Propósito: Vaciarte del espíritu del mundo
Examina tu conciencia, ora, practica la renuncia a tu propia voluntad;
la mortificación, y la pureza del corazón. Esta pureza es la condición
indispensable para contemplar a Dios en el Cielo, verle en la tierra y
conocerl a la luz de la Fe. La primera parte de la preparación debería
ser empleada en vaciarse del espíritu del mundo, que es contrario al de
Jesucristo. El espíritu del mundo consiste esencialmente en la negación
del supremo dominio de Dios; una negación que es manifestada en la
práctica del pecado y la desobediencia; por tanto, es principalmente
opuesto al espíritu de Cristo, que también es el de María.
Este espíritu se manifiesta por la concupiscencia de la carne, por la
concupiscencia de los ojos y por la soberbia de la vida. Por la
desobediencia a las leyes de Dios y el abuso de las cosas creadas. Sus
obras son: el pecado en todas sus formas, en consecuencia, todo aquello
por lo cual el demonio nos lleva al pecado; obras que conducen al error y
la oscuridad de la mente, y la seducción y corrupción de la voluntad.
Sus pompas son el esplendor y las artimañas empleadas por el diablo para
hacer atractivo el pecado, ya sean personas, lugares y cosas.
DÍA PRIMERO
Lección: Evangelio según San Mateo 5: 1-19
Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus
discípulos se acercaron a Él. Entonces tomó la palabra y comenzó a
enseñarles, diciendo: "Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de
ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los que lloran, porque
serán consolados. Bienaventurados los pacientes, porque recibirán la
tierra en herencia. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de
justicia, porque serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos,
porque obtendrán misericordia. Bienaventurados los que tienen el corazón
puro, porque verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz,
porque serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los que son
perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el
Reino de los Cielos. Bienaventurados vosotros, cuando seais insultados y
perseguidos, y cuando se os calumnie en toda forma por causa de Mí.
Alegraos y regocjaos entonces, porque tendréis una gran recompensa en el
Cielo; porque de la misma manera persiguieron a los profetas que
vinieron antes de vosotros. Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si
la sal pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar? Ya no sirve para
nada, sino para ser tirada y pisada por los hombres. Vosotros sois la
luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una
montaña. Y no se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín,
sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que
están en la casa. Así debe brillar vuestra luz ante los ojos de los
hombres, a fin de que ellos vean vuestras buenas obras y glorifiquen al
Padre que está en el Cielo. No penséis que vine para abolir la Ley o los
Profetas: Yo no he venido a abolir la Ley, sino a darle cumplimiento.
Os aseguro que los cielos y la tierra pasarán, antes de dejar de
cumplirse siquiera una jota de la Ley. El que no cumpla el más pequeño
de estos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será
considerado el menor en el Reino de los Cielos. En cambio, el que los
cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos.
ORACIONES
VENI CREÁTOR SPÍRITUS
Ven, creador Espíritu,
De los tuyos la mente a visitar;
A encender en tu amor los corazones
Que de la nada plugóte crear.
Tú que eres el Paráclito,
Llamado y don altísimo de Dios;
Fuente viva, amor y fuego ardiente,
Y espiritual unción.
Tú, septiforme en dádivas,
Tú, dedo de la diestra Paternal;
Tú, promesa manífica del Padre,
Que el torpe labio vienes a soltar.
Con tu luz ilumina los sentidos,
Los afectos inflama con tu amor;
Con tu fuerza invencible corrobora
La corpórea flaqueza y corrupción.
Lejos expulsa al pérfido enemigo,
Envíanos tu paz;
Siendo Tú nuestro guía,
Toda culpa logremos evitar.
Dénos tu influjo conocer al Padre,
Dénos también al Hijo conocer;
Y del uno y del otro, oh Santo Espíritu,
En Tí creamos con sincera fe.
A Dios Padre alabanza, honor y gloria,
Con el Hijo que un día resucitó
De entre los muertos; y al feliz Paráclito,
De siglos en la eterna sucesión. Amén.
AVE MARIS STELLA
Salve, del mar Estrella,
Salve, Madre sagrada
De Dios y siempre Virgen,
Feliz puerta del Cielo.
Tomando de Gabriel
El Ave, Virgen alma,
Mudando el nombre de Eva,
Paces divinas trata.
La vista restituye,
Las cadenas desata,
Todos los males quita,
Todos los bienes causa.
Muéstrate Madre, y llegue
Por Ti nuestra esperanza
A quien, por darnos vida,
Nació de tus entrañas.
Entre todas piadosa,
Virgen, en nuestras almas,
Libres de culpa, infunde
Virtud humilde y casta.
Vida nos presta pura,
Camino firme allana;
Que quien a Jesús llega,
Eterno gozo alcanza.
Al Padre, al Hijo,
Al Santo Espíritu alabanzas;
Una a los tres le demos,
Y siempre eternas gracias. Amén.
MAGNÍFICAT
Glorifica ✝ mi
alma al Señor, y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. Porque ha
puesto sus ojos en la humildad de su esclava; y he aquí que todas las
generaciones me llamarán bienaventurada, porque el Omnipotente ha hecho
en mí grandes cosas; y su Nombre es santo. Y su misericordia se propaga
de generación en generación sobre los que le temen.
Desplegó el poder de su brazo: y disipó los designios del corazón de los
soberbios. Derribó del trono a los poderosos y exaltó a los humildes.
Colmó de bienes a los hambrientos; y a los ricos despidió sin cosa
alguna.
Levantó a Israel su siervo, acordándose de su misericordia: según había
prometido a nuestros padres, Abraham y su descendencia, por los siglos
de los siglos. Amén.
Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Deo gratias.
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