres lenguas indicadas en el pasaje anterior son por el siguiente motivo: el hebreo era la lengua litúrgica de los judíos (en ese idioma está escrita la Torá que se leía y se lee todos los Sábados en las sinagogas), el griego era la lengua franca y literaria de la época, y el latín era la lengua oficial del Imperio Romano. 
 
Como sabemos, el texto en latín dice “Iesvs Nazarénvs, Rex Ivdæórvm” (en el latín clásico se usaba la “I” y la “V”, ya que no existían ni la “J” ni la “U”), y aparece el “INRI” que todos conocemos y vemos en los crucifijos. Y en griego, es “Ἰησοῦς ὁ Ναζωραῖος ὁ Bασιλεὺς τῶν Ἰουδαίων” (Iesous ho Nazoraios ho Basileus ton Ioudaion) y se abrevia “INBI”.  El INBI aparece en muchos iconos griegos y eslavos, como también en las cruces del Viernes Santo de la Ortodoxia y el Catolicismo de Rito Oriental.
  
Ahora, en el idioma hebreo ocurre algo interesante: El hebraísta Schalom Ben-Chorin, investigando sobre el por qué los judíos se irritaron ante la inscripción de Pilato, le pidió a unos rabinos que dieran la traducción exacta de la misma. Y se encontró que en la gramática hebrea, la inscripción se traduce “יְהוֺשֻׁעַ הַנוֹצְרִי וּמֶ֥לֶךְ הַיְּהוּדִים֙” (Yeshuah Hanotsri Wemelek Hayehudim: Jesús de Nazaret, y Rey de los Judíos). Más sorprendente es el hecho que las iniciales de la misma frase vienen a formar el Tetragrama YHWH.
 
Cristo crucificado (Raúl Berzosa). Destacamos el Títulus Crucis en los tres idiomas y el orden especificado por San Juan
 
El Tetragrama (del griego “cuatro letras”) indica el Nombre con que Dios se reveló a Moisés (Éxodo III, 14): “וַיֹּאמֶר אֱלֹהִים אֶל-מֹשֶׁה ' אֶהְיֶה אֲשֶׁר אֶהְיֶה ; וַיֹּאמֶר 'כֹּה תֹאמַר לִבְנֵי יִשְׂרָאֵל, אֶהְיֶה, שְׁלָחַנִי אֲלֵיכֶם' / Dixit Deus ad Móysen: Ego sum qui sum. Ait: Sic dices fíliis Israël: Qui est, misit me ad vos. / Dijo Dios a Moisés: Yo Soy el que Soy. Y añadió: Así le dirás a los hijos de Israel: El que Es me ha enviado a vosotros”. En el verso siguiente, aparece su Nombre, con el cual será recordado de generación en generación: Yahveh (יַהְוֶה). Yahveh significa El que es por sí mismo, Aquél cuya propiedad esencial es el Ser.
 
De ello podemos concluir que a los judíos no sólo les irritaba que Pilato proclamara con el Títulus Crucis que Jesucristo fuera Rey, el Rey de los Judíos (y que ese título estuviese a la vista de todos los peregrinos que acudían a Jerusalén para la Pascua), sino que Aquél a quien condenaron a muerte por proclamar ser Hijo Unigénito, Coeterno y Coigual de Dios (lo que para el Sanedrín era una blasfemia), portara sobre Sí el Nombre que no podían pronunciar por su inmensa santidad: YAHVEH, el Increado y Creador del cielo y de la tierra.
  
Otra cosa interesante es que Jesús en hebreo es Yeshua (יְהוֺשֻׁעַ, Yahveh salva):
Le pondrás por nombre JESÚS; pues él es el que ha de salvar a su pueblo o librarle de sus pecados. (San Mateo I, 19)
  
Particularmente, las iniciales de Yeshua Hamaschiaj forman la palabra hebrea Yah (יָהּ), que es la contracción del nombre Yahveh empleada en nombres y expresiones como הַֽלְלוּיָ֨הּ (Halleluyah - Alabad a Yahveh), יְהוֹשָׁפָט (Yehoshaphat - Yahveh ha juzgado) o יַהְוֶה נִסִּֽי (Yahveh Nissi - Yahveh es mi bandera), entre otros.
 
De manera que Pilato manifiesta al colocar el Nombre de Dios en el Títulus que Jesucristo es Rey y es Dios, acusando por tanto a los judíos de ser deicidas. Pero también sin quererlo, Pilato declaró el Sacerdocio de Jesucristo y el carácter propiciatorio de su Sacrificio en la Cruz.
  
En Éxodo XXVIII, 36-38, se dispone que el Sumo Sacerdote lleve sobre la mitra una lámina de oro que llevaba tallada la frase קֹ֖דֶשׁ לַֽיהוָֽה (Santidad a Yahveh) durante su ministración: 
Harás también una lámina de oro finísimo, en la cual mandarás a labrar a buril: LA SANTIDAD A YAHVEH, y la ligarás con un cordón de color de jacinto; de modo que esté fija sobre la tiara, y pendiente sobre la frente del Pontífice. Y Aarón cargará sobre sí los pecados cometidos por los hijos de Israel en todas las oblaciones y sacrificios que habrán ofrecido y consagrado. Tendrá siempre esta lámina en su frente, para que Yahveh le sea propicio.
  
Este mandato guarda consigo una profecía, ya que el Sumo Sacerdocio en cabeza de la dinastía aarónica era una figura del Sacerdocio eterno de Jesucristo, quien siendo como es Santo, cargó sobre Sí nuestras culpas y ofreciéndose como propiciación por su Sacrificio en la Cruz (Sacrificio renovado en forma incruenta en la Misa Católica Tradicional) santificó a la Iglesia y nos adquirió como Reino de Dios, de manera que actualmente se salva el que quiere acoger el Sacrificio y la Doctrina, y procede en consecuencia bautizándose en el Catolicismo tradicional y profesando esta fe en palabras y obras.
  
En el año 33, el titular del sacerdocio aarónico era Caifás, pero él dejó vacante el oficio al rasgar sus vestiduras rechazando a Jesucristo, que proclamó ante él ser el Hijo de Dios.
 
Jesús mismo había predicho días antes de su Crucifixión: 
Cuando sea levantado de la tierra (sobre la Cruz) el Hijo del Hombre, conoceréis que Yo soy (el que soy)”. (San Juan VIII, 28).

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