Sabida es la decisión de la jerarquía conciliar, encabezada por Antipapa
Francisco Bergoglio y representada funcionalmente por el Prefecto de la
Congregación para los
Religiosos e Institutos de Vida Consagrada, el focolar João Braz De
Aviz, en realizar la “Visita Canónica” (comisariamiento) a los Heraldos del Evangelio (Caballeros de la Virgen) a raíz de las denuncias interpuestas por el
ex-TFP Alfonso María Beccar Varela Ibarguren sobre supuestos exorcismos
sin autorización del ordinario y culto a la personalidad de João
Scognamiglio Clá
Dias. Previendo evitar ser otro Manelli, João Clá renunció a sus cargos directivos en su congregación; y un grupo de Heraldos publicó un manifiesto en el cual denuncian el carácter farisaico de la inquisición conciliar.
Desde luego, los Heraldos son conservadores pero de la
deuterovaticanidad, y lo que está sucediéndoles es la consecuencia
lógica de abandonar el legado combatiente del Dr. Plinio Corrêa de
Oliveira y rendirle sumisión al usurpador por las lentejas del
reconocimiento canónico jurisdiccional. Y el manifiesto, publicado en RESIDUUM REVERTETUR,
está plagado de magisterio conciliar y en cuanto a la historia de la
TFP pretende llevar el agua a su propio molino, pero es algo interesante
por los hechos que exigen esclarecer en Brasil, América y Europa, y
dentro del mismo Vaticano, y lo publicaremos en su integridad.
Aun así, téngase presente que se trae esta misiva con fines exclusivamente INFORMATIVOS, y para mostrar las consecuencias de abandonar la lucha de la Fe por perseguir honras, prebendas o cualquier otro beneficio terreno anexo al “reconocimiento canónico” por la jerarquía modernista a cambio de la defección.
¿Visita canónica o inquisición farisaica? Quieren destruir la Iglesia, ¡y esto no lo podemos permitir!
“¡Ah! Permitidme gritar por todas partes: ¡Fuego, fuego, fuego! ¡Socorro, socorro, socorro! ¡Fuego en la casa de Dios! ¡fuego en las almas! ¡fuego en el santuario! ¡Socorro, que asesinan a nuestros hermanos! ¡socorro, que degüellan a nuestros hijos! ¡Socorro, que apuñalan a nuestro buen padre!”[1], decía proféticamente San Luís María Grignion de Montfort, que parecía contemplar a la Santa Iglesia en los días actuales.
I. IntroducciónNON POSSUMUS! ¡Nos encontramos delante de un nuevo calvario, de un nuevo deicidio! Ya han crucificado a Cristo ¡y ahora están crucificando a su Esposa! ¡No podemos permitir que la Santa Iglesia sea destruida!¡Que vengan los pastores de almas! Convocamos a “todos los buenos sacerdotes diseminados por el orbe cristiano, sea los que se hallen luchando o que se hayan recogido de la batalla a los desiertos y soledades; que todos esos buenos sacerdotes vengan y se unan a nosotros”[2]. Convocamos a los obispos buenos y a los cardenales santos, a los pastores escogidos por Jesucristo y que no pueden negar su Santísimo Nombre! Que defiendan a los incontables fieles que, sin la brújula de la verdad, corren el riesgo de naufragar en este océano de errores y de horrores…
¡Que vengan también los intelectuales, los escritores y todos los artistas! ¡Convocamos a todo el pueblo fiel! ¡Que se aproximen todos los piadosos de todas las edades! ¡Que se adhieran a esta cruzada de acción y de oraciones, en favor de la Santa Iglesia!
¡Ya no hay dudas, y actuaremos basados en CERTEZAS! ¡Ha llegado la hora de resistir filialmente, pero de resistir! Por mucho, mucho, mucho menos, Pablo, cara a cara (Gal 2, 11), le opuso resistencia a Pedro. Abramos, pues, nuestros ojos y no seamos sordos a los clamores de Dios: “Si hoy escucháis su voz, no endurezcáis vuestros corazones” (Hb 3, 7-8).
Y, como decía Juan Pablo II: “¡No tengáis miedo!”[3]. Ya Pablo VI había denunciado que el “humo de satanás había entrado en el templo de Dios”[4], y Benedicto XVI, todavía entre nosotros, declaró que “la dictadura del relativismo”[5] había sido establecida.Y esto es lo que vamos a proclamar! Nosotros, miembros de los Heraldos del Evangelio, disidentes de las gloriosas y perturbadoras TFPs –Sociedades de Defensa de la Tradición, Familia y Propiedad– y que nos definimos, sirviéndonos de las palabras de nuestro Padre y Fundador, el Dr. D. Plinio Corrêa de Oliveira[6], como aquellos que no doblan las dos rodillas, ni siquiera una sola, delante de Baal; los que tenemos la Ley de Dios escrita en el bronce de nuestras almas, y no permitimos que las doctrinas de este siglo, graben sus errores sobre este bronce que la Redención tornó sagrado.
Queremos, aquí, dirigir una palabra a los Católicos del mundo entero y que se encuentran perplejos ante la situación de nuestra Madre, la Santa Iglesia. Sabemos que por todas partes, han surgido, en la conciencia recta de aquellos que aman verdaderamente las enseñanzas de Cristo, múltiples preguntas: ¿cómo debemos conciliar las equívocas palabras de Francisco –por ejemplo, las que presenta en su documento Amoris Lætitia– con la doctrina que la Iglesia Católica siempre nos enseñó en el catecismo, en los púlpitos y en los confesionarios?
Y en el campo de los hechos, ¿cómo admitir, para dar sólo algunos ejemplos, que un Cardenal –el italiano Francesco Coccopalmerio– no supiese que su secretario promovía orgías sexuales en pleno territorio pontificio, con un desenfrenado uso de drogas? O, entonces, ¿qué pensar sobre la elección de un activo homosexual para dirigir la Casa Santa Marta en el Vaticano? ¿En qué se estará convirtiendo este alojamiento para Cardenales y los apartamentos destinados a la Curia?Además, ¿cómo se puede creer que Francisco desconociese que el Cardenal Pell estaba acusado de pedofilia en Australia, cuando lo designó para ser el encargado de las finanzas de la Santa Sede? Y ¿cómo pudo aceptar que fuese elevado al Cardenalato un arzobispo, Mons. Jean Zerbo, que estaba envuelto en un escándalo financiero, en pleno pontificado de la pobreza y del despojamiento? ¿Cómo se puede haber nombrado secretario de la Congregación para los Religiosos a un franciscano –el ahora arzobispo, Mons. José Rodríguez Carballo– que, por poco no arruina a la Orden Seráfica en Italia?Muchas otras preguntas surgen, sin que, aparentemente se pueda atisbar cómo responderlas… Y mientras las dudas contra la Fe se extienden por el mundo cristiano, teniendo su origen en aquella que debería ser propiamente la Cátedra de la Verdad, el denominado “Papa de la Misericordia”, tal vez olvidado de los que realmente sufren por la Iglesia, abre las puertas de la misma Iglesia a los enemigos de la Fe y prepara una visita farisaica, con el nombre de “canónica”, para destruir a los Heraldos del Evangelio.Por eso dirigimos a sus promotores sólo una de nuestras preguntas: Donde no existe Veracidad y Justicia, ¿podrá haber juicio?¡Atención! Ha llegado el momento de desvendar la trama, hace ya mucho y mucho tiempo urdida para desfigurar y destruir el Cuerpo Místico de Cristo, la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana. Se dispara contra los Heraldos, pero es a la Iglesia a la que se procura destruir. Para probar esta afirmación, analicemos un poco la historia de esta institución y sigamos indagando…II – ¿Qué es lo que ocurrió después de la muerte de Plinio Corrêa de Oliveira?Pasados ya más de veinte años, puede revelarse sin recelo, que la Iglesia Católica, en aquel entonces, pudo observar, con alguna aprensión, una discreta, pero muy concreta dicotomía interna en el grupo fundado por el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira: por un lado, se veía una espiritualidad latente, que presagiaba algo al modo de una orden religiosa. Por otro, un movimiento intelectual, un club de pensamiento y de acción política marcadamente de derecha.
En ambos lados, valores respetables. Con todo, lo que le preocupaba a la Jerarquía católica, no eran los valores pues estos son siempre buenos: lo que le importaba saber era si aquella institución naciente, llena de fuerza y de pujanza, atrayente y, al mismo tiempo amedrentadora, estaría dentro de la barca de Pedro, o, entonces, solamente en sus cercanías, sujeta a las olas y tempestades, y sin tener al timón un avezado capitán…Pero la obra de Plinio Corrêa de Oliveira se escindió inmediatamente después de su fallecimiento, y un discípulo, João Scognamiglio Clá Dias, fundó un movimiento nuevo, con raíces profundas en las interpretaciones auténticas de la doctrina y en las tendencias buenas del Concilio Vaticano II. Surgieron, entonces los Heraldos del Evangelio, cuya actuación y charme conquistaron incontables fieles en todos los cuadrantes de la tierra, y crecieron con una rapidez pocas veces conocida, que hizo con que Juan Pablo II los aprobase como la primera asociación de fieles de derecho pontificio del tercer milenio.
¿Será que el Papa Polaco, su Secretario de Estado y Mons. Giovanni D’Ercole –en la época capo ufficio de la Sección de los Asuntos Generales, de la Secretaria de Estado del Vaticano– el memorable coordinador de la aprobación pontificia, no sabían lo que estaban haciendo al colocar a los Heraldos del Evangelio dentro de la Iglesia?
Pero después de Juan Pablo II, subió al trono pontificio Benedicto XVI: discreto, penetrante, estratega silencioso pero actuante, el teólogo del equilibrio y de la justa medida. Por ocasión de su visita a Brasil, él se deparó con un “fuerte crecimiento de las sectas, con frecuencia muy equivocadas, por prometer esencialmente riqueza y éxito exterior”[7]. Pero no fue sólo esto lo que él pudo ver. En su libro de perspicaz y fino contenido –Luz del Mundo– el Papa Ratzinger dejó registrado que en aquella nación emergente, pudo observar “grandes renacimientos católicos, un dinámico florecer de nuevos movimientos como, por ejemplo, los Heraldos del Evangelio”[8].
Ciertamente, él debe haber estudiado a fondo el pasado y la actuación de los Heraldos del Evangelio para haberlos citado –por cierto que fue la única organización que nombró en su libro– como “jóvenes llenos de entusiasmo por haber reconocido en Cristo al Hijo de Dios, y deseosos de anunciarlo al mundo”[9].¿O será que el Romano Pontífice Emérito, junto con su Cardenal Franc Rodé –entonces Prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica– analizaron superficialmente la obra de los Heraldos y la historia de Mons. João Clá, cuya vida ejemplar y sin mancha mereció que las dos Sociedades de Vida Apostólica que él fundó fuesen aprobadas en un tiempo record? ¿Le habrían concedido en vano, el título de Canónigo Honorario de la Basílica Papal de Santa María la Mayor, así como la honrosa medalla “Pro Ecclesia et Pontifice”?
La respetabilidad atribuida a los personajes mencionados no nos permite acreditar en esta hipótesis…
Sin embargo, pasó el pontificado de Benedicto XVI, clausurado por una renuncia con unas características singulares, jamás vistas en la ya dos veces milenaria historia eclesiástica. Y llegamos, por fin, a los tiempos de Francisco: el papa venido “del fin del mundo”, de la joven América que mira a Europa como a una respetable, pero decadente anciana cargada de años.
Jorge Mario Bergoglio, con su estilo ostensivamente simple, causó impactó al mundo católico y no católico, al despojarse de la limusina papal, de los aposentos pontificios, de los zapatos rojos, de la cruz de oro, de casi todo… En el balcón de la Loggia de San Pietro se nombró a sí mismo simplemente como el “Obispo de Roma”. Y en un corto periodo de pontificado, el mundo –infelizmente sólo el mundo– lo aclamó como un hombre hecho a medida para su tiempo…III. Durante el pontificado de Francisco, la actitud de los Heraldos del EvangelioSi se analiza seriamente cual fue la actuación de los Heraldos del Evangelio en el decurso del actual pontificado no se podrá encontrar ninguna crítica, ninguna insinuación en contra, incluso cuando los ultraconservadores rezongaban contra el despojamiento del humilde Francisco, o se estremecían delante de las afirmaciones que herían a los oídos más píos. En ningún momento los Heraldos manifestaron el más mínimo deseo de pasarse de la raya.
Todo lo contrario, ellos se comportaron como los buenos hijos de Noé, prefiriendo cubrir la desnudez de su padre, a atacarlo, incluso ante determinadas actitudes que podrían ser causa de discordia entre la prole supuestamente más fiel. E incluso cuando algunos purpurados –los alemanes, Walter Brandmüller e Joachim Meisner, el italiano Carlo Cafarra, y el norteamericano Raymond Burke– presentaron ante él y el mundo, sus dudas acerca de su famoso documento Amoris Lætitia, los Heraldos tenían certezas, y certezas basadas en hechos concretos, pero no cambiaron su rumbo.
Así, todo parecía estar muy tranquilo, hasta que, de la noche a la mañana, esta obra tan prestigiada por la propia Iglesia en todo el orbe católico, comprometida en rectas actividades de evangelización, llenas de frutos comprobados, es puesta en el riesgo de que su capacidad de hacer el bien sea impedida, también por la Cátedra de la Verdad, sin que se le aplique la tan propagada misericordia jubilar cuyos reales efectos todavía se desconocen. ¿Será ella lanzada a la hoguera del Campo de’Fiori por una moderna inquisición, una inquisición farisaica sin Fe, sin Derecho y sin Doctrina? Una inquisición que se adelantó en pronunciar sentencias falsas, cogida del brazo con periodistas que llegaron al colmo de afirmar que los Heraldos son satanistas y traman la muerte de Francisco.
La confirmación de una próxima visita canónica a los Heraldos del Evangelio acabó por rajar la cohesión de esta institución, conquistada a duras penas, y a lo largo de décadas, por el insustituible y sumiso carisma del Mons. João Clá.
IV – Fundamentos para un juicio inquisitorial sobre los Heraldos del Evangelio¿En qué se ha fundamentado esta visita “canónica” a los Heraldos del Evangelio? En una denuncia enconada y maliciosa en relación con la dedicación, celo y generosidad de sus sacerdotes, que nunca dudaron en atender los pedidos de aquellos necesitados de los que tanto se habla hoy en día: “Bienaventurados los misericordiosos, porque alcanzarán misericordia” (Mt 5, 7). A los afligidos que así lo pedían, los bendecían y proferían oraciones sobre ellos con la caritativa intención de curar sus males. Así lo hizo siempre la Iglesia siguiendo las orientaciones de su Divino Fundador: “Curad a los enfermos, resucitad a los muertos, sanad a los leprosos, expulsad los demonios. Gratuitamente lo recibisteis, dadlo gratuitamente.” (Mt 10, 8)Como hijos alrededor de su padre espiritual, los sacerdotes Heraldos se reunían en torno de su fundador desenfadadamente para, de manera, amena e íntima, intercambiar las impresiones resultantes de las bendiciones de cura, comentando los relatos seleccionados por una comisión de estudios. Y todo el mundo sabe lo que se puede oír en una recitación de oraciones dedicadas a expulsar los espíritus malignos… No puede ser otra cosa sino algo de lo más descabellado o, como mínimo, con apariencia de absurdo. Algunas reuniones fueron registradas en vídeo, sin la menor intención de que fuesen divulgadas.Y mientras los Heraldos continuaban su misericordioso trabajo de atraer al mundo hacia el bien difundiendo la belleza y la verdad, en los más variados sectores misioneros –parroquias, hospitales, escuelas, mailing…– unas manos criminales decidieron publicar de forma malévola e irresponsable el registro de sus reuniones de carácter familiar, para un público que en su mayoría no tiene los suficientes conocimientos teológicos como para hacer un juicio adecuado sobre el contenido de estas grabaciones.Así, el derecho a la intimidad de esta institución fue violado. Las leyes del mundo moderno consideran que esta violación es un crimen, capaz de fundamentar un proceso penal de mucho peso. Y es a partir de esta violación delictiva, que la “misericordia bergogliana” aplicará su justicia…V. ¿Quién son ellos para juzgarnos? Proponemos que se hagan también otras visitas canónicas inquisitoriales…
Ya que los Heraldos va a recibir en breve esta visita, que tendría por objetivo la aplicación de la justicia canónica, proponemos que se hagan también otras investigaciones serias e imparciales. Nosotros, miembros de esta institución, todavía alimentados por el espíritu beligerante de la TFP, les ofrecemos ayuda y tomamos la iniciativa de hacer un elenco con algunas sugerencias que los medios de comunicación ya han considerado como siendo muy válidas. Su sola enumeración, ilustrada por algunas noticias, ya es un fuerte elemento para probar que el plan principal es, a decir verdad, la autodemolición de la Santa Iglesia.
Son las siguientes:
- Visitas a diócesis de Brasil
En primer lugar, proponemos que se hagan algunas visitas a diócesis brasileñas, como las de São Paulo, Río de Janeiro, Nova Friburgo, Joinville, Porto Alegre, entre otras…
Creemos que sería el caso de aclarar algunas dudas que se ciernen sobre las cabezas de los fieles, acerca de ciertos escándalos morales que los medios de comunicación han querido explotar. A título de ejemplo, ¿cuáles han sido las providencias que realmente se han tomado contra el sacerdote de Joinville, preso en esta ciudad acusado de pedofilia?
¿No sería también oportuno, que se diesen explicaciones acerca de los abyectos detalles de otro caso de pedofilia, practicado por un sacerdote católico en Goiás?
Pero no consideremos únicamente la conducta moral de los presbíteros. Seremos más justos si también hacemos un análisis del episcopado. Un caso que ocurrió ya hace algún tiempo merece, sin embargo, ser citado: el Papa aceptó la renuncia de Mons. Aldo di Cillo Pagotto, Arzobispo de Paraíba, ¡por un escándalo de pedofilia!
Habría que hacer muchas visitas canónicas en Brasil. Éstas son solamente unas pocas sugerencias…
- Visitas a diócesis del Mundo
En nuestra América, hay algunas diócesis que también necesitarían que las visitasen. Las tierras de Francisco podrían inaugurar el trabajo inquisitorial. Allí, recientemente, la comunión fue administrada ostensivamente a parejas que estaban viviendo en público adulterio.
Y ya en el Viejo Continente, los problemas que exigen una actuación canónica parece que se están multiplicando: En Sicilia se está promoviendo la absolución y comunión de los adúlteros basándose en la Amoris Lætitia.
En Malta, tampoco se habla más sobre el estado de gracia para poder participar de la vida sacramental de la Iglesia. Allí, lo importante es estar “en paz con Dios” –según la propia conciencia, claro– para poder recibir la Eucaristía. ¿No sería el caso de explicar mejor el significado de esta expresión, ausente en los catecismos tradicionales y modernos, como condición para poder comulgar?
Con razón hay quien dice que Amoris Lætitia reforma la doctrina. Pero entonces, lo que haría falta no son visitas canónicas, sino un nuevo Código de Derecho Canónico y de un nuevo Catecismo de la Iglesia Católica. Tal vez esto evitaría la impresión de que se está alterando la doctrina dejada por Cristo, o de que está siendo oficialmente fundada la nueva religión sacrílega de Satanás. Esto incluso porque del “desarrollo” doctrinal que se está proponiendo, no se limita solamente a eso…
- Visita a la Compañía de Jesús
¿Por qué no visitar también algunas órdenes religiosas? Podríamos comenzar por los Jesuitas, ya que también a éstos se les atribuye una serie de “avances” doctrinales. Esto incluso podría aliviar un poco la situación de los Heraldos haciendo que su visita perdiese sentido, puesto que mientras ellos están siendo acusados de pactos con el demonio, el “papa negro” –como se conoce al superior de los Jesuitas– afirma que el diablo es una mera figura simbólica.
- Visita a la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida apostólica
Hagamos también una investigación equilibrada sobre la administración económica ejercida por Mons. José Carballo, y, sobre todo, una investigación pormenorizada al extraño destino que este franciscano dio a los inmuebles de la Congregación Seráfica en la ciudad de Roma.
Y ¿qué decir sobre algo que ya circula corrientemente en la Ciudad Eterna y en Brasil, a saber: las funestas consecuencias del comportamiento alcohólico del Prefecto de esta Congregación, el Cardenal brasileño João Braz de Avis? Mejor no entrar en detalles, por ahora…
- Visita al Pontificio Consejo para los Textos Legislativos
Fieles a la transparencia preconizada por el Papa Francisco, consideramos igualmente interesante que se realice una visita canónica a este Pontificio Consejo, con el fin de averiguar la aparente omisión de su Cardenal Prefecto, en relación con las actividades de su secretario. Según consta, la gendarmería pontificia interrumpió hace unos días, una orgía gay, en al que se estaban sirviendo drogas duras, en uno de los apartamentos oficiales del Vaticano. Y no faltan medios de comunicación que señalan la presencia del purpurado en aquella ocasión…
- Visita a la Pontificia Academia para la Vida
En este órgano del Vaticano, juzgamos que sería suficiente examinar la coherencia entre las doctrinas que debería defender y las prácticas que está difundiendo. A fin de cuentas, ¿Qué es lo que diría Juan Pablo II, si viese que la Pontificia Academia para la Vida ha incluido la ideología de género en sus propios estatutos? ¿O si supiese que un miembro de esta misma Academia, el P. Maurizio Chiodi, está a favor de la eutanasia? ¿Y otro, Nigel Biggar, está a favor del aborto? ¿Y que obispos canadienses están financiando organizaciones proabortistas en América Latina?
- Visita a la Casa Santa Marta
En la Casa Santa Marta, una visita debería tener el objetivo de investigar mejor la misteriosa muerte de una de sus recepcionistas, y después, intentar entender cómo pudo ser nombrado un homosexual activo para dirigir la residencia donde vive Francisco, y, más recientemente para un cargo de importancia para la reforma del IOR, el llamado Banco Vaticano.¿Qué razón habría?
- Colegio Cardenalicio
Es indispensable indagar también, las razones que han llevado a Mons. Jean Zerbo a ser elevado al cardenalato, a pesar de los 15 millones de euros de su cuenta personal en Suiza. Esta aclaración es absolutamente necesaria para defender la reputación de quien lo nombró, pues no es en nada coherente con su desposorio con la “dama pobreza”.
También sería necesario investigar el caso del Cardenal Pell, encargado de las finanzas del pontificado de Francisco –actualmente talvez, el número 3 del Vaticano–, que tuvo que dejar su puesto para defenderse en juicio, acusado de abuso sexual de menores.“¡Fuego, fuego, fuego!” “¡Fuego en la casa de Dios!” Todos estamos inclinados a imaginar que, proféticamente, San Luís Grignion estaba viendo todo esto cuando compuso su Oración Abrasada.VI. Conclusión: motivaciones de nuestro manifiesto-denuncia
Alguien podría preguntarse: ¿qué es lo que nos lleva a tomar esta actitud?
Nuestra respuesta es decisiva: ¡el amor a la Santa Iglesia de Dios!
¡Sí! Hasta ahora hemos estado en silencio, pues juzgábamos que nuestra colaboración con la Sagrada Jerarquía, en el sentido de poder ofrecerle frutos de verdadera conversión, iba a encontrar siempre su apoyo y contribuiría de alguna manera para mudar las cosas. Pero ahora que hemos sido atacados, nuestro silencio ante tantos escándalos, sería criminal, pues podría llevar a incontables almas desorientadas a la pérdida de la Fe.
Así, pues, elevamos los ojos a la Virgen María, Madre de Dios y de la Iglesia, a San José, su glorioso Patrono y protector, suplicándoles que intervengan en esta terrible crisis. Y en unión con ellos dirigimos a Dios nuestro constante clamor: Levantaos Señor, y sean dispersados los enemigos de vuestra Iglesia (cf. Sal 67,1). Despertad Señor, ¿por qué parecéis dormir? (cf. Sal 43,24).
Levantaos Señor y cumplid vuestra promesa, de que “las puertas del infierno no prevalecerán” (Mt 16, 18) contra vuestra Iglesia. Levantaos Señor, a fin de que haya un solo rebaño y un solo Pastor. Levantaos Señor, y haced que se cumpla, cuanto antes, las promesas hechas por Vuestra Madre, en Cova de Iría: ¡“Por fin, mi Inmaculado Corazón Triunfará”!
Miembros de los Heraldos del Evangelio, disidentes de la TFPNOTAS[1] GRIGNION DE MONTFORT, San Luis María. Oración Abrasada, n.28. En: Œuvres Complètes. París: Du Seuil, 1966, p.687.
[2] Idem, n.29.
[3] JUAN PABLO II. Homilía de inicio de pontificado, 22/10/1978.
[4] PABLO VI. Homilía en la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, 29/6/1972.
[5] BENEDICTO XVI. Audiencia general, 5/8/2009 (RATZINGER, Joseph. Homilía en la Misa “Pro Eligendo Romano Pontifice”, 18/4/2005).
[6] Cf. CORRÊA DE OLIVIERA, Plinio. Junto al Pesebre. En: O Legionário, año XIX, n.750 (22/12/1946), p.2.
[7] BENEDICTO XVI. Luce del mondo. Il Papa, la Chiesa e i Segni dei tempi. Ciudad del Vaticano: LEV, 2010, p.89.
[8] Idem, p.89-90.
[9] Idem, p.90.
Traicionaron al Dr. Plinio.
ResponderEliminarDestruyeron su Obra Contrarevolucionaria.
Aceptaron el "biritualismo".
Se "hicieron" "conciliares".
Como sectarios especialistas en promover el caos, ensucian con sus "ssalpiscaduras".
Medias "verdades" peores mentiras.
Triste situacion en la Santa Madre Iglesia Catolica y Apostolica:
Entre "ahorcados" y "degollados".
Entre tanto entreguismo a Rezar Implorando a la Santisima Virgen su Proteccion.
¿porque publican la estupidez de estos neocones idiotas que defienden a los demoledores y se rasgan las vestiduras con bergoglio siendo que los anteriores desde roncalli hicieron lo mismo que el falsario actual???
ResponderEliminarheraldos del modernismo vedosiano para que engañarse con esta gentuza....
ResponderEliminarPublicamos esto a fin de reafirmar que la iglesia deuterovaticana NO ES LA IGLESIA CATÓLICA, y mostrar las consecuencias que suceden cuando se deserta de la Resistencia para reconocerle autoridad al usurpador.
ResponderEliminarComo intencion: exelente.
EliminarCreo que se debio aclarar desde el inicio.
No es rerpobacion: quede claro.
Los Heraldos sacaron un comunicado diciendo que el Manifiesto no es de su autoría, y que investigarán quién lo redactó.
ResponderEliminarPuro ronroneo de gato mimado esa nota, vergonzosa para quienes blasonan ser herederos del León rampante de la TFP. Los Heraldos están de hecho divididos desde que se enteraron del comisariamiento: la “Disidencia” (que cuenta con gentes de trayectoria e influencia), y los centristas que a costa del legado de su fundador pretenden mantener las paces con sus ahora enemigos, escudados en la falsa obediencia. En una palabra, los centristas tienen MIEDO porque ha despertado el león, y los puede despedazar.
EliminarNADA DE ESO HUBIESE PASADO ESTANDO VIVO EL DR. PLINIO, QUE SIEMPRE ESTUVO CLARO EN QUE EL V2 Y SUS IMPULSORES SE AUTOEXCLUYEN DE LA IGLESIA CATÓLICA.