MEDITACIONES PARA LA CUARESMA
Tomado de "Meditaciones para todos los días del año - Para uso del clero
y de los fieles", P. Andrés Hamon, cura de San Sulpicio (Autor de las
vidas de San Francisco de Sales y del Cardenal Cheverus). Segundo tomo:
desde el Domingo de Septuagésima hasta el Segundo Domingo después de
Pascua. Segunda Edición argentina, Editorial Guadalupe, Buenos Aires,
1962.
CUARTO DOMINGO DE CUARESMA
+ EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN (6, 1-15)
En aquel tiempo, pasó Jesús al otro lado del mar de Galilea, que es el
lago de Tiberíades y, como le siguiese una muchedumbre de gentes porque
veían los milagros que hacía con los enfermos, subióse a un monte y
sentóse allí con sus discípulos. Acercábase ya la Pascua, que es la gran
fiesta de los judíos. Habiendo pues Jesús levantado los ojos y viendo
venir hacia Sí a un grandísimo gentío, dijo a Felipe: “¿Dónde
compraremos panes para dar de comer a toda esa gente?” Mas esto lo decía
para probarle, pues bien sabía El mismo lo que había de hacer.
Respondióle Felipe: “Doscientos denarios de pan no bastan para que cada
uno de ellos tome un bocado”. Dícele uno de sus discípulos, Andrés,
hermano de Simón Pedro: “Aquí está un muchacho que tiene cinco panes de
cebada y dos peces; mas ¿qué es esto para tanta gente?” Pero Jesús dijo:
“Haced sentar a esas gentes”. El sitio estaba cubierto de hierba.
Sentáronse, pues, al pie de cinco mil hombres. Jesús entonces tornó los
panes y, después de haber dado gracias a su Eterno Padre, repartiólos
por medio de sus discípulos entre los que estaban sentados, y lo mismo
hizo con los peces, dando a todos cuanto querían. Después que quedaron
saciados, dijo a sus discípulos: “Recoged los pedazos que han sobrado,
para que no se pierdan”. Hiciéronlo así y llenaron doce cestos de los
pedazos que habían sobrado de los cinco panes de cebada, después que
todos hubieron comido. Visto el milagro que Jesús había hecho, decían
aquellos hombres: “Este, sin duda, es el gran Profeta que ha de venir al
mundo”. Por cual, conociendo Jesús que había de venir para llevársele
por fuerza y levantarle por rey, huyó Él solo otra vez al monte.
RESUMEN DE LA VÍSPERA EN LA NOCHE
Mañana meditaremos: 1° En la bondad de Jesucristo al multiplicar el pan
material que alimenta al cuerpo: 2° En su bondad, mucho mayor aún, en la
multiplicación del pan eucarístico que alimenta al alma.
— Tomaremos las siguientes resoluciones: 1º De acompañar nuestras
comidas con sentimientos de reconocimiento con la Providencia que nos
las da; 2º De honrar la santa Eucaristía por medio de Comuniones más
fervorosas y frecuentes, y con visitas al Santísimo Sacramento más
regulares y recogidas. Nuestro ramillete espiritual serán las palabras
del Salmista: “¡Cuan bueno es el Señor para con los que tienen un
corazón recto!”
MEDITACIÓN DE LA MAÑANA
Adoremos la ternura de Jesucristo con los pueblos que le siguen en el
desierto: su corazón dulcísimo se conmueve al ver sus necesidades y las
remedia de una manera verdaderamente milagrosa. Adoremos su bondad, que
se muestra más grande aún en la institución del pan eucarístico que
alimenta nuestras almas. ¡Oh! ¡Cuán digna es de nuestras alabanzas y de
nuestro amor tanta bondad!
PUNTO PRIMERO - BONDAD DE NUESTRO SEÑOR EN LA MULTIPLICACIÓN DEL PAN QUE ALIMENTA EL CUERPO
Es, sin duda, un gran milagro multiplicar cinco panes y dos peces, hasta
satisfacer a cinco mil hombres y llenar todavía doce cestos con las
sobras. Todo el pueblo, testigo de tal prodigio, tenía razón para querer
proclamar rey al autor de semejante maravilla y llegarse a él para no
separarse jamás de su lado. Pero todos los días Jesús renueva y
continuará hasta el fin de los siglos renovando un milagro mucho más
sorprendente: La multiplicación anual de los granos y de los frutos,
hasta hacerlos bastar al alimento de todo el género humano y darle, no
solamente lo necesario, sino lo útil, y lo agradable; acción divina que,
cada año, hace germinar las semillas, las hace crecer y madurar de
manera que provean a todas las necesidades en todos los puntos del
globo. Este brillante milagro apenas es notado por los hombres ingratos.
Muy pocos dan gracias a Dios por él con verdadera efusión. Muchos
llegan aun a servirse de sus favores para ofenderle. Y, sin embargo, ¡Oh
prodigio! Tanta ingratitud no debilita su amor, porque siempre derrama
su rocío y su calor sobre el campo del pecador y sobre la propiedad del
justo. ¡Oh! ¡Cuán bueno es Dios! ¡Cómo cuida de los suyos! ¡Cuán justo
es amarle, bendecirle y darle gracias continuamente!
PUNTO SEGUNDO - BONDAD DE NUESTRO SEÑOR EN LA MULTIPLICACIÓN DEL PAN EUCARÍSTICO QUE ALIMENTA EL ALMA
Hay, en este solo hecho, un mundo de milagros. Aquí Jesucristo
multiplica su presencia en tantos puntos como altares hay en que el
sacerdote celebra el sacrificio; en tantas hostias, cuantas se contienen
en todas las custodias del mundo; en tantas partículas como encierra
cada hostia. Aquí Jesucristo se encuentra siempre presente y continúa,
después del sacrificio, despreciado, solitario, desconocido, abandonado,
abrumado de irreverencias, de profanaciones, de ultrajes y, en medio de
todo esto, ruega y se inmola por los hombres que corresponden tan mal a
su amor. Se deja distribuir como alimento a todos los que se presentan,
aun a los más indignos; se deja llevar a los enfermos que desean
recibirlo; hasta en la más humilde cabaña. Acoge a todo el que desea
hablarle, llama a los afligidos para consolarlos, a los débiles para
sostenerlos, y no hay un momento del día o de la noche en que no se
considere feliz con dar audiencias. Pone sus gracias a disposición del
que quiera recibirlas, y todo el que recurre a Él puede decirle como
Job: “Nada temo mientras estoy cerca de Vos”. ¿Puede el amor ir más
lejos? Y en presencia de estos milagros, ¿qué debe hacer el corazón,
sino amar y alabar al Dios que tanto ha amado a los hombres, y qué
partido debe tomar, sino el de recibirle a menudo y piadosamente? Si su
deseo es darse a nosotros, nuestro supremo deseo sea también darnos a
Él.
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+Jorge de la Compasión (Autor del blog)
Jorge Rondón Santos (Editor colaborador)