«Cristo dice: “Yo soy la verdad”
(San Juan 14, 6). Quien predica la verdad, profesa a Cristo. Quien en
cambio, en la predicación calla la verdad, reniega de Cristo. La verdad
genera el odio y luego algunos, para no incurrir en el odio de ciertas
personas, se cubren la boca con el manto del silencio. Si predicasen la
verdad, si dijeran las cosas como son, como la misma verdad exige y como
la Sagrada Escritura expresamente comanda, incurrirían -si no me
equivoco- en el odio de los carnales y tal vez estos les expulsarían de
su sinagoga; pero como se regulan sobre el ejemplo de los hombres, temen
el escándalo de los hombres, mientras que no es lícito renunciar a la
verdad por temor del escándalo. Y de hecho los discípulos dijeron a
Jesús: “¿Sabes que los fariseos, al escuchar esta palabra, se han
escandalizado? Entonces Jesús responde: Todo árbol que no es plantado
por mi Padre celestial, será arrancado de raíz. Dejadlos perderse: son
ciegos y guías de ciegos” (San Mateo 15, 12-14). ¡Oh predicadores
ciegos!, porque teméis el escándalo de los ciegos, por eso caéis en la
ceguedad del alma». (San Antonio de Padua, Sermón en el Domingo VI después de Pascua, parte II, punto 10)
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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)