MEDITACIONES PARA LA PASCUA
Tomado de “Meditaciones para todos los días del año - Para uso del clero
y de los fieles”, P. Andrés Hamon, cura de San Sulpicio (Autor de las
vidas de San Francisco de Sales y del Cardenal Cheverus). Segundo tomo:
desde el Domingo de Septuagésima hasta el Segundo Domingo después de
Pascua. Tercera edición inglesa, Bezinger Brothers, Nueva York,
1894.
LUNES DE PASCUA
+ EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS (24, 13-35)En aquel tiempo iban dos discípulos el mismo día a
una aldea, que estaba a sesenta estadios de Jerusalén, llamada Emaús. Y hablaban entre sí de todo
lo que había sucedido. Y acaeció que, mientras conversaban
y se preguntaban mutuamente, acercándose
a ellos Jesús en persona, caminó con ellos: pero sus
ojos estaban velados, para que no le conocieran. Y díjoles: “¿Qué habláis entre vosotros mientras camináis,
y por qué estáis tristes?”. Y respondiendo uno, llamado
Cleofás, le dijo: “¿Tú sólo eres el peregrino en Jerusalén
que no ha sabido lo ocurrido en ella estos días?”. Entonces él les dijo: “¿Qué cosas?”. Y dijeron ellos: “Lo de
Jesús Nazareno, que fué un varón profeta, poderoso en
obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo:
y cómo le condenaron a muerte los sumos pontífices y nuestros príncipes, y le crucificaron. Mas nosotros
esperábamos que él había de redimir a Israel:
y ahora, sobre todo esto, hoy es el tercer día que ha
sucedido esto. Aunque también unas mujeres de las
nuestras nos han asustado, porque fueron al sepulcro
antes del día, y sin encontrar su cuerpo, volvieron diciendo
que habían visto una aparición de Ángeles, los
cuales dicen que él vive. Y fueron al sepulcro algunos
de los nuestros: y hallaron como habían dicho las
mujeres, pero a él no le encontraron”. Entonces él les dijo: “¡Oh estultos y tardos de corazón para creer todo
lo que dijeron los Profetas! ¿No fue necesario que
Cristo padeciera eso y entrara así en su gloria?”. Y,
comenzando por Moisés y por todos los Profetas, les
interpretó todas las Escrituras que hablaban de él. Y se
acercaron a la aldea donde iban: y él fingió ir más
lejos. Y le obligaron, diciendo: “Quédate con nosotros,
porque anochece y ya se acaba el día”. Y entró con
ellos. Y sucedió que, mientras estaba sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, y lo bendijo, y lo partió, y se lo
alargó. Y se abrieron sus ojos, y le conocieron, y él
se desvaneció ante sus ojos. Y se dijeron mutuamente: “¿No ardía nuestro corazón en nosotros, cuando nos
hablaba en el camino, y nos declaraba las Escrituras?”. Y, levantándose luego, volvieron a Jerusalén: y
encontraron reunidos a los once y a los que estaban
con ellos, diciendo: “El Señor ha resucitado verdaderamente,
y se ha aparecido a Simón”. Y ellos contaron
también lo que les había pasado en el camino: y cómo
le conocieron en la fracción del pan.
RESUMEN PARA LA VÍSPERA EN LA NOCHE
Meditaremos
mañana en el conmovedor relato de los Discípulos de Emaús, contenida en
el evangelio del día, y veremos: 1º Cuáles fueron, en esta ocasión, sus
defectos y sus virtudes; 2º Cuán grande fue la bondad de Cristo hacia
ellos.
—
Enseguida tomaremos la resolución: 1º De permanecer unidos en
Jesucristo mediante el recogimiento, y ser dóciles a las inspiraciones
de su Gracia; 2º De velar sobre nuestras conversaciones a fin de no
permitir que salga de nuestros labios una palabra digna de reproche.
Nuestro ramillete espiritual serán las palabras de los discípulos: “¿No ardía en nosotros nuestro corazón mientras Jesús nos hablaba en el camino y nos exponía las Escrituras?” (Lc. XXIV, 32).
MEDITACIÓN PARA LA MAÑANA
Transportémonos
en espíritu al camino que conduce a Emaús; consideremos a Jesucristo
acercándose a los dos discípulos, que iban de camino, y participando con
ellos en santa conversación. Bendigámosle por su asidua Caridad, y
pidámosle que nos haga capaces de aprovechar esta amigable entrevista.
PUNTO PRIMERO - LOS DEFECTOS Y LAS VIRTUDES DE LOS DISCÍPULOS DE EMAÚS
1º Estos discípulos NO ENTENDÍAN CÓMO ESPERAR EL PROPIO TIEMPO DE DIOS. Jesucristo había dicho: “Resucitaré al tercer día”,
y ellos no esperaron hasta el final del tercer día, sino que
emprendieron su viaje llenos de desánimo. Esta es una falta que nosotros
cometemos a menudo: queremos ser atendidos en el momento, toda demora
nos desconcierta y estremece nuestra fe. Merecemos que Jesús debiera
decirnos lo que a ellos les dijo: “Oh hombres de poca fe, duros para creer”.
2º Ellos BUSCAN SU CONSOLACIÓN EN LAS COSAS EXTERIORES, al hacer un
viaje a Emaús. Ellos olvidan que la verdadera consolación se encuentra
en Dios solo, y que es más pérdida que provecho el buscarlo en las
creaturas. Si Jesucristo no hubiese acelerado a ellos su socorro,
habrían perdido su fe, puesto que ellos no creyeron ni a las santas
mujeres ni a los Apóstoles que les testificaron la resurreción de
Jesucristo; ellos estaban al punto de perder su esperanza, visto que ya
empezaron a no esperar. “Nosotros esperábamos” (Lc. XXIV, 21),
decían. Finalmente, estaban para perder su caridad, porque no vieron en
Jesucristo nada más que un profeta, y no hablaban de ser Sus discípulos,
sino de ser extraños. 3º ERA REPUGNANTE PARA ELLOS ENTENDER LA CONEXIÓN
DE DOS COSAS TAN INSEPARABLES COMO LO SON LOS MEDIOS Y EL FIN, es
decir, LA CRUZ Y LA GLORIA, la muerte y la vida, el sufrimiento por poco
tiempo y el gozo eterno; y era necesario que Jesucristo les debiese
traer a su recuerdo esa importante verdad. “¿No era necesario que Cristo padeciera para que entrase así en su gloria?”. ¿No somos un poco como ellos?
Pero
si estos discípulos tenían sus defectos, ellos también tenían virtudes
que son adecuadas para edificarnos. Así, 1º SU CONVERSACIÓN ES SANTA, y a
la pregunta que les dirigió el Salvador: “¿Qué habláis entre vosotros mientras camináis?” (Lc. XXIV, 17), ellos fueron capaces de responder: “Estábamos hablando de Jesús”
(Ibíd., 19). Ay, si el Salvador se presentara a nosotros en nuestras
conversaciones y nos preguntara sobre lo que estuviéramos hablando, ¿no
nos sonrojaríamos por las muchas palabras calumniosas, burlas, disputas,
frivolidades y mal humor? ¿Nuestro Señor podrá decirnos: “Esos son
los discursos de un cristiano, de un hombre con la mente puesta en el
Cielo que aspira a la santidad, de un siervo de Jesucristo que tiene su
lengua aún tinta en su Sangre”? 2º Nuestros peregrinos ESCUCHABAN
CON GRAN RESPETO LA INSTRUCCIÓN DE JESUCRISTO, las grababan en su
corazón, que estaba inflamado en santo ardor (Ibíd., 31). 3º Ellos SE
UNIERON A ÉL, Y DESEARON NUNCA MÁS SEPARARSE DE ÉL: “Quédate con nosotros, Señor”
(Ibíd., 29), le dicen. ¡Hermosas palabras, que debiéranos dirigirlas a
nosotros mismos! Quédate con nosotros en nuestros problemas, para
preservarnos de la impaciencia, murmuraciones y desalientos, y para
enseñarnos a bendecir a Dios en todas las cosas; quédate con nosotros en
las tentaciones y pruebas, para sostenernos; quédate con nosotros en
las horas de sequedad y disgusto; en los tiempos de enfermedades y
cuando estemos en peligro de muerte, para asistirnos; quédate con
nosotros en medio de los problemas de la Iglesia y de las tinieblas de
la iniquidad que cubre la tierra, para defendernos e iluminarnos. 4º
Ellos RECONOCIERON A NUESTRO SEÑOR AL PARTIR EL PAN (Lc. XXIV, 35), esto
es, en la Comunión: es allí de hecho donde el alma cristiana reconoce
todo el amor del divino Salvador. 5º Después PARTIERON HACIA JERUSALÉN, A
FIN DE ANUNCIARLO A LOS APÓSTOLES (Ibíd., 33); cuando amamos, lo
llevamos en el corazón para hacer que otros amen aquello que amamos.
PUNTO SEGUNDO - LA CONMOVEDORA BONDAD DE JESUCRISTO HACIA LOS DISCÍPULOS DE EMAÚS
Jesucristo
tuvo piedad de estas dos ovejas descarriadas que se habían separado de
los otros Apostoles: Él se hace cercano a ellos, les habla gentilmente,
conversa con ellos mientras caminan al mismo paso, ni más rápido ni más
lento; les pregunta sobre lo que estaban hablando, no porque estuviese
ignorante de eso, sino porque quiere ofrecerles una oportunidad de
abrirle a Él sus corazones, y Él mismo usa la oportunidad para
explicarles el misterio de su Pasion y Muerte. Él les reprueba
caritativamente, a fin de que ellos se examinen y reconozcan sus faltas;
les prueba que todo cuanto en las Sagradas Escrituras desde los tiempos
de Moisés hasta los Profetas se dijo del Mesías se realizaba en su
propia Persona, y al mismo tiempo que ilumina sus inteligencias les toca
su corazón, inflama su voluntad y enciende en ellos la llama de amor
santo y divino. Finalmente, al llegar a Emaús, después de haberles
llevado a imaginar que pasaría de largo, a fin de excitarlos a desear
que se quedara con ellos, Él se detiene en su posada, y pensando que era
una iglesia, Él consagra allí la Divina Eucaristía, la distribuye a
ellos, y no los deja hasta después de alimentarlos con el angélico Pan.
¿Puede haber mayor bondad y dulzura? Estos son los actos de Nuestro
Salvador concernientes a nosotros mismos: Su gracia operante sale a
nuestro encuentro en el camino de la vida; se acomoda a nuestra
debilidad, con su divina luz nos ilumina, nos atrae por sus divinas
inspiraciones, mezclando palabras de aliento y reproches; finalmente, no
se va de nosotros hasta que nos ha ganado, tomando posesión de nuestra
voluntad sin restringir nuestra libertad. Oh, ¡cuánta bondad merece este
amor a nosotros! ¿Cómo respondemos a él? ¿No hemos sido infieles a la
gracia, y frecuentemente no nos rebelamos contra sus inspiraciones?
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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)