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NO QUEREMOS QUE SE ACABE LA RELIGIÓN

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ORGULLOSAMENTE HISPANOHABLANTES

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sábado, 13 de septiembre de 2014

DE LAS TEOLOGÍAS LATINOAMERICANAS DE LA LIBERACIÓN, POR EL PADRE MIGUEL PORADOWSKI

   
Desde ECCE CHRISTIANUS

El pensamiento político-religioso autodenominado “teologías latinoamericanas de la liberación” (en adelante TLL), formalmente aparece en América Latina algunos años después de la Segunda Conferencia Episcopal Latinoamericana, que tuvo lugar en Medellín en 1968. No obstante, según la opinión del sacerdote José Comblin,(1) compartida por el Padre Roger Vekemans, S.J.,(2) este pensamiento de hecho ya se manifiesta varios años antes del mencionado evento y se hace presente en varias reuniones de carácter internacional, como por ejemplo en la Conferencia Mundial del Consejo Ecuménico de Iglesias (una institución protestante), en Ginebra en 1966 y en el “diálogo de cristianos y marxistas”, celebrado en varios lugares, entre los años 1965-67.
     
Casi todos los investigadores de la génesis o historia de las TLL concuerdan en la opinión de que la aparición de este pensamiento político-religioso se debe, al menos parcialmente, a una especial situación social-económica-política en la cual se encontró el continente latinoamericano después del fracaso de las tentativas del Plan de Desarrollo, lanzado por el malogrado presidente J. F. Kennedy.
     
Incluso se vincula las TLL con la así llamada “teología del desarrollo” (en adelante TD).(3) Al respecto hay dos opiniones distintas: una que ve, hasta algún punto, en las TLL, la continuación de la TD, la cual es cronológicamente anterior a las TLL,(4) mientras que la otra opinión considera las TLL como conceptos completamente opuestos a la TD, pues tiene por finalidad reemplazarla; consideran que la TD demostró su incapacidad en el aporte de un pensamiento político-religioso, apto para la solución de los urgentes problemas sociales en América Latina. Según esta opinión la situación social-económico-política del continente latinoamericano no puede encontrar solución por el desarrollo, sino exclusivamente por la revolución marxista, y por ende la TD, elaborada en relación con la encíclica del Papa Paulo VI, Populorum Progressio, la que coincide con el “Plan Kennedy”, ya no sirve y debería ser reemplazada por las TLL, consideradas como una etapa preparatoria para la revolución marxista; una etapa que también, después de cumplir su papel, deberá ser seguida por la “teología de la revolución” (en adelante TR), como el necesario apoyo ideológico-religioso a la revolución marxista en marcha. Esta es la opinión de Hugo Assmann, el más destacado representante de las TLL.(5)

Lo curioso es que este pensamiento político-religioso, de evidente carácter marxista, aparece bajo la protección y tutelaje del CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano), pues casi todos los autores de las principales obras al respecto están vinculados con el CELAM, sea como consejeros permanentes de esta institución de la Iglesia Católica, sea como colaboradores de distintas obras suyas, sea como participantes de los eventos organizados por ella, como son los Seminarios, Cursos, Jornadas, etc., como consta en las publicaciones oficiales del CELAM; incluso están apoyados y protegidos por el CELAM. El actual (1978) secretario general de esta institución, Monseñor Alfonso López Trujillo, en sus varios trabajos sobre estos temas(6), aplaude a estos autores y los presenta como genuinos representantes del pensamiento cristiano latinoamericano, haciendo raras veces algunas observaciones críticas. De creer a Mons. López Trujillo(7), lo más valioso de este pensamiento todavía no está publicado; sin embargo, nosotros aquí tenemos que limitarnos sólo a lo presentado por escrito, sea en los libros y folletos sea en los innumerables artículos(8). Lo más importante de lo publicado es de la autoría de Gustavo Gutiérrez, peruano; de Hugo Assmann, brasileño; de Alex Morelli, francés; de Juan Luis Segundo, uruguayo; de Leonardo Boff, brasileño; de Rafael Ávila, español (?); de Rolando Muñoz, chileno; además de dos obispos argentinos: Mons. Eduardo Pironio (cardenal de la curia romana) y Mons. Jerónimo Podestá.

Conviene anotar que también existen varios trabajos sobre el mismo tema de autores protestantes, los cuales básicamente no difieren de las obras de los autores arriba mencionados (que se presentan como católicos). Tal vez, el más importante entre ellos sea Rubén A. Alves, teólogo protestante brasileño; al menos es el más citado por los autores de las TLL, pero, a nuestro juicio, él pertenece más bien a la “teología de la revolución” y por esta razón no nos vamos a ocupar de él en esta ocasión. Las obras principales que vamos a tomar aquí en cuenta son las siguientes: de Gustavo Gutiérrez, Teología de la liberación, Lima, 1971; de Hugo Assmann, Opresión-Liberación, Montevideo, 1971; de Alex Morelli, Libera a mi pueblo, México-Buenos Aires, 1971; de Leonardo Boff, Jesús Cristo Liberador, Vozes, Petrópolis, 1972; de Rafael Ávila, Elementos para una evangelización liberadora, Sigúeme, Salamanca, 1971; de Rolando Muñoz, Nueva conciencia de la Iglesia en América Latina, Santiago, 1973. Además, los varios ensayos y artículos de Juan Luis Segundo.

No vamos a analizarlas por separado, porque ya lo hemos hecho antes en nuestro ensayo Sobre la “Teología de la Liberación’ y en nuestros libros: El marxismo invade la Iglesia y El marxismo en la teología(9). Aquí solamente queremos destacar que, a nuestro juicio, todas las actuales teologías de la liberación no son ni teologías, ni latinoamericanas, ni nos hablan de la liberación, en el sentido cristiano de la palabra.

NO SON TEOLOGÍAS

En primer lugar, estas TLL no son “teologías” en el sentido tradicional de esta palabra y aceptado en la Iglesia. Con sinceridad lo confiesan tanto Gustavo Gutiérrez como Hugo Assmann, Gustavo Gutiérrez (en adelante GG) dedica todo el primer capítulo de su libro a este tema.

Empieza por recordar los conceptos de teología más aceptados en la Iglesia Católica y, después, por comprobar que lo presentado por él como “Teología de la Liberación” no cabe en ninguno de estos conceptos tradicionales; en consecuencia, para justificar el título de su obra “Teología de la Liberación”, propone su propio concepto de “Teología”, a saber: “la reflexión crítica sobre la praxis”(10). Vamos a ver más adelante que esta definición de la teología es absolutamente inaceptable. Pero no se trata sólo de conceptos o definiciones, sino del contenido de la obra de GG. Pues a este contenido nadie, fuera de su autor, se atrevería a llamar “teológico”. Un auténtico teólogo, con la valentía y honestidad que lo honran, en un minucioso y detallado estudio ha demostrado que la “Teología de la Liberación” de GG es la “evaporación de la teología”(11).No menos severos juicios sobre la obra de GG tienen los teólogos españoles Armando Bandera(12) y Teodoro Ignacio Jiménez Urresti(13). El teólogo Fernando Moreno, al referirse a las obras de GG, Hugo Assmann (en adelante HA) y Juan Luis Segundo, dice: “Hoy aparece casi banal calificar de marxistas-leninistas tales posiciones”(14). El doctor Palumbo, después de un largo análisis de la obra de GG, llega a,la conclusión de que “… la teología de la liberación expuesta por el P. Gutiérrez no es teología, no es liberadora, no es filosofía, no es exégesis; es una penetración marxista en la Iglesia”(15). Coinciden con estos juicios negativos sobre las TLL también otros autores, como Galat-Ordóñez(16) y Clodovis Boff(17).

Las mencionadas obras de las TLL no son teológicas en el sentido tradicional de la palabra “teología”, forjado por la tradición cristiana, pues el concepto tradicional de la teología no importa de qué manera se exprese en las aceptadas definiciones de ella(18), exige que las obras “teológicas”, tanto por su objeto, como por su método, sean directamente relacionados con Dios.

El objeto propio de la teología es Dios, como lo indica el mismo nombre “teología”, que viene de las raíces griegas Theós (Dios) y logos (pensamiento, ciencia). Sólo Dios y nada más que Dios es el objeto propio de la teología, lo que no impide que dentro de ella se estudie todo(19), con tal de que lo estudiado sea directamente vinculado con Dios, sea como Creador (Dios-Padre), sea como Redentor (Dios-Hijo), sea como Santificador (Dios-Espíritu Santo).

También el método propio y exclusivo de la teología cristiana reflexiona a la luz de la Revelación; y la Revelación divina es Dios mismo, quien se comunica, sea por la luz que otorga al hombre para iluminar su entendimiento humano, su inteligencia (que por sí sola es incapaz de penetrar en los misterios divinos)(20), sea por la inspiración que infunde en el autor bíblico, sea por las mismas pa-labras-conocimientos con las cuales comunica al hombre las verdades sobrenaturales, por intermedio de las Escrituras Santas, sea por la Palabra suya que es Él mismo, su pensamiento personificado, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, encarnada en Jesucristo, la “plenitud de la Revelación” (2 Cor. 1, 20 y 3,16-4,6), lo que exige de la teología cristiana una reflexión en los misterios de la vida de Cristo y especialmente en su obra redentora, es decir el Misterio Pascual: la Pasión, la Muerte, la Resurrección y la Ascensión de Cristo. De esta manera, también la segunda raíz de la palabra “teología”, es decir “logos”, que en griego significa “pensamiento”, “concepto”, “palabra”, y que San Juan Evangelista, en el Prólogo a su Evangelio, usa en el sentido del pensamiento divino personificado, es decir el nombre de la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, el Verbo de la Vulgata, encarnado en Jesucristo, se refiere al método; siendo la luz de la Revelación, el “logos” hace diferir esencialmente a la teología de otras ciencias, pues dirige y vincula cada obra teológica con Dios. En este sentido ambas raíces de la palabra “teología” indican a Dios: la raíz “trieos” indica a Dios (y en la teología cristiana al Dios que es la Santísima Trinidad) como a su objeto, y la raíz “logos” indica a la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, el Verbo Encarnado, la plenitud de la Revelación, como a su método, a Cristo, la Verdad, a la luz de la cual la sabiduría cristiana reflexiona sobre Dios.

Pues bien, ninguna de las obras mencionadas de las TLL pretende ser “teológica” en el sentido tradicional de esta palabra. Al contrario, varios de los mencionados autores, especialmente GG y HA, insisten en que hablan de la “teología” en otro sentido y no en el tradicional. GG define su seudoteo-logía como “reflexión sobre la praxis”(21); es decir que en la definición de GG no hay ninguna referencia a Dios, ni como objeto, ni como método. Analizando esta definición, HA llega a la conclusión de que “... en realidad se está definiendo (a la Teología de la Liberación) como Praxeología. La Praxeología —define T. Kotarbinski— es la teoría general de la acción eficaz”(22). ¿Qué tiene que ver eso con la teología?

Ahora bien, se podría plantear la pregunta: si estas teologías no son tales en el sentido tradicional del término, ¿podrían corresponder, al menos hasta algún punto, al concepto actual de la teología que tiene la Iglesia postconciliar?La posición oficial de la Iglesia postconciliar al respecto está expresada en un documento reciente, emitido por la Sagrada Congregación para la Educación Católica, titulado “La formación teológica de los futuros sacerdotes”, firmado por el Prefecto de esta Congregación, el cardenal Gabriel Carroñe, con fecha 22 de febrero de 1976. Pues bien: en este documento se insiste en que “… pese a que se renueve y adapte a las exigencias de los tiempos, la teología permanece, en la línea de la continuidad de la Tradición, fiel a sí misma como «ciencia de la Revelación cristiana». La fides quarens intellectum, es decir, la fe que impulsa a buscar y a ampliar la propia inteligibilidad, consigue su meta, mediante la teología, de una forma más elevada y sistemática. El objeto de que se ocupa la teología no son las verdades adquiridas con la ayuda de la razón, sino aquellas reveladas por Dios y conocidas a través de la fe. El ámbito de la fe es, en todo caso, invadeable por la teología. El progreso de la misma no puede consistir en confundirse con las demás ciencias, al margen de la perspectiva de la fe”. (23)

Y más adelante el mismo documento agrega: “Como ciencia que nace de la fe y que se desarrolla en el ámbito de la fe y al servicio de la fe, la teología asume el discurrir de la razón y los datos de las culturas para comprender mejor el propio objeto. Por eso goza de un estatuto particular en la articulación de las distintas ciencias, incluso las religiosas, con las cuales no puede ser confundida, como tampoco puede ser restringida en sus métodos. En particular, no puede ser confundida y reducida a la historia de las religiones o de los dogmas, a la psicología religiosa, a la sociología de la Iglesia, sino que conserva su naturaleza y su función tambien en el cuadro epistemológico de las materias que se ocupan de la religión”. (24)

Estas citas ya bastan para darse cuenta de que la posición de la Iglesia no ha variado en esta materia después del Concilio Vaticano Segundo, y que, a la luz de este documento, las TLL no son teologías. Especialmente conviene destacar que, según este documento de la Santa Sede, cada teología, como ciencia, “nace de la fe”, “se desarrolla en el ámbito de la fe” y “está al servicio de la fe”. Las TLL no nacen de la fe cristiana sino de la fe marxista; no se desarrollan en el ámbito de la fe, sino en el de la lucha de clases; no sirven a la fe cristiana, sino a la revolución marxista, o, en el mejor de los casos, suponiendo la buena voluntad de sus autores, sirve al temporalismo, es decir a la solución de los problemas sociales y políticos.

De todo este larguísimo documento (de 52 páginas) de la Santa Sede es evidente que la Iglesia de hoy tiene el mismo concepto de la teología que la Iglesia de ayer, con la única diferencia de que lo profundiza y actualiza (es decir, adapta a las exigencias de la ciencia), haciéndolo todavía más exigente y más elevado, de manera que si las TLL no pueden ser aceptadas como teológicas desde el punto de vista del concepto de la teología tradicional, menos pueden ser aceptadas desde el punto de vista de la Iglesia postconciliar. Lo que ocurre es que los autores de las supuestas TLL, en la definición tradicional de la teología mantenida por la Iglesia postconciliar, reemplazan la palabra “Revelación” por “revolución” y la palabra “cristiana” por “marxista”, de manera que para ellos la teología, en vez de ser, como para la Iglesia, “la ciencia de la Revelación cristiana”, es la “ciencia de la Revolución marxista”. Hugo Assmann lo dice sincera y abiertamente, mientras que GG lo hace solapadamente. En efecto, HA insiste sobre la necesidad de “centralizar toda la teología en la Revolución, haciendo de ésta la clave única de la teología entera”; (25) es decir que, según HA, no solamente las TLL deberían servir a la revolución marxista, sino “toda la teología”. Y lo curioso es que invoca al respecto la autoridad de Karl Rahner. (26) Para poder adaptar la teología a esta tarea subversiva y ponerla completamente al servicio de la revolución marxista, HA postula la necesidad de hacer una revolución en la teología. Dice al respecto: “por eso, lo que queda claro es que necesitamos una «Revolución de la teología» (lo subrayado es de HA) para que ésta … pueda … ocuparse válidamente de la problemática de la Revolución”. (27)

En las TLL no hay ni Dios, ni Revelación, ni ciencia, pues ésta última está reemplazada por la muy cómoda “reflexión”, la cual a su vez está reducida sólo a la “función crítica de la acción”. (28) Y, por muchas citas que estas obras tengan de las Escrituras Santas y de los grandes pensadores cristianos, no son teológicas, pues todo este material tiene en ellos un carácter sólo decorativo y sirve de disfraz bajo el cual se encuentra un pensamiento antiteológico. (29)

Algunos querían ver en las obras de las TLL la reducción de la teología a la sociología. Hay que protestar contra esta opinión, pues llamar a los escritos de las TLL “sociológicos” es una ofensa para la sociología. Desde hace cien años, y especialmente desde la magistral obra de Durkheim sobre el método sociológico, Les regles de la méthode socio-logique (1895), ya no puede cualquier ensayo social-político pasar por un estudio sociológico. La sociología es una ciencia seria y responsable, tiene innumerables y eminentes representantes y miles de obras estrictamente científicas; y ningún auténtico sociólogo puede aceptar la calificación de “sociológicos” para los ensayos socio-políticos de los autores de las TLL, pues para calificar algunos ensayos como tales no basta que ellos traten de lo social, sino que lo social-religioso sea estudiado con el rigor del método sociológico, el cual es esencialmente inductivo, aposteriorista y empírico, basado sobre el estudio de los hechos concretos, mientras que los mencionados autores escriben lo que se les antoja y como se les antoja, y parece que tienen por principio no respetar ningún método. Las mencionadas obras de las TLL no son ni teológicas, ni sociológicas; simplemente son ensayos político-reli-gioso-socíales; y deberían ser tratados como tales, es decir sin comprometer ni a la teología ni a la sociología. Hay que tratarlas como expresiones de las opiniones arbitrarias de sus autores. El uso que éstos hacen del nombre de “teología”, es un simple abuso. El juicio del teólogo Juan Gutiérrez sobre la obra de GG Teología de la liberación, que es la “evaporación de la teología”, debería extenderse a casi todas las mencionadas obras de las TLL.

LAS TLL NO SON LATINOAMERICANAS

Las pretendidas “teologías latinoamericanas de la liberación” tampoco son “latinoamericanas”. Este calificativo lo recibieron primero de parte de los críticos europeos, los cuales hablando de ellas les dieron este adjetivo en el sentido puramente geográfico, pues aparecieron primero publicadas en América Latina y por autores latinoamericanos. En el sentido de una calificación del pensamiento como genuinamente latinoamericano, original, propio de la Iglesia en América Latina, parece que por primera vez así las llamó el P. Vekemans (30) en su libro Teología de la liberación y cristianos por el socialismo, pero el hecho de que la mayoría de los autores de las TLL son latinoamericanos todavía no justifica esta calificación, porque todos ellos, sin excepción ninguna, tienen formación europea, sea por los estudios en las universidades europeas, sea por el pensamiento europeo sobre el cual se basan. Ni Karl Marx, ni Friedrich Engels, ni Herbert Marcuse, ni Louis Althusser son latinoamericanos; tampoco lo son Karl Barth, Karl Rahner, J. B. Metz, O. Cullmann o Bultmann, para sólo mencionar a los autores más citados en las mencionadas obras. Las raíces de las TLL están en la “teología política” europea de postguerra y en las anteriores corrientes del pensamiento de algunos católicos franceses promarxistas. A pesar de que el P. Vekemans las considera “innegablemente latinoamericanas”, el material bibliográfico que él mismo proporciona (31) comprueba más bien lo contrario.

Prácticamente las TLL son solamente unas nuevas formulaciones de la antigua trampa marxista, que consiste en llevar a los cristianos a la revolución marxista. De eso los marxistas ya se preocupaban al final del siglo XIX (para que los cristianos se caven su propia tumba) y las obras de muchos de ellos, incluso las de Engels, tenían esa finalidad. Cuando Engels insiste en que el verdadero (¡sic!) cristianismo, el de los primeros siglos, hasta la época constantiniana, es lo mismo que el comunismo marxista del siglo XIX, tiene en la mente la conquista de los obreros cristianos para la judía revolución marxista. Es sabido que estos esfuerzos de los marxistas del siglo xrx han dado resultados muy satisfactorios, pues les trajeron a las filas de la Segunda Internacional (en esa época completamente dominada por los marxistas) a muchísimos cristianos, especialmente a los protestantes, hasta el punto de que varios pastores protestantes entraron en su plana mayor. (32)

Cuando Karl Barth se vincula con el marxismo e incluso traba una estrecha amistad personal con Lenin, en Suiza, (33) sólo sigue el ejemplo de los muchos pastores protestantes que lo preceden. Este acercamiento de los cristianos a los marxistas se extiende al clero católico, especialmente en Francia y Bélgica, casi inmediatamente después de la primera guerra mundial. La Cruz de Cristo, vinculada con el emblema comunista de la hoz y del martillo; eso que nos escandaliza tanto hoy en día en América Latina, ya aparece en la portada de una publicación “católica” de Francia varios años antes de la segunda guerra mundial. Es el caso de la revista abiertamente marxista-comunista Terre Nouvelle. (34)

Las drásticas e inmediatas medidas de la Santa Sede en los tiempos de las Papas Pío XI y Pío XII, ponen freno al entusiasmo de algunos clérigos por la revolución marxista; pero después de la segunda guerra mundial hay un nueva brote del filocomunismo “católico” en Europa, esta vez manifestado por un seudo-personalis-mo del comunistoide Emanuel Mounier y su revista Esprit, casi abiertamente fomentado por FAX, una organización fundada con este propósito por la policía secreta política del gobierno comunista de Polonia, con el apoyo de la NKVD de la Unión Soviética. (35) La oportuna denuncia al respecto, hecha por el Cardenal Primado de Polonia, el arzobispo de Varsovia Stefan Wyszynskí -en un memorándum secreto trasmitido a la Santa Sede y por ella comunicado al Episcopado de Francia, por el cual fue divulgado— dificulta, por algún tiempo, la colaboración de los católicos franceses con la revolución marxista. Las abundantes publicaciones de PAX en Polonia (36) se encuentran con el casi unánime repudio por parte del clero y los laicos polacos; pero estos mismos escritos, divulgados en Francia, tenían bastante influencia, especialmente desde que sus ideas están acogidas por la muy leída revista ilustrada La Vie Catholique y después por la pro-marxista Les Informations Catholiques Internationales, ambas dirigidas por el simpatizante del marxismo Georges Hourdin. (37) Hay que recordarlo, porque precisamente de este ambiente salen los futuros autores de las TLL.

Al leer los escritos de los autores de las TLL se nota también la importante influencia de un grupo de pastores protestantes marxistas checoslovacos, especialmente las obras de Hromadka, Machovec, Gardavski. (38) Los GG, HA, Juan Luis Segundo y otros en realidad presentan el mismo pensamiento de algunos seudoteólogos europeos marxistas, sólo que en una nueva forma y bajo un nuevo enfoque, y de esta manera elaboran su propia seudo-teología marxistoide y la ponen al servicio de la revolución marxista en América Latina; y lo hacen de manera muy parecida a la labor de sus compañeros y consejeros europeos, los cuales, en el mismo tiempo, la presentan bajo el nombre de la “teología de la revolución”, o de la “teología de la violencia”, o de la “teología política”, o de la “teología de la política”, como los comunistas-marxistas-leninistas confesos y declarados Paul Blanquart, fraile dominico y profesor de la Universidad Católica de París, quien no cree en Dios ni en el alma inmortal, (39) y J. Girardi, fraile salesiano, en su tiempo profesor de la Universidad Gregoriana de Roma y después de la Universidad Católica de París.Además, durante la elaboración de sus TLL, estos autores han estado asesorados no por el clero latinoamericano, sino por el europeo, canadiense y norteamericano. Es sabido que la elaboración de estas TLL se ha efectuado, durante un período de más de diez años, en muchísimos encuentros, jornadas y seminarios, organizados con ese propósito en distintos lugares de América Latina y de Europa. Pero ante todo las TLL no son latinoamericanas por el hecho de estar basadas en el pensamiento marxista, es decir no latinoamericano, sino judío-europeo, el cual —siendo formulado en relación con algunos problemas judíos y sociales de la primera mitad del siglo XIX— nunca llegó a tener dimensiones universales, y es ajeno por completo a la idiosincrasia de los pueblos latinoamericanos. Esta es también la principal razón por la que estas TLL no llegan a insertarse en la realidad latinoamericana. Tampoco son originales, pues, como lo demostró el interesante estudio del padre jesuíta H. Bojorge, (40) ya hay una “teología de la liberación” en el blasfemo y anticristiano libro de Strauss Das Leben Jesu, del año 1835 (que tanto impactó a Marx y sus compañeros), donde se habla de la liberación política por la liberación teológica, es decir, por “liberar” a la religión de la Revelación. Esta idea pasa después a Marx y se manifiesta en uno de sus primeros escritos: Zur Judenfrage (1843/4), donde también plantea su “teología de la liberación” (sin usar esta expresión), es decir la liberación política de los judíos por la liberación de la religión.

LAS TLL NO TRATAN DE LA LIBERACIÓN

Las TLL, en realidad, no tratan de la liberación, en el sentido que esta palabra tiene para los cristianos. Las TLL no tratan de la liberación en el sentido cristiano-teológico, como liberación del hombre de la esclavitud del pecado, una vez y para siempre efectuada por la Pasión y Muerte de Jesucristo. Pues según la teología cristiana, Dios ha creado al hombre como un ser plenamente libre, dotado de razón y libre voluntad. Es por la tentación de Satanás por lo que el hombre cae en el pecado de orgullo y desobediencia, perdiendo su libertad y convirtiéndose en un esclavo de Satanás.

Este estado de pecado hace del hombre un esclavo de Satanás y, en consecuencia, un esclavo de sus propias debilidades (las cuales también son consecuencias del pecado), y genera toda clase de corrupciones, de dependencias y esclavitudes intelectuales, morales, sociales, económicas y políticas.

Jesucristo, el Hombre-Dios, un nuevo Adán, plenamente libre pues es sin pecado, es decir sin dependencia de Satanás, por su Pasión y Muerte en la Cruz libera al hombre del pecado y, en consecuencia, de la esclavitud, como dependencia de Satanás, y de sus propias debilidades humanas, consecuencias del pecado. Pero se trata de una liberación que no se realiza “mecánicamente”, pues no afecta la dignidad humana, sino que la respeta y afirma, permitiendo a cada hombre personalmente hacer efectiva la liberación efectuada por Jesucristo, aplicándola conscientemente a su propia vida, por la cooperación con la gracia divina. El ser humano integrado por el bautismo en el Cuerpo Místico de Cristo tiene la posibilidad de conquistar su propia libertad interior por el trabajo y la lucha, independizándose del poder de Satanás y entregándose en las manos de Dios. Esta conquista de su propia libertad tiene que desarrollarse ante todo en el plano intelectual, pues, según la expresa enseñanza de Cristo, es la Verdad la que nos hará libres; la Verdad, que es el mismo Cristo.

Pues bien, en las TLL no hay ni la más remota alusión a esta liberación del pecado, como base y principio de cualquier liberación humana.

Tampoco las TLL tratan de la liberación en el sentido derivado de lo anterior, es decir, de la liberación del pecado. A pesar de que para cada cristiano todas las ilegítimas y abusivas dependencias entre los hombres, es decir las que le quitan su libertad o la limitan, tienen sus raíces en esta única dependencia del pecado, dependencia de Satanás. El hombre, siendo creado por Dios corno un ser sociable, a raíz de su naturaleza esencialmente sociable entra necesariamente en relaciones con los demás, lo que lleva a algunas dependencias que por sí solas son legítimas y no contrarias a la libertad, pero que pueden degenerar en esclavitudes, pues esta naturaleza sociable humana está corrompida por el pecado. De ahí la necesidad de distinguir entre las dependencias legítimas y las ilegítimas; las que no menoscaban la dignidad y la libertad humanas, y las que degeneran en esclavitudes. Eso se ve ya claramente en la sociedad familiar. La mutua interdependencia de los esposos, como también de los padres e hijos y más todavía de los domésticos, hasta donde se desarrolla en el ambiente de mutuo respeto y de amor, excluyendo el pecado (ante todo el abuso del poder paternal o la desobediencia de los hijos), no solamente no es contraria a la libertad, sino que la afirma y perfecciona. Analógicamente se pueden analizar otras formas de la vida social, todavía más complicada, pues la sociabilidad humana, siendo sociabilidad del ser razonable y libre, lleva a una socialización de la vida cada vez más extendida, profunda y multiplicada, facilitando la formación de dependencias en las cuales se hace cada vez más difícil respetar adecuadamente la dignidad de la persona humana y su plena libertad. (41) Sin embargo, para los cristianos es posible salvar la libertad en estas difíciles situaciones sociales, siempre que tomen en cuenta las consecuencias sociales del pecado (como dependencia de Satanás) y de la Redención (como liberación del hombre de la esclavitud que implica depender de Satanás), cooperando con la gracia divina.

En realidad, tampoco las TLL tratan el problema de la liberación ni siquiera en el plano desacralizado, laico, secularizado, temporalista y terrenalista, en el cual ellas mismas conscientemente se sitúan, pues, colocándose en el plano puramente materialista, se vinculan, conscientemente y por principio, con la corriente ideológica más esclavizante que hubo en la historia: con la ideología marxista, la cual aboga por una esclavización total, pues suprimiendo la propiedad privada y estatizando toda la vida social, económica, cultural y política, impone un régimen en el cual el hombre está reducido a la condición de animal o de insecto, siendo sacrificado completamente a la sociedad, al Estado.Por el mismo hecho de que todas las TLL, unas parcial y otras totalmente, se vinculan con el marxismo materialista, ateo y totalitario, y se acoplan al carro de la satánica revolución marxista, ya se ponen del lado de la esclavitud total. Es difícil creer que los autores de las TLL sean hasta ese punto ingenuos y desinformados, que no sepan adonde quiere llevar a todos la revolución marxista. Hablar de la liberación y verla en la revolución marxista es una contradicción.

¿QUÉ SON, ENTONCES, LAS TLL?

Son ensayos político-religiosos profundamente impregnados por el temporalismo. Es un nuevo brote de este antiquísimo mal que ya cegaba la vista espiritual de los judíos a lo largo de la historia bíblica; el mismo temporalismo que tanto caracterizaba a los inmediatos discípulos de Jesucristo y que les impedía comprender su espiritual misión de Redentor de la humanidad; es el mismo temporalismo que en los ojos de los judíos de los tiempos de Jesucristo colocaba el Reino de Dios —anunciado ya por los profetas, recordado por San Juan Bautista y predicado por Cristo— sólo aquí en la tierra y sólo en forma de una sociedad puramente humana; es el mismo temporalismo-miopía que no permite ver nada más allá de la tumba; es el temporalismo de los saduceos, para los cuales todo se termina en el sepulcro.

Es un temporalismo tan ciego, tan miope, que ni siquiera permite a los autores de las TLL darse cuenta que, planteando el problema de la liberación del hombre de la esclavitud del régimen económico-social, llamado por ellos mismos “capitalista”, lo que le oponen es también el capitalismo, pero en su forma más odiosa y más inhumana, pues es nada más que el capitalismo de Estado; y que la relativamente pequeña dependencia del trabajador respecto del empresario que se da en el régimen capitalista de la propiedad privada, la quieren trocar por la total y absoluta dependencia que hay entre el hombre y el Estado dentro del régimen comunista-marxista.

Algunas corrientes de las TLL abogan abiertamente por poner a la Iglesia al servicio de la revolución marxista, y en la práctica sólo a eso reducen la función de la “teología de la liberación”, fingiendo que se olvidan de la principal finalidad de la revolución marxista, planteada ya por Marx y afirmada por Lenin, que es la destrucción de todo lo cristiano.

Parece que los estrategas de la revolución marxista se esfuerzan por aprovechar la dinámica de la Iglesia para dar más vigor al proceso revolucionario en América Latina. (42) Cuando hoy en día, en Europa, el marxismo está abandonado casi por todos y especialmente por la juventud, (43) algunos trasnochados católicos-temporalistas de América Latina sólo ahora descubren en el marxismo algo atractivo. ¡Qué ridículo y vergonzoso es todo esto!

Que el marxismo, odiado por todos los que lo conocieron en carne propia, fracasado, desmitificado por sus propios ex-dirigentes, (44) desesperadamente busque el apoyo de la Iglesia a la que tanto odia y pretende destruir, es fácilmente comprensible, pues se da cuenta de que, comprometiendo a los cristianos en su proceso revolucionario, más rápidamente destruye a la Iglesia. Pero que, para esta tarea destructora, encuentre entre el clero colaboradores, dispuestos, como Judas Iscariote, a vender sus servicios, es algo tan horroroso y tan doloroso como el crimen del traidor de Cristo. ¿Acaso estos autores de las TLL no se dan cuenta de que con sus “teologías” ofrecen un excelente “apoyo logístico” a la anticristiana revolución marxista.

HACIA UNA AUTÉNTICA TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN

No hay mal que por bien no venga. Quiera Dios que estas marxistoides TLL, tan destructoras y deformadoras en sí mismas de todo lo cristiano-teológico, contribuyan a despertar, entre los auténticos teólogos, el deseo de elaborar una verdadera teología de la liberación. Y parece que ya empezamos a caminar en esa dirección, pues en realidad en las críticas publicadas de las TLL ya se perfilan cada vez más las ideas concretas al respecto, de manera que quien realmente se interesa por este tema puede en esas críticas encontrar un material riquísimo. Me refiero a las críticas de Teodoro Ignacio Jiménez Urresti, (45) de Juan Gutiérrez, (46) de Maximiliano García Cordero, (47) de Nicolás López Martínez, (48) de Wilhelm Weber, (49) de Cándido Pozo, (50) de José Antonio Aldama, (51) de Armando Bandera, (52) de Fernando Moreno, (53) de R. Vekemans, (54) del Dr. Carmelo E. Palumbo, (55) de José Galat Nourner y Francisco Ordóñez Noriega, (56) de Clodovis Boff, (57)de la Conferencia Episcopal Colombiana, (58) de monseñor Franz Hengsbach, (59) de Ivés Congar, (60) de Gastón Fessard, (61) para mencionar solamente algunos ejemplos.

Pero el material más precioso se encuentra, fuera de la Biblia, en los textos litúrgicos, en la patrística y en los documentos del Magisterio. (62)

La Iglesia necesita una sólida teología de la liberación, no solamente como un complemento lógico de toda la teología cristiana, sino también para poder motivar teológicamente su perenne lucha, a lo largo de la historia, por la plena y verdadera libertad humana; una teología de la liberación como reflexión científica, a la luz de la Revelación, sobre las miseriosas palabras de Cristo: Veritatis liberabit vos y Ego sum Veritas, que tan claramente nos indican que sólo por la Verdad, que es Cristo, podemos alcanzar la auténtica libertad.
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 NOTAS

* Este trabajo fue publicado como “separata” de VERBO, de España, Serie XVII, núrn. 169-170, noviembre-diciembre, Speiro, 1978, (N. del E.)

(1) J. COMBLIN, Théologie de la révolution. Théorie. PUF. París, 1970, p. 297. (Citado por R. VEKEMANS: Teología de la liberación y cristianos por el socialismo. CEDIAL. Bogotá, 1976, p. 72).
(2) Ob. cit. p. 72,
(3) ALFONSO LÓPEZ TRUJILLO. Teología Liberadora en América Latina. Bogotá, 1974, p. 13.
(4) Al respecto, anota Vekemans: “... es indudable que la teología de l!a liberación ha sucedido, cronológicamente, a la teología del desarrollo y que, por ahora, lleva muchas de sus huellas”.
Ob. cit. p. 112.
(5) En su obra Opresión – Liberación, desafio a los cristianos. Montevideo, 1971. p. 109.
(6) Mons. LÓPEZ TRUJILLO tiene publicados varios trabajos sobre las TLL; fuera de la obra ya mencionada arriba, los más importantes son: Análisis marxista y liberación cristiana. IDES, Bogotá, 1973; La liberación y el compromiso cristiano ante la política. Bilbao, 1973; Liberación marxista y liberación cristiana, BAC. Madrid, 1974; “Panorama de la teología de la liberación en América Latina”, en Teología de la liberación. Conversaciones de Toledo. Madrid, 1974.
(7) “Nuestra Teología de la Liberación es más oral que escrita. Quizá las reflexiones en Encuentros, Seminarios, etc., no han dejado huellas escritas. Puede darse que aportes muy valiosos y profundos y tal vez los más representativos no hayan pasado por el bautismo de la imprenta. Frecuentemente se trata de estudios objetivos, serenos, que reflejan las riquezas de un estilo nuevo de hacer teología en América Latina. Su publicación serviría notablemente para quitar la impresión de que la modalidad imperante en la Teología de la Liberación puede rozar, y en casos traspasar, los límites de un compromiso por la justicia sin radicaciones”. Ob. cit. p. 12.
(8) Hay varias bibliografías de las TLL; una de las primeras es la de RODOLFO VALENZUELA, de 200 títulos, publicada por CIDOC, Cuernavaca, México, 1972; una de las últimas es de ROGER VEKEMANS e incluida en su obra Teología de la Liberación y cristianos por el socialismo. CEDIAL. Bogotá, 1976, pp. 221 a 281 y 553 a 588.
(9) Sobre la “Teología de la Liberación”, Santiago, 1974; El marxismo invade la Iglesia, Valparaíso, 1974; El marxismo en la teología, Madrid, 1976.
(10) Ob. cit. p. 20.
(11) JUAN GUTIÉRREZ GONZÁLEZ, MSPS. Teología de la liberación – evaporación de la teología. México, 1975. Al final de su obra el autor dice: “Pero lo que no podernos aceptar es el cambio de la supuesta teología que el autor quiere ofrecernos, sencillamente porque lo que nos ofrece no es teología”. Lo subrayado es del autor, p. 138.
(12) La Iglesia ante el proceso de liberación. BAC, Madrid, 1975.
(13) La teología de liberación: antecedentes, causas y contenidos, en la obra colectiva Teología de la Liberación. Conversaciones de Toledo. Madrid, 1974. A la “teología de la liberación” de GG el autor, como crítica, opone su propio estudio Teología de la Liberación del Vaticano II, incluida en el mismo volumen.
(14) Cristianismo y marxismo en la teología de la liberación. ILÁDES. Santiago, 1977, p. 15. El autor, de manera parecida a nosotros en el opúsculo sobre la “Teología de la Liberación”, respecto a los trabajos mencionados, usa el término “las teologías de liberación marxista”, p. 11 y otras.
(15) En su obrita “Teología de la, liberación o el marxismo enancado en el progresismo teológico”, Buenos Aires, 1975 (mimeógrafo). El doctor CARMELO E. PALUMBO es profesor titular de Doctrina Social de la Iglesia en la Facultad de Ciencias Sociales y Económicas de la Universidad Católica Argentina.
(16) Estos autores colombianos tienen publicados varios libros sobre las TLL. Me refiero aquí al excelente estudio “Liberación de la liberación”, dedicado a la crítica de las obras de GG, HA y Rolando Muñoz, haciendo referencias también a las otras obras. En el otro trabajo, “Liberación integral”, JOSÉ GALAT NOUMEB y FRANCISCO OHDÓÑEZ MORIEGA oponen su propio concepto de la “liberación” al pre-septado por los mencionados autores marxistas,.
(17) En su excepcional libro “Teología e práctica. Teología do Político e suas mediaçoes”. No hay que confundirlo con el antes mencionado Leonardo Boff.
(18) La definición más corriente de los diccionarios y de las enciclopedias para todas las teologías es “estudio de Dios y de las cosas divinas”, y para la teología cristiana “estudio de lo divino a la luz de la Revelación”. Desde el siglo XIII, en el mundo católico se sigue el concepto de teología de Santo Tomás, como “ciencia sagrada, que ordena el conjunto de verdades de fe en una síntesis racional, pero a partir de un reconocimiento más neto de las verdades propiamente sobrenaturales, y como tales, recibidas de la Revelación sola, por oposición a las verdades sobre Dios que pueden ser alcanzadas por las solas fuerzas de la razón”. Esto, evidentemente, no era posible si no se llegaba a una clara noción de una naturaleza metafísica de las cosas y de los seres que permitiera distinguir radicalmente en ellos las realidades sobrenaturales como tales. Esto es precisamente lo que constituye quizá el punto más brillante del pensamiento teológico tomista. Santo Tomás sostiene que la teología como ciencia sigue siendo ciencia de la fe, y como tal no puede proseguirse más que a la luz de la fe. L. BOUYER, Diccionario de teología, Herder, Barcelona, 1973, p. 622-3.
(19) Con razón dice al respecto Clodovis Boff: “Nao existe, em principio, objeto ou acontecimiento algum que nao possa ser teologizado. Tudo é teologizavel” (ob. cit. p. 85) y cita la opinión de Santo Tomás: “Quia igitur sacra Scriptura considerat aliquia secundum quod sunt divinitus revelata. . ., omnia quecumque sunt divinitus revelabilia, communicant in una ratíone formali obiecti huius scientiae”, S. T. I, p.l, a.3, c. agregando el comentario de este texto publicado por M. J. Congar, en Bulletin Thomiste, 1938, p. 496: “O termo revelabile… é un termo formado, como scibile, credibile, sensibile, amabile, para designar una terminada ordem de objetos; neste caso, tudo o que é sus-ceptível de ser conhecido a luz da Revelacáo. O equivalente é dado pelo propio Santo Tomás, a.4 (in. c.) prout sunt divino lamine cognoscibilia”.
(20) Esta es la diferencia entre la Teología y la Teodicea, pues esta última se limita a estudiar a Dios valiéndose solamente de la experiencia y la razón, si se trata de la teodicea contemporánea, la que empieza con la obra de Leibniz: Essais de Théodicée, de 1710.
(21) La más completa definición de GG es la siguiente: “La teología como reflexión crítica de la praxis histórica a la luz de la fe”. Ob. cit. p. 31.
(22) Ob. cit. p. 90.
(23) Párrafo 18.
(24) Párrafo 20.
(25) Ob. cit. p. 109.
(26) Ob. cit. p. 109.
(27) Ob. cit. p. 112/3.
(28) Ob. cit. p. 60.
(29) Sobre el abuso de los textos bíblicos por parte de los autores de las TLL, véase la crítica del P. Vekemans: Debilidad de la fundamentación bíblica, en su libro Teología de la liberación y cristianos por el socialismo, pp. 174-183. El autor completa sus críticas con las opinionesde muchísimos teólogos, como Yves Congar, Armando Bandera, Robert Spaemann y otros.
(30) “En la historia de la teología, escasos son los fenómenos propiamente latinoamericanos. La «teología de la liberación» sí es latinoamericana”. Y más adelante agrega: “La Teología de la Liberación es latinoamericana, no sólo de hecho, sino primordialmente por voluntad deliberada, casi se podría decir por nacionalismo continental” (p. 84). Dice en seguida: “Hugo Assmann titula la primera parte de su libro «Hacia una teología política latinoamericana»” (p. 84). Pero el P. Vekemans no se fijó en que se trata del titulo solamente y nada más, pues el contenido de ese capítulo está basado sobre el pensamiento alemán, lo que el mismo HA reconoce y lo que se confirma por las citas de los autores alemanes. Menos sé puede compartir la opinión del P. Vekemans respecto del origen latinoamericano de la pretendida “teología de la revolución” (ob. cit. p. 85), pues esta última, con su enfoque anticristiano, empieza con los escritos y las actividades de Tomás Münzer, en los tiempos de Lutero, e inspira el pensamiento marxista al respecto, como lo reconocen los mismos escritores marxistas del siglo xx, encabezados por Ernst Bloch y su libro Thomas Münzer ais Theologe der Revolution.
(31) Ob. cit. pp. 221-281.
(32) FRIEDRICH-WILHELM MARQUARDT. Theologie und So-zialismus, Das Beispiel Karl Barth, Mündhen, 1972. EDUABD THÜRNEYSEN, Christoph Blumhardt, Stuttgart, 1972. H. KUTTER, Sie müssen. Jena, 1910, H. KUTTEH, Die Revolution des Christentums. Leipzig, 1908.
(33) F. W. MARQUARDT, ob. cit.; GEORGES CASALIS, Theologie et socialisme, l’exemple de Karl Barth, en Etudes théologiques, 1974, nº2.
(34) Es muy sintomático que actualmente en América Latina haya también varias revistas, publicadas por distintas corrientes “católicas” de extrema izquierda, bajo el mismo título. Hay también en Montevideo una editorial de este nombre, y que publica con preferencia las obras de los “cristianos” marxistas. El libro de HA está publicado por esta editorial.
(35) Véase: Espionaje soviético en la Iglesia, Católica. Textos y documentos publicados por la revista Itineraires. Madrid, 1955.
(36) Una larga serie de los artículos y ensayos sobre estos temas se empieza, en las publicaciones de PAX en Polonia, ya en 1949, en su mayoría escritos por Janusz Zablocki, y una parte de ellos se publica después en forma de libro: Na polskim skrzyzowaniu dróg, Warszawa, 1972.
(37) Los vínculos existentes, tanto ideológicos como financieros, entre esta prensa “católica” de Francia y el Partido Comunista francés, la embajada soviética en París y… el diario Le Monde, lo demuestra, con lujo de detalles, el gran escritor francés JEAN MADIRAN en sus libros lis ne savent pas ce qu’ils disent (1953) y lis ne savent pas ce qu’ils font (París, 1955).
(38) V. GAKDAVSKI, Dios no ha muerto del todo. Salamanca, 1972. J. HROMADKA, El evangelio para los ateos. Montevideo, 1970; M. MACHOVEC, Vom Sinn des menschlichen lebens, 1971.
(39) “Je ne crois pas en un Étre métaphysique en dehors de l’histoire, ni a une survie personnelle aprés la mort”. Citado por la revista francesa Introibo, Nº 20, p. 3.
(40) Revelación, interpretación bíblica y teología de la liberación”, en la revista brasileña Perspectiva teológica, NO 20, abril 1978, publicada por la Facultad de Teología Cristo Rei, Universidad* do Vale do Rio dos Sinos.
(41) Este problema está ampliamente tratado en la encíclica Mater et Magistra, del Papa Juan XXIII, en el capítulo “Socialis vitae processus”.
(42) En casi todos los partidos políticos de izquierda europea ya se ha abandonado al marxismo como base ideológica y doctrinaria; en Inglaterra y en Francia lo rechazaban siempre; en Alemania lo hicieron muy solemnemente durante el congreso de Bad Godesberg, en noviembre de 1959. Recientemente lo ha hecho también el partido socialista obrero español.
(43) Véase al respecto el estudio de C. NORTHCOTE PARKINSON, Left Luggage – From Marx to Wilson. London, 1967.
(44) Las obras al respecto llegan a varios centenares; para los latinoamericanos la más interesante es, tal vez, la de EUDOCIO RAVINES, La gran estafa.
(45) La teología de la liberación: antecedentes, causas y Contenidos, como también La teología de la Liberación, del Vaticano II. Ambos estudios en Teología de la liberación, Conversaciones de Toledo (junio 1973), Burgos, 1974.
(46) Teología de la liberación – evaporación de la teología, ob. cit.
(47) Teología bíblica de la liberación, en Teología de la liberación, ob. cit.
(48) Encarnacionismo y escatologismo: dos tendencias a la raíz del problema, ibidem.
(49) La actual controversia sobre la teología política,ibidem.
(50) La teología de la fiesta, ¿ocaso de la teología de la liberación? Ibidem.
(51) La teología de la liberación y la secularización, ibidem.
(52) La Iglesia ante el proceso de liberación, ob. cit.
(53) Cristianismo y marxismo en la teología de la liberación, ob. cit.
(54) Una serie de artículos en la revista Tierra Nueva y en el libro Teología de la liberación y los cristianos por el socialismo, cit.
(55) Teología de la liberación, ob. cit.
(56) Liberación de la liberación, ob. cit.
(57) Teología e práctica, ob. cit.
(58) Identidad cristiana en la acción por la justicia, del 12 de noviembre de 1976.
(59) Befreiung durch Christus, wovon und wosu? en L’Osservatore Romano, N? 51/52, 1972.
(60) Liberación y salvación, en Teología de la liberación,ob. cit.
(61) La Théologie de la Liberation. Ed. Kyrios, 1973.
(62) Sólo del Papa León XIII hay tres encíclicas que directamente se refieren a este tema: Libertas, In plurimus y Ecclesiae Catholicae.

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