Alberto
Bárcena, profesor de Historia, autor de «Iglesia y Masonería», sostiene
que la ONU y otros organismos menos transparentes como el club
Bilderberg son empleados para imponer leyes de carácter anticristiano al
margen de los distintos parlamentos nacionales.
Autor de «Iglesia y masonería» (editorial San Román),
el profesor de Historia Alberto Bárcena incide una y otra vez en la
misma idea: lo importante no es saber quién pertenece a la masonería,
sino atender a los hechos. Por sus frutos los conoceréis, dice el
evangelio. Y ahí está lo nuclear, advertir cuáles son las ideas y
postulados diseñados para acabar con veinte siglos de tradición
judeocristiana (sic).
No es, desde luego, una tarea fácil. Pero Bárcena sostiene que la masonería cuenta con el apoyo de organismos internacionales como la ONU y otros menos transparentes como el club Bilderberg. Para lograr el objetivo final -la destrucción de la familia- la masonería cocina y más tarde impone su ingeniería social saltándose la soberanía nacional de los distintos parlamentos.
Una
macabra jugada antidemocrática que impone una nueva moral al castigar
sin tapujos al que se opone a los postulados del mundialismo y el nuevo
orden mundial. De esta asfixia ideológica no se libran ni los colegios
concertados o privados. ¿Les suena de algo la sanción al director de un colegio concertado por criticar la Ley Cifuentes?
Una
estrategia aplicada en España (ideología de género y leyes LGTB,
intromisión en la educación de los menores al margen de los padres,
asignaturas como Educación para la ciudadanía…) desde hace al menos una
década.
Este
profesor de la Universidad CEU San Pablo de Madrid advierte, asimismo,
de quienes desde dentro de la Iglesia reivindican la doble pertenencia,
algo imposible, sostiene, por cuanto la pertenencia a la masonería
implica la negación del cristianismo.
JAVIER TORRES: Escribe en su libro que quieren sustituir a Dios por el demonio. ¿Por qué les seduce el demonio?
ALBERTO BÁRCENA: Viendo los rituales masónicos acabas comprendiendo que dentro de la masonería se adora a Lucifer, aunque nunca lo llamen Satanás.
El reclamo de la masonería es el ‘reclamo oculto’ que suministran al
iniciado para hacerlo superior. Y en ese viaje iniciático se encuentran
con Lucifer. Le
pueden cambiar el nombre, pueden camuflarlo detrás de algunos rituales,
pero en algunos queda muy claro, como cuando pisan el crucifijo.
J. T.: ¿Pisar un crucifijo?
A. B.:
Un día tuve una conversación con el nieto de un masón de grado 33 que
quería iniciarle. Le hablé de los rituales y me respondió: ‘Esta parte
ya me la sé, Lucifer es quien trae la sabiduría al hombre en el paraíso y
Dios es quien expulsa a los dos’. Para ellos Lucifer es el aliado del
hombre. Le cuento otra anécdota.
J. T.: Adelante.
A. B.:
Durante una conferencia en la que participé con un antiguo gran maestre
de la Gran Logia de España, Tom Sarobe, leí el ritual masónico con
pelos y señales porque me lo pidió una señora del público. Y al acabar,
Sarobe, que se había presentado como masón, no dijo ni una palabra. Ahí
supe que aquello que leí era verdad. Él había ido en representación de
la masonería y si no dijo nada tras oírme suponemos que lo da por bueno.
J. T.: En estos ritos se habla de adoración al diablo. ¿Eso implica odiar a la Iglesia?
A. B.: No hay término medio y además está en el evangelio: o conmigo o contra mí. No
se puede servir a dos señores: no se puede servir a Satanás, que se
rebela contra Dios, y a Cristo. No hay posible doble pertenencia. Si no
fuera así, ¿por qué pisan los crucifijos? ¿Por qué dicen en ese ritual
‘esta cruz, símbolo de muerte y destrucción, salga del mundo?’ ¿Por qué
han perseguido a la Iglesia católica siempre? ¿Por qué han
impuesto una moral completamente contraria a la doctrina social a la
iglesia? La imposibilidad de doble pertenencia es manifiesta.
J. T.: ¿Es más eficaz actuar desde la sombra?
A. B.: Ahora ya están saliendo a la superficie. El parlamento balear votó una resolución a favor de la masonería hace unos días.
El colegio de abogados de Madrid convocó una conferencia bajo el título
«Católicos y masones» en la que invitaron al presidente del Supremo
Consejo del grado 33 que iba acompañado de un jesuita que apoyaba sus
tesis masónicas.
J. T.: Hay quien dice que las condenas de la Iglesia a la masonería están superadas.
A. B.: No es verdad: un masón francés pidió al Papa
Francisco que derogue la última condena (sic) de 1983, aún en vigor.
Los masones que piden la derogación dicen que van en la línea de
monseñor Ravasi (al frente del Consejo de la Cultura del Vaticano). Este
obispo mantiene que hay que abrirse al diálogo con los masones. Pero
ese diálogo ya se mantuvo de 1974 a 1980 entre la Conferencia Episcopal
de Alemania y la Gran Logia alemana. Los obispos concluyeron que era
imposible la doble pertenencia.
J. T.: ¿Acaso hay dentro de la Iglesia una infiltración masónica?
A. B.: Claro. Es
más fácil demoler la Iglesia desde dentro que desde fuera. Algunos lo
hacen de forma consciente y otros son colaboradores que quizá no sean
conscientes del alcance, gente equivocada. Han jugado al relativismo y
la confusión es tan grande que ha sido caldo de cultivo para que eso
suceda.
J. T.: ¿Y en la política? ¿Qué porcentaje de los españoles son masones?
A. B.: Actualmente
el porcentaje es altísimo y no se corresponde con un partido en
concreto. Si descartamos a ERC, que siempre lo ha sido, hay que destacar
las políticas de Zapatero, que son promasónicas. Hizo una política
laicista casi dictada por la logia el Gran Oriente de Francia.
Zapatero reconoce en su biografía autorizada (la de Suso de Toro) que
lo único digno de adoración es el hombre. Eso revela una gnosis
antropocéntrica, la masónica.
J. T.: ¿La Fundación Ferrer Guardia fue la que diseñó la asignatura Educación para la Ciudadanía aprobada por Zapatero?
A. B.:
Sí. Esta fundación parte de la exaltación de un personaje como Ferrer
Guardia al que presentan como un mártir de la libertad cuando fue el que
estuvo detrás de la Semana Trágica de Barcelona y del atentado contra
Alfonso XIII y la reina Victoria.
J. T.: Volvamos a la asignatura, ¿qué supone?
A. B.: Esta
asignatura supone formar en contravalores a los niños, lo que entra en
colisión con el derecho de los padres a educar a sus hijos según sus
creencias. No tiene que ser el Estado el que los forme en valores, pero siempre han perseguido esta enseñanza laica. No olvidemos que en
la Segunda República prohibieron a las órdenes religiosas impartir la
docencia. Ahora incluso quieren formar a los niños en este nuevo sistema
de valores.
J. T.: ¿Pero Zapatero es masón?
A. B.:
Él dijo que no. Su abuelo sí, y eso no significa que él lo fuera. Pero
más allá de nombres hay que analizar las políticas que aplica cada uno. La de Zapatero era una ingeniería social anticristiana y masónica que hoy sigue en pie porque Rajoy la ha consolidado.
Lo que inició Zapatero es hoy ley en mucha comunidades autónomas. No
hay que olvidar que el recurso que presentó Rajoy contra el matrimonio
homosexual años después no le impidió mantener vigente esa misma ley.
J. T.: Dicen que el cambio de Rajoy obedece a un viaje a México en 2008.
A. B.:
Se habla mucho de ese viaje a México, no sé realmente si se inició allí
en la masonería o lo había hecho previamente. Pero no me gusta hablar
sin comprobar las cosas. Lo único que sé de verdad es que se
fue librando de los miembros del partido que eran abiertamente provida y
poco después el partido comenzó a cambiar, ahora el PP es un partido
tan relativista como el PSOE. A las pruebas me remito.
J. T.: O sea, lo esencial es qué política y no tanto la pertenencia de cada uno.
A. B.: Exacto. Igual sucede con Cifuentes. Aunque en Madrid haya una ley LGTB no quiere decir que ella pertenezca a una logia.
Lo que hay que mirar es quiénes siguen sus políticas por carrerismo u
otro motivo. Esto lo explica muy bien el obispo Reig Plá sobre la
retirada de la reforma de la ley del aborto del PP. A su juicio ‘el PP está al servicio de la gobernanza transnacional del imperialismo económico que tiene una clara influencia del lobby gay’. Lo que se pretendía era que España no diera un paso adelante desmarcándose de políticas abortistas.
J. T.: ¿Por qué trabajan en la sombra? ¿Es más eficaz?
A. B.: Cuando
se implantan determinadas políticas está muy estudiado el lenguaje con
el que hay que hacerlo. Los expertos en Naciones Unidas de los que habla
Marguerite Peeters en su libro «Marion-Ética» imponen su ley sin contar
con los ciudadanos. Estos expertos crean los ‘consensos’ con las
propias agencias de la ONU y celebran cumbres al margen de los
parlamentos nacionales, así que esta implantación no tiene nada de
democrático.
J. T.: Dice que el lenguaje es fundamental…
A. B.: Los
expertos de los organismos internacionales les enseñan a introducir las
palabras talismán: tolerancia, libertad, reconocimiento de derechos… Es un discurso construido aparentemente con un mensaje positivo. Saben
muy bien como envolver el mensaje para que parezca un paso hacia
adelante cuando en realidad son leyes antidemocráticas porque sancionan a
quienes no están de acuerdo con ellas.
J. T.: ¿Cómo se une un político a la masonería, cuando ya está arriba o se les forma previamente para llegar allí?
A. B.: Hay de todo, algunos
se inician en la logia pensando que les irá mejor en su carrera
política; otros siguen las políticas dictadas desde las organizaciones
pantalla de la masonería. El porcentaje de funcionarios masones en estas
instituciones es altísimo y en los años 80 los laboristas británicos
denunciaron que las carreras de sus diputados no prosperaban como debían
porque promocionaban antes los que pertenecían a las logias al margen
de antigüedad o méritos.
J. T.: Manuel Azaña sí lo reconoció.
A. B.: Él se inició una vez en el poder en 1932 y aunque en sus memorias ridiculiza los rituales masónicos, lo cierto es que se quedó.
J. T.: ¿Hasta qué punto los que participaron en el Pacto de San Sebastián sabían que la Constitución del 31 eran anticlerical?
A. B.: En
las Cortes de la Segunda República llegó a haber hasta un 40% de
diputados masones. Quien preside la comisión que redacta la Constitución
de 1931, Luis Jiménez de Asúa, pertenecía a la Gran Logia Regional del
Centro. En esa época casi todos los masones estaban en la izquierda,
pero no en la derecha, ya que entonces era católica y consecuente con
las condenas de los Papas.
J. T.: Se habla que en aquella época Franco quiso hacerse masón dos veces. ¿Es cierto?
A. B.: Es
algo que se repite en los últimos años porque es una manera de
descalificarle. Es obvio que es mentira, ¿alguien se puede creer que
rechazaran a un general de su influencia? Más tarde, ya en el poder,
Franco creó un tribunal para reprimir la masonería y el comunismo entre
1940 y 1963. Depuró a los masones y les prohibió que tuvieran cargos públicos. Su hermano Ramón sí fue masón.
J. T.: ¿Por qué sólo hay constancia de un único político español reciente, el socialista Jerónimo Saavedra?
A. B.: En
los últimos años Saavedra lo ha manifestado dentro de la ‘campaña de
normalización’. Pero hay muy pocos políticos que reconozcan serlo, quizá
porque siguen pensando que tiene un coste. A Sagasta, cuando
le acorrala en las Cortes Vázquez de Mella a finales del XIX y le
pregunta si es masón, le cuesta reconocerlo, pero al final cede: «Lo
fui, pero al ver que los Papas lo condenaban, lo dejé». En España han
tenido mucho cuidado de reconocerlo.
J. T.: ¿No es un poco infantil creer que todos los ataques a la Iglesia vienen desde la masonería?
A. B.: Al menos la masonería ha estado siempre involucrada en esos ataques y en ocasiones incluso ha ido por delante.
En el siglo XIX la masonería ya pedía el divorcio y el matrimonio
civil. León XIII lo denunció en su encíclica «Humanum Genus». En
Francia cuando se aprueba el aborto la ministra echó mano de un
consejero masón, Pierre Simon, gran maestro del Gran Oriente francés,
autor de «La vida ante todo», una obra para nada provida. En este libro
reconoce que la ley del aborto es una victoria de la masonería sobre el
pensamiento judeocristiano (sic).
J. T.: ¿Qué
relación hay entre la masonería y el Nuevo Orden Mundial? ¿Está la
masonería detrás de Soros, Rockefeller o Hillary Clinton?
A. B.: El
proyecto mundialista está en la masonería desde siempre. En algunas
logias con más intensidad, pero siempre han sido mundialistas y
mesiánicos a su manera. Esa acumulación de poder es un
proyecto masónico. Quieren llegar a una reforma de todo el sistema de
valores en occidente que, en parte, ya han demolido desde los años 90. Para
ello utilizan las grandes cumbres de la ONU sobre población, mujer… El
Cairo y Pekín van enseñando el camino de lo que hay que hacer para
acabar con el concepto de familia e implantar nuevos modelos, es una
operación anticristiana.
J. T.: ¿Qué relación tiene el club Bilderberg en todo esto?
A. B.:
Para entender este club hay que entender otra organización pantalla de
la masonería: el Consejo de Relaciones Exteriores (CFR) -paralelo al
Tratado de Versalles-, que impulsó el club Bilderberg en los años 50. El
asistente principal del presidente Wilson que estaba en París a
propósito del Tratado de Versalles en 1919, el coronel Edward Mendel
House, masón y de enorme poder, convocó a los representantes de las
delegaciones americana e inglesa para los tratados, pero no a todos,
sino a los que pertenecían a una organización pantalla de la masonería
llamada ‘La tabla redonda’.
J. T.: ¿Qué sucedió en esa reunión?
A. B.: Se
fundó el Consejo de Relaciones Exteriores, que en teoría se funda para
mejorar el conocimiento del mundo en Estados Unidos. En realidad desde
su origen ha sido un centro de poder oculto fundamental para entender la
política norteamericana. La mitad de sus miembros son masones y la otra mitad sigue al pie de la letra sus políticas. Bilderberg
es lo mismo pero a otro nivel. En el fondo tiene más poder el CFR.
Ambos son foros de encuentro en el que se impulsan políticas entre
financieros y políticas pro masónicas. Pero siempre al margen de los
intereses nacionales y los parlamentos. Son poderes no elegidos, es una gobernanza transnacional por mucho que se disfracen de libertad y democracia.
J. T.: ¿Hay alguna manera eficaz de contrarrestar la masonería?
A. B.: Mi experiencia es que quien conoce estos datos, y lo digo por mis libros y conferencias, muestra un claro rechazo a la masonería.
A nadie le gusta que le manipulen como marionetas ni saber que no
tenemos control de nuestro futuro en tanto que país diseñado acorde a un
sistema de valores contrario. Es fundamental darlo a conocer. Y el que sea creyente, que rece.
Señor Bárcena, ¿cuál “tradición judeo-cristiana”, si los judíos son diametralmente opuestos y enemigos mortales de la Iglesia Católica, hasta el punto que ellos fundaron la masonería? ¿Cuál “condena a la masonería” después del V2, si ellos mismos son masones probados?
ResponderEliminarAsí es, Bárcena es neocón que todavía defiende el conciliábulo masón vaticano dos. No lo quieren entender.
Eliminar¿Leyes anticristianas? y porqué wojtila firmó un concordato con el Estado Italiano para quitar la nominalidad católica de su constitución y envió a varios países católicos nuncios para quitar también dicha confesionalidad???
ResponderEliminarlos peores ENEMIGOS DENTRO don profesor.
¿y montini no estuvo lamiendo calcetines en la ONU institución masónica si las hay? ¿y roncalli con su pacem in terris elogiada por los masones al igual que su obituario? ay ay ay profesor.
ResponderEliminar